De izquierda a derecha, la actual formación de FNM: John Hudson, Mike Bordin, Mike Patton, Billy Gould, Roddy Bottum

Uno de los adjetivos más abusados en la crítica musical es “ecléctico/a”, palabra que se suele adscribir a toda cosa que no encaja bajo ciertos parámetros, sin embargo, es momento de hacerle justicia vinculándolo a la incomparable banda Faith No More, y su vocalista Mike Patton en el día de su cumpleaños número 53.

El FNM de los noventas: Jim Martin, Billy Gould, Mike Patton, Mike Bordin, Roddy Bottum

FNM, esa alocada mixtura de sonidos que van del rock alternativo al góspel, del heavy metal al soul y el funk, del hip hop al jazz, de la bossa nova al thrash, y en el medio, muchas cosas más. Parece difícil de creer pero Faith No More existe como proyecto desde 1979, y como banda, desde 1981. Surgidos entre Los Ángeles y San Francisco, pasaron por varios vocalistas, (entre ellos, Courtney Love) antes de editar el primer disco con Chuck Mosley en 1985, pero recién en 1988 fue cuando la banda encontró a su voz en Mike Patton. El camino del éxito mainstream de Faith No More es sorprendente y loable, y sumamente peculiar y único, siempre en sus propios términos. Mucho de esto es responsabilidad del núcleo integrado por el bajo-teclado-batería de Billy Gould Roddy BottumMike Bordin. Si bien ya eran una banda que solía experimentar salvajemente, la sobrenatural destreza vocal de Patton, sus letras, aportes a la composición y su indefinible personalidad consolidaron un sonido propio con el celebrado “The Real Thing” (1989). Desde ahí, Faith No More se hizo gigante y dominó los escenarios durante casi toda la década del 90, además de convertirse en una de las bandas más influyentes de todos los tiempos. En 1998 decidieron separarse para hacer una vuelta triunfal en 2009 en una mega gira que los trajo nuevamente a estas latitudes y recién en 2015 apareció nuevo material, “Sol Invictus”, para deleitar a una fiel base de fans a lo largo y ancho del planeta… Qué hará Faith No More como próximo paso creativo, es algo que queda para nuestra limitada y fantasiosa especulación; mientras tanto, nos disponemos a revisar su caleidoscópico catálogo y organizarlo subjetivamente de menor a mayor.

7) «WE CARE A LOT» (1985). Tal vez exista algún purista en el mundo que prefiera al FNM original con Chuck Mosley, yo aún no he conocido a nadie que sea fan de esta era y esto seguramente se deba a que si bien la promesa de la rareza venidera aquí dice presente, con el tiempo el disco no se sostiene en sonido, en creatividad ni en calidad de grabación. Los teclados de Bottum se escuchan por encima de todo el resto, primando sintetizadores raros y -por momentos- extra popescos, casi depechemodeanos. La batería de Bordin se escucha alta pero débil. Un FNM adolescente con clara influencia post punk, a su vez, fue capaz de lograr perlas como “The Jungle”, el tema que nombra el disco y “As The Worm Turns”, las cuales muestran bases de bajo vigorosas y funkys, riffs enérgicos y alguna interesante melodía de guitarra, coronadas con las voces rasposas de Mosley. Temas que resultan atractivos en sí mismos, pero alejados del núcleo histórico de lo que es la banda. Para el oyente desprevenido, de FNM este álbum sólo sostiene el nombre.  

6) «INTRODUCE YOURSELF» (1987). Este disco, en comparación con el anterior, sale mejor parado desde el inicio con “Faster Disco” (el track de apertura) y “Chinese Aritmethic”, que brindan una textura mucho más colorida al monocromático debut. Contiene piezas como “Anne’s Song”, “The Crab Song” y la regrabada versión de “We Care A Lot” que lo convierten en un disco entrañable para el hardcore fan que mira con recelo la era Mosley, pero sonríe con cariño al escucharlo. La particularidad de Mosley en este disco fue aprender a jugar con sus limitaciones y explorar su propia oscuridad: en su voz se pueden percibir ira y pathos varios, textura y drama, afianzándose en un estilo vocal entre cantado y hablado, sin llegar a ser hip hop. No obstante, es conocida la insatisfacción que lo envolvía con su trabajo en la banda; hasta se convirtió en anécdota la vez que se quedó dormido en el escenario en una de las presentaciones del disco, sellando definitivamente su apartamiento de la banda. Esta vez se puede identificar instantáneamente el núcleo FNM gracias a la consolidación de un sonido, responsabilidad exclusivísima del núcleo instrumental de la banda: por un lado la gran decisión de traer delante de la mezcla el bajo de Gould, por otro Jim Martin llevó la guitarra hacia horizontes mucho más interesantes y Bordin se convirtió en el conductor indiscutido de la máquina que FNM estaba destinada a ser.

5) “SOL INVICTUS” (2015). Durante dos décadas FNM fue una banda que hábilmente esquivó todos los intentos de encasillarse, aunque su separación en el ’98 haya sido un tanto predecible. Y aunque no es extraordinario, la llegada de este disco tras el paréntesis de otras casi dos décadas sorprende por la facilidad con la que sucede a su predecesor, incluso parece que podría haber sido escrito inmediatamente después de “Album Of The Year”. En cuanto a tempo y actitud, es un disco relajado, pausado, cálido, como su título. La fórmula es nuevamente elevar a Patton y a todo el elenco de personajes que construye con su voz, a pesar de que se nota el paso del tiempo y la confianza en los registros medios y bajos. Habría que imaginarse qué hubiera hecho el joven Patton con “Sunny Side Up” o “Cone Of Shame”. La banda suena muy compacta y fuerte, y presenta un elemento novedoso: se puede percibir un nuevo nivel de oscuridad en los sonidos. De hecho se percibe la comunión entre Bottum y John Hudson, aunque el último no destaque particularmente, como lo hubiera hecho un extrañado Martin. De Gould y Bordin, qué decir: simplemente son la columna vertebral de la banda y la química entre ellos se mantiene intacta: para ejemplos basta con escuchar a los pesos pesados del disco como “Superhero” y “Separation Anxiety”. Estamos ante un sólido disco en el que la impronta FNM se muestra intacta a pesar de altibajos como “Motherfucker”, probablemente una de las canciones más cuestionables de la era Patton. En contraste, “Matador” es de lo mejor del disco, presentando una operística locura que lo acerca a “Angel Dust”. «Sol Invictus» termina siendo un excelente disco de reunión que deja esperanza para un sucesor superior y -tal vez- más aventurero.

4) «ALBUM OF THE YEAR» (1997). Necesito aclarar que a partir de acá, todos los discos me resultan grandiosos y que me costó muchísimo clasificarlos. Tal vez sorprenda encontrar a este disco en esta posición, e incluso diría que es intercambiable el lugar con “Sol Invictus”, pero tengo mis razones. “Album Of The Year” es una poderosa colección de canciones que combina toda la experimentación previa de la banda en una fórmula consolidada. Y eso es parte del problema. Siendo una de las producciones más consistentes de la banda, carece de riesgo. Es FNM siendo FNM, la banda parece haber alcanzado una madurez que eliminó el elemento sorpresa. Es glorioso y bello, amplio y sensual; no obstante, algo falta. Se lo percibe oscuro, profundo y poderoso, fuertemente construido en torno a la magia vocal de Patton, siendo “Ashes To Ashes” un claro ejemplo, con su progresión climática estallando en ese épico estribillo que presenta una seductora panorámica de la capacidad extraordinaria de su cantante. Cumple, con creces, en presentar excelentes canciones como “Collision”, “Last Cup Of Sorrow” y “Stripsearch”, pero en retrospectiva y entre el catálogo completo de la banda, parece como si FNM viera el final venidero y encontrara con él una especie de alivio. Es un gran disco; aún así, carece de la tensión nerviosa de su trabajo anterior, esa sensación de que cualquier cosa podría suceder en cualquier momento.

3) “THE REAL THING” (1989). Este disco es el que elevó los horizontes de la banda, en gran parte, gracias a la incorporación de la bomba atómica que fue (y sigue siendo) Mike Patton, incorporado tras la salida repentina de Mosley cuando la banda tenía bastante avanzada la grabación de la música. El aporte no sólo de su camaleónica voz sino también de su calidad de letrista –para discutir a futuro si las letras de este disco han envejecido bien, mis lectores–, fue un elemento clave para compartir a la banda en una máquina imparable de locura y ferocidad, de sarcasmo y surrealismo. Pero no fue lo único. En este disco la banda encontró todo lo que buscaba y no estaba presente en “Introduce Yourself”. Es que “The Real Thing” mostró no sólo cuán talentosos eran individualmente los músicos de FNM sino cuán creativos e ingeniosos podían ser cuando todo se combinaba. Cualquier canción de este disco podría haber sido un mega hit y “Epic” sobrepasó toda expectativa, tanto es así que la banda se hartó de tocarla. Pero,me atrevo a sostener que incluso sin Patton, este disco hubiera sido uno de los pináculos de la era de oro del funk metal californiano. El trabajo de Martin es ineludible: en “Surprise! You’re Dead” nos encontramos con una poderosa canción de metal, lisa y llanamente, una de las pocas 100% “metálicas” del grupo. Además, su solo de guitarra en “Falling To Pieces” es instantáneamente reconocible, como también lo son las líneas de bajo gloriosas de Gould. No por nada todas estas canciones que nombro son, tal vez, de las más conocidas del grupo, inclusive hoy día.

2) “ANGEL DUST” (1992). Señores y señoras, nos ponemos de pie. Estamos ante uno de los discos de metal más influyentes de los años noventa y, me atrevo a decir, tal vez de todos los tiempos. De hecho, el éxito del álbum anterior predijo la caída del metal ochentoso y aportó a finalizar el reinado que las bandas de Los Ángeles ostentaban. Nirvana, por supuesto, lo sepultó. Pero Metallica se encargó de demostrar que el heavy metal todavía podía ser gigante y la tormenta grunge podía ser atravesada. En este esquema cambiante, FNM podría haber sobrevivido sin problemas a este cambio radical que operaba en la escena pesada, pero a lo que no pudieron sobrevivir fue a ellos mismos. “Angel Dust” es un disco intencionalmente extravagante, radiante, ecléctico e incluso cinemático. FNM hizo muchos discos buenos (insisto en lo difícil que se me hace rankearlos), sin embargo “Angel…” es una obra maestra de principio a fin. Debería haber sido la coronación del éxito comercial alcanzado con el predecesor “The Real Thing”, pero se convirtió en una lucha de poder que comenzó con el mayor protagonismo de Patton y la marginación de Martin del proceso creativo, para terminar expulsándolo por completo. Sin embargo, toda esa tensión (que se puede ver en el documental que muestra la producción del disco), nos dejó una inspiradísima “Midlife Crisis”, una genial “A Small Victory”, una homoerótica “Be Aggresive”, riffs contagiosos como los de “Land Of Sunshine”, magistrales líneas de bajo en “Everything’s Ruined” y el goce auditivo que generó la investidura final de Patton como un crooner de excelencia en “RV” y el baladón “Easy”, original de The Commodores.

Es realmente complicado describir la musicalidad de este disco sin recurrir directamente a los ejemplos: pese a una composición errática y nerviosa que oscila por diferentes movimientos y estados de ánimo, tensiones y peleas, el álbum se siente siempre al límite, es más pesado, hay una oscuridad y una agresividad que recorre, en mayor o menor medida, todas las  canciones. Es uno de esos discos que nos invitan a pensar, no solo en la intrincada música, sino también en la sociedad fragmentada que la produjo… Es el soundtrack de una banda que se prende fuego a sí misma mientras lidia con las presiones de una agenda capitalista. No es casual que Jim Martin se fuera de la banda y sólo seis años después de este lanzamiento, en el pico de su carrera, la banda cesara las actividades y se disolviera. Quiero creer que todo valió la pena, incluso si nunca vuelven a estar en el pináculo que alcanzaron en los noventa, incluso si a pesar de sacar discos nuevos, la banda, como unidad, esté arruinada para siempre.

1) “KING FOR A DAY, FOOL FOR A LIFETIME” (1995). Un clásico, infravalorado a mi entender, ocupa el primer lugar al ser “King For A Day, Fool For A Lifetime” simplemente el disco más esquizofrénico de Faith No More. Musicalmente sus personalidades alternan entre un relajado y cool funk y la dureza aplastante del thrash más pesado. Su pecado: no haber alcanzado el mismo nivel de éxito comercial que los dos anteriores. Construido en torno al talento vocal (y demencia intrínseca del mismo) de Mike Patton, el proceso de composición y grabación tuvo sus hiatos, ya que Bottum no pudo ser parte de la mayoría de las canciones tras la muerte de su padre y de su gran amigo, Kurt Cobain. A pesar de que la banda parecía haber perdido un componente metálico crucial con la partida de Jim Martin, la incorporación del guitarrista de Mr. Bungle, Trey Spruance, aportó con creces esa añorada veta heavy haciendo sonar a la banda mucho más pesada de lo que había sonado hasta el momento.

El producto final es un disco sombrío, en donde conviven un montón de cosas que sorprenden, angustian y deleitan a la vez. En todo el disco se percibe a un Bottum más involucrado y obsesivo por las melodías que logra sacar lo mejor y lo más exótico de Patton a la luz. La gran “The Gentle Art Of Making Enemies» vuelve a jugar con el componente homoerótico y redobla la apuesta convirtiéndose en uno de los tracks más celebrados de la banda junto a “Digging The Grave” por su pesada fuerza, “Evidence” es un hermoso y sensual soul y “Just A Man” es un brillante himno entre funk y gospel. Por otro lado, “Ugly In The Morning” presenta a Patton en un éxtasis demente intercalando una dulce voz melódica con voces demoníacas y neuróticas. “Caralho Voador” es una desequilibrada bossa nova que se disfruta en su excentricidad. En cuanto a “Take This Bottle”, esta es una triste balada con alto componente emocional que probablemente tenga que ver con el accidente automovilístico sufrido por Bordin, Spruance y Patton, al inicio de las sesiones de grabación. El sucesor de “Angel Dust”, sin embargo, no decepciona en lo más mínimo: a pesar de que comercialmente no se sostuvo de la misma manera, se presenta más cuajado y ensamblado, hasta tal vez, más maduro.

BONUS TRACK: Si te quedaste con ganas de escuchar los discos, te dejamos el canal de Spotify de Faith No More:

1 Comentario

  1. Me gustó mucho la nota. Y más allá de que me guste FNM, siempre es bueno revisitar obras de bandas influyentes.
    Comparto gran parte del ranking, aunque ubico en el primer puesto a «The Real Thing». No tiene la madurez de «King for a…», desde ya, pero considero que fue la «patada» precisa para el despegue necesario. En ese momento nació otra banda, otro FNM (que terminaría de explotar comercialmente en 1992 con el enorme «Angel Dust»), y en gran parte todo eso se lo debemos a Patton. No sé qué hubiese sido del grupo tras un tercer disco con Chuck Mosley.
    Y «Sol Invictus» me cayó «raro». Sinceramente, no era lo que esperaba tras 18 años de silencio. El arranque homónimo seguido por Superhero siempre me resultaron prometedores, pero a partir del tercer tema (Sunny Side Up) el disco entra en una cadencia difícil de digerir. Matador aparece casi en el final como un nuevo aire de brillantez dentro de lo que resulta ser un trabajo más oscuro y denso, pero… no logra salvar al producto final, en mi humilde opinión. Hoy, a casi seis años de su edición, creo que las canciones de esta última placa no le aportan nada significativo a un show de FNM, aunque quizás sí a Patton y compañía. Y si bien a «Album of the Year» lo sitúo por debajo de los tres discos anteriores que tienen a Mike Patton en la voz, me parece que gemas como Ashes to Ashes o Last Cup of Sorrow no pueden no estar incluidas en un show. Además, creo que esos temas, sumados a Collision o Helpless -por nombrar algunos-, hacen que la placa se sostenga en el tiempo, al contrario de lo que me ocurre con la última entrega de FNM.
    Lógicamente, subjetividad a pleno.
    Saludos.

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