PACIENTE: BLONDIE «Against the Odds 1974–1982» (Capitol, 2022)

HISTORIA CLÍNICA: Si bien la mayoría de los oyentes probablemente nunca haya sentido la necesidad de mirar más allá del formidable compilado «Best Of Blondie», los álbumes de estudio de esta legendaria banda de la new wave ochentosa, quizá con la excepción de «Parallel Lines» de 1978, a menudo suelen ser… ¿ignorados? ¿desatendidos? ¿negados? Cuesta encontrar el adjetivo justo para muchos profesionales de la crítica, pero si lo hubiera debería englobar los tres mencionados. Pero he aquí una razón de peso (literalmente) para prestar atención a la banda y su legado en serio y de una buena vez por todas: el megaboxset «Against The Odds 1974-1982», disponible en varias versiones, de las cuales la más rumbosa incluye 8 CDs o 10 LPs con un libro de tapa dura con contribuciones de todos los miembros de la banda, además de una discografía de 120 páginas, brinda la oportunidad perfecta para restaurar el equilibrio, además de ofrecer una cantidad modesta -pero no desdeñable- de material inédito. Si bien existen sólidos argumentos que puedan usarse a favor del material de la banda desde su regreso con «No Exit» de 1999, poca gente estará en desacuerdo en que el período cubierto por esta colección, que se originó cuando el guitarrista y compositor Chris Stein estaba digitalizando el contenido de su archivo, a la fecha continúa siendo el más importante de la banda… e incluso el más excitante.

Es evidente que el boxset es costoso pero por fortuna no solo lo es, sino que también lo parece. El libro, incluso en su encarnación promocional en formato PDF, es un producto hermoso, un recordatorio profusamente ilustrado de que, incluso dejando de lado a una de las frontwomen más talentosas, carismáticas y emblemáticas de los años 70 y 80 (cosa que aquí no haremos ni ebrios ni dormidos), Blondie siempre fue una banda excepcionalmente cool y fotogénica. Las imágenes son lo que hace especial a esta obra impresa, pero la historia de Blondie también se cuenta mediante prácticos pero incisivos textos. Las notas llevan a la banda desde sus fascinantes orígenes cuando Stein y Debbie Harry estaban al margen del glitter-punk de una escena dominada por los New York Dolls hasta su apagado final (temporal, claro) en 1982, todo a través de los recuerdos de los integrantes y productores del grupo y análisis detallados de los discos que hicieron. La discografía, también bellamente ilustrada, cuenta la misma historia solo que a través de listas de lanzamientos y números de catálogo; fueron solo unos pocos pero excepcionalmente ocupados años. Más allá de todo esto, la razón de la vida de «Against The Odds» es, por supuesto, la música.

Abriendo el set hay un trío de canciones de una sesión de 1974 en Nueva York cuando la banda aún incluía a Billy O’Connor en la batería y al bajista de Television Fred Smith junto a Debbie y Chris. Es una sesión fascinante: “Out In the Streets” es un lindo cover de Shangri-Las que personifica la actitud cool de los grupos femeninos de los 60 que seguirían estando detrás de gran parte del trabajo de la banda, aunque la primera versión del clasicazo “Heart Of Glass” es una auténtica curiosidad. El hecho de que lo que parece (incluso en su encarnación desprolija de garage band) un tema destinado al éxito obvio no se haya incluido en ninguno de los dos primeros álbumes de la banda muestra tanto la confianza en la riqueza del material que escribirían en el el próximo par de años como, tal vez, la medida en que sintieron la necesidad de conformarse con un sonido new wave/punk, al menos hasta que su éxito quedara establecido fuera de toda duda. Una versión similarmente relajada y furtiva de «Sexy Ida» de Ike & Tina Turner completa una visión espectacular del sonido Blondie inicial, post-glam y pre-punk. Un año más tarde y ya con Clem Burke, (crucial para el sonido del grupo) instalado en el taburete de la batería y con Gary Valentine en el bajo y el piano, sonaban como una versión de banda de bar del Blondie adulto y definitivo. Estos demos aparecieron principalmente en la edición deluxe del LP debut «Blondie» (de 1976) a principios de este siglo, pero definitivamente vale la pena escucharlos nuevamente. También está la primera canción escrita por Stein/Harry, «Platinum Blonde», una especie de manifiesto de la estética trash (sin h después de la t, ojo) inicial de la banda y aunque no llegó al primer álbum y es un poco más suelta y distendida que las canciones que harían a partir de ese punto, se distingue instantáneamente como una canción de Blondie y es tan buena como gran parte del material que terminó en aquel primer álbum. Otra versión de «Heart Of Glass» muestra la evolución de la canción, en la medida en que la voz de Debbie se parece más a la versión que finalmente se convirtió en un éxito. Todavía suena extrañamente soñadora y tosca, pero, de nuevo, cuesta creer que la banda no se diera cuenta de su potencial en aquellos años.

Hay que decir que «Blondie», brillantemente remasterizado en 2020 (al igual que toda la discografía del grupo) sigue siendo un álbum emocionante y asimismo irregular. Más o menos en la mitad de las canciones, incluida la apertura «X Offender», el pop chispeante y sesentoso de «Little Girl Lies» e «In The Flesh», la ganchera y burlona «Rip Her to Shreds» y el power-pop de “In The Sun”, todo constituye una soberbia mezcla de letras sabiamente trabajadas, mucha actitud punk y la mejor melodía pop. En el resto, la actitud y las letras son igualmente vitales pero la música no tanto. Aún así, las buenas canciones ganan por mayoría y, con media hora de duración, termina cuando apenas se le está tomando el gusto a la placa. Dada la inclusión del dance pop de “Man Overboard”, muy disco y muy poco punk, que de alguna manera presagia el sonido del último álbum de la banda de los años 80, «The Hunter» (1982), la ausencia de “Heart of Glass” resulta inexplicable. Aún así, “Man Overboard”, aunque no es una obra maestra, agrega variedad a un álbum cuyo único defecto es que a veces se siente un poco repetitivo y flaco, dominado por el sonido del órgano Farfisa de Jimmy Destri. Unos cuantos bonus tracks completan el álbum, incluyendo diferentes tomas de varios temas y formidables -pero no imprescindibles- versiones en 7” de los singles.

Aunque siempre a la sombra de «Parallel Lines» (1978) y «Eat To The Beat» (1979), el último álbum de la banda de 1977 con el productor Richard Gottehrer a la cabeza, es decir «Plastic Letters», posiblemente sea su mejor larga duración. El «Fan Mail» inicial es una de las mejores canciones de la banda, inteligente, pegadiza e inusual, con guitarras y teclados mucho más hábilmente equilibrados e integrados que en «Blondie». Aquí hay canciones igualmente logradas, angulosas y con títulos extraños como «Youth Nabbed as Sniper» y «Cautious Lip», apuntaladas por la fiebre pop de «Denis», la mística «(I’m Always Touched by Your) Presence, Dear» y “Contact In Red Square”. Hay que decir que “Denis” (tema que en 1963 popularizaron Randy & The Rainbows) fue el primero de una serie de covers que con el tiempo se identificaron tanto con Blondie como cualquiera de sus propias canciones e incluso son más conocidos que las versiones originales; en este panorama, “Denis”, sutil, atrapante y conocedor, sigue siendo una de las mejores versiones hechas por Blondie. Los extras de este disco incluyen la misma variedad de tomas alternativas y caras B, etc., pero también la versión inesperadamente soberbia de «Moonlight Drive» de The Doors con uno de los mejores momentos vocales de Debbie Harry, en un cover que a pesar de su aire punk, resulta extrañamente fiel al original.

Llegados a «Parallel Lines», este necesita poca presentación pero cabe resaltar que es el álbum en el que, a regañadientes, se asociq con el exitoso productor de glam rock Mike Chapman y es además el álbum con el que la banda finalmente logró el éxito que se merecía. Dada la calidad de las canciones de Harry/Stein que adornan el disco. como «Sunday Girl», «One Way Or Another», «Picture This», «Pretty Baby» y, por supuesto, «Heart of Glass», la decisión de abrir el álbum con un cover supertuneado de «Hanging On The Telephone» de The Nerves (pueden ver su historia aquí en MADHOUSE) fue audaz y sorprendente, pero claramente fue la decisión correcta. Otra versión casi completa de «Heart Of Glass» encabeza un buen conjunto de bonus tracks, que incluye «Sunday Girl» en francés y un divertido demo de Chapman, sin Debbie Harry, de «Hanging On The Telephone». De regreso con el productor un año después, «Eat To The Beat» es un álbum igualmente pulido, incluso más diverso, con una sensación diferente y más fluida y otra serie de canciones magníficas. «Dreaming», emocionante y punki al mismo tiempo, muestra una de las performances más deslumbrantes y variadas de Clem Burke y es una excelente canción de apertura, pero es solo uno de los muchos puntos destacados del álbum. Otros incluyen clásicos como la melancólica «Union City Blue», la irresistiblemente rockera «The Hardest Part» (cuyo videoclip mostraba a Debbie morocha y de negro) y, por supuesto, la apoteótica «Atomic», así como la primera incursión (grabada) de la banda en el reggae con «Die Young, Stay Pretty» y la balada casi country «Shayla». El single «Call Me», producido por el mágico Giorgio Moroder, es un bonus track obvio, pero otros incluyen la interesante «Part 2» de «Atomic» y la rockera canción del guitarrista Frank Infante llamada «Underground Girl», una de las más punks que hayan grabado en esta era.

Pasando al controvertido «Autoamerican» de 1980, este disco tuvo otro par de singles exitosos y un enfoque aún más diverso, quizás demasiado para su propio bien, ya que la reputación del álbum se ha desvanecido misteriosamente a lo largo de los años… La apertura orquestal de»Europa», un instrumental inquietante, excepto por una breve parte hablada, está muy lejos de «Denis» o «Heart Of Glass», pero el furtivo funk-pop de «Live It Up” restaura una especie de normalidad, incluso si eso también se descarrila a su vez con la influencia de la jazzera (aunque cautivante) “Here’s Looking At You”. Pero a pesar de sus «excesos» (en este disco la banda se emperró en mostrar sus influencias musicales de modo consciente y a toda costa), «Autoamerican» también tuvo un hitazo monstruoso con el cover de «The Tide Is High» de John Holt y un tema propio, hoy quizá anticuado pero entrañable de todos modos, que fue el primer rap en llegar al nro. 1 del ranking en la historia de la música, es decir «Rapture» (¡sí, también la repasamos en esta nota!) Terminando tan inusualmente como había comenzado, el álbum se cierra con otro cover, en este caso «Follow Me» del musical «Camelot»… Esto ya no era el Blondie new wave pero tampoco era 1977, claro está; a la fecha «Autoamerican» sigue siendo un álbum que vale la pena explorar, aunque carezca de la inmediatez de sus predecesores.

Finalmente, encontramos el canto del cisne de la formación clásica de Blondie, «The Hunter». Ni por asomo este´álbum tiene el carácter desastroso que se le suele adjudicar; sin embargo, al igual que aquellos testigos a quienes les toca ser los últimos en haber visto con vida a la víctima, es inevitable que las sospechas recaigan sobre él. No obstante, sin ser un desastre, «The Hunter» sí refleja el estado fracturado de la banda en el momento de su creación. Hubo varios motivos para esto -drogas, carreras solistas, enfermedades y fatiga, entre ellas- pero al igual que pasó con «Autoamerican», este es un trabajo con grandes aspiraciones que terminó quedándose en una mera colección de canciones pop gancheras. Esta suerte de álbum conceptual, cuyo tema central trata de las conexiones y los límites entre la humanidad y la naturaleza, cuenta con una buena cantidad de canciones decentes y la composición parece más democrática de lo habitual, sin estar dominada por Harry/Stein. Sin embargo, el debe está en la sensación de unidad, de un todo, de banda; como disco de Blondie, apenas logra distinguirse de un solista de la Harry, como «Koo Koo», lanzado el año anterior. Aún así, las partes buenas son muy buenas; no solo el muy reggaesero single, «Island of Lost Souls», sino también el tema de apertura «Orchid Club», del bajista Nigel Harrison, climático y elaborado, mientras que el espinoso «Dragonfly» de Stein tiene una sensación interesante no muy lejana al Bowie de «Scary Monsters».

Al igual que su predecesor, es un álbum tremendamente diverso, tanto que las canciones no siempre encajan muy bien entre sí. juntasen el conjunto. El tema «For Your Eyes Only» (que casi entra en la peli homónima de Bond, James Bond) tiene, naturalmente, una sensación cinematográfica y hubiera ido muy bien en «Eat To The Beat», mientras que «War Child» es una canción dramática de synth-pop/rock que suena adelantada a su tiempo. «Little Caesar» es una de las canciones con sabor a reggae menos llamativas de la banda y «Danceaway» de Jimmy Destri es un ejemplo enérgico, si no especialmente memorable, de la típica canción de Blondie con influencia Motown de los 60 que podría haber aparecido en cualquiera de sus álbumes. «English Boys» es una canción conmovedora pero inusualmente torpe inspirada en la muerte de John Lennon, pero el álbum termina con una nota encantadora y engañosamente armoniosa con el cover blusero de «The Hunter Gets Captured By the Game» de Smokey Robinson… A pesar de la aparente tranquilidad que transmite la música, las sesiones de grabación habían exacerbado las tensiones dentro de la banda y, meses después del lanzamiento de «The Hunter», Blondie se separó. Según sus estándares, al álbum no le fue bien, pero aunque es difícil imaginar que sea el álbum favorito de Blondie, en realidad resulta mucho mejor de lo esperado y, aunque su concepto al final se diluyó un poco, le da al álbum un lugar único en la discografía de la banda.

No hay muchos bonus tracks asociados con «The Hunter», pero el último disco del boxset es, sin embargo, uno de sus mayores puntos de interés (y de venta, vamos), especialmente para los fans acérrimos y coleccionistas de Blondie. Dominado por una serie de demos caseros de Debbie & Chris grabados en 1978/9, este conjunto de temas es más interesante que esencial, pero siempre escuchable gracias a la excelente calidad de sonido. “Mr. Sightseer” es una canción agradable e intrascendente con onda psicodélica, pero los fans probablemente estén más interesados ​​en la versión demo de estilo synth-pop minimalista de “Sunday Girl”. La canción está completa, la voz de Debbie alcanza notas altas impensadas y solo falta el dinamismo que Blondie aportó a la canción. Una versión con tintes latinos de «Theme From Topkapi» de Manos Hatzidakis es simpática aunque menos emocionante, pero la versión funk de «The Hardest Part» de «Eat To The Beat» ofrece una visión alternativa y fascinante de la canción. Un cover abreviado y divertido del venerable «Ring Of Fire» de Johnny Cash (que tocan en la película «Roadie», de 1980) y tres versiones instrumentales, sintetizadas y bastante agradables de temas de Blondie grabados para un proyecto abandonado llevan el set a un final ligeramente ridículo.

DIAGNÓSTICO: En general los boxsets de esta magnitud están dirigidos directamente a los fanáticos más fanáticos y presumiblemente ese es el caso de «Against The Odds», pero aunque esos fanáticos más fanáticos seguramente lo quieran tener, poseer, atesorar y conservar, 36 pistas inéditas de calidad variable no es -necesariamente- un gran gancho para la venta. El libro es probablemente la parte más deseable del lanzamiento, aunque la mejor manera de verlo quizás no sea desde el punto de vista de las cosas nuevas y emocionantes que contiene… Blondie siempre ha sido una de esas bandas que es a la vez muy exitosa y extrañamente infravalorada y lo mejor que puede hacer el benévolo y adinerado fanático más fanático de Blondie es, en una situación ideal (económica también, porque en Amazon esto se vende a U$S 391), encontrar a alguien sin conocimiento de la banda y que no posea ninguno de sus discos y regalarle esta caja. Visto de manera objetiva, los álbumes de estudio aquí son lo esencial y todo lo demás son adornos, excepcionalmente agradables, pero adornos al fin. Si Blondie se hubiera separado para siempre en 1982, este sería un apropiado y más que merecido monumento a una de las grandes bandas de su época y de todos los tiempos. Para ser sinceros, al fin y al cabo es eso de todos modos, pero hay una buena noticia: su época aún no termina.

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