Soen, viernes 12 de abril en el Teatro Flores

Desde su aparición en 2010, la identidad de Soen siempre fue mutando. En un comienzo se presentó como el proyecto de Martin López, el baterista que había estado tras los parches de Opeth hasta el 2006. El grupo prometía, pero en sus primeros discos las comparaciones con Tool eran inevitables; la banda no parecía tener una identidad propia y parecía solo ser el pasatiempo del músico uruguayo para despuntar el vicio. Pero con el tiempo y con cada larga duración que fueron sacando, fueron despegándose de sus influencias hasta llegar a “Lotus”, disco de 2019 que los establece con una identidad propia y con una formación más estable.

A “Lotus” le siguió “Imperial”, quizás su disco más celebrado y el trabajo que los trajo por primera vez al país. Así es como llegamos a “Memorial”, su sexto material de estudio, pero en muchos aspectos el tercero; el que tiene llevarlos un escalón más arriba o el que los deje como banda de culto. 

Desde la salida del grupo con “Sincere”, canción que abre su última placa, quedó claro que en ningún momento Soen es el proyecto de Martin López acompañado por sesionistas. Es más, hasta casi podríamos afirmar lo contrario. Primero lo que vemos es un grupo hecho y derecho, donde todos tienen su momento para destacarse. Si no conociéramos la historia del grupo, diríamos que el baterista es el que pasa más desapercibido. A eso hay que sumarle la presencia del cantante Joel Ekelöf, que se lleva todas las miradas, desde su forma de vestir hasta lo impecable de su técnica vocal.

Como dijimos, “Lotus” es el disco que marca un punto de inflexión en la carrea de Soen, por lo que es lógico que la lista de temas se base casi exclusivamente en sus últimos trabajos, con algún que otro rescate de sus primeros años como “Jinn” o “Ideate”. Es que, más allá de que haya fans de la primera hora, el consenso pareciera ser que el presente del grupo es mucho más aceptado que su pasado. 

Un acierto del show es que, si bien “Memorial” presenta un sonido más ganchero y rockero, a la hora del vivo las canciones se vuelven más pesadas, como en el tema título o “Unbreakable”. El sonido del lugar acompaña, aunque el público pide, con criterio, que suban el volumen. Pero durante la noche parece ser que la lógica es priorizar claridad por sobre magnitud, y en este caso funciona. 

Durante el recorrido del show uno puede concentrarse en diferentes aspectos, sean las armonías vocales de los guitarristas Lars Åhlund y Cody Lee Ford, la sutil pero intricada percusión de Martin Lopez, el buen gusto del bajista Oleksii Kobel o las facultades de cantante y showman de Joel, que durante “Antagonist” decide cantar entre la gente. 

Finalmente “Violence” cierra la noche, en lo que claramente es un indicio de llegar a un lugar más accesible y ganchero. A nivel profesional, el show de Soen no tiene puntos flojos y cuentan con la destreza musical y las canciones para respaldarlo. Aunque es verdad que por momentos todo pareciera ensayado hasta el mínimo detalle y que si no fuese por ciertos juegos con el público, la sensación de espectáculo de Broadway sería más fuerte. Por supuesto que esto no es algo malo; tiene que ver con qué clase de espectáculo uno quiere ver. Puede gustar o no, pero Soen en vivo sabe lo que hace.

Txt: Facundo Llano

Ph: Huberto Andrada

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