ANTHRAX, TEATRO FLORES, 27/04/2024

El pasado jueves 25 de abril, Anthrax volvió al país para cerrar una semana que bien podría haber llevado el título de “la semana del bajista inesperado”. Primero fue la sorpresiva presencia de Dave Ellefson a cargo de las cuatro cuerdas en el show de Overkill, un par de días después, la banda que nos ocupa se trajo ni más ni menos que a su bajista original, Dan Lilker, quien dejara el grupo poco antes de grabar “Spreading The Disease”. Y ese evento en parte fortuito (Frank Bello se bajó del tramo latinoamericano del tour por problemas personales), significó para los fans acérrimos, la chance de poder ver en directo una versión de Anthrax inesperada, y a la vez abrir una puerta que nos trasladó, por 90 minutos, a una etapa de.la banda que parecía definitivamente cerrada.

ATRAPADOS EN EL POGO. Para este “40 Anniversary Tour”, Scott Ian y Cía, en lugar de hacer un repaso que incluyera a todas las eras de su carrera, optaron por  hacer pie en el  Anthrax con mayor predicamento, el de los ’80, creador de sus discos más representativos. Y no se trata de quitarle mérito a John Bush, quien es sin dudas un gran cantante, y con su voz al frente la banda de New York supo reinventarse muy bien en la siguiente década -unos ’90 atravesados por más de una vanguardia que obligó a todo el mundo a ponerse a tono con el espíritu de época-; pero el Anthrax con mayúsculas es con Belladona, no hay vueltas que darle.

Los horarios anunciados para el show se respetaron a rajatabla, y a las 21 en punto, luego de dejar sonar a pleno las pistas de “The Number Of The Beast” (Iron Maiden) y “I Can ́t Turn You Loose” (versión The Blues Brothers), el grupo metió como apertura la misma seguidilla que inicia “Among The Living” (1987), probablemente EL DISCO CLÁSICO del grupo. Así, enganchados y sin dar respiro sonaron el tema homónimo, seguido de Caught In A Mosh”, quedando claramente reflejado que la banda ya tenía a los presentes a sus pies antes de tocar siquiera una nota. Y la fiesta no se detuvo nunca hasta la caída del telón. La gente puso lo suyo, pogueando, coreando canciones y solos, y cantando a viva voz el ya clásico “ole, ole, ole , ola, soy de Anthrax, no puedo parar”, que dejó a la banda sonriente y acompañando el cántico.

¡SOMOS LA LEY! Pero los músicos también contribuyeron a crear el magnífico ambiente que se generó, buscando permanentemente arengar al público. En esa tarea se repartieron Lilker (claramente un bajista con menos recursos que Bello, pero con mucha onda arriba del escenario), Ian como el mandamás de la banda que es, y un Belladonna sorprendente.

Es que con su aspecto de cacique indio que le provee su ascendencia Iroque, el cantante todo el tiempo buscó hacer contacto con los presentes en la primera fila, señalándolos o haciéndoles gestos (en su mayoría referidos al consumo de porro de los mismos). En el plano vocal, Joey tuvo una noche impecable, como si fuese un veinteañero y no el cantante veterano que es. Por su parte Benante e Ian aportaron lo mismo que vienen haciendo desde hace cuarenta años: el batero un pulpo que sostiene todo desde los parches, demostró porque es el corazón de la banda, y por el lado de Scott, su guitarra no dejó de tirar esos riffs precisos que ya son una marca registrada. Ambos son sin dudas el alma musical de Anthrax. En cuanto al desempeño del ex Shadow Falls, Jonathan Donais, lo suyo fue correcto y nada más, confirmando que salvo Dan Spitz, todos los lead guitars que tuvo la banda entran sin dificultad en el mazo de figuritas intercambiables.

¡ES UN MANICOMIO DE THRASH! Como bien dijera Scott a los fans acérrimos en una de sus arengas,:“hoy les trajimos puro thrash metal de la vieja escuela”, y así fue.Teniendo como columna vertebral a “Among…”, no faltaron temas del ya de culto disco debut “A Fistful Of Metal” (sonó furiosa Metal Thrasing Mad”), de “Spreading The Disease” (A.I.R.”, “Medusa” y por supuesto la esperadísima por nosotros Madhouse”). También hubo tiempo para covers como Antisocial” (Trust) y “Got The Time” (Joe Jackson), que reafirman esa capacidad de hacer parecer como propias canciones ajenas. De las épocas recientes, la banda sólo revisitó a esa gema de disco que es  “Worship Music” (2011), con una sentida versión de “In The End”.

Para el final se reservaron ese temazo que reivindica a los pueblos originarios del Imperio del Norte, llamadoIndians”. Y ya no hubo tiempo para más que una eufórica despedida del público para una banda que lo había dado todo. Me fui del Teatro con la certeza de haber visto uno de los mejores shows de este 2024. Pero también me fui con otra certeza, quizás la más importante: Anthrax nos regaló un viaje de 90 minutos a la era dorada del thrash. Y eso es impagable.

Texto: Hernán Mariotti

Fotos: Florencia Giuliana

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