En las primeras horas del 18 de mayo de 1980, dos meses antes de cumplir 24 años y en la víspera de la primera gira americana de Joy Division, el cantante Joy Division Ian Curtis se suicidó ahorcándose en la cocina de su casa de Macclesfield, Inglaterra, mientras escuchaba el disco “The Idiot” de Iggy Pop. Poco antes, su esposa Deborah había iniciado un proceso de divorcio. En abril de 1980 Ian ya había sido admitido en el hospital después de tomar una sobredosis de su medicación de la epilepsia. Como en muchos de estos casos, no queda claro si se trató de un auténtico intento de suicidio o simplemente de un pedido de ayuda. Sí era claro es que en el último mes de su vida Ian tuvo que lidiar con el hecho de que las presiones sobre él eran mayores que nunca.

Hoy, a 40 años de la trágica desaparición de esta talentosa e influyente figura del rock y de la música toda (aniversario que curiosamente coincide con la reciente noticia del suicidio de Chris Cornell), su ex compañero y amigo Peter Hook recuerda los acontecimientos que rodearon al final y lo que sucedió luego, en una nota concedida años atrás al diario británico The Guardian que aquí reproducimos a modo de sentido homenaje.

Ian estaba muy enfermo de epilepsia cuando estábamos grabando el álbum “Closer”. Estaba teniendo muchos apagones. Hubo una horrible ocasión en la que desapareció durante dos horas en el estudio. Fui al baño y allí estaba tirado en el suelo – había tenido un ataque y se había partido la cabeza en el lavatorio. Hubo muchas ocasiones como esa. Aunque “Closer” se hizo bastante rápido después de lo que fue “Unknown Pleasures”, algunas de las canciones sólo pudieron terminarse en el estudio. Teníamos sólo dos semanas, incluyendo la mezcla. Así que sentías la presión. Tampoco ayudábamos enojándonos todo el tiempo.

Grabamos el álbum en marzo. Ian hizo su primer intento de suicidio en abril, por lo que estaba bastante cerca. Él trabajaba a gusto con nuestro productor, Martin Hannett, quien insistió en trabajar durante la noche – a Ian le gustaba la paz y la tranquilidad. Pero era un trabajo pesado. No teníamos mucho dinero; no estábamos comiendo adecuadamente y no podíamos permitirnos el lujo de beber. Tocamos tres noches en el club Moonlight en West Hampstead y fuimos soportes de los Stranglers en el Rainbow – cuatro conciertos en tres días. La enfermedad de Ian estaba empeorando y no lo ayudamos, por ignorancia. Pero también, Ian era su peor enemigo – él nunca quería molestarte, así que te decía lo que querías oír. De modo tal que nunca supimos lo que estaba sufriendo o pensando.

Hizo dos intentos fallidos. Primero, cuando estaba realmente borracho, se dañó a sí mismo – se cortó con un cuchillo de cocina, lo que creo que fue un momento Iggy Pop nacido de pura frustración. Luego tomó una sobredosis. Tony Wilson, el jefe de nuestro sello, Factory Records, lo llevó al ensayo… directamente del hospital, creo. Le preguntamos: “¿Todo está bien, amigo?”, y él respondía “Sí, bien, sigamos adelante”. Como adulto y padre ahora, me siento más culpable de lo que me haya sentido nunca. Si él hubiera sido mi hijo, hubiera ido a partirle la cabeza a Rob Gretton, nuestro manager, y lo hubiera llevado a casa. Pero había médicos, consultores, psiquiatras, y ninguno de ellos fue capaz de solucionarlo. Increíble.

Rob había agendado un concierto en Bury. Ian decidió que no podía hacerlo, pero por alguna razón loca lo llevaron al lugar del show, a pesar de que habíamos arreglado que Simon Topping y Alan Hempsall lo sustituyeran. Ian insistió en hacer un par de canciones, y cuando no pudo hacer nada más la audiencia se descontroló. Eso lo destruyó. Entonces nuestro último concierto en Birmingham fue un asunto sombrío. La enfermedad de Ian estaba arrastrando todo el asunto, pero habíamos pasado tres años de tocar ante nadie en Oldham para luego ser reverenciados en todos lados. Era aquello por lo que había luchado toda su vida. Ninguno de nosotros quería dejarlo pasar. Todos sentíamos que si nos deteníamos, nunca podríamos conseguirlo otra vez.

Escuché lo que pasó cuando recibí una llamada de un policía. Fue horrible. Un shock de esos que te dejan confuso, y es muy difícil vivir con este recuerdo. Lo recuerdo como si fuera ayer.

Después de algo así, no sabés qué hacer. Lo único constante en nuestras vidas era ensayar. Cuando salimos del funeral de Ian dijimos: “Nos vemos en el ensayo”. Ese domingo por la tarde saqué el riff de seis cuerdas de “Dreams Never End”, que grabamos como New Order. Acabamos de colocar a Joy Division en una caja y cerramos la tapa, pero eso nos permitió a los tres restantes establecernos como New Order. A través de New Order la gente continuó siguiendo a Joy Division.

Sé que Joy Division siempre se verá ensombrecido por la muerte de Ian. Recuerdo conducir a la oficina de impuestos para declarar mi viejo Jaguar de £ 100 cuando justo ahí escuché por la radio que hablaban del ranking, diciendo: “En en el número 11, Joy Divison con ‘Love Will Tear Us Apart’”. La apagué enseguida. Para nosotros, Joy Division había desaparecido.

Pienso, como con Kurt Cobain mucho más adelante, que fue la muerte de la inocencia. La hija de Ian perdió un padre. ¿La música independiente ganó un icono? Estoy demasiado cerca de eso. Tuve que ver la muerte de Joy Division como un nuevo comienzo. Todas las batallas que tuvimos en Joy Division, tuvimos que vivirlas y atravesarlas una vez más.

Escuchar “Closer” otra vez, es desgarrador. Ian creó un maravilloso testimonio de cómo se sentía en ese momento: aprensivo, temeroso pero poderoso. No controlás tu destino: en el disco podés escuchar cómo evolucionó esa ruptura.

Peter Hook, bajista – Joy Division / New Order

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here