Un 30 de noviembre como este pero de 1979, Pink Floyd lanzaba su inmortal obra “The Wall”, uno de los mejores álbumes conceptuales de todos los tiempos, si no el mejor. Generó el único hit del grupo con «Another Brick in the Wall, Part 2», y el álbum entero vendió más de 33 millones de copias en todo el mundo al día de la fecha… Para celebrar el 44º aniversario de esta Gran Muralla rockera, aquí te traemos 5 de los ladrillos que la componen y que tal vez no conocías o no recordabas: prepará la plomada, la cuchara y el fratacho, que ya comenzamos.
1. UN LADRILLO ESCUPIDO. En uno de los incidentes más infames de la historia del rock, acontecido el 6/7/1977, Roger Waters, bajista y compositor de Pink Floyd escupió a un fan durante un show en el Stade Du Parc Olympique en Montreal, Canadá. En aquella ocasión, Waters estaba comenzando “Pigs On The Wing, Part 2”, cuando un grupo de fans comenzó a encender fuegos artificiales, cosa que lo molestó infinitamente; el bajista reinició la canción varias veces antes de explotar: «¡Oh, carajo, ¡paren de encender fuegos artificiales y gritar y aullar, estoy tratando de cantar la canción!» Este arrebato recibió un rugido de aprobación de la audiencia, pero la cosa no terminó ahí. Se notaba, por su tono, que simplemente se había cansado de toda la experiencia, como si fuera una madre cansada que hablaba con sus hijos malcriados y maleducados. «Quiero decir, no me importa… si no quieren escucharla, váyanse a la mierda. Estoy seguro de que hay mucha gente aquí que sí quiere escucharla». La multitud ovacionó a Waters, quien continuó. «Entonces, por qué no se callan. Si quieren tirar sus fuegos artificiales, y si quieren gritar y chillar, vayan y háganlo ahí fuera… Estoy tratando de cantar una canción que algunas personas quieren escuchar. Que yo mismo quiero escuchar”.
Luego, lentamente, comenzó la canción por cuarta vez, ante un silencio perceptible, pero después de ese exabrupto fue imposible que las cosas estuvieran tan silenciosas como Waters había esperado. La banda tocó razonablemente bien (después de todo, eran profesionales), pero el murmullo de la audiencia y los silbidos intermitentes se escuchaban sobre su voz tensa. Exactamente cuándo fue que Waters escupió al fan es imposible de discernir, pero justo cuando comenzaron a tocar “Pigs (Three Different Ones)”, en la grabación del concierto claramente se escucha la exclamación de sorpresa de otro fan. «Oh wow, ¿viste eso?» Es posible que reaccionara a un detalle del show, pero este comentario fue solo unos momentos después del arrebato de Waters. Aunque más tarde se describió a sí mismo como «sorprendido» por su propio comportamiento, ciertamente no mostró ningún remordimiento durante ese set. Hacia el final de “Pigs (Three Different Ones)”, durante el solo de teclado, gritó «¡Volvé! ¡Todo está perdonado! ¡Vamos, pibe! ¡Vamos, m’hijo!»… El tono mordaz de su voz era tan sarcástico como la canción en sí, y parecía estar disfrutando de su propia mala conducta. Después de que la canción terminó, simplemente dijo: «Gracias, nos vamos a tomar un descanso. Volveremos en vingt minutes [N. 20 minutos, en francés]«. Como si hubiera alguna duda sobre lo que había sucedido, durante la apertura de los teclados de” Shine On You Crazy Diamond”, se escucha a la gente hablar sobre el incidente: «algún imbécil seguía tirando esos fuegos artificiales …»
Rogers estaba tan confundido, enojado y desanimado por la experiencia que se encontró en una encrucijada. Literalmente quería construir un muro entre él y la multitud ante la cual tocaba Pink Floyd. Ese deseo fue la chispa que eventualmente llevaría a la creación de “The Wall”. Rogers escribió sobre la experiencia de escupir en una exhibición posterior de este famoso álbum: “En los viejos tiempos, antes de ‘The Dark Side Of The Moon’, Pink Floyd tocaba para audiencias que, en virtud de su tamaño, permitían una intimidad de conexión mágica. Sin embargo, el éxito nos superó y en 1977 tocábamos en estadios de fútbol. La magia fue aplastada bajo el peso de los números. Nos estábamos volviendo adictos a las trampas de la popularidad. Me encontré cada vez más alienado en esa atmósfera de avaricia y ego hasta que una noche en el Estadio Olímpico de Montreal, explotaron mis frustraciones. Un fan adolescente enloquecido estaba abriéndose camino a través de la valla que nos separaba del corral de ganado humano enfrente del escenario, gritando su devoción a los semidioses fuera de su alcance. Indignado por su malentendido y mi propia connivencia, escupí mi frustración en su rostro. Más tarde esa noche, de vuelta en el hotel, sorprendido por mi comportamiento, me encontré ante una decisión. O negar mi adicción y aceptar esa existencia cómodamente adormecida pero sin magia o aceptar la carga de la intuición, tomar el camino menos transitado y emprender el viaje usualmente doloroso para descubrir quién era yo y dónde encajaba. La pared fue la imagen que dibujé para ayudarme a elegir».
2. UN LADRILLO SIN POSTRE. La revista Rolling Stone le preguntó a Waters el origen de la extraña frase que aparece en la canción “Another Brick In The Wall”, la cual dice “If you don’t eat your meat, you can’t have any pudding” («Si no comés la carne, no vas a comer budín»). La respuesta del bajista: “No recuerdo que en mi familia alguien se viera obligado a terminar su carne antes de que pudiera comer budín. Pero para el personaje en el que me introduzco en ese punto, el escocés loco, sería algo que él impulsaría, que apoyaría por completo. Esta idea calvinista de que tenés que sufrir antes de poder disfrutar… Y la carne era tan correosa, o ciertamente lo era en mi barrio, realmente solo comías mierda. Porque todo estaba racionado, y por esto y lo otro y lo otro. ‘Si no comés tu carne…’ La gente a menudo me pregunta: ‘¿Quién es ese?’ Y yo digo: ‘Soy yo, obviamente’. Y la canción continúa: “How can you have any pudding if you don’t eat your meat? You — yes you behind the bike sheds. Stand still, laddy” («¿Cómo vas a comer budín si no comés tu carne? Vos – sí, vos, detrás del galpón de las bicicletas. Quieto ahí, amiguito”). Waters describe esa parte que hace referencia a su infancia en la Inglaterra de posguerra: “Los galponcitos para bicicletas eran un gran lugar en la escuela. Porque ahí es donde uno iba a hablar sobre la masturbación o las chicas o a fumar cigarrillos. Esas eran las prohibiciones absolutas cuando era niño: los cigarrillos y el sexo”.
3. UN LADRILLO PERSONAL. Roger Waters perdió a su padre en la Segunda Guerra Mundial. Originalmente un objetor de conciencia que se desempeñó como conductor de ambulancia durante el bombardeo, Eric Fletcher Waters eventualmente cambió su postura y se unió al Ejército Británico y murió durante los combates en Italia el 18 de febrero de 1944. Roger tenía solo cinco meses en ese momento… “The Wall” rastrea la vida de un personaje ficticio llamado «Pink Floyd», abarcando «desde sus días de infancia en la Inglaterra posterior a la Segunda Guerra Mundial hasta su aislamiento autoimpuesto como una estrella de rock de renombre mundial, lo que lleva a un clímax tan catártico como destructivo”. Los paralelismos entre las vidas de Pink y Waters muestran a un artista lidiando con su pasado, su presente y la sociedad hasta tal punto que casi se parece a la autobiografía del músico: “Pink comienza a construir un muro mental entre él y el resto del mundo para poder vivir en un equilibrio constante y alienado, libre de los problemas emocionales de la vida. Cada incidente que le causa dolor es otro ladrillo en su pared en crecimiento: una infancia sin padre, una madre dominante, un sistema educativo fuera de contacto con la realidad, empeñado en producir engranajes compatibles en la rueda social, un gobierno que trata a sus ciudadanos como piezas de ajedrez, la superficialidad del estrellato, un matrimonio separado, incluso las mismas drogas a las que recurre para encontrar la liberación».
4. UN LADRILLO GRUPAL. Muchas bandas escriben música nueva mediante el simple expediente de reunirse para tocar y zapar. Los sonidos y las letras surgen de un sentimiento evocado por la música… Claro que esta fórmula no se aplica a la creación de “The Wall”. Waters llevó al famoso productor Bob Ezrin (Kiss, Alice Cooper, Peter Gabriel, Lou Reed y siguen las firmas) a su casa de campo para que lo ayudara con los primeros demos de la que sería una obra monumental. «El demo que me hizo escuchar necesitaba mucho trabajo», cuenta Ezrin en el libro de Mark Blake, “Confortably Numb: The Inside History of Pink Floyd”), «pero era obvio que había algo muy emocionante allí». Ezrin aceptó asumir el papel de coproductor junto al guitarrista David Gilmour.
Según ese mismo libro, durante una sesión de grabación en Londres que duró toda la noche –«no sin asistencia química»– Ezrin escribió un guión para lo que entonces creía que era una película imaginaria, trazando la historia de Waters, averiguando dónde encajaría la música, qué funcionaría, qué no, qué necesitaba trabajo, qué no y qué más hacía falta. Tal como lo recuerda Ezrin, «Fue así que terminé produciendo un libro como de cuarenta páginas esa noche… Al día siguiente en el estudio, tuvimos una lectura en torno a una mesa, tal como lo harías con una obra de teatro pero con toda la banda, y los ojos de todos brillaron, porque fue AHÍ que pudieron ver el álbum».
5. UN LADRILLO SECRETO. La banda insertó al menos un mensaje secreto en el álbum. Justo antes de que empiece la letra de «Empty Spaces», se escucha una jerga incomprensible. Si hacen sonar el vinilo al revés, escucharán: “Congratulations. You have just discovered the secret message. Please send your answer to Old Pink, care of the Funny Farm, Chalfont…” («Felicitaciones. Acabás de descubrir el mensaje secreto. Por favor enviá tu respuesta a Old Pink, a cargo de Funny Farm, Chalfont…»). ¿A santo de qué se incluyó esto? «En aquel entonces, la gente siempre buscaba mensajes ocultos en los álbumes», cuenta el baterista Nick Mason. «Así que pensamos: ‘Oh, bueno. Será mejor que incluyamos uno’. Y aunque ‘The Wall’ no es exactamente conocido por contarte un chiste en cada minuto, este es un momento que ofrece un poco de alivio cómico”. Cuando se le preguntó si había algún significado más profundo detrás del mensaje, Mason respondió lo obvio, riéndose: «No, no tiene el menor sentido».
Periodista especializado en artes, espectáculos, gastronomía y cultura pop. Co-fundador de las revistas argentinas Riff Raff (entre 1985-86) y Madhouse desde 1989 hasta 2001. Director del primer fanzine de habla hispana dedicado a Kiss y autor junto a Carlos Parise del libro «Heavy Metal Argentino» (1993).