Massacre, La Trastienda, 20/12/2024
Una vez más, la banda de Walas despidió un año super exitoso con un doblete de shows de esos que hacen las delicias de los fans. Tuvimos la suerte de estar presentes en el primero de ellos, y te contamos todo en esta reseña que ya mismo estás empezando a leer. ¡Salud!

Massacre es una banda atemporal, sus canciones no parecen sufrir el paso del tiempo porque son totalmente libres. Pueden pasar del pasado glorioso al presente triunfador en un abrir y cerrar de ojos, y todos los temas dan la sensación de tener un nexo que los une, les brinda coherencia y cohesión. Con la excusa de despedir el año, hubo doblete de festejo en La Trastienda. Lugar más que especial para el grupo y sus seguidores, ya que suelen resultar en shows históricos y llenos de adrenalina. La falta de vallado hace que el público por momentos cope el escenario en demostración de gratitud, y la cercanía con los músicos hace que el encuentro sea más que pasional.

Poco después de las 23:30, la banda abrió la noche con una versión instrumental de “Resurrección”, seguida de las primeras palabras de Walas, que fueron el inicio del pandemónium: “¡Massacre Palestina!”. Lo que siguió fueron dos horas de locura, detonadas por esa dupla incendiaria que fue “Nuevo Día” pegado a “Cae El Muro ”, como si fuera 1993 pero en 2024.

Porque enseguida la banda vuelve a la carga con el nuevo material que los sitúa como uno de los estandartes de la música de esta época tan complicada. La emprenden con “Ella Va ”, y es tan bien recibido como los temas de vieja data. Porque se va dando un suceso que tiene que ver con esa atemporalidad que citábamos: el recambio del público de Massacre es tan intenso como sus shows. Conviven entonces skaters de vieja data que aplauden canciones con 30 años sobre sus hombros, y chicos que quizás estén presenciando su primer gig y se emocionan con temas que han salido este año.

Desde “12 Nuevas Patologías ” asoma “Querida Eugenia”, mientras la gente no para de alternar pogo, mosh, slam y stage diving. La euforia no se detiene, y los corazones se aceleren aún más con “Te Leo Al Revés”. Pero claro, si ella va, también “Ella Me Sigue”. Y Walas aprovecha para recordar el tremendo año que ha sido este, en el que se dieron el lujo de pasar por España e Inglaterra, y arremete con una parte de “Rehab” de Amy Winehouse que es festejado por todos y todas.
El público parece estar tan caliente que no entiende que Pablo Mondello (El Tordo, el arquitecto del sonido de Massacre) tiene un pequeño laboratorio a sus pies, y en ese ir y venir por el escenario casi lo sacan de su impertérrita concentración. Un pequeño “stop” con la mano del Tordo aleja a las invasoras (que no eran amazónicas) de la zona de trabajo, la Calle Mondello es su territorio y cuando lo ves con esos auriculares enormes y sus ojos puestos en sus pedales, sabes que es un obsesivo de la sonoridad.

A “La Cita” (2024) la sigue “La Octava Maravilla ” (2007) (con Walas afirmando de que la prensa habla de ellos como “el rock del futuro”) y aparece ella, “Sofía, La Super Vedette” (2003) con “Insomnio“ (2024) a sus espaldas. Entonces todo parece ser moderno y nuevo, clásico y atemporal. El cantante pregunta si queremos escuchar un tema que no está en Spotify, y sacan a relucir esa belleza que es “Cárcel, Casino y Templo ” (del EP “Fue Una Suerte ” de 2001)

Charly maneja el tempo desde el fondo con su hermosa remera de TSOL (todo un signo de los tiempos, ¿no?), Fico aporrea su guitarra, canta, toca teclados para enfatizar la melodía de ciertas canciones y llena cada espacio con buen gusto para que el Tordo haga magia, y el Bochi es una pared, un artesano de su instrumento, y casi que te digo que mucha de la energía de los Massacre sale de él. ¿Y Walas? El gordo Cidade es un personaje en sí mismo, es el tipo que repite que “Massacre es compra, venta y canje”, el que saluda a la gente diciendo “¡Hola loca!”, el locuaz que puede nombrar a las bandas que vinieron a tocar al país este año y disputarles el trono de la mejor banda actual, el que puede ironizar acerca de la realidad indicando que todo lo ridículo que se pueda decir es superado por el devenir de este 2024 tan orwelliano, el frontman vieja escuela que puede ser a su vez parte de El Principito y siempre quedar bien parado.

Y si hablamos de vieja escuela, ¿qué te parece un paseo por el California sound con esa belleza que es “From your lips”? Regresamos a la modernidad de “Nueve” con “La Máquina Del Tiempo ”, corte de difusión que representa mejor que ninguno el sonido actual de la banda. Nos abrazamos así, nos abrazamos fuerte con “Mi Mami No Lo Hará ” y saludamos a la Tori (alma mater de todo esto, ¿qué sería de la banda sin ella?) que ordena “destruyan a los Massacre”. Pero tenemos “Tanto Amor” que no nos entra en el corazón, y otra vez el regreso al presente con “Bajo La Alfombra ” que se canta como si fuera un clásico. “La Web Del Siglo” con su velocidad e intensidad amenazó con tirar abajo el lugar, pero sólo fue una falsa alarma.

Lo que no fue falsa alarma es la belleza que destiló la suite compuesta por “Ana/se duerme/despierta” con el interludio de “Juicio A Un Bailarín ”, temazo de “L’alma Occulta” (1996). Pero tanto la gente como Walas seguían cantando y pidiendo aquello de “mandarina, mandarina, mandarina” y hubo dosis homeopática para el final de una noche de gloria: el anhelo de satisfacción abrió los bises, seguido por las tres paredes derrumbadas por aquellas bombas envueltas en papel floreado. ¿Se podía pedir más? Parece que hubo debate, porque los 5 se miraron y tardaron en dilucidar que el himno del skate rock “Diferentes Maneras” cerraría la noche. Siempre me pregunté cómo chicos de poco más de 20 años pudieron escribir una canción tan perfecta, que resumiera desde el sonido la esencia del skate… y que puso el broche de oro a este show estalladísimo.

Fin de una noche de calor en la ciudad de la furia, con Massacre dejando una certeza insoslayable: sus shows pueden pasar por todas las etapas de la banda, porque son los abanderados de la modernidad, basándose en la imaginería de la futurología y totalmente embebidos en la libertad de la música, su propia música.
Fotos: Natalia Sbert
Reseña: Rodrigo Cardozo

Cosecha 1977, como el buen punk rock. Nacido y criado en zona sur. Periodista desde 2011, enfermo de la música desde los 90. Eterno buscador de respuestas y amaneceres. Dog friendly, beer friendly. No me busquen en las barricadas, aún creo en el poder de las palabras.