Retomando la propuesta que tuvo su punto de partida a fines del 2019, Entre El Cielo y el Infierno (léase el Rata Blanca que grabó el álbum homónimo, esta vez sin Giardino y Guillermo Sánchez) se presenta el proximo 3 de abril en Circus (San Justo). El covid 19 hizo que la reunión de esa formación tan particular de la banda viera sus planes postergados: fechas en el interior del país y otras en México, EE.UU. y España debieron cancelarse. En estos tiempos de reapertura, en los que el rock volvió a pisar las tablas, MADHOUSE charló en una lluviosa tarde de marzo con Mario Ian, una de las voces más longevas del metal argento (Hellion, Alakrán, Devenir, Ian), sobre los pormenores del show y la actualidad del negocio musical en tiempos tan atípicos como los que corren.

Repasando un poco la cuestión, Mario, ¿cómo y cuándo cranearon este regreso de Entre el Cielo y el Infierno?

Siempre que nos juntábamos con Sergio (Berdichevsky) y Gustavo (Rowek) hablábamos de qué buena química teníamos con esta formación y lo lindo que sería hacer algo juntos… Hasta que un día dijimos «basta de fantasear, hagámoslo de una vez». Fue después de que Rowek publicara en Facebook una foto de la tapa de «Entre El Cielo…» contando cuánto le gustaba el álbum y las ganas de volver a tocar esos temas. En el medio lo perdimos al Negro (N. Guillermo Sánchez), así que a las ganas de tocar en vivo el disco, sumamos la idea de hacer un video en su homenaje para pasarlo durante los shows. Finalmente hicimos una fecha en El Teatrito, y la cosa explotó. Hubo ofertas a nivel nacional y también para llevar la propuesta en presentaciones en el exterior… Lamentablemente el 2020 vino con barbijo y bozal, así que tuvimos que aplazar todo.

EL CIELO QUE SE ESPERA, EL INFIERNO QUE AGUARDA

En Circus van a tocar «Entre El Cielo y El Infierno» completo, supongo. ¿Podemos esperar, además, sorpresas en el setlist?

Vamos a tocar el álbum entero menos el tema de Creedence (“Travelling Band”), que es un cover que grabamos a instancias de Walter Giardino; al resto nunca nos cerró ese cover, nos parecía que no tenía nada que ver con el disco. Estábamos poniéndonos a la altura de los 90 en materia sonora, actualizando el sonido de Rata, y Creedence en ese contexto quedaba medio descolocado, pero bueno… También vamos a hacer “Basura”, “Agord, La Bruja” y “Asesinos” de “El Libro Oculto”; no te olvides de que Adrián dejó la banda no bien salió el disco, así que la gira la hice yo. Hay un tema de Rowek, “Ángeles De Acero”, que nos gusta mucho y va a estar y quizás hagamos “Callejero”, no como un relleno o porque necesitemos meter un hit. Te cuento que fui el primero en cantarla. Cuando Rata se estaba formando pasaba siempre por la sala. En ese momento no tenían vocalista y Walter me mostró la canción y me dijo si quería cantarla para ver cómo quedaba con una voz… En definitiva, va a haber un lindo repertorio.

¿Cómo se completa la formación para el sábado?

Además de Berdichevsky, Rowek, Javier Retamozo en teclados y un servidor, que somos los que tocamos en el disco, van a estar en la otra viola José Velocet y Walter Escazo, el bajista de Logos. Una formación muy sólida y que suena de puta madre. Si bien el disco nos encanta, no quedamos conformes con el sonido, en vivo sentimos que los temas suenan como deberían haber sonado, creo que les hacemos justicia finalmente.

METAL Y ADRENALINA

Tu ingreso a la banda le dio una veta más metalera al grupo. ¿Coincidís?

Rata Blanca siempre hizo metal, pero orientado a lo clásico. En el primer disco sonaban muy a… (Piensa) No sé si te acordás de Alcatrazz, la banda de Graham Bonnet, de donde salió Yngwie Malmsteen. Tenían ese disco “No Parole From Rock & Roll”, que era un mazazo… Después entra Adrián, con otro registro como cantante, y se tiran a un sonido onda Rainbow. Cuando estaban grabando “Guerreros Del Arco Iris”, tuve la oportunidad de escuchar la mezcla inicial hecha por Adrián Taverna, ¡y era Judas Priest, loco! Después no se por qué, pero se editó con una mezcla diferente. Cuando yo entré a Rata la escena había cambiado, gracias al grunge y a bandas como Pantera que le dieron a toda la historia otro enfoque. Lo que tratamos de hacer fue actualizar el sonido de la banda a los tiempos que corrían. Creo que lo logramos en parte, porque otra vez, la mezcla inicial era tremenda. Cuando Roland Harris, el productor, me la hizo escuchar, le dije «yo nunca soné así”… Pero después a la hora de editarlo se modificó. Son decisiones que no dependían de uno. El timón lo tuvo siempre Walter y está bien. Cuando alguien es tan exitoso, es difícil discutirle ciertas cosas.

¿La reunión está pensada sólo para hacer algunos shows o tienen en vista un nuevo disco y gira?

Creo que sí, vamos a hacer otro disco. Acá somos todos tipos con una carrera, con nuestros propios proyectos, no estamos haciendo esto como un manotazo de ahogado. No hay nada forzado, hacemos lo que surge y nos deja conforme a nosotros como banda y como músicos. Lo que nos reúne son las ganas de hacer cosas. Y la verdad es que después de juntarnos salieron canciones, buen material, así que la idea es hacerlo en algún momento. También está la posibilidad de ir subiendo material nuevo en las plataformas o vía streaming. Hoy el formato físico ya es algo medio vetusto, además de ser algo muy caro. Para que te des una idea, editar un vinilo cuesta alrededor de U$S 2000 por 300 copias. Y la llegada al público es lenta y muy limitada. Subís una canción a las redes y al toque te están escuchando hasta en India.

¿Cómo vive un músico volver al escenario después de un largo tiempo?

Mirá, mi concepto es dar siempre un mensaje y llevar mi música a quién la quiera recibir. Esa es mi necesidad, no meter cosas en las redes como un acto de cholulismo. El tema es hacerlo, con los medios que puedas y tengas a tu alcance. Por supuesto que el contacto con el público es una experiencia única, pero cada vez que canto, en un estudio, en un escenario o en mi casa, ¡la adrenalina está!

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