
Hoy te proponemos un Discoanálisis diferente. El disco en cuestión se lanzó internacionalmente el viernes 31 de enero pasado, y el mismo tuvo una fiesta de lanzamiento local, en Strummer, en el cual además de llevar adelante una escucha colectiva en tiempo real de “Overdriver”, se presentaron The Hellacovers y Turbocooper, para amenizar la velada. Pero además se podía adquirir el álbum en el lugar, con el detalle de que la productora del evento nos entregó gentilmente una copia del mismo para que te lo puedas ganar participando de un sorteo-ingresá a @revistamadhouse para conocer los detalles-

PACIENTE: THE HELLACOPTERS – ”Overdriver” (Nuclear Blast 2025)
HISTORIA CLÍNICA: después de una larga separación que se extendió por ocho años – del 2008 al 2016-, en el cual Nicke Andersson dio rienda suelta a su vocación multiproyecto formando Imperial State Electric primero y Lucifer después, The Hellacopters volvió al ruedo y dedicó buena parte de esta segunda etapa como banda a girar y tocar todo lo que se pudiera. La esperada vuelta al estudio se concretó finalmente en el 2022 con el lanzamiento de “Eyes Of Oblivion” con una formación nueva. Regresó Dregen, miembro fundador y también guitarrista de Backyard Babies. En el bajo se incorporó el ex ISE y The Datsuns, Dolph De Borst, y los eternos laderos de Nicke, Boba Fett en teclados y Robban Eriksson tras los parches. Su sucesor llegó muy rápido para lo que son los tiempos presentes de la industria -¿se puede seguir diciéndole industria?-discográfica, pero con una baja significativa: Dregen tuvo que ser operado de una mano y debió bajarse del proyecto hasta recuperarse. Y entonces los suecos fueron cuatro -en vivo se suma LG Valeta de la banda ‘77-, con Andersson y Fett haciéndose cargo de registrar entre ambos las partes de guitarra. Hasta acá el contexto.
Ahora pasemos a los hechos. “Overdriver” tuvo por parte de la crítica reacciones desparejas. Como ocurre con toda agrupación con una carrera extensa, las aguas y los favores se dividen entre las diferentes etapas de la misma. Si sos amante de los inicios de The Hellacopters, vas a extrañar el tufo a garaje y a punk & roll de mazazos como “Supershitty To The Max”! (1996) o “Payin’ The Dues” (1997). Si te gustó Imperial State Electric seguramente dirás, como ya leí a varios críticos y escuché a varios fans del quinteto decir “Nicke está haciendo lo mismo que hacía en ISE pero bajo la marca Hellacopters”. Debo reconocer que algo de esto último hay, pero no debería extrañarnos demasiado, dado que hoy por hoy ambas bandas comparten a la mitad de los integrantes, amén de que De Borst seguramente debe ser el bajista con más peso sonoro que alguna vez tuvo la banda. Más allá de gustos y opiniones hay que rendirse al hecho de que las bandas tienden a evolucionar. Evolucionan no en un sentido de “superioridad”, sino como sinónimo de una dirección particular hacía la que se dirige un grupo a medida que acumula tiempo de existencia.

Pedirle a Andersson y compañía que vuelvan a la mugre garagera de sus inicios no corresponde. The Hellacopters no es ya eso y no lo es hace rato. Más precisamente a partir de ese punto de inflexión que fue “High Visibility” (2000), en el que combinaron su crudeza inicial con los primeros atisbos de refinamiento en su propuesta, lo que siguió con discos como “By The Grace Of God” (2002) o “Rock And Roll Is Dead” (2005), se acerca bastante a este presente. Si comparamos a este último lanzamiento con su predecesor “Eyes Of Oblivion” nos encontramos con una propuesta más accesible, casi próxima al pop rock, con muchas canciones con ese tufillo beatle en las armonías vocales (escuchate “(I Don´t Wanna Be) Just A Memory” o “Do You Feel Normal “), rasgo que aquí sí toman prestado de Imperial State Electric. Y esto es algo que me generó cierta sorpresa, dado que “Leave The Mark”, el single de adelanto del disco, hacía creer que la cosa iba a venir más pesada, pero no. Acá, más que riffs rockeros que hacen que muevas la patita hay mucho estribillo pegadizo que te obliga a tararearlos. Otro detalle es el protagonismo de Boba Fett en teclados-muy setentosos, por cierto-, metiendo arreglos y contrapuntos con las violas que le suman vuelo a las canciones.
DIAGNÓSTICO: Los Hellacopters han logrado algo difícil de lograr y es volver con una propuesta artística que sea digna de su pasado después de años de inactividad. No es poco y ejemplos de retornos que sólo se apoyaron en la nostalgia e hicieron agua en lo que realmente importa abundan. Estos vikingos del rock & roll se pasean a lo largo del disco con una madura elegancia. Un disco tal vez sin el frenesí de antaño-aunque en temas como la inicial “Token Apologies” o la ya mencionada “Leave the Mark” demuestran que cuando quieren, conservan ese músculo rockero que los identifica- pero con una lucidez compositiva de la cual pocos grupos pueden alardear en la escena musical actual. No me extraña, Hellacopters es conducido por un tipo que escribe sus canciones con el manual de la canción perfecta debajo del brazo y aquí lo volvió a demostrar
BONUS TRACK – Presentación de “Overdriver”/ 31 de enero, Strummer Bar (Godoy Cruz 1631-CABA)
Todavía la herida no cerró. The Hellacopters iba a pisar por primera vez suelo porteño el 13 de marzo de 2020 en El Teatro De Flores… pero no. A un chino al que le cerró el supermercado argentino-si existe la justicia en el Universo los supermercados pequeños en Pekín y en la China extensa toda, deberían ser argentos-no tenía qué ponerle a la sopa y le pintó tirar un murciélago a la olla. ¿Y sabés qué? Al poco tiempo no sólo desató un virus mortal que casi nos borra del planeta, también te cagó la fecha de Hellacopters. Vicisitudes de un mundo globalizado. Lo cierto es que la calentura de los fans argentinos por esa cancelación que no tuvo revancha perdura, con lo cual una presentación del disco con bandas recreando el sonido de los suecos tenía un atractivo extra.

La cita fue en Strummer, el reducto rockero que la base rítmica de Attaque 77 montó para darle rock al cheto Palermo Hollywood. La noche arrancó con la escucha de “Overdriver” íntegro, mientras te tomabas algo o degustabas un bocadillo. Entre bocado y bocado, también podías acercarte al stand montado a tal efecto y adquirir tu copia del nuevo disquito de los Hellas. Una vez que terminó la escucha compartida, se corrió el telón para que subieran The Hellacovers a hacer lo suyo, que como se cae de maduro, consiste en repasar el repertorio de los suecos y hay que decirlo que lo hacen muy bien. Desfilaron clásicos como “Hopeless case Of A Kind In Denial”, “The Devil Stole The Beat From The Lord” o (Gotta Get Some Action) Now!” a los que se les hizo justicia, con la banda haciendo lo suyo de forma clara y ajustada.
Hubo también varios amagues kisseros con las intros de “Black Diamond” o “Makin Love” sonando entre tema y tema. Después fue el turno de Turbocoopers, banda que toca su propio material pero que le debe a su propuesta una influencia de Hellacopters que el grupo tampoco pretende disimular. Comandados por su cantante y guitarrista Leonel Suite -con todo el look a la Nicke Anderson), los Turbocoopers suenan con la crudeza de los años mozos de The Hellacopters como lo demuestra su recientemente estrenado nuevo simple “Dame Like”. En definitiva, si te estaban preguntando dónde estaba la acción en la noche del 31 de enero, pues la respuesta es que estuvo en Strummer sudando buen rock and roll.


Porteño, cincuentón, melómano, cinéfilo, amante del whisky y la cocina. Licenciado en comunicación, fue agente de prensa en organismos públicos, se desempeñó como productor e investigador periodístico en Arte Canal y participó como redactor de los suplementos “No” y “Turismo 12” de Página/12 y de la versión impresa de Madhouse. Como Do Carmo, baterista frustrado, padre de dos rubias y hombre librepensador.