En octubre de este año comenzaba “Shows Of A Lost World Tour”, la reciente gira en la que de The Cure dio la amable cifra de cuarenta y seis conciertos en distintos países de Europa. Este es posiblemente uno de los tours más especiales de los últimos años: por un lado, se trató de la primera gira de The Cure post pandemia, y a su vez, el grupo presentó nuevas canciones tras casi quince años sin lanzamientos de estudio. Y si hay algo que hace esta gira aún mejor es que ¡MADHOUSE estuvo ahí! Tuvimos el honor de presenciar dos de los conciertos de este tour, y en esta nota te contamos cómo lo vivimos.

¿ESTE ES EL FINAL?

«Este es el final de cada canción que cantamos» es la primera frase que pronunció Robert Smith cada noche del tour. Es el primer verso de Alone, la canción inédita que abrió todos los conciertos de «Shows Of The Lost World Tour». Una canción lenta, climática y reflexiva, que fue lo primero que nos presentaron de «Songs Of The Lost World», el esperadísimo nuevo álbum de The Cure, que ahora sí parece estar más cerca que lejos.

Lo cierto que después de casi tres años de silencio, tras un 2019 en el que la banda participó de varios festivales en Europa y Estados Unidos, y visitó también México, Australia (allá con cinco shows únicos por el trigésimo aniversario de “Disintegration”) y con la inclusión en el Rock & Roll Hall Of Fame y su correspondiente celebración en el medio, llegó el momento de regresar a los escenarios.

Si pensamos en las canciones y en la estética del tour, una primera sensación que inevitablemente flotaba en el aire era que se trataba de una despedida, ya desde el nombre del tour (qué obviamente referencia al título del ya anunciado próximo álbum) o los títulos de temas como «Endsong», «And Nothing Is Forever» o «I Can Never Say Goodbye». La sensación era que The Cure se despedía. A su vez, la banda sonó impecable y atravesando un gran momento: despachando presentaciones de alrededor de dos horas y media, con un Robert Smith encendido y cantando mejor que nunca, Simon Gallup moviéndose con su bajo por todo el escenario, sumado a la calidad que aporta Reeves Gabrels (el experimentado guitarrista estadounidense que ya lleva 10 años en la banda), la potencia en la batería de Jason Cooper, la solvencia de siempre del tecladista Roger O’Donnell y además de la grata sorpresa de este tour: el regreso de Perry Bamonte, que volvió para hacerse cargo de guitarras y teclados tras dieciocho años de ausencia. 

Más allá de tal idea de final, la banda, en esta nueva versión de sexteto, suena más potente y viva que nunca. También es cierto que si vamos al caso, The Cure se viene despidiendo más o menos desde “Pornography” (1982). También me gustaría aclarar que entiendo que hay cierta ingenuidad en analizar el momento a través de las canciones o las letras… Pero bueno, uno se permite suponer que no es lo mismo decir adiós a los 21 años, que hacerlo con los 63 que hoy tiene Robert. Es imposible saber cómo se siente caminar en los zapatos de Smith y compañía, continuando con semejantes odiseas tras tantos años de carrera prácticamente ininterrumpidos. Lo cierto es que los conciertos de «Shows Of The Lost World» fueron majestuosos, y el nuevo disco promete ser uno de los mejores en mucho tiempo…

WAKE UP IN THE DARK: 10/11/2022, PALAU SAINT JORDI, BARCELONA, ESPAÑA

Nuestra primera cita con The Cure fue el 10 de noviembre, en el vigésimo cuarto concierto del tour y el primero en España (el segundo sería al día siguiente, en Madrid). El lugar elegido fue nada menos que el bellísimo Palau Sant Jordi, donde The Cure ya había tocado en 2008 y 2016. Este concierto nos tocó verlo desde plateas altas pero bien frente al escenario, fueron las que pudimos conseguir cuando decidimos embarcarnos a esta gira. Llegamos sobre las 19hs y la primera sensación fue que el concepto del espectáculo era total: ya solo al entrar se escuchaba el sonido de una lluvia, a veces más leve y otras más fuerte, algunos truenos cada tanto… Este sonido constante nos sumerge poco a poco en el clima (en todo sentido) de lo que vendrá. Clima constante que se interrumpe sobre las 19:40 con el inicio del show de The Twilight Sad, el grupo de rock alternativo escocés que no por nada ha vuelto a ser elegido por The Cure para acompañarlos a una gira. En la noche catalana la gente iba llegando lentamente, mientras la banda se lucía repasando temas de sus 20 años de carrera, con el sonido enérgico y consistente que los caracteriza. 

Una vez concluído el show de The Twilight Sad, la lluvia volvió a hacerse presente, y llegadas las 21:00 horas, las luces bajaron y la tormenta aumentó, y acompañada ahora de una suave melodía y luces parpadeantes, comenzó a anticipar el momento esperado. The Cure se subía al escenario para abrir su concierto con Alone, la mencionada canción inédita con la que la banda abrió todos los conciertos del año, una canción de siete minutos con todos los elementos de un sonido Cure de alto vuelo: colchones de teclados, una larga introducción instrumental, melodías de piano, punteos sutiles de guitarra… Una atmósfera que nos remite directamente al sonido de discos como “Disintegration” (1989) o “Bloodflowers” (2000). En este tema, Robert no toca la guitarra, y en los minutos previos a empezar a cantar camina sobre el escenario, camina de un lado a otro como si estuviera reconociendo o asimilando al público. Bueno, esa noche colgó un poco con la asimilación ¡porque casi se olvida de cantar! y entró un poco tarde a la primera estrofa de la canción. El sonido era perfecto, claro y limpio, y la presentación fue acompañada de una soberbia iluminación y proyecciones tremendas, como nos tienen acostumbrados.

El show siguió con varios clásicos seguidos: «Pictures Of You», «A Night Like This» y «Lovesong», para luego continuar con otro de los temas nuevos: «And Nothing Is Forever», una balada hermosa acerca del amor y el paso del tiempo, en la que Robert reconoce: “sé que mi mundo ha envejecido, pero realmente no importa, si decís que estaremos juntos, si me prometés que vas a estar conmigo en el final…” Es curioso, porque muchos de los que estábamos ya conocíamos estos temas inéditos. Lo que me pregunto es cuántas personas estábamos en esa, esa noche. Todos los temas nuevos eran recibidos con mucho entusiasmo, como si fuesen clásicos o favoritos de siempre. Lo que siguió en la noche de Barcelona fue «Burn», la potente canción que la banda compuso para el soundtrack del clásico film «The Crow«, e inmediatamente llegaron algunos temas darks para los fans de las primeros tiempos: «At Night», que fue sin duda uno de los momentos más altos de la noche, «A Strange Day» y la furiosa «Shake Dog Shake», para después dar lugar a tres canciones que hicieron levantar a todo el público: «Push», «Play For Today» y «A Forest», clásicos de la banda, prácticamente obligados de esta gira… y de todas.

Acercándose al final del set principal llegó el turno de otra sorpresa: «Trust», aquella preciosa balada del álbum “Wish” (1992), que no venía siendo de los temas habituales de la gira, para continuar con “A Fragile Thing”, otro de los temas nuevos, y seguir con otro clásico de Wish, la hipnótica «From The Edge Of The Deep Green Sea», que termina con acoples de guitarras y es enganchada con una introducción de teclados para dar lugar a otro tema nuevo: “Endsong”, una joya de 10 minutos que nos hace desear, ansiar y necesitar aún más el inminente lanzamiento de “Songs Of A Lost World”. Con esta canción alucinante y épica, en la que Robert parece despedirse de los fans, diciendo “me perderé en el tiempo, no pasará mucho tiempo…” The Cure termina el set principal de la noche, al igual que en cada concierto del “Shows Of A Lost World Tour”

Lo que sigue en cada recital de esta gira son dos bises: primero uno más oscuro y luego otro, decididamente hitero, el obligado para que no le tire con tomates la gran parte del público que fue a escuchar los temas más clásicos o populares. Pasados apenas unos cinco minutos del final de la primera parte del concierto, The Cure regresa al escenario, las luces vuelven a bajar, en la pantalla vemos la imagen de una calesita solitaria, como si estuviera abandonada, y la banda presenta el último tema nuevo de la noche: «I Can Never Say Goodbye», posiblemente una de las canciones más conmovedoras de los últimos tiempos, al presentarla, Robert cuenta que está dedicada a su hermano, recientemente fallecido. Una canción de esas que parecen haber sido escritas con el corazón en la mano, en la que un Robert casi quebrado canta frases como “estoy susurrando su nombre, él tiene que despertar…” o “no puedo despertar de este sueño, por mucho que lo intente”. Seguidamente, este primer bis continúa con tres temas seguidos de “Disintegration” (1989), uno de los discos más aclamados por los fans: «Plainsong», «Prayers For Rain» y la misma «Disintegration» para los cerrar el primer set de bises. 

No pasan ni tres minutos hasta que la banda vuelve al escenario. Se los ve conmovidos, especialmente a Robert, que habla bastante con el público, hace bromas (¡no le entiendo un carajo!, igual te amo, Robert) y se lo ve disfrutar. Realmente, desde el público, se ve a unos Cure impecables y disfrutando. La última parte del set comienza con Robert agradeciendo e interpretando un fragmento de «The Blood» aquel tema con estilo flamenco de «The Head On The Door» (1985) que editaron como single sólo en España (un single muy limitado y caro, por cierto). Habiéndonos ya ilusionado a todos con tocar este tema, lo que sigue es el clásico «Lullaby», para seguir con «The Walk» y hacer levantar a todo el público. Bueno, los que no se levantaron con ese tema lo hicieron en seguida con «Friday I’m In Love», que fue seguida de «Doing The Unstuck», que en su versión en vivo tiene una potencia tremenda. Reservados para el final quedaron algunos de los clásicos más icónicos de los 80s: «Close To Me», con un Robert que agarra el micrófono y camina por todo el escenario mientras canta, seguida de «In Between Days,» y «Just Like Heaven» -que fue el único tema del disco “Kiss Me Kiss Me Kiss Me” (1987) de la noche”, para finalmente despedirse con un clásico de clásicos: «Boys Don’t Cry.»

El de Barcelona fue un show completísimo y equilibrado: ¡Tuvo de todo! temas nuevos, clásicos oscuros para los más fans, clásicos de clásicos para toda la familia… Hay que decir que por más reacios que algunos fanáticos sean a los hits, The Cure, en definitiva, gracias a muchas de esas canciones ganó la popularidad que les permite hoy seguir haciendo giras como estas y llenar recintos como el Palau Sant Jordi, donde unas 18000 almas vibramos y volamos alto con la música de The Cure, que con casi 45 años de carrera sobre su espalda, está más vigente que nunca. Al terminar la última canción Robert sonríe y agradece. Camina para un lado y agradece, camina para el otro y sonríe, y agradece, y promete volver. Nosotros también agradecemos, nos quedamos coreando por un instante el “ooohhh ohh ooohhh ohh ooohhh” de «Play For Today»… y sonreímos.

DON’T LET IT END: 13/11/2022, ZÉNITH, TOULOUSE, FRANCIA

Nuestra segunda parada fue Toulouse, donde tres días después se presentó la banda en el precioso Teatro Zénith. En los días previos al concierto, Caro y yo nos hospedamos en el Hotel Zenitude, que fue lo más cercano al teatro que pudimos encontrar. La zona del teatro es bastante tranquila, un poco retirada del centro. Justo enfrente del teatro hay varios edificios en construcción, y en los alrededores algunas plazas, jardines, un hipódromo, algún que otro almacén y algunas cocherías.

Esta vez, a diferencia de Barcelona, teníamos entradas para el sector fosse, es decir, campo o general. Así que fuimos temprano para poder aprovechar y ver a la banda lo más cerca posible. Tampoco es que nos hayamos caído de la cama, la hora de apertura del teatro era a las 18:00 y a las 17:30 estábamos ahí, luego de haber intentado (fallidamente) encontrar a la banda en el hotel. Una vez abiertas las puertas, corrimos y llegamos hacia delante de todo y logramos llegar, no nos movimos de ahí en toda la noche, ya que ese lugar se cuida con la permanencia. Una vez más: la lluvia sonaba desde el minuto cero, ni bien se abrían las puertas ya entrábamos en el mood de la noche. La capacidad del Zénith es de unas 11.000 personas, y prácticamente pasadas dos horas de la apertura de puertas el teatro estaba lleno.

Cuando llegó la hora de The Twilight Sad, el teatro estaba colmado de gente, y esto, por supuesto, la banda lo percibió. James Graham, cantante del grupo, agradeció al público por haber ido temprano y la banda brindó un show excelente. Por nuestra parte, pudimos apreciarlo de la mejor manera, ya que estábamos a dos metros del escenario. La banda sonó muy sobria y potente al mismo tiempo, alternando distintos climas, y además Graham es un verdadero showman: mientras canta se mueve por todo escenario, baila, vibra e  interactúa con la música y la audiencia, generando una conexión especial que hasta nos deja a más de uno con ganas de más. 

Cuando la música se termina, regresa la lluvia, inmediatamente. Y aproximadamente media hora después del show de los escoceses ya subiría The Cure al escenario. Lo que estábamos a punto de ver fue realmente una experiencia inolvidable. Es que ver en vivo y de tan cerca a tu banda favorita se siente como soñar despierto. Vimos el show frente al escenario, sobre el lado izquierdo, justo en frente de Perry Bamonte. El set comienza con «Alone», desde acá se escucha más fuerte, la canción es hermosa, llena de pasajes ambientales, contemplativos y yo quiero que los minutos avancen tan lentamente como sea posible. Robert camina de un lado al otro y saluda a la gente, cuando se para frente a nosotros levantamos los brazos y lo saludamos, me siento un adolescente, pero está bien, él saluda y se ríe tímidamente, como en las fotos y en los videos. Esta vez comienza a cantar en tiempo. Al terminar el tema Robert agradece en francés y en inglés, después saluda y comenta que hace un buen tiempo no estaban por allá (y es cierto, el último concierto en la ciudad de Toulouse había sido en el año 2000, casualmente en el mismo teatro). El orden de los temas siguió tal cual Barcelona: «Pictures Of You», «A Night Like This», «Lovesong» y «And Nothing Is Forever». Como detalle, Robert estaba un poco más hablador esta noche. 

Para ese momento yo ya creía que íbamos a ver un show casi idéntico al que habíamos tenido tres días atrás, pero justo ahí llegó una de las primeras grandes sorpresas de la noche: «If Only Tonight We Could Sleep», aquel tema oscuro, místico y mágico del LP “Kiss Me Kiss Me Kiss Me” (1987). Este fue uno de los puntos más altos del concierto, y además marcó un quiebre, después de los primeros temas, más clásicos y en cierto modo accesibles, el show de repente viró a un clima más oscuro. Al terminar este tema Robert agradeció y anticipó que tenían un set muy extraño para esa presentación. Seguiría «A Fragile Thing». Es curioso, porque las mismas canciones pueden sentirse muy distintas según el orden en que sean tocadas. Al terminar esta, Robert avisó que la canción que seguía tenía 40 años y se llamaba «The Figurehead», aquel clásico de “Pornography” (1982) de extensa y densa introducción que es uno de los favoritos de muchos. A esta altura de la noche, la locura era total: la lista, el sonido, la puesta en escena y la performance hacían de la del 13 de noviembre una noche inolvidable. Además, vendrían dos temas más de “Pornography”, «A Strange Day» (el tema más -de algún modo- “pop” del LP), acompañado de unas proyecciones psicodélicas, y finalmente, el único single del álbum, «The Hanging Garden», si ya la batería de este tema era impactante en 1982, la versión en vivo cuarenta años después es realmente demoledora, esto sumado al sonido del bajo y los arreglos de piano que agrega Roger, hicieron de esta versión otro de los mejores momentos del show. 

A esta altura no podía imaginar cómo iba a seguir la noche. Lo que siguió fue «Push», el movedizo tema pop de “The Head On The Door” (1985) (como para cortar un poco con tanta oscuridad, ¿vio?) y después otro clásico infaltable: «Play For Today», de “17 Seconds” (1980). Acercándonos al final del set principal, la banda volvió a regalarnos dos clásicos de la primera mitad de los 80s: «Primary», de “Faith” (1981) y «Shake Dog Shake», de “The Top” (1984), esta última con una bellísima e impactante proyección de las siluetas de los miembros de la banda, y la anterior con una animación basada en el hermoso dibujo de la tapa del single. La calidad de los juegos de luces y proyecciones de los conciertos de The Cure merecerían un párrafo aparte, realmente no tienen desperdicio, en este sentido el show también se aprecia muy bien, y de otra manera, a mayor distancia. La primera parte del show terminó, al igual que todos los conciertos de la gira, con «From The Edge Of The Deep Green Sea», seguida de «Endsong».

Pasados unos minutos, llegó la primera tanda de bises, que volvía a comenzar con la emotiva «I Can Never Say Goodbye» y a continuación vendrían tres clásicos de las épocas más oscuras de The Cure: primero Faith, el tema que da nombre al disco de 1981 y que su incorporación en el set fue otra de las grandes sorpresas de este año. La interpretación era increíble y en la pantalla se proyectaba una versión modificada del templo de la tapa del álbum. Después llegó «100 Years» (¡otra de “Pornography”!), esta vez el tema que abre el disco en mood pum para arriba a puro «No importa si todos morimos». Para cerrar esta parte del show eligieron el clásico que no puede faltar en ningún show de The Cure: «A Forest», uno de los temas más emblemáticos y representativos de la banda, único single del álbum “Seventeen Seconds” (1980), aquel segundo álbum que Robert más de una vez ha considerado como el verdadero primer LP de The Cure, ya que en aquel disco el grupo comenzaría a encontrar su identidad. Una versión furiosa de ocho minutos de este clásico dio fin al primero de los bises.

Ya hacia el final del show, y porque no solo de oscuridad vive el Cure, llegó nuevamente la hora de los hits. Al igual que en todos los otros shows, este pequeño set empezó con «Lullaby», y seguidamente nos esperaba otra sorpresa, llegó el turno de «Hot Hot Hot!!!», aquel single raro, funky, del LP “Kiss Me Kiss Me Kiss Me” del año 1987. Para continuar con The Walk, Friday I’m In Love y volver a cerrar con los singles de “The Head On The Door»: «Close To Me» e «In Between Days», y finalmente «Just Like Heaven» y «Boys Don’t Cry», al igual que en toda la gira. Robert se despide y además de agradecer, dice lo mismo que dice en casi todos los conciertos, y lo mismo que dijo el 12 de abril de 2013 en Buenos Aires: “Los volveré a ver”.

AL BORDE DEL MUNDO

La gira que comenzó el día 6 de octubre, con el primer concierto de The Cure en Letonia, se extendió hasta el pasado 13 de diciembre, con un recital en el Wembley Arena, de Londres. Con cuarenta y seis presentaciones, esta fue una de las giras más extensas de los últimos años del grupo, gira que los propios miembros de la banda han admitido que fue una de las más duras, por múltiples causas.

Para nosotros (y qué te puedo decir…) fue un verdadero lujo poder presenciar estos dos conciertos. Disfrutar y apreciar a una banda que con más de cuarenta años de carrera trabaja con tanta seriedad y profesionalismo, y que además acaba de adelantar material de lo que promete ser uno de sus mejores álbumes en mucho tiempo. ¿Este es el fin? ¿Canciones de un mundo perdido? No lo sé. Lo que sí se. es que The Cure acaba de terminar su gira y que fue en este mundo. Aunque también es cierto que su música nos transporta a otros mundos… o, como ellos mismos dicen en «Plainsong»: «A veces me hacés sentir sómo si viviese al borde del mundo». ¿Y qué más se puede agregar? Creería que no mucho más salvo ¡gracias!

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