PACIENTE: ACE FREHLEY- «10.000 Volts» (MNRK Records 2024)

HISTORIA CLÍNICA: “Ace está de vuelta”, cantaba el guitarrista intergaláctico en la canción “Rock Soldiers”, perteneciente a su primer disco post Kiss con los Frehley’s Comet editado en 1987. Treinta y siete años después, el lema no está en las letras, pero sí en la música. Porque vaya si en este flamante “10.000 Volts” Ace nos dio una grata sorpresa. Como dice la frase popular, cuando uno se quema con algunos productos lácteos en ebullición, cuando ve a una vaca irrumpe en llanto. Y en ese sentido, la experiencia nos marca que cuando alguna leyenda con tanto tiempo en la ruta anuncia la edición de material nuevo, salvo honrosas excepciones, uno tiende a armarse de expectativas modestas. Tal vez por eso, el chico del Bronx entendió que era necesario salir de la zona de confort, arremangarse y ponerse a laburar en serio. El primer paso fue ponerse en manos de un productor que le dijera “Ace, esto sí, esto no”, como debe ser en todo productor de bien. Recordemos que Frehley no es un tipo precisamente dócil para someterse al rigor de un productor exigente, pregúntenle a Bob Ezrin sí no (trabajó con él en “Destroyer” y “The Elder” en su estancia en Kiss, y ambas experiencias fueron traumáticas). pero cuando pega onda con este, como es el caso de Eddie Kramer (produjo el solista del ’78, el disco debut de Frehley’s Comet y «Trouble Walkin», tal vez los mejores títulos solistas del extraterrestre), el tipo da lo mejor de sí. Para su fortuna (y la nuestra) Ace hizo buenas migas con Steve Brown, quien fuera guitarrista de la banda Trixter y reemplazo de Vivian Campbell en Def Leppard, cuando este debió ausentarse por problemas de salud.

Brown supo hacer que un veterano rockero de 72 años como el que nos ocupa cambie anquilosamiento por madurez y repetición de clichés por una inusitada frescura. Se nota su mano haciendo sonar a Frehley renovado, como en “Cherry Medicine” tema de lo más popero y accesible que haya grabado el guitarrista como solista, con un estribillo sumamente pegadizo. En ese mismo tono tenemos a la power ballad “Back Into My Arms”, terreno que al siempre hiper polentoso Frehley le cuesta visitar, pero en este caso lo hace con acierto. El álbum contiene variedad, y en el otro extremo tenemos un tema bien al palo como “Fighting For Life”, cuya letra recuerda al genial “Hard Times” de “Dinasty”, describiendo la dura crianza de Ace en la por entonces ruda barriada del Bronx. En ese sentido también podríamos trazar un paralelismo entre el tema que da nombre al álbum y “Shock Me” (chica de alto voltaje al que se le pide acción).

Otro detalle que salta a primera escucha es el delicado tratamiento de las voces. Sabemos que el hombre de la humeante Gibson Les Paul nunca fue un gran cantante, pero en la intro de “Blinded”, por poner un ejemplo, se nota también un meticuloso trabajo (¿con cierto ayudín?, probablemente pero no perdamos de vista que un disco es siempre un artificio). La marchosa “Cosmic Heart” y la ya mencionada “Blinded” son hijas de la estirpe rockera de su creador. Como todo álbum de Ace, el cierre tiene que estar a cargo de un instrumental a lo “Fractured Mirror”. En este caso, nos regala “Stratosphere”, un digno sucesor de la pieza mencionada.

Desde que la pegara versionando “New York Groove” otro ingrediente que nunca puede faltar en un trabajo en solitario del ex Kiss es un cover. En este caso la elección es rarísima. Se trata del tema “Life of a Stranger”, tema interpretado originalmente por la actriz marroquí Nadia Fares en la BSO del film “El Transportador” (2002), protagonizado por Jason Statham. El tema es un midtempo muy bluesero, estilo al cual Ace apenas se asomó en la canción “Remember Me”, del ya citado “Trouble Walkin”. Punto aparte para los solos de guitarra. En trabajos anteriores no tan logrados como “Spaceman” o “Space Invaders”, a veces las canciones eran una mera excusa para que llegara el momento del solo y Frehley disparara sus yeites (pocos pero eficaces, porque como diría nuestro mentor Frank Blumetti, “Ace tiene la virtud de hacer mucho con muy poco”). El ex Kiss siempre dijo que su rasgo distintivo como guitarrista era componer solos que fueran memorables a simple oída, “una pequeña canción dentro de la canción”, en sus propias palabras. En esta ocasión, al haberle sacado punta al lápiz en el aspecto compositivo, sus intervenciones vuelven a ajustarse a ese paradigma, y cada vez que el Hombre del Espacio se pone a solear brilla como hace rato no lo hacía, con ese sonido bien eléctrico único e irrepetible. Por último, y como dato de color, para todo kissero nostálgico es bueno saber que en algunas pistas del álbum vuelve a hacerse cargo de la batería un viejo conocido de la casa, nada menos que el talentoso Anton Fig, quien acompañara a Frehley en sus primeros trabajos solistas y fuera el batero fantasma en títulos tan queridos para los fans argentinos como son «Dynasty» y «Unmasked«

DIAGNÓSTICO: ahora que Kiss bajó la persiana (o al menos eso es lo que dicen), este “10.000 Volts” le permite al mundo kissero seguir disfrutando de un plus relacionado con la banda, aunque hay que decir que Frehley en esta ocasión suena y ofrece un material acorde a su leyenda y que no necesita del legado de su banda madre, gracias a una madurez artística inédita en sus últimos esfuerzos en solitario. El álbum ha cosechado elogios generales de la crítica, y parece haber arrancado bien en ventas, lo que puede significar un espaldarazo para la carrera de Frehley. Por lo pronto, musicalmente hablando, la casa y el espacio exterior, están en orden.

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