Helloween lo hizo otra vez. Primero sorprendió al mundillo del metal con “United Pumpkins”, su bombástico tour de reunión que marcó el regreso a la banda de los históricos Michael Kiske y Kai Hansen, además de mostrar una inédita formación con siete integrantes y un nivel notable sobre el escenario. Cuatro años más tarde, los alemanes vuelven a dar otro batacazo con “Helloween”, un soberbio álbum que promete poblar las listas de mejores discos del año a lo largo del mundo. MADHOUSE charló con su baterista, Dani Löble, sobre la vuelta al estudio, los colegas desaparecidos y lecciones del pasado entre otras yerbas, y acá lo compartimos con ustedes.

Para empezar Dani, quería contarte que hoy recibí un mail con la noticia que “Helloween”, llegó en estos días al puesto N° 1 del ranking alemán. ¡Felicitaciones!

¡Si, gracias de verdad! Haber llegado al tope del chart es algo sorprendente para nosotros, porque es la primera vez en su historia que la banda obtiene ese lugar. Estamos realmente orgullosos de haber tenido tanta aceptación con el álbum. ¡Esta noche, cada uno de los siete Helloweens vamos a festejar en nuestras casas brindando con un espumante, o mejor aún, con una botella de buen vino tinto!

¿Cómo siendo alemanes no van a brindar con cerveza? ¿Es eso posible?

Eso se lo dejamos a Markus (N. Grosskopf, bajista), el más alemán de todos nosotros y campeón absoluto tomando cerveza (Risas). Por mi parte prefiero el vino tinto, pero mis preferencias pasan no tanto por el europeo. Lo mío es el tinto americano, ya sea del Napa Valley o el chileno y argentino. Hay un vino de tu país que tiene una estrella dorada en la etiqueta cuyo nombre no me lo acuerdo, que es increíble.

Un Malbec, seguramente…

Correcto, de esa cepa, pero no recuerdo ni la marca ni la bodega. Como te dije, sólo la estrella dorada. (N. del D.: si no es el Malbec de Clos De Los Siete, pega en el palo)

VOLVER CON LA FRENTE MARCHITA (O MÁS AMPLIA)

Dejando la enología de lado, el nuevo disco era todo un desafío para ustedes por marcar el regreso al grupo, después de décadas, de Kai Hansen y Michael Kiske. ¿Quedaron conformes con el resultado, musicalmente hablando?

Superó nuestras expectativas, así que te diría que conformes es poco. Cuando en 2017 nos juntamos para hacer la gira de reunión, el “United Pumpkins Tour”, todos pensamos o teníamos en mente la típica gira de toda banda de larga trayectoria, aunque tan típica no era porque nadie tuvo que irse de Helloween para que se produjera. Al contrario, a la formación de ese momento se nos sumaron Hansen y Kiske. Pero ya cuando arrancaron los ensayos para la gira nos dimos cuenta enseguida de que realmente había muy buena vibra entre nosotros y estabamos disfrutando de verdad de estar trabajando los siete en el proyecto. Esa buena onda se hizo más fuerte cuando salimos a tocar, creo que la gira fue lo que nos terminó de conectar. Pensá que es una gran prueba, porqué cuando estás girando compartís muchísimo tiempo con tus compañeros de banda, y son muchas ciudades y muchos países, y es mucho trabajo. Es realmente una prueba de fuego. No esperábamos una reacción tan positiva de parte de la crítica ni de los fans. En las redes sociales muchos de nuestros seguidores aseguran que este es nuestro mejor disco, lo que no deja de sorprenderme.

Si tuvieras que definir al álbum, ¿cómo lo harías?

Veo al disco como un muy buen resumen de la historia musical de la banda. Creo que hay dos etapas bien marcadas en nuestra carrera. Una es la que va desde “Walls Of Jericho” hasta la partida de Kiske, a la que podríamos definir como más épica, con mucha fuerza pero también muy elaborada, no quiero usar la palabra prog, pero algo así. Con Andi (N.: Deris) comienza otra era, porque es un cantante muy diferente de Kiske, le daba una onda más agresiva a nuestro sonido, sin tanta pompa. “Helloween” es una mezcla de ambos sonidos pero esa mezcla es muy balanceada, no es un pastiche, tiene cuerpo. Creo que es un paseo por nuestra historia.

HICIMOS TREINTA, HAGAMOS TREINTA Y UNO

Cuando arrancaron con la reunión, ¿grabar también estaba dentro de los planes, o fue algo que surgió después?

Te soy sincero, todos lo hicimos pensando en un tour solamente. Pero después nos dimos cuenta de lo bien que estabamos sonando en vivo, que era algo que nos generaba dudas porque no es fácil ensamblar una formación con tres guitarristas y tres vocalistas, y que el resultado final sea balanceado, con espacio para que todos se luzcan. Ayudó haber encontrado en los shows un sonido convincente. Además, nos estaba yendo realmente bien con la gira, es como que todo eso nos dio una renovada inyección de pasión por la música, porque después de tantos años en la ruta es normal que en determinado momento te pongas en piloto automático. Salvo yo, el resto son todos compositores, y en medio de los viajes cada uno empezó a mostrar ideas o bocetos de nuevas canciones, estaban hipercreativos. Y las ideas que cada uno aportaba eran por lo general muy buenas. Así que dijimos que había que llevarlas a un registro. Cuando se lo planteamos al management y vieron los resultados, se terminó de cerrar la cuestión. ¡Imaginate, se frotaron las manos! (Risas)

¿Cuánto les llevó hacer el disco? Porque con siete integrantes, tres guitarristas y tres cantantes, supongo que no debe ser una tarea fácil.

Nos llevó tiempo porque somos bastante meticulosos con la selección del material. Tenemos nuestro propio control de calidad (Risas). Hablando en serio, la idea puede ser muy buena, pero hasta que no esté al menos grabada en un demo, no está todo dicho. Y los demos por lo general empiezan conmigo grabando las bases, después se van agregando los demás. Eso nos llevó alrededor de dos meses, con unas 15 canciones demeadas. Después vino lo que ya sabemos cuando empezó la era del Covid-19. Como la grabación se demoró, decidimos aprovechar para pulir aún más lo que habíamos pre producido. A medida que se fueron levantando las restricciones pudimos armar un esquema de trabajo en los estudios Home de Hamburgo, lo que no dejaba de ser otro desafío también, porque una cosa es salir de gira y otra juntarse a crear nueva música. Y esa prueba también la superamos. Todos estabamos muy contentos de volver a vernos y recordar anécdotas del tour. Como te decía, la imposibilidad de salir a tocar hizo que atrasáramos la fecha de entrega de “Helloween”, entonces en el estudio regrabamos mucho de lo que veníamos trabajando y también nos pusimos con nuestro productor (N.: Charlie Bauerfiend) a experimentar con distintos tipos de mezclas, hasta que encontramos el sonido que estábamos buscando.

¿Todo lo grabaron juntos en el estudio? Te lo pregunto por el distanciamiento social.

No, en realidad usamos una forma de trabajo mixta. La primera etapa, me refiero a los demos y la preproducción, la hicimos cada uno por separado. Kiske hacía voces en Hamburgo y le mandaba sus partes a Andi Deris que hacía lo propio en su estudio en Tenerife, y así con todo el resto. Pero te aclaro que no fue así por el covid en sí. Si a Kai se le ocurría una idea para un riff, lo grababa y lo enviaba a Michael (N. Weikath, guitarrista) o Sascha (N. Gerstner, guitarrista). Hoy es una metodología muy usada esta de grabar buena parte del material por separado, en parte porque a veces es más práctico, y otras porque es más económico. Para la etapa final, ahí sí fuimos al estudio, pero por protocolo usamos unas salas de grabación enormes, como nunca me tocó hacerlo. Siempre grabábamos en salas más pequeñas.

LAS CALABAZAS SE VAN DE GIRA, PERO LOS EGOS SE QUEDAN EN CASA

¿Son conscientes de que el de ustedes es un caso atípico dentro de la industria musical? Me refiero a ser capaces de dejar los egos y las viejas peleas atrás a la hora de juntarse.

Es cierto, hay muchas bandas que volvieron para recuperar los primeros planos y hacer buen dinero, pero puertas adentro repetían todas las situaciones que los habían llevado a separarse. La fundación de esta vuelta estaba basada en esa premisa: todos los problemas personales y las peleas entre los miembros de la banda tienen que quedar afuera, sobretodo las que tenían que ver entre Kiske y Hansen, que eran las más jodidas. No era una tarea fácil, porque todos tenemos carácter fuerte y somos muy diferentes los unos de los otros. Pero el tiempo pasa, todos somos más grandes, es indudable que ciertas cosas del pasado venían de la mano de la inmadurez o la inexperiencia. La clave es que todos entendimos que la banda es más importante que sus miembros. Lo usual es que, habiendo tantos compositores en una banda, empiecen las peleas para ver quien mete más canciones propias. En este caso no sucedió. Elegimos las canciones que nos parecieron funcionar mejor, no por quién de nosotros las firmaba. Lo mismo con quien cantaba cada parte o quien metía un solo aquí o allá. Se elegía lo que quedaba mejor para la canción.

¿“United Forces”, el tour de presentación de “Helloween”, ya tiene fecha confirmada?

Si, arrancamos el 25 de marzo de 2022 en Oslo. Ya tenemos 30 fechas agendadas por toda Europa con Hammerfall como invitados. Son una gran banda, los respetamos mucho, pero además sabemos lo profesionales que son. Eso es importante, porque girar con una banda que es un dolor de culo es ganarse un problema… Podríamos haber salido este año a presentar el disco, pero preferimos dejarlo todo para el año que viene, donde suponemos que en el mundo va a haber cierta dosis de certidumbre. No tenemos ganas de apurarnos para después empezar a cancelar fechas.

¿Van a tocar en los grandes festivales europeos también?

Por ahora no. Hay conversaciones para tocar el año que viene en la edición del Hellfest, en Francia, que va a ser un festival monstruoso por la cantidad de días que va a durar y por el line up. Medio mundo va a tocar ahí (risas). Claro que nos encantaría volver a Wacken, pero bueno, fuimos una de los números principales en la gira anterior, entiendo que los organizadores quieran rotar a los artistas que participan.

Después del recordado show que dieron acá en el Luna Park en 2018, los fans argentinos los siguen esperando…

Si, recuerdo muy bien esas fechas en Buenos Aires. En ese tramo del tour por Sudamérica nos acompañaban Kreator y Arch Enemy, pasamos un gran momento con ellos. En algunas regiones del mundo la gente a veces parece estar mirando una obra de teatro o una película en el cine. En Sudamérica es totalmente diferente, el público es demostrativo, se hace sentir. El silencio y la atención pueden estar bien para un concierto de música clásica o para la ópera, pero para un músico de rock, tocar una nota o hacer una pose sobre el escenario y sentir la reacción del público es genial, hay una energía recíproca que va y viene del escenario a la platea y viceversa. Sentirte reconocido mientras estás tocando es un premio para un músico. Esta gira arranca por Europa, pero ni bien podamos, la idea es ir a Japón, a Oceanía y al continente americano. Esperamos estar pronto por allá.

SE SIENTE SE SIENTE, INGO ESTÁ  PRESENTE

¿Es verdad que grabaste el disco con la batería de Ingo (N. Schwichtenberg, baterista original de Helloween fallecido en 1995)? ¿Cómo pudiste acceder a ella?

Si, esa es una historia genial… Te cuento. Estabamos con la banda en una fiesta post show durante el “United Pumpinks Tour”, tomando algo y charlando con gente allegada más algunos invitados. En un momento se me acerca un tipo, que me empezó a hablar sin parar. Yo le contestaba todo lo que me decía, pero me parecía un pesado, no veía la hora de que me dejara seguir conversando con la gente que estaba. Hasta que en un momento me dice “Dani, sabés que sé dónde está la batería con la que grababa Ingo, puedo conseguirla si te interesa”. Ahí cambió mi cara y mi actitud (Risas). Me lo llevé aparte para que me de todos los detalles. Me contó que era la Sonor Drums, una batería que se fabrica acá en Alemania y que tiene ese sonido típico de las baterías de fines de los 80 y principios de los 90. Siempre quise emular ese sonido, porque es el tipo de sonido de batería que crecí escuchando. Así que le pedí el teléfono al tipo y cumplió: me consiguió el set completo con el que Ingo grabó la mayoría de sus discos en Helloween, incluyendo los “Keepers Of The Seven Keys I & II”. Una vez que me la entregaron llamé a mi técnico de batería y trabajamos sin parar hasta que la afinamos para que sonara como yo la escuchaba en esos discos… Creo que fue la mejor manera de homenajearlo a Ingo, de hacerlo partícipe, aunque sea en espíritu de la reunión. Recuerdo que el primer día que nos juntamos en el estudio para hacer “Helloween”, Kiske entró a la sala y cuando vio la batería, dijo “esa batería estaba acá la última vez que grabamos con la banda”. Y tenía razón, porque “Chameleon”, el último disco que grabó antes de irse, fue con ese kit de batería y en el Home Studio. Fue un momento muy emotivo para él.

¿Pudiste conocerlo a Ingo?

No lamentablemente, pero sí tuve contacto con parte de su familia. Durante mi solo en la gira anterior, proyectábamos imágenes de él aporreando los parches, mientras yo tocaba también, como haciendo un duelo de bateristas. La familia quedó muy agradecida por el gesto de la banda, por ese reconocimiento para él. Además, fue una manera de mostrarles lo querido que sigue siendo por los fans, porque ni bien aparecía su imagen, el lugar se venía abajo.

Sos el baterista que más tiempo estuvo en la banda. ¿Cómo definirías tu estilo, comparado con el de Ingo y el de Uli Kusch, su reemplazante?

Ingo tocaba con el corazón y con el alma. Tenía una actitud increíble y cuando apareció trajo un sonido refrescante. El mejor ejemplo es su trabajo en “Walls Of Jericho”, pensá que eso marcó a todos los bateristas de power metal que vendrían después. Uli (Gamma Ray, Holy Moses, Mekong Delta) era un baterista totalmente diferente, muy técnico. Cuando me tocó interpretar su material tuve que trabajar mucho para sacar bien sus partes… Volviendo a tu pregunta, creo que soy una mezcla de ambas cosas. Me gustan las baterías poderosas, pero meter algo más técnico en el medio le da matices a tu sonido, lo enriquece. Mi referente, Tommy Aldridge, es un baterista así. Puede tocar cosas complejas, pero con un golpe potente. Cozy Powell, Tico Torres o Dave Lombardo son otros buenos ejemplos del tipo de baterista que quiero y espero ser (Risas).

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