HISTORIA CLÍNICA. ¿Cómo iniciar una reseña sobre un nuevo disco de tu banda favorita? Debatirse entre la mirada objetiva/subjetiva del redactor siempre implica un disputa interna -que muchas veces termina en una rumiación mental que roza lo obsesivo- que suele ser un punto de partida obligado. Irónicamente, terminamos eligiendo un camino medioso y tibio donde camuflamos lo que realmente pensamos con adjetivos y lugares comunes. Hoy será diferente. Habrá subjetividad, fanatismo, opiniones y calificaciones basadas en estudios pormenorizados de una fuente confiable: yo mismo. ¡The Wildhearts sacaron un disco nuevo y eso es para festejar, qué mierda!

A esta altura la vida, Ginger es una institución. Te guste o no. Durante más de 35 años el tipo se forjó una reputación compositiva intachable sostenida en una carrera única llena de altibajos, giros y plot twists que dejaron atrás una discografía tan ecléctica como su persona y la envidia de muchas bandas.

Una vez en la antigua revista MADHOUSE (que viejos estamos) un cronista escribió que un mal tema de la banda sería una canción elegida como corte de difusión de muchas otras agrupaciones. Y según mis fuentes totalmente tendenciosas tenía toda la razón del mundo (gracias Miguel Mora por haberme hecho descubrir la banda y poder, 30 años después, escribir sobre ellos en el mismo medio. El círculo se cierra, podemos descansar en paz (?)).

Basta de cháchara y pasemos a lo importante. «Satanic Rites Of The Wildhearts» tiene diez canciones, una mejor que la otra. Ginger recuperó su magia y le llevó dos discos afinar puntería – “Rennasaince Men” de 2020 y ”21st Century Love Songs”, de 2021- pero cuando este hombre establece el objetivo y se le alinean los planetas no falla nunca. ¿Querés riffs y fuerza demoledora? “Eventually” los tiene y si ya arrancamos así sabemos que la cosa va a estar buena (¿alguien dijo “Greetings From Shitsville” o “I Wanna Go (where the people Go)”?). Y si a esto le agregamos estribillos poperos para tararear dos días seguidos la cosa se pone aún mejor.

Justamente ese tira-y-afloje en la música de la banda siempre fue su marca registrada ya que una termina realzando a la otra y trabajan al unísono en pos de la canción. Ginger lo sabe y lo impregnó en cada una de sus obras e incluso cuando compuso discos enteros para otros artistas.

Justo después de un arranque que no puede ser mejor aparece “Scared Of Glass” que además de otro riff de la mejor cosecha se las ingenia para incluir un coro gospel sin que suene forzado ni fuera de lugar. ¿Se puede pedir más? Obvio, anotate “Troubadour Moon” (segundo single) que es gancho puro y “I´ll be Your Monster” con un saxo deforme que sale del mismísimo infierno. Una animalada que sólo los cracks por los cuales tenés que cerrar el estadio pueden hacer.

Realmente ninguna canción sobra ni falta. Tampoco los recursos creativos que siempre están (y de más) y reivindican la genialidad neuronal de este tipo. También hay lugar para experimentos como «Fire In The Cheap Seats» y “Kunce”, que si bien son poco convencionales, ensamblan perfecto con la totalidad.

El cierre queda a cargo de «Failure Is The Mother Of Success», una oda tanto musical como lírica hiper afilada que termina siendo una declaración de principios sobre toda su carrera: los altibajos de salud mental (Ginger tiene diagnóstico de Depresión Mayor desde hace 10 años), el éxito esquivo y lidiar con un proceso creativo del cual sólo vemos la punta del iceberg en la edición de una obra, pero que desconocemos las profundidades, replanteos y catarsis de la misma. Y como si fuera poco te deja pensando en que aparte de ser un genio compositivo nos regala un mensaje esperanzador y reflexivo (“Sé la película que queres ver / Sé el libro que querés leer”) y viniendo de un tipo con la historia de él, hace que sólo lo banque aún más.

Cómo dato nerd podemos agregar que, fiel a su costumbre, el disco tiene cinco (sí, cinco) bonus tracks buenísimos que amplían la leyenda que dice que a Ginger le brotan las canciones por los bolsillos y no sabe qué hacer con todas ellas.

DIAGNÓSTICO: «Satanic Rites«se gana por decreto un lugar firme dentro de los mejores discos de la banda. Festejemos que haya gente que siga teniendo recursos y creatividad para plasmar obras como esta. Ginger y sus nuevos acólitos (el comodín Jon Poole en bajo, Ben Marsden en guitarra y Pontus Snibb en batería) le dan entidad a esta formación que, si bien puede incomodar a los fans de toda la vida, se afirma por peso propio y hasta nos permite el sacrilegio de no extrañar a los miembros históricos.

Tras un estudio intensivo y una investigación pormenorizada de la única fuente válida en esta reseña podemos concluir que The Wildhearts están vivos, coleando y con carretel para rato.

Por lo tanto, se recomienda su consumo aprovechando todos los beneficios arriba descritos. Brindo por Ginger y por qué la música tocada en vivo por seres humanos triunfe. Que conste en actas.

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