LA H NO MURIÓ en Pinar De Rocha, Ramos Mejía, 22/3/2019

Estos shows son los más difíciles de reseñar. No importa que tan distante uno se quiera mantener tomando el asunto con la imparcialidad que escribir para un medio amerita. Las bandas que marcan a fuego tu infancia y tu adolescencia, esas que están grabadas a fuego en tu ADN musical, independientemente de que ya casi no hagas el ejercicio de escucharlas, son un verdadero desafío a la hora de realizar una crítica. Eso nos pasó con La H No Murió, y eso -y mucho más- les contamos a continuación.

DEMORÓN EN RAMOS. El show estaba pactado a las 22 hs. y, por algún motivo que desconocemos, Claudio O’Connor, Antonio Romano, Claudio Strunz y Carlos Kuadrado pisaron el escenario cincuenta minutos más tarde, al son de su clásica marcha de guerra «Tano Solo». Dos reflexiones urgentes acerca de sus dos primeros temas de apertura: 1) «Robó Un Auto” y «La Revancha De América» son las canciones más perfectas que el metal vernáculo haya parido para arrancar un show con un pogo brutal. 2) Pato Strunz será un baterista de recursos limitados, pero es un verdadero reloj cuya doble maza galopando al taco es el pilar perfecto para que los riffs del Tano compitan con los versos de O’Connor a ver cuál de los dos es coreado con más fuerza, con más bronca y/o con más emoción.

TODAS LAS VOCES, TODAS. El show siguió  perfectamente al nivel de la nostalgia con las descargas de dos mazazos imperecederos como «Vientos De Poder» y «Evitando El Ablande», donde la voz de Claudio se multiplicaría en cada alma que se encontraba en el recinto de Ramos Mejía, colmado en toda su capacidad, ensordeciéndonos, enfureciéndonos más. Es que el frontman fue una vez más el gran showman de siempre, por momentos activando su ya clásico «modo Ozzy» con gestos muy influenciados por el madman. Es sabido que el paso del tiempo es más cruel con los vocalistas, pero gracias a la solidez del combo y al uso de afinaciones más bajas en las versiones, si bien su performance vocal no fue perfecta sí estuvo a la altura de las circunstancias (al menos, dentro de lo que se podía escuchar).

FINAL EN LA ESQUINA. Más clásicos (¿acaso no lo es todo su catálogo?): «Cráneo Candente», «Otro Día Para Ser», «Traición». Todo el setlist es invencible, pero además, está acompañado de una puesta en escena más que digna y de una mezcla de sonido diseñada para esconder alguna flaqueza y levantar una verdadera pared de poder.  Bises: «Tú Eres Su Seguridad» y, claro, «Soy De La Esquina»… En síntesis, un tributo sólido y disfrutable que deja como conclusiones la vigencia de una banda extinta -pero nunca tan presente- y la falta de referentes populares, a pesar de una gran oferta de bandas del estilo.

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