LUCIFER-UNICLUB (01/12/2022)
Y finalmente Nicke Andersson, el mismo que se encargaba de aporrear los parches en las primeras épocas de Entombed, y el genio y figura al frente de The Hellacopters y Empire State Electric, pisó suelo porteño. Aunque los que le tenemos admiración hubiésemos querido que lo antedicho hubiese acontecido antes y con alguna de las bandas que lo tienen como frontman (Hellacopters estuvo a punto en el 2020 pero el Covid lo impidió), lo cierto es que el matrimonio musical (y del otro también) que formó con Johanna Sadonis, es un plato al que no conviene dejarlo pasar sin hincarle el diente. Porque el ingreso como baterista y compositor de Andersson a Lucifer, les cambió la cara, después de un disco debut algo fallido. De su sapiente mano como songwriter, el quinteto abandonó los resabios doometaleros para adoptar una impronta que sigue siendo oscura pero con toda la estirpe rockanrolera que Nicke lleva marcada a fuego en su ADN. El resultado es una propuesta con un notorio amor por la década del 70, con un sonido y una imagen bien retro, que transforma la experiencia de ver al grupo en un viaje imaginario hacia esa década
La presentación de Lucifer se produjo en el marco del Noiseground Fest, que también contó con la participación de bandas locales como Dragonauta, Amulett y Mephistofeles, pero debido al horario en un día laboral sumado a un paro de subtes, poder apreciar el desempeño de los mencionados se hizo imposible. Lo cierto es que las instalaciones de Uniclub se encontraban por demás nutridas de público cuando a las 22:00 en punto la pista de “The Funeral Pyre” sirvió de climática intro para dar paso a la marchosa “Ghost”, en la cual se hizo palpable el buen sonido, claro y potente que acompañaría a la banda durante toda la velada. En cuanto a la escena del grupo, obviamente la mayoría de las miradas se centran en Johanna. La ex The Oath cautiva no sólo por su belleza natural. Es dueña de una imagen vintage, muy al estilo de esa actrices del cine de terror de principios de los 70s, que tan bien maridan con la propuesta estética y sonora de la banda.
Como cantante tuvo un desempeño impecable y hasta se permitió por momentos romper su enigmática elegancia tomando vino blanco del pico, brindando con los presentes. Como laderos el bajista Harald Gothblad, y la dupla guitarrera conformada por Linus Bjorklund y el ex Dead Lord , Martin Nordin suenan hiper ajustados desde los decibeles que emanan las paredes de amplificadores Orange (detalle que sirviò para acentuar la atmósfera setentosa antes mencionada), mientras al fondo Nicke, quien claramente no es un gran baterista (ese hi hat no se abrió nunca en toda la noche), suple cierta falta de técnica con mucho despliegue y onda. El repertorio de 15 temas recorrió todos los álbumes de la banda, con momentos más intensos como «Bring Me His Head» (con un riff muy kissero) o «Midnight Phantom», mientras que en composiciones más calmas como «Dreamer», permitieron mostrar los dotes de Sadonis como cantante.
Para el cierre dejaron reservado un homenaje a sus venerados Blue Oyster Cult, con el clásico “(Don’t Fear) The Reaper”, en una versión que le hizo justicia a la original, dando pie al último agite de los presentes. Tras los acordes finales, la banda se despidió rodeada de vítores con la gente pidiendo más, pero Lucifer saludó y bajó el telón definitivamente. Ya fuera del recinto, este cronista volteó la mirada sobre sus pasos y se encontró con una ironía del destino ante sus ojos. Pegado exactamente al lado de Uniclub donde había terminado recién de sonar Lucifer, se erigía un templo evangelista de pristina fachada. Mientras los asistentes al show nos íbamos para nuestras casas, lo hicimos con la satisfacción de haber elegido el infierno esa noche.
Txt: Hernán Mariotti
Ph: Ignacio Starópoli
Porteño, cincuentón, melómano, cinéfilo, amante del whisky y la cocina. Licenciado en comunicación, fue agente de prensa en organismos públicos, se desempeñó como productor e investigador periodístico en Arte Canal y participó como redactor de los suplementos “No” y “Turismo 12” de Página/12 y de la versión impresa de Madhouse. Como Do Carmo, baterista frustrado, padre de dos rubias y hombre librepensador.