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Con una carrera de varias décadas sobre sus espaldas, Diego Mizrahi es un personaje multifacético, que no se limitó en todos estos años a su rol de guitarrista, abriéndose también a otros desafíos. Además de conducir varios programas de cable,  maneja una productora de contenidos televisivos, prepara su regreso a la docencia con un novedoso workshop para músicos, y como si todo esto fuera poco, supo hacerse de tiempo grabar “Música de Película”, su último long play instrumental que acaba de editarse. Sentado cómodamente en su estudio, sonriente y con ganas de explayarse sobre éstas y otras cuestiones, el virtuoso violero charló con MADHOUSE vía Zoom y acá te dejamos sus palabras.

Sos una rara avis dentro de la escena local ya que tocás todo tipo de ritmos. Un amigo guitarrista me dijo alguna vez “Mizrahi es una rockola, toca lo que venga”. ¿Tenés algún estilo preferido?

No sé si eso es bueno o es malo ¡El que mucho abarca poco aprieta, dice el refrán! (Risas) Hablando en serio, mi corazón tiró siempre para el lado del blues, y el rock & roll, me gustan las violas aguerridas. A veces me toca profesionalmente hacer otras cosas, que se yo, alguien viene y me dice “vamos a hacer algo orientado al folklore”. Perfecto, me adapto. Soy medio camaleón en ese sentido. Puedo tocar tango, jazz, bossa nova, bolero… también heavy o thrash, pero siempre que puedo meter mi impronta, sale a relucir mi escuela, que fueron tipos como Jimi Hendrix, Jimmy Page, Ritchie Blackmore, Eric Clapton, Van Halen… y por supuesto, Joe Satriani. Crecí estudiando los yeites de Joe, sus trucos. Mis orígenes y mis fuentes están ahí. En los últimos años se me dio por la guitarra clásica, tengo todo un repertorio armado para tocar con cuerdas de nylon, y hoy puedo hacer un show de hora y media, yo sólo, sin banda ni pistas. Algo de música clásica, jazz, boleros… algo de Piazzola también. Son todas cosas que me gustan y que disfruto tocar.

¿Venís de un hogar de músicos o sos la oveja negra de la familia?

¡Oveja negra total. Se escuchaba mucha música en casa, pero nadie tocaba nada, mi mamá era artista plástica y diseñadora, pero músicos en la familia no había. Era la época en la que ibas a la escuela pública durante el turno mañana, y a la tarde te mandaban a la Cultural Británica o a la Francesa a aprender idiomas. Mi vieja no quería saber nada con los idiomas, entonces nos inscribió a mis hermanas y a mí en el Instituto Vocacional de Arte, donde tenías literatura, teatro, música, danzas. Pero ninguna de mis hermanas tuvo vocación musical tampoco. Pero si había mucha música en casa. Mi viejo viajaba bastante y traía muchos discos de afuera, sobre todo de jazz. También nos llevaban mucho al Colón porque pagaba su abono. Yo me dormía, pero evidentemente algo quedó ahí (risas)

Recién decías que no sabías si ser tan versátil era bueno o malo. En mi opinión eso denota una formación importante como músico…

Estudié mucho, es verdad, aunque no todo lo que quisiera, porque tengo formación académica en el Conservatorio Nacional, en la Escuela de Música Popular y después hice un posgrado en el Musician Institute en Los Ángeles. Parece mucho, pero siento la necesidad de seguir avanzando. Tengo muy poco tiempo libre, así que hace unos años que estoy como autodidacta. Hoy te metés en Youtube y tenés unos tutoriales tremendos, es genial.

¿Siempre fue la guitarra tu instrumento?

Me las rebusco con el piano, toco un poco de bajo y batería, ahora estoy aprendiendo a tocar el saxo, pero definitivamente lo mío son las seis cuerdas. Si volviese a nacer, volvería a ser mi instrumento. Me encanta, es mi herramienta definitiva para expresarme.

Recién nombrabas a tus influencias, todos monstruos sagrados. ¿Sos de escuchar nuevos guitarristas?

Sí, todo lo que puedo. Es muy difícil estar completamente al día, porque todo el tiempo aparecen nuevos nombres. Hoy no tengo la capacidad de actualización que tenía cuando todavía daba clases. Siendo profesor estaba completamente al día, mis alumnos me mantenían aggiornado. Por ejemplo, venía uno que quería tocar blues y me traía lo nuevo que había salido de ese estilo, después venía otro metalero y me decía escuchate este disco que es lo que está rompiendo todo. Entonces iba recibiendo todo eso nuevo que salía. Hoy está tan atomizada la información, que no sabés por dónde buscar, porque hay tanto que no distinguís qué escuchar primero. Cuando me pasa eso termino escuchando a los guitarristas consagrados, vuelvo a las fuentes. Pero de todos modos siempre algo te llega, te enterás quienes son los violeros que están sonando, los que marcan tendencia. Después hay violeros que no pasan de moda, que son eternos: tipos como Vai, Clapton, Satriani, son clásicos. Pero sí, escucho bastantes cosas nuevas.Es interesante ser docente de un instrumento, uno también aprende del alumno. Te doy un ejemplo. Venía uno y me decía: “quiero tocar como Kirk Hammett”. Al principio les decía: “primero vas a aprender esto, esto otro y aquello, y recién después vas a llegar a Hammett”. Me di cuenta con el tiempo que estaba equivocado. Eso hacía que el alumno se frustre y abandone. Entonces cambié de método. Primero iba al hueso, de entrada. Le enseñaba un par de solos de Metallica, los sacaba mal, pero los sacaba y ahí venía el entusiasmo. Detrás venía toda la teoría que necesitaba aprender de verdad (risas).Extraño dar clases, era muy agotador, pero eso me mantenía en permanente contacto con el instrumento. Ahora estoy muy metido con la productora, preocupado por que los programas salgan al aire…

Leí por ahí que armaste tu propia escuela de guitarristas…

La tuve hasta la pandemia. Después con el tema de las clases virtuales ya no fue lo mismo, así que decidimos parar por ahora. En cambio armé un workshop, que tiene por título “Cómo Vivir de la Música sin Morir en el Intento”, que es destinado sólo a músicos, en los que trato de transmitir mis conocimientos y experiencia en este negocio. Cuento con un psicólogo que me está preparando para hacer las veces de coach motivacional, para que no sea una clase en la que hable solamente de mis experiencias, sino también darle herramientas a aquellos que quieren vivir de la música para poder hacerlo, tarea que hoy en día está resultando más que difícil. Es algo complementario a lo que hice durante años, que fue dar clínicas de guitarra grupales por toda Latinoamérica y EE.UU. Si alguien quiere saber de qué va la cosa, puede entrar a mi instagram. Ahí cada tanto subo algunas charlas o mini clínicas.

UN VIOLERO CON IMAGEN

Mencionaste tu trabajo como conductor y productor televisivo. Contame un poco de esos proyectos

Es algo que empecé haciendo por necesidad, porqué vivir sólo de la música siempre fue difícil, y lamentablemente con lo que estamos viviendo en el presente, más todavía. Y la verdad que me encontré con un mundo nuevo, en el cual además me sentía muy cómodo. Me reinventé en cierto modo, y veinte años pasaron ya cuando arrancamos con el primero de todos,“Music Expert”. Le contamos a la gente que no está al tanto y a los millennials: yo trabajaba en la revista “El Musiquero”, un medio para músicos más que para oyentes. De ahí salté a este programa, que mencioné recién que era un poco lo mismo, hablar de equipos, tener bloques en los que se explicaban técnicas y yeites de algún instrumento, y obviamente, bandas y solistas invitados con los que tocábamos covers o temas propios de esos artistas. Después vinieron otros programas como “Al Mango”, “DJ Sessions”, “Mete Púa”, “Jam Session” y “Puro Heavy”, de los cuales, estos dos últimos están actualmente al aire. Esto hablando de programas de música, después hay otros que hacemos con la productora de temáticas muy variadas, ya sea política, economía, etc.

¿Cómo afectó el COVID 19 a los programas?¿Pudiste seguir llevando invitados al piso?

Sí, eso fue un garrón y hubo que adaptarse a la situación según el programa.“Jam Session” lo tuvimos que hacer por zoom, “Mete Púa” entró en un cuarto intermedio y en “Puro Heavy” pasamos directamente videos de bandas de metal. El que más sufrió fue “Mete Púa” que estuvo en el freezer todo el año pasado. Fue el patito feo de la historia. En cambio, el gran beneficiado fue “Jam Session”, porque vía zoom hice notas con músicos de todas partes, ya sea E.E.U.U., Europa. Eso estuvo bueno, fue la única ventaja que sacamos de todo este lío.

”Jam Session” tuvo su propio disco, que llegó incluso a estar nominado para los Premios Gardel. Contame un poco al respecto.

Fue en el 2019 y participaron artistas como JAF, César Banana Pueyrredón, Patricia Sosa, Kapanga, Luis Salinas, Los Tipitos, Baglietto, el recientemente desaparecido Willy Crook, entre otros. Fue bárbaro hacerlo y es un lindo disco, una muy linda experiencia. Para los que estén interesados lo pueden buscar en las tiendas virtuales.

¿No generó problemas de derechos y con las discográficas hacerlo?

Para nada. Todos me autorizaron, salvo algún caso aislado. Realmente encontré muy buena onda, muy buena recepción de parte de mis colegas. Es un álbum muy heterogéneo, si lo escuchás vas a encontrar de todo, desde rock & roll hasta funk, pasando por baladas, temas más melódicos. Además es un disco muy espontáneo porqué está grabado todo de primera toma.

¿Con cuánto ensayo encima llegás para tocar en los programas con los invitados al aire?

Te vas a sorprender: no más de 15 minutos antes de tocar. Hacemos un par de pasadas de la canción ahí mismo en el estudio. Incluso hay veces que empezamos a tocar, y si vemos que en esa primera tocada el tema suena como queremos, decimos ¡“listo, prendan las cámaras que salimos”!. Así que podría decirte que a veces ni ensayamos (risas)

DE LA CAJA BOBA A LA PANTALLA GRANDE

Hablemos de tu nuevo disco, “Música de Película”.

Es un disco con una anécdota detrás. El 2019 fue un año en el que grabé mucho. Unos años atrás había hecho “Incidentalmente”, que como bien lo dice el título, era eso, un LP de música incidental con un destino abierto, el que fuera. Podía musicalizar contenidos  en cine, radio, también como cortina musical, para relajarse, para acompañar situaciones de tu vida diaria, etc. Estuvo también nominado para los Premios Gardel, pero no me preguntes si lo ganó, porqué de todas las veces que estuve nominado nunca me acuerdo cuáles gané la terna y cuáles perdí(risas). “Incidentalmente” es un disco que me gusta escucharlo, cosa que no me pasa con todos mis discos. Entonces pensé que sería bueno hacer una segunda parte. Empecé a pensar en imágenes y en estados de ánimo, a explorar un poco mis ideas y mis emociones. Basado en eso me inspiraba para componer, y terminé grabando 14 temas. Después vino la pandemia y el proyecto quedó cajoneado, hasta que a principios de este año, un productor me llama diciéndome que necesitaba música para una miniserie. Grabo cosas incidentales todo el tiempo, así que le dije que me deje revisar mis archivos guardados, y es ahí que me reencuentro con este material, y caigo en la conclusión de que tenía en mis manos un disco terminado, del cual me había olvidado por completo. Le pasé el material, pero también decidí editarlo separadamente de lo que hagan ellos con las canciones. Así que ahí está “Música De Película”, disponible en todas las tiendas virtuales.

¿Hay músicos invitados en el disco?

No hay músicos directamente (risas). Lo grabé íntegramente yo. La idea era que graben diferentes músicos, pero cuando escuché lo que había grabado pensado como una preproducción, me dí cuenta que no le faltaba nada, dije “esto sale así como está”. Toco guitarra, mandolina, ukelele, bajo, piano, y el resto es todo programación.

Escuchando el disco, el adjetivo “introspectivo” me vino inmediatamente a la cabeza. Me sentí por momentos en una road movie existencialista onda “París, Texas”, la película de Wim Wenders.

Bueno, el soundtrack de “París, Texas” es de Ry Cooder, que es un referente muy grande para mí. Hace muchos años vi la película y quedé loco con la banda de sonido. Una vez Pergolini me pidió para un programa, que compusiera algo en ese estilo. A partir de ahí empecé a buscar, me metí de lleno en el material suyo, estudié sus afinaciones y los sonidos que sacaba en la acústica. Y hasta el día de hoy sigo por esa línea, tal cual. También es muy interesante su carrera solista, que es un estilo muy diferente de la música que compone para cine, es una onda surf rock. Un dato curioso es que Santaolalla para mí  es un poco una copia, probablemente mejorada, de Ry Cooder. Lo digo bien, eh, Santaolalla es un grosso en todo lo que hace. A Cooder se le ocurrió junto a Alan Parker (N: director cinematográfico, responsable de títulos como “The Wall” o “Evita”) hacer “Buena Vista Social Club”. Cuando tomó contacto con La Nueva Trova Cubana, pensó en hacer ese documental para que el legado de esos músicos que admiraba no quede en el olvido. Santaolalla hizo algo parecido con el tango y la película “Café de Los Maestros”. Es el mismo concepto, pero con los viejos valores del tango que quedaban vivos acá en Buenos Aires. Volviendo a “Música para Películas”, creo que la guitarra como instrumento encaja de una manera muy particular con el cine, tiene una cosa muy orgánica, que si usas violines y orquesta de cuerdas, no está presente.Parece que está metido en la película el sonido de la guitarra.

¿Tuviste la posibilidad de hacer un soundtrack en tu carrera?

Participé en “Perdido por Perdido” (Alberto Lecchi, 1993), con Ricardo Darín y Enrique Pinti como protagonistas, y estuve a punto de hacer la banda sonora de “Los Exterminaitors” (Carlos Galettini, 1989), una comedia con Emilio Disi y Francella bastante medio pelo, pero no llegamos a un acuerdo. Realmente me encantaría poder hacer más soundtracks. Cuando termina una película me quedo hasta el final de la secuencia de títulos mirando detalladamente los créditos de los que hacen la música. ¡Me fascina el rubro!

CODEÁNDOSE CON LA LEYENDA

¿Qué significó para vos tocar con Leon Hendrix, en el tributo que le hizo a su hermano Jimi en el 2000?

Leon decide hacer el homenaje por dos motivos: se cumplían 30 años de la muerte de su hermano, y además quería celebrar que había salido de la clínica de rehabilitación donde estaba internado. Cuando se dio la chance de participar, al principio pensé que me estaban cargando, que era en joda. Pero bueno, superada la sorpresa, el día que teníamos que tocar estaba tan nervioso en la previa al show que no pegaba una nota, cosa que nunca me pasó(risas), me equivocaba. Tenía que tocar “Foxy Lady” y me equivocaba los acordes. Por suerte en escena salió todo bien, y la verdad que fue muy emotivo tenerlo al tipo al lado tocando conmigo, algo muy loco. Pensaba en la cantidad de tardes en mi cuarto de pibe tratando de sacar los temas de Hendrix, verme ahí, tan cerca de un ídolo para mí. Creo que algo como eso no se va a repetir en mi carrera, porqué para que se den esas cosas más seguido hay que vivir afuera.

¿Cómo fue que terminaste siendo el elegido para acompañarlo esa noche en el Coconut Teaser, de Hollywood?

Por mi banda, La Mizrahi Blues Band, con la que toqué muchos años, y acá la cosa iba bien, teníamos una buena agenda de shows, sonábamos en las radios, etc. Hasta que un día, un amigo que vive en Los Ángeles me empezó a llenar la cabeza con que tenía que ir a tocar allá. Le hice caso y allá fuimos a hacer varias giras. En uno de esos tours, nos vio el representante de Leon Hendrix, que era mexicano y le encantó la banda. Nosotros con la banda teníamos un sonido muy Stevie Ray Vaughan, con la Stratocaster al cuello, me sabía todos los yeites de él. Al tipo le llamamos la atención porqué la mayoría de los guitarristas latinos que tocaban en L.A. eran onda Santana, en cambio yo estaba metido de cabeza en el estilo Vaughan, que es considerado el heredero de Hendrix para los gringos. Terminada la gira, volvemos a Buenos Aires, y me llama el manager que teníamos allá. “Diego, tenés que tocar con el hermano de Hendrix, venite ya”, Le dije que se dejara de joder, que las llamadas de larga distancia en esa época eran caras (risas).

¿Volverías a tocar en una banda?

Actualmente tengo una banda de acompañamiento, Mizrahi Y Los Informales, que si bien es una banda solista, en los últimos tiempos funciona como una banda con todas las letras. Las ganancias -¡cuando hay!-, se dividen en partes iguales, los arreglos los hacemos entre todos, por nombrar un par de ejemplos. Pero si hoy me dieras a elegir entre tocar con una banda de todos grosos como la que tengo ahora o una con músicos término medio, elegiría la segunda opción. Los chicos que tocan conmigo son todos sesionistas. Con un ensayo ya sacan el show entero a la perfección. No necesitan más. Pero ahí está el tema, con un ensayo no lográs esa química que se alcanza cuando estás cinco horas ensayando por día. Lográs buen sonido, de calidad, que sea ajustado, pero no esa cosa de respirar el mismo aire, de tener esa mística, esa garra que hay que poner para superarse.

La última: tocás todo tipo de guitarras, pero si tuvieses que elegir una para toda la vida, esa que te llevarías a una isla desierta, ¿cuál sería?

¡La criolla, sin pensarlo un segundo! Es la que no falla. No necesita pila, batería, ni cable. Suena, y el sonido depende de uno, no hay pedal, no hay amplificador, nada. Acá la tengo en mi oficina, siempre al lado mío. Es la guitarra que me llevaría hasta el fin del mundo

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