(N. Este reportaje, realizado en conjunto por Frank Blumetti y Marcelo Sonaglioni, fue publicado originalmente el 10/9/2018 en nuestra web anterior – hoy lo rescatamos del olvido por su valor y por su interés. ¡Que lo disfruten!)

Si este texto desafiara la práctica habitual y comenzara por el final del encuentro que aquí retrata, debería referirse al instante previo del «gracias» y «adiós» a la entrevistada de turno, cuando uno de los dos periodistas le presentara un libro de fotografía de rock neoyorquina del rock de finales de los 70, de la cual la susodicha es una de sus representantes más insignes, y le señalara la foto de su autoría que pretendía le firmase. “¡Sé muy bien cuáles son mis fotos, no hace falta que me lo digas!”. Lo que podría interpretarse como un estilo frontal y muy temperamental es entonces nada más y nada menos que Roberta Bayley en actitud fiel a su esencia punk, la misma que la llevó a ser una de las pocas protagonistas privilegiadas de la escena de la Gran Manzana que cierta vez llegó para dejar una huella eterna. Allí estuvo esta mujer en primera persona para retratar a través del lente de su cámara todo lo que pudo. Más de cuatro décadas después, a sus 68 años, Bayley, aquella fiel testigo de las andanzas sobre y fuera del escenario de sus protagonistas, aterrizó en Buenos Aires para presentar la exhibición fotográfica personal que muestra buena parte de su obra.

Una joven Roberta y un antepasado de las selfies, es decir el viejo truco de sacarle fotos al espejo. ¡En tu cara, Alicia!

Una estadía de una semana íntegra, de jueves a jueves, en la que fue exhaustivamente entrevistada, y durante la cual apenas tuvo tiempo para salir a recorrer la ciudad, que dice, por lo que vio hasta ahora, le recuerda a París. Y sobre la que confiesa fue tan bien recibida, que le gustaría volver en cualquier momento. A Roberta Bayley le gusta hablar mucho, y pasionalmente, tanto que suele terminar adelantándose a las preguntas de quienes la reportean. A lo que agrega un detalle que la emociona: el de que no la indaguen directamente sobre la foto de la portada del primer álbum de los Ramones (que si bien es su principal marca registrada, le hace poca justicia al resto de su carrera), que decide agradecer a través de un gesto singular cuando le avisan que es hora de ir concluyendo la entrevista: “No, todavía no, quiero seguir hablando”… y al que a sus entrevistadores no le quedó más opción que aceptar.

Ud. nació en Pasadena, California, ¿pero qué es lo que exactamente la llevó a trasladarse a vivir a Londres, y luego a la ciudad de New York?

Bueno, me fui del sur de California cuando tenía 4 años. Le pedí a mi madre que no me lleve allí, pero me dijo “nos vamos”. Así que nos mudamos a Seattle, donde viví hasta los 7, y después volvimos a mudarnos, a Marin County, al norte de San Francisco, un área muy agradable. Ahora es un vecindario muy adinerado, pero por entonces era clase media. Con mucha naturaleza. Teníamos una casa en la colina con una gran vista, sabés, y caballos y mascotas. Más tarde, una vez que me gradué en la secundaria a los 18 años, fui a la universidad en San Francisco. Desafortunadamente mi hermana se mató en un accidente automovilístico en ese mismo año, lo que fue muy perturbador. Cuando tenía 19, tuve un novio que era músico, y nos fuimos a vivir juntos por cerca de 1 año. Aún es muy buen amigo mío. Y luego de mi tercer año en la universidad, la abandoné sin pensarlo demasiado. Y entonces me dije “me voy a Londres”. Me compré un pasaje de ida. El motivo principal fue que quería estar lejos, y aparte allí hablaban el mismo idioma que yo, si bien era con un acento peculiar, pero como fuera, ahí se hablaba inglés. De todas formas yo siempre había sido bastante anglófila, porque era fan de los Beatles y de los Rolling Stones, y de todo eso, por lo que tenía una afinidad por Londres. Y además yo tenía un amigo de San Francisco que también era fotógrafo, y que se había mudado allí. No éramos amigos íntimos pero nos conocíamos, y me ayudó con lo de la fotografía, ya que intentaba aprender sobre eso.

The Sound of the City: The Rise of Rock and Roll by Charlie Gillett

Eso fue en 1970 o 1971, creo. Fred vivía en un departamento muy grande por el cual no pagaba nada, y me dijo “sobra lugar, ¿por qué no venís?” Así que comencé a vivir ahí, me busqué un empleo y me puse a trabajar. No tenía cámara, no me dedicaba a sacar fotos, ni nada semejante. Fuera de eso, estaba muy metida en la escena de la música. Estaban los grandes periódicos musicales como el Melody Maker o el New Musical Express, y ocasionalmente iba a ver conciertos. Ahí fue cuando vi a los Temptations, o a Al Green, en 1973. Yo era muy fan de él, con todo ese traje blanco que se ponía, y tocó en el Rainbow. Y después cuando fue a New York fui a verlo al Apollo, lo que fue alucinante, ya que era un show distinto. Era realmente sexy, y sucio, y cool. Pero volviendo a Londres, trabajé brevemente con Malcolm McLaren. Yo vivía en el mismo barrio que él, y solía venir junto a su mujer al restaurante en el que yo trabajaba de moza. A veces necesitaba alguien que lo ayude, pero no era nada que tenga que ver con la música. Aunque de vez en cuando íbamos a ver bandas juntos, y entre todo eso había un grupo del que comenzaba a hablarse mucho llamado Kilburn And The High-Roads. Es como que eran parte de la escena del pub rock, y al mismo tiempo los domingos había un programa de radio que se llamaba Honky Tonk, conducido por un tipo muy caballero llamado Charlie Gillett. Fue quien escribió “Sound of the City”, uno de los primeros libros de rock que se hicieron. Me hice amiga de Charlie, y él empezó a manejar a Kilburn And The High-Roads. Y la vez en que tocaron en White Chapel, conocí a Ian Dury, con quien nos enamoramos locamente, y nos volvimos haciendo dedo a la ciudad. Pero sucedió que yo me estaba volviendo a San Francisco, como lo había planeado. Hubo un montón de correspondencia entre nosotros, y llamadas de teléfono. Ian me suplicaba que regrese a Londres.

Una carta de puño y letra, de Ian Dury para Roberta

¿Y entonces volvió a Londres?

Sí, nos amábamos, así que volví. Y nos fuimos a vivir juntos. La banda estaba peleándola fuerte, pero no ganábamos dinero. Vivíamos en un squat en Stockwell, cerca de Brixton. Pero hacían una música genial. Los Kilburns eran realmente una banda muy extraña. Digo, tenían un tipo negro que era lisiado, otro que era enano, y además a un tipo llamado Humphrey Ocean… Usaba un nombre falso, pero era pintor artístico. No era músico, realmente, más que nada se ponía a bailar en el escenario. Pero eran muy buenos, y las canciones eran muy originales. Ian era un performer increíble, y además increíblemente carismático. Y también era lisiado. Había tenido poliomielitis, y terminó con una de las piernas completamente jodida. Pero era único. Finalmente consiguieron un contrato discográfico e hicieron un álbum, pero no anduvo bien, así que Ian me dijo “soy demasiado pobre, deberías volver a los Estados Unidos, la situación no es buena”. Pienso que además seguía teniendo una aventura con su novia anterior a mí, Denise Roudette, que también hacía música y que era una mujer muy hermosa.

Lo que habrá significado otra verdadera buena razón para volver a casa.

Bueno, lo desconocía, pero lo sospechaba, y no quería tener un novio que me engañase. Y ya sabés cómo es, “tenés que odiar a la novia”, y ella me odiaba. Y una vez que me fui, se llevó mi tapado de piel. Pero es una mujer espiritualmente bellísima, y tengo gran respeto por ella. Creo que en cierto momento también formó parte de los Kilburns. Así que me fui a New York.  No conocía absolutamente a nadie allí. Tenía un amigo al que recordaba vagamente, y que se había mudado de San Francisco, pero al mismo tiempo tenía una lista de nombres que me habían dado mis amigos de Londres, tipo “soy amiga de Ian Dury”, y entre ellos hubo una mujer que me dijo “sí, venite y viví conmigo”. Tenía un loft mu grande en la calle Church. Esto fue en 1974. Pero todo el mundo me ayudó muchísimo. Y entonces me puse a trabajar, y gané algo de dinero. Mi primer empleo en New York fue como niñera, ya que eso te daba un lugar donde vivir, además de un salario, pero era part-time. Pero también había otro tipo, de los que estaban en la lista de contactos que me habían dado mis amigos, que estaba en el negocio de la música. Era plomo de bandas. Trabajaba en luces y sonido para los Stones y otras bandas grandes. Era muy agradable. Me llevó a pasear por toda New York. Y una vez me dijo, “¿qué es lo que querés hacer?”. Y yo le contesté, “quiero ir a ver a los New York Dolls, porque nunca los vi”.

Los New York Dolls retratados por Roberta en New York, como corresponde

Porque cuando tocaron en San Francisco, yo estaba en Londres. Y cuando tocaron en Londres, yo estaba en San Francisco. Y él se había encargado de hacerles sonido en New York, y los conocía muy bien. Y a la semana siguiente tocaban en un lugar que se llamaba Club 82, que era un club que alguna vez había sido propiedad de la mafia. Todos los que actuaban allí eran imitadores femeninos, lo que ahora se le dice “drag queens”. Esa era la historia del club, pero para cuando yo lo fui a conocer, ya era como una pequeña discoteca. Se había vuelto muy popular porque David Bowie solía ir de visita, y todo el mundo iba ahí por ese motivo. Todos los nuevos grupos tocaban ahí, y por supuesto también los New York Dolls. El lugar también tenía una pista de baile, por lo que todo el mundo podía ponerse a bailar después de ver a las bandas. Así que los Dolls fue la primera banda que vi en New York, y después del show mi amigo organizó una fiesta para los grupos en su loft, que estaba encima del club, a la que vinieron algunos de los miembros de los Dolls, y también los teloneros, un grupo llamado The Miamis, que si bien eran desconocidos, eran de mis favoritos por entonces.

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26 de marzo de 1976: los Dolls tocaron con The Miamis y acá está el afiche para probarlo

Sí, hace un par de años hicimos una entrevista con Gary Lachman (N. Valentine, el bajista original de Blondie) en Londres, y él mencionó a los Miamis.

Sí, eran de mis preferidos. Tenían cero imagen, eran solo un grupo de chicos judíos con el pelo enrulado. No tenían un look punk. Eran más pop que punk, pero eran muy buenos compositores de canciones, y tipos muy divertidos. Sus canciones tenían mucho sentido del humor, pero nunca fueron exitosos. En esa fiesta conocí a David Johansen (N. el vocalista de los New York Dolls), que estuvo muy simpático. Pero lo más gracioso fue que los Dolls nunca habían tocado antes ahí, y entonces dijeron “bueno, vamos a tocar en el Club 82, deberíamos ponernos vestidos de mujer”. Yo ya había escuchado los rumores sobre los maricas y todo eso, y entonces, esa primera vez, David usó un vestido femenino de noche sin corpiño, una peluca de mujer y tacos altos, y yo me dije “oh, estos tipos son extraños”. Pero era lo que hacían, era una especie de broma. Creo que Johnny (Thunders) o Jerry (Nolan) dijeron “oh no, no pienso ponerme un vestido”. Porque eran realmente muy machos, no tenían nada de gay, sabés. La industria musical les tenía cierto miedo, por la tapa de su disco en la que se los veía vestidos de mujer, y la gente no lo entendía. Había mucha homofobia y demás.

Pareciera ser que ver a los Dolls en aquella época representó un antes y un después para todos los que formaban parte de la escena musical de New York de fines de los 70… ¡Todo el mundo iba a ver a los New York Dolls!

Oh sí, eran muy grandes en New York. Mick Jagger y David Johansen se ponían a hablar en Max’s Kansas City, y la gente prefería prestarle atención a David. Eran más grandes que nada. Eran la banda más cool,  tenían las mejores novias, y nadie se veía tan bien. Más tarde el éxito de los Dolls se vendría a pique, pero todo el mundo podía darse cuenta de que realmente la pasaban muy bien. Tenían todas las chicas y todas las drogas que querían, era divertido, y de eso se trata el rock and roll, por lo que todos se ponían a formar grupos.

El subte y David Johansen, retratados por Roberta, allá por el remoto 1978

Y aparte tenían una gran imagen, algo que seguramente resultaba muy impactante por entonces.

Sí. Y ahí fue cuando Malcolm McLaren se puso a manejarlos. Los vistió con pantalones de cuero rojo, les puso la bandera comunista detrás, y demás. Pero los Dolls hacían shows increíbles, y tenían bandas como Television de teloneros. Los grupos más nuevos, como Television, querían distinguirse del glitter rock, no iban a ponerse lápiz labial… Y así fue como Richard Hell creó muy específica e intencionalmente ese nuevo look del pelo corto. Nadie usaba pelo corto. En el rock and roll, tenías que tener el pelo largo. Y usaban prendas rasgadas porque, sabés, se les rompía la ropa y la arreglaban con alfileres de gancho. No era algo relativo a la moda, era algo práctico con lo cual vivir.

Y no es que tampoco alguien esperase a que se transforme en algo que se ponga de moda.

Bueno, de algún modo Richard pensó que, si querían que le presten atención, tenían que ser diferentes. Richard diseñó esa remera que usaba Richard Lloyd en vivo con la frase “por favor mátenme”. De hecho Richard Lloyd intentó oxigenarse el pelo, pero le quedó verde… (Risas)

Richard Hell en su departamento; la toma es para la tapa de su álbum “Destiny Street” en 1980 . La que tomó la foto es Roberta, claro.

¿Cómo era convivir con Richard Hell?

¿Con Richard? Extraño. No me dejaba regar las plantas de la casa, me decía “dejá que se mueran, es supervivencia, no riegues las plantas”. Y también había un ratón en el departamento que yo quería sacarme de encima, pero él me decía “¡No! ¡El ratón vive!”

¿A qué se refiere? ¿Un ratón que vivía con Uds.? ¿En una pecera, o estaba suelto?

No, andaba suelto. Entonces lo maté, y lo tiré a la basura, y Richard me dijo “oh, ¿dónde está el ratón?” Nunca le dije que lo había matado. Vivíamos juntos, y así era las cosas. Éramos pobres, sabés. No era malo, ni agresivo. Richard estaba muy metido en el surrealismo, gente como Lautreaumont o Baudelaire. Ahora es escritor, y por entonces ya era poeta.

Intentamos contactarlo recientemente para entrevistarlo

No, él no habla de música, no quiere hacerlo. Es casi imposible lograr que hable de música. Y eso es algo que respeto porque, digámoslo así, yo siempre estoy haciendo todas estas entrevistas en las que siempre se me pregunta lo mismo, una y otra vez. “¿Cómo eran los años 70?”, etc. Para él eso es algo extremadamente aburrido. No hizo nada de música desde los años 80. Ahora es escritor. Publicó novelas, libros, artículos… Vive de ser un escritor respetado. Y entonces no quiere hablar sobre el punk rock. Lo entiendo completamente.

Roberta intenta explicarle a Sid que existe una cosa llamada banqueta o taburete y que no da para sentarse en la barra. Sid, como el malevaje extrañao, la mira sin comprender

No es algo tan difícil de entender…

Mirá, antes de venir para Buenos Aires, hubo alguien que me entrevistó sobre Sid (Vicious) y Nancy (Spungen), ya que conocí a ambos. Y la primera pregunta fue “¿Cómo fueron los años 70?”. Y entonces le dije, “mirá, no voy a escribir esta nota para vos. Hay muchos libros y artículos escritos sobre eso. Vas a la biblioteca, y en dos semanas me volvés a llamar y entonces me hacés alguna pregunta seria, porque no puedo relatarte la historia completa. ¡Ese es tu trabajo, el periodista sos vos!”. Esa era la filosofía de Richard, y lo comprendo. Cinco años atrás probablemente hubiera contestado a ese tipo de preguntas, pero ahora es como demasiado. Andá a la biblioteca, fijate en internet, está todo ahí. Y así me podés formular una pregunta relevante que muestre que tenés algo de conocimiento, y entonces no me vas a insultar (Risas)

Espero que nuestras preguntas le resulten interesantes…

Sí, lo son, un poco suenan a que ya conocían cuáles iban a ser mis respuestas. Disfruto de las entrevistas, pero a veces te cansás de escuchar “¿Cómo fue el día en que sacó la foto de los Ramones?”

Volviendo atrás, ¿cómo fue que obtuvo el puesto en el CBGB’s?

Oh, eso fue porque yo era la novia de Richard Hell. Television era la única banda que solía tocar allí los domingos a la noche. Su manager, Terry Ork, un día me dijo “Roberta, quedate en la puerta y recaudá la plata, 2 dólares”. Y entonces cuando la gente entraba, les decía que tenían que pagar y que eran 2 dólares, que iban a ver una buena banda, y así era la negociación.

Roberta en el CBGB, con un dólar en la mano y un teléfono en la otra, allá por 1977

Hay una historia muy divertida respecto a eso con Legs McNeil…

Sí, vino al CBGB’s y me dijo “Soy Legs McNeil(N. uno de los fundadores de la revista Punk!). Yo nunca había visto a la revista Punk!, nadie la conocía. Era algo nuevo, acababa de salir el primer número. Y yo le dije “No, son 2 dólares, me tenés que pagar”. Y él me dijo, “No, entro gratis”. Y después yo le dije, “Bueno, OK, dame una copia de la revista”. Y Legs me dijo, “No, cuesta 50 centavos, detrás de la barra, ahí podés comprarla”. Así que yo le dije, “Está bien, entrá sin pagar”. Así que fui hasta el bar, agarré 50 centavos y compré la revista. Después del trabajo, fui a casa, la leí y me dije, “Tengo que trabajar con estos tipos, ¡es increíble!”. No estaban seguros de mí. Pero entonces decidimos hacer algo juntos, una fotonovela. Eso significó ir a diferentes clubs, y yo sacaba las fotos. Hicimos todas esas fotos y hubo muy buena química entre nosotros, y fue un momento muy divertido, nos divertimos mucho. Y entonces ellos me dijeron, “Bueno, ¿querés trabajar con nosotros?” Y de ahí en adelante, trabajé con ellos hasta el final de la revista.

¿Ya estaba trabajando de fotógrafa? ¿Qué la llevó a convertirse en fotógrafa antes de entrar en la escena musical?

Sí, eso pasó en 1976, y yo había empezado a fines de 1975. Me interesó la fotografía desde que era una nena. Tenía una cámara de juguete. Pero de repente la fotografía comenzó a hacerse popular entre la gente. Y cuando estuve en la secundaria, cuando tenía 15 años, tuve una clase de fotografía, que fue muy simple. Pero aprendí a revelar un rollo, y cómo imprimir. Yo amaba la fotografía, y cuando me dieron el boletín con las notas, la mayoría fueron buenas calificaciones. A mi profesor de fotografía le gustaban mucho mis fotos, y me encargaba tareas, como la de tomar imágenes que tengan movimiento. Era profesor de historia, pero su pasión era la fotografía. Y entonces, cuando cumplí 19, me compré una cámara Nikon. En ese momento no sacaba fotos de música, pero hacía tomas callejeras. Por entonces la fotografía no era aún considerada una forma de arte, todavía era la oveja negra del mundo del arte. Pero entonces me fui a New York y conocí a todos los que estaban en la escena, como dije. El Club 82. Y yo trabajaba en el CBGB’s. Todo el mundo resultaba muy interesante, por lo que hubiera sido muy estúpido no hacer fotos.

Debbie Harry de Blondie y Roberta: fotógrafa y fotografiada en una misma foto

¿Alguna razón en especial por la que la mayoría de sus fotos eran en blanco y negro?

Sí, fue algo decidido, porque no tenía dinero. Pero hice muchas fotos en color, siempre y cuando podía afrontar el gasto, o bien hacía ambas. Y especialmente cuando empecé a trabajar para Blondie. Pero el color es más caro. Aparte fui extremadamente afortunada de que poco después que me compré la cámara, un amigo me dijo, “tengo un cuarto oscuro que alguien dejó en mi departamento, te voy a dejar usarlo por seis meses”. ¡El cuarto oscuro entero, que era muy grande, con todo lo que necesitaba!

Ramones, detail of Roberta Bayley's contact sheet for Punk Magazine, one of  the outtakes was later used in their eponymous deb… | Punk magazine, Art  brochures, Punk
Una que sepamos todos: así retrató Bayley a los Ramones para la portada de su álbum debut.

Trabajó mucho junto a Blondie, que de todos modos eran un grupo muy colorido. Hubiera sido una gran pérdida haber fotografiado a Debbie Harry solamente en blanco y negro…

Sí, y fue lo mismo con los New York Dolls. Y pienso al respecto, porque siempre le digo a la gente que parte de la razón por la que la tapa de los Ramones (N. la del álbum debut) causó tanta impresión es porque fue en blanco y negro, pero también hay una tapa de New York Dolls que fue en black and white. Era inusual para las bandas de rock. La música folk tuvo muchas imágenes en blanco y negro, Bob Dylan también. Pero las bandas de rock usualmente usaban color. Elvis fue en blanco y negro, su primer álbum para RCA, el que The Clash copió. Yo hacía las dos cosas, tenía dos cámaras para poder tomar fotos en color y en blanco y negro. Pero la imagen de Ramones era en blanco y negro, ya que era para la revista Punk. No podíamos permitirnos imprimir en color. La impresión era tan primitiva que no se podía mezclar el color y el blanco y negro en la misma página, lo cual ahora es muy común. Entonces, todo lo que fotografiaba para la revista Punk! era en blanco y negro. Estúpidamente, Bob Gruen (N. el fotógrafo) estuvo allí uno de los días en que hice fotos para Debbie, así que tiene las fotos de ella en color ya que él era rico y podía permitírselo (Risas). Quiero decir, él no era rico… pero era más rico que yo.

¿Cuál o cuáles diría fueron los artistas más fáciles y los más difíciles con los que trabajó? Ud. dijo que amaba fotografiar a Iggy Pop. De hecho una vez declaró que deseó haberlo fotografiado mucho más.

Oh sí, es correcto. Y después me retiré. Pero siempre puedo llamarlo por teléfono (Risas). Hay una muy buena entrevista de él hecha por Anthony Bourdain, seguro que la podés encontrar en YouTube. Iggy es la persona más copada que existe, y esa conversación tuvo lugar en su casa en Florida.

Iggy Pop photographed by Roberta Bayley, New York City, 1976 | Iggy pop, Iggy  and the stooges, The stooges

Volviendo a la escena del punk, una pregunta con truco. ¿Cuál de las dos escenas influenció a la otra? ¿La neoyorquina influyó a la inglesa, o cree que fue al revés?

(A Marcelo) ¡Ahora me estás demostrando que sos ignorante! Perdón.

No hay problema.

La escena de New York comenzó en 1974. Y la de Londres en 1976. ¿Entonces quién influyó a quién? ¡Fue la de New York! Londres tomó todas las ideas de la neoyorquina. Los alfileres de gancho, las vestimentas rasgadas, y todo eso. Pero localmente, los ingleses fueron muy talentosos. Ya sabés, Glen Matlock, Steve Jones, Paul Cook

La pregunta que le hice no era en serio. Quise jugar un poco…

Pero es algo que no me creerías… Cuando hablo con periodistas estúpidos, siempre les digo “¡Andate, encargate de revisar la historia!”. Lo empezamos nosotros.

Malcolm McLaren en la Market Street, San Francisco, retratado por la Bayley

Entonces la pregunta indicada sería, ¿existe un enlace entre ambas escenas?

¡Por supuesto! ¡Malcolm McLaren! Ya sabés cómo fue, Blondie primero se hizo muy grande en Inglaterra, antes que en cualquier otro lugar, porque Debbie era muy hermosa, y se presentaron en Top Of The Pops…Blondie tuvo muchos hits en Londres. Pero para cuando retornaron a New York, ya sabían que Johnny Rotten había copiado a Richard Hell, que era la versión de él. Johnny Rotten lo copió.

De algún modo la mayoría de la gente siempre creyó que lo del punk empezó con los Sex Pistols

(A Marcelo) No hace falta que me lo expliques, soy yo quien te lo explico a vos, ¿OK? Es así como funciona.

De acuerdo…

Los Sex Pistols se volvieron grandes en Londres porque dijeron “fuck” en TV. Ya sabés, su disco fue prohibido. Ni siquiera se permitía promoverlo, pero podías venderlo. Y entonces eran muy difundidos por la prensa. Por aquel entonces nadie conocía a los grupos de New York, excepto algunas personas. Los Ramones eran todavía bastante oscuros, pero cuando fueron a Londres y tocaron en el Roundhouse el 4 de julio de 1976, en la audiencia estaban los Clash, los Pistols, etc. Ninguno de ellos tenía plata para las entradas, y Johnny Ramone se acercó a la ventanilla y los hizo pasar. Eran apenas chicos, pero los Ramones estaban muy al tanto de los fans, y de que iban a ser la futura nueva música. No creo que los Ramones se hayan sentido amenazados, pero pienso que se enojaron mucho cuando los Sex Pistols terminaron volviéndose más famosos que ellos más rápidamente. Pero, a decir verdad, no en los Estados Unidos. Los Sex Pistols nunca fueron grandes en EE.UU. Pero Inglaterra es un país muy pequeño, y tenía tres periódicos musicales. Era un ambiente completamente distinto.

Los Pistols en su tour final: ever get the feeling you’ve been photograped?

Y después ocurrió exactamente de la manera contraria cuando los Pistols hicieron su última gira en los EE.UU. ¿Qué nos puede decir de esa experiencia?

Eso fue realmente algo insano. Ya estaban hartos de todo, y Sid se estaba desintoxicando de la heroína. Como adicto a las drogas, se sentía pésimamente mal. Tuvimos esa idea de tocar en ciudades extrañas, ciudades oscuras en el sur como Memphis, Baton Rouge, San Antonio… Pero todo eso fue intencional.

No diría arriesgados, pero definitivamente eran lugares muy duros. La gente les arrojaba botellas…

Bueno, éramos punks, y nos la bancábamos… (Risas) Pero eso fue parte de todo lo que resultó frustrante para la banda, porque el grupo era realmente bueno. Me perdí los dos primeros shows del tour. Mi primer concierto de la gira fue el de San Antonio, donde la gente le tiraba todo tipo de cosas, y los insultaba. “Fuck you!”, y demás. Los trataban como si fueran freaks. Pero también había gente a la que les gustaban, si bien eran una minoría. Ya sabés, cuando vas al sur, Tulsa, Oklahoma… están todos esos tipos que son fanáticos de Jesús, que protestan, está eso de la “música del diablo”, y toda esa mierda. Así que los Pistols estaban frustrados y hartos de todo, y entonces Johnny dijo “suficiente”. Eso ocurrió en San Francisco.

Todo lo escribió Roberta al pie de la foto: un botón de muestra del punk modelo 1977 y sus protagonistas

¿Por qué cree que el interés en el punk se mantiene tan vigente después de todos estos años?

Es la última música underground. Ya no hay manera de ser así, te descubren inmediatamente. Te descubren antes de cualquier cosa, aún antes de que vayas al estudio y te pongas a tocar. Esa es mi opinión. Ya no sigo a la música. Fue como pasó en los años 50, que fue la verdadera música punk, con gente como Little Richard. Nadie más punk. Elvis Presley. Nadie más punk. La gente dice, “oh, el punk fue la música más revolucionaria”. Oh no, eso fue el rock and roll de los 50, y aún más, la música negra de esos tiempos. Y después de eso, los grupos de mediados de los años 60, y también los grupos psicodélicos, que eran un tipo de música diferente.

De sólo ponerse a pensar en que Little Richard era negro, gay, que usaba lápiz labial y que movía el culo cuando tocaba el piano… ¡y en los años 50!

Sí, y fue la mayor influencia de David Bowie, y también la primera. Pude escuchar a Little Richard porque mi hermana era 7 años mayor que yo. Aún siendo tan chica, escuché ‘Tutti Frutti’. Amaba a Little Richard. Y a Jerry Lee Lewis, otro punk.

Debajo del sombrero de cowboy está Joe Strummer, un punk solitario muy lejos de su hogar

¿Qué opina sobre la cultura neoyorquina? ¿Cree que hubo cambios importantes en los últimos años?

New York siempre será un centro cultural. Hoy en día se le hace muy difícil a los artistas vivir allí por su alto costo de vida. En los 70 podías conseguir un loft, uno grande, por 200 dólares al mes. Ahora eso uesta 10.000. Para los más jóvenes que vienen a vivir a la ciudad, no sé cómo hacen.

Parece ser lo mismo que siempre ocurrió con las áreas más bohemias de las grandes ciudades. Como el barrio de Chelsea, en Londres. En los 60 eran lugares en los que se podía vivir, y de repente llegaron las grandes compañías, o grandes marcas de ropa, pusieron oficinas o locales, y se volvieron lugares carísimos y de moda.

Oh sí, igual que con el Soho de New York. Porque en ese entonces era un lugar muerto. Lo mismo pasó en Tribecca. Cualquier barrio que menciones. Probablemente sólo el Bronx siga siendo todavía un lugar duro. Mi vecindario está demasiado habitado. Solía ser más sereno. Pero nunca salgo de noche, me importa un carajo.

¿Cuánto hace que vive en el mismo sitio?

Casi 45 años, desde 1970. Es un departamento pequeño de 120 metros cuadrados. El edificio tiene siete pisos, y no hay ascensor. Así que cada día subo y los bajo, no tengo más remedio. Es eso, o dormir en el piso. No es ningún problema para mí, hace mucho que lo hago. Es algo muy saludable. Y algo más, en New York es ilegal tener siete pisos sin ascensor, los edificios tienen no más de seis. Por lo que tengo una vista increíble y una luz hermosa, ya que no hay edificios cerca del mío. Eso es lo que me digo cada día cuando subo las escaleras, “¡tenés buena luz!” (Risas)

Roberta y Marcelo, uno de los entrevistadores

Respecto a  su muestra de fotos, ¿se siente como una artista mostrando sus trabajos, o más como testigo de una era? ¿Ya había visitado Buenos Aires?

Oh, ambas. No vi casi nada de aquí, excepto la galería, la galería, el hotel, la galería, el hotel, la galería… Pero lo voy a hacer. Me gustaría volver.

¿No se siente un poco rara viniendo hasta aquí para exhibir sus fotos?

¡Me siento maravillosa! No me siento rara. Es una sensación fantástica, estoy muy a gusto, es muy excitante. Siento un poco de eso en New York, y también cuando estuve en Tokyo. Viste cómo es, también son grandes fans de los Ramones y del punk rock. Ahí fue como si fuera una mini-celebridad, pero no tanto como aquí. No es algo que quiera hacer todos los días de mi vida, perdería la cabeza.

Entonces ésta es su primera vez aquí, ¿pero también la primera en Sudamérica? ¿Ni siquiera estuvo en Brasil?

Sí. Ni siquiera en Brasil.  Mi primera vez debajo del Ecuador.

La firma de Roberta en el libro «Please Kill Me». No es de ella, pero las fotos sí

¿Cuál cree que es el legado más grande del punk para el mundo?

Es la idea de “hacelo vos mismo”. No esperes a convertirte en un experto. Intentalo, equivocate, está todo bien. Si sentís ganas de hacer algo, no te sientes en tu cuarto a practicar guitarra durante cinco años, salí y tocá con tres cuerdas. Es todo lo que necesitás. Hacelo. Porque eso es lo que hicimos nosotros. Yo no sabía cómo hacer fotografías.

Una última pregunta, teniendo en cuenta que Ud. apareció en fotos recientes junto a su perro. Es como si de repente haya cambiado las fotos con punks a fotos con “pugs”...

Sí, los perros y los músicos no son nada diferentes.

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