Hubo una época en la cual editar discos en vivo era una regla implícita para todo artista que estuviera en el negocio musical, aunque es justo decir que ese paso de rigor tenía su justificación. No había plataformas que difundieran contenidos visuales (cable, Youtube, VHS, DVDs, streamings), y el radio de acción de las giras de las bandas era muchísimo más estrecho que el actual. EE.UU, Europa Occidental (penetrar la Cortina de Hierro era casi una quimera), Japón, tal vez Australia y paremos de contar. Por lo tanto, los álbumes en directo eran la manera de acercarle al fan una idea aproximada de la experiencia de estar en un show de sus ídolos. También había una clara razón contractual. Sacar una placa en vivo era hacer plata fácil. Los artistas podían sacar a la venta un producto que no les exigía tener que ponerse a componer, y además les permitía cumplir con la cantidad de discos estipulados por contrato con la discográfica de turno Cuando Black Sabbath decidió echar a Ozzy, en parte por sus excesos, en parte porque la química y la inspiración grupal se habían ido, la elección de convocar al ex Rainbow Ronnie James Dio, fue un gran acierto.

El enano más grande del metal dotó al grupo de una importante inyección de aire fresco, transformando a los de Birmingham en una banda totalmente diferente. Tras dos grandes discos como “Heaven And Hell” (1980) y “Mob Rules” (1981), la vara había quedado muy alta. Sabbath había recuperado el nivel y el éxito de antaño, además de lograr reemplazar a una figura tan carismática como Osbourne. Una asignatura pendiente del cuarteto era tener su propio disco en vivo, y la renovada etapa que estaban atravesando parecía ser la coyuntura perfecta para saldar esa deuda. Pese a contar con más de diez años de carrera, ese casillero seguía vacío. En realidad esto era así a medias. Un par de años antes el sello NEMS tomó las cintas de un show del año 1973 y lo editó unilateralmente con el título “Live At Last”, sin la aprobación de la banda, quienes nunca lo reconocieron como un título oficial de su discografía. Por lo tanto Iommi, Butler, Dio y Vinny Appice (Bill Ward había dejado su lugar en la batería para tratar sus adicciones), decidieron que era el momento de grabar el esperado álbum en directo que tanto le reclamaban sus seguidores.

NADA DE CIELO Y MUCHO INFIERNO

La movida no tuvo resultados felices y en torno a la salida de “Live Evil” se sucedieron una serie de conflictos muy serios. Consultado sobre la tardanza en editar este tipo de material, Iommi declaró en su momento que “no habíamos considerado la posibilidad de editar un disco en directo por la sencilla razón que Ozzy jamás pudo cantar afinado”, tirando más leña a un fuego que venía encendido desde el raje del vocalista original de Sabbath en 1979. Para colmo de males, apenas un mes antes en noviembre de 1982, El Príncipe de Las Tinieblas editó “Speak At The Devil”, álbum también en directo que contiene íntegramente grandes clásicos de su etapa en Black Sabbath, lo que generó que en simultáneo hubiese en el mercado dos discos en vivo de la banda inglesa,  con varias canciones compartidas.

Las cosas entre Ozzy y sus ex compañeros seguirían estando picantes. En las presentaciones en vivo de ese año, en un segmento del show, Osbourne se hacía servir una copa de vino por un enano, al que el cantante saludaba con un “gracias Ronnie”. Pero no quedó ahí la cosa. En cada reportaje que le hacían por entonces, no se privaba de refregar por la cara a sus ex compañeros el éxito obtenido sobre todo en USA con “Blizzard Of Ozz” y “Diary Of A Madman”. “Me echaron porque decían que estaba acabado, cuando lo que estaba terminada era la banda. Me di cuenta que la cosa no daba para más en mi última gira con ellos. Van Halen eran nuestros teloneros y nos pasaban por arriba todas las noches”, tiraba insidioso el mordedor de murciélagos. Pero como si esto fuera poco, además de las peleas con su ex integrante, pronto se abriría un frente interno para Sabbath, y el disparador de las desavenencias iba a ser justamente el título que hoy nos ocupa. “Desde el ingreso de Ronnie en 1980 no paramos de girar”- recuerda Iommi. “Habíamos grabado los shows de Dallas, Seattle y San Antonio durante el tour de “Mob Rules”, para elegir de ahí el repertorio que iba a terminar formando parte de la placa, la cual ya habíamos decidido que fuera doble»

Cuando llevamos el material al estudio para terminar de darle forma, nos encontramos con que estaba grabado para la mierda. Íbamos a tener que arremangarnos para arreglarlo y la verdad estábamos agotados. Eso generó mucho mal humor en el seno de la banda”. Pero los problemas en la edición en el estudio no iban a terminar ahí.” El ingeniero de sonido que contratamos para mezclarlo estaba siempre borracho y trabajar en esas condiciones hizo más caótica la situación”, agrega Tony. “Geezer y yo decidimos hacernos cargo de la producción del álbum. Nos pasábamos todo el día trabajando para mejorar las tomas, pero cuando volvíamos al día siguiente nada sonaba como el día anterior. Hasta que el ingeniero rompió el silencio. Nos confesó que Ronnie se aparecía todas las noches en el estudio y retocaba todo lo que habíamos hecho durante el día”. Obviamente, Dio tenía otra versión de los hechos.

“Llegado el momento de empezar a trabajar en la edición de “Live Evil”, de entrada a Vinny (Appice) y a mí nos dejaron afuera. Había un entorno jodido alrededor de la banda. Tony y Geezer estaban muy metidos en la merca y tenían un séquito de tipos que les calentaban la oreja, seguramente para sacar algún rédito de eso. Ese fue el punto de ruptura. Sabbath era una banda con cuatro integrantes, no un grupo con dos jefes y dos empleados sin voz ni voto”. El desaparecido vocalista se llevó consigo a Appice, pero también varias canciones que había empezado a componer para un futuro álbum de Sabbath. Esas composiciones terminarían formando parte de “Holy Diver”, el formidable debut como solista de Dio que le abriría las puertas para una etapa muy exitosa en los años sucesivos

VOLVER, QUE 40 AÑOS NO ES NADA
Lanzado al mercado en diciembre de 1982, “Live Evil” no dejó conforme a nadie. Tanto el dúo Iommi-Butler por un lado como Dio por el otro, se quejaban del pobre sonido de la placa, echándose mutuamente ambos bandos la culpa por los magros resultados finales. Como ya fue mencionado, el disco fue el detonante de varias tensiones en el seno del grupo, que terminó con la fractura de esa formación de Sabbath, la cual recién haría las paces en los 90s para grabar “Dehumanizer”. Sin embargo, el álbum tuvo buenas ventas, alcanzando el puesto 13 en U.K. y el 37 en USA. La prensa especializada lo recibió favorablemente, aunque algunos críticos señalaron la mala calidad del audio, mientras que los fans acérrimos de Osbourne, coincidían en que si bien Dio era un cantante técnicamente superior, no supo encontrarle la vuelta a los clásicos cantados por Ozzy («War Pigs», «Iron Man«, «N.I.B»., por citar algunos). En un presente que apuesta permanentemente a la nostalgia, plagado de reediciones de lujo de discos de grandes dinosaurios, Sabbath viene relanzando en los últimos años su catálogo remasterizado y en este 2023, el calendario de efemérides marcó que le tocaba el turno a “Live Evil”.

Esta nueva entrega es realmente una lujosa edición que contiene cuatro discos tanto en su versión en CD, como en vinilo, una réplica del tour book y del póster oficial de esa gira, además de un libro de tapa dura con cuarenta páginas a todo color. Hasta acá, la data que tenías que saber antes de darle play a esta nueva encarnación del primer disco en vivo de los padres del heavy metal. Ahora, amigo lector, te toca hacer tu parte: escucharlo, compararlo con el original y dar tu veredicto subiéndole o bajándole los cuernitos a este auténtico ítem de colección sabbathero.

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