PACIENTE: IRON MAIDEN – “Senjutsu” (Parlophone, 2021)
A más de 20 años del último –y probablemente definitivo- cambio de formación, Iron Maiden sigue más activo que nunca, entregando “Senjutsu”, su decimoséptimo disco de estudio y segundo doble consecutivo. Como un nombre con tanta trayectoria lo amerita, su salida convocó a buena parte del staff de MADHOUSE para analizarlo en detalle y en conjunto en una edición especial de Discoanálisis. Saquen turno y acomódense en el diván, que la hora ya comienza.
HISTORIA CLÍNICA:
Hernán Mariotti: Antes de empezar es oportuno sincerarme: Iron Maiden fue fundamental durante mi adolescencia y de vital importancia en mi formación como oyente. Pero después del alejamiento de Dickinson tras la edición de “Fear Of The Dark” ya nada volvió a ser lo mismo para mí. La etapa con Blaze Bayley en la voz aportó más confusión que otra cosa y el regreso de Bruce Dickinson marcó una nueva etapa con discos larguísimos, integrados por canciones de extenso recorrido y un aire “progresivo”, término que vive un presente de excesivo manoseo por estos días. Desde entonces mi interés por ellos fue decreciendo disco a disco, y la verdad es que el anuncio de la llegada de “Senjutsu” para este 2021 dominado por vacunas y barbijos, me encontró más escéptico que nunca. Está clarísimo que pedirle a una banda tan longeva y con tantos hitos musicales en su pasado que a esta altura repita esas hazañas es una quimera (Black Sabbath y su póstumo “13” son una falla en la matriz), pero un mínimo hilo de esperanza en el regreso de algo de la magia de antaño todavía quedaba en el carretel. Así que una vez que el álbum fue subido a las plataformas de contenidos musicales me sumergí en su escucha con el anhelo de encontrar algunas novedades, aunque sea mínimas, en el frente.
Noelia Adamo: Iron Maiden no necesita presentación. Sabemos que cada nuevo lanzamiento, sostenido en más de cuarenta años de carrera, genera excitación, aunque también sepamos con qué nos vamos a encontrar. Su decimoséptimo álbum no sorprende, tiene todo lo esperable en un disco que tiene aroma a Maiden: melodías, epicidad, potencia. En los últimos años, y manteniendo esa terquedad que los caracteriza y diferencia, todos los discos suenan a Maiden, pero distan de ser una oda a la nostalgia de la época de oro, los ochenta. “Senjutsu” nos ofrece una experiencia que demanda paciencia, construye atmósferas lentamente y da lugar a canciones de estructuras progresivas, complejas y de larga duración. La portada nos muestra a un Eddie Samurai, que si bien nos ceba, no nos vuelve locos; tal como pasó en “The Book Of Souls”, a la portada le faltan cinco pa’l peso.
Alejandro Do Carmo: Desde que en 1999 Dickinson, bajo sus propias condiciones, le firmó la paz a Steve Harris y quedó establecida esta suerte de doncella madura con tres guitarras y épica progresiva, el multiverso de Maiden mantuvo una excelsa calidad artística (en discos como “Brave New World” o “The Book Of Souls”), un estilo definido (largos solos, temas a medio tiempo y cierta aura de oscuridad) y quizás lo más interesante: un multiverso lírico que va del futuro distópico y las profecías mayas a lo que en este nuevo disco apunta al mundo del animé y las técnicas ninjas. Las expectativas estaban entonces enfocadas en comprobar si Maiden podía alterar, aunque sea levemente, el rumbo estilístico sin perder eficacia en el camino.
Frank Blumetti: Es septiembre de 2021 y, después de una carrera de casi cuarenta años, Iron Maiden vuelve a colocar su nombre en la lista de lanzamientos con «Senjutsu», un álbum que, una vez más, demuestra que la banda quiere seguir haciendo música y seguir por el camino que cree mejor la representa, sin concesiones rufianescas que a estas alturas solo serían inútiles y contraproducentes. Qué decir: de nada sirve, aquí, perderse en formalismos descriptivos y repasos de la carrera de una banda que literalmente fue y sigue siendo un fenómeno planetario, en particular para el heavy metal. Por tanto, una vez agotadas las ceremonias y debidos reconocimientos, cabe hacernos una pregunta: ¿para qué un álbum como «Senjutsu»? O mejor aún, ¿realmente era necesario un nuevo álbum de Iron Maiden? Son lógicas preguntas que surgen al encarar un nuevo producto de cualquier banda que ya históricamente esté fatta e finita, como dicen en Italia. Preguntas, sin embargo, que podrían disiparse con un buen trabajo o mejor dicho, con un trabajo interesante. Más allá del fanatismo, más allá del amor de los metaleros que melancólicamente evocan «el metal de antes», es difícil encontrar algo o alguien a quien «Senjutsu» podría estar dirigido. La honestidad de las elecciones del grupo hasta ahora nunca ha sido cuestionada, aunque, en ocasiones puede haber disgustado a alguien; honestidad que se desprende de las palabras de Bruce Dickinson, que dirigiéndose a los numerosos fans del grupo británico, explicó: “Las canciones son muy variadas y algunas bastante largas. Hay una o dos que suenan bastante diferentes a nuestro estilo habitual; creo que los fans de Maiden se sorprenderán, ¡en el buen sentido espero!”.
SONIDO Y PRODUCCIÓN:
Hernán: El álbum fue grabado durante 2019 en medio de un alto del tour “Legacy of the Beast’‘ y los primeros detalles daban cuenta del apego del grupo por la rutina ya que tal como ocurriera con “The Book of Souls”, volvieron al estudio Guillaume Tell de París, con el infaltable Kevin Shirley a cargo de la producción (en su sexto trabajo consecutivo). Hasta acá, nada nuevo bajo el sol. Si ponemos la lupa sobre la metodología de trabajo elegida por el sexteto inglés para preparar el nuevo material, ahí la cosa cambia bastante. Según palabras del propio Dickinson, esta vez llegaron a la grabación como una hoja en blanco, sin ideas preconcebidas y dispuestos a que las ideas aparezcan en el mismo estudio. Una vez que tenían el tema compuesto, lo ensayaban y lo grababan de inmediato, así de espontáneo como suena. Los resultados superaron las expectativas de la banda, porque pese a sus casi 82 minutos de duración, la intención original no era que “Senjutsu” fuera un disco doble. Pero se ve que Maiden no puede con sus mañas ni se les da muy bien el poder de síntesis: terminó siendo doble, con cinco de las diez canciones superando los ocho minutos de duración. En cuanto al sonido, podría decirse que el audio de las guitarras suena un poco más apagado que en “The Book…”, pero más allá de eso, “Senjutsu” está bastante emparentado con su antecesor.
Noelia: El sonido no sorprende, no hay cambios de dirección inesperados, estamos ante una banda que mantiene desde hace muchos años un excelso nivel sonoro que se acrecienta en los conciertos, el fuerte sin duda de la Doncella. ¿Que se copian a sí mismos? Tal vez… hay una repetición de fórmulas maidenescas presentes, aunque maceradas por el paso de los años y la presencia protagónica de sintetizadores y teclados en algunas canciones que atrapan y desconciertan. Está claro que los Iron Maiden están en un lugar en donde pueden hacer lo que quieran. Las atmósferas son un poco más densas, hay una oscuridad presente a lo largo de diez tracks que suman más de ochenta minutos de música. El dato curioso: grabado en París en los estudios Guillaume Tell en la era pre pandemia con la producción del fiel Kevin Shirley y el mismísimo Steve Harris, “Senjutsu” se mantuvo en una caja fuerte hasta su lanzamiento, a fin de evitar filtraciones.
Alejandro: Más allá del innegable talento compositivo que se comprueba en esta última era de la banda –que ya tiene más de dos décadas-, hay algo que llama la atención: la contradicción entre esa supuesta búsqueda épica y la postura conservadora de mantener el mismo equipo a bordo: mismo productor, mismo estudio, mismo sonido; aunque en “Senjutsu” ni las guitarras ni la voz de Bruce alcancen el brillo de trabajos anteriores. Asimismo, el sexteto repite un aspecto negativo que se dio en “The Book…” la intención forzada de que el disco sea doble, con apenas unos minutos más allá del limite de almacenamiento de un CD, lo que muestra una apuesta simbólica tirada de los pelos.
Frank: Un regreso con mucha fanfarria con un disco doble, tal como en el capítulo anterior. Pero las similitudes del nuevo “Senjutsu” con «The Book Of Souls» no terminan aquí: lo que tienen en común es que son un doble CD compuesto por un número de temas quizá escaso para un doble -en uno había once, aquí hay diez- pero que redondean una duración importante; de hecho, aquí superan los ochenta minutos. Idéntico es el productor, Kevin Shirley, que los sigue desde hace más de veinte años, considerando que su debut se remonta al cambio de milenio con «Brave New World», asistido por Steve Harris. Idéntico es también el lugar donde «Senjutsu» (término japonés que se traduce como táctica y estrategia) cobró vida, el Guillaume Tell Studio en Suresnes, en las inmediaciones of Paris, porque según Harris «el lugar tiene un ambiente realmente relajado. La configuración es perfecta para nuestras necesidades; el edificio solía ser un cine y tiene un techo muy alto, por lo que hay una excelente acústica». Nos encontramos, de hecho, ante un disco con un enfoque inmensamente melódico incluso en las piezas más hard, con sonidos suavizados con estructuras expandidas tipo metal progresivo, carente, sin embargo, del carisma y la dinámica necesarios para que estas características resulten de veras funcionales. Incluso el uso «pesado» de los teclados decepciona, donde un magro puñado de sonidos se reproduce y utiliza literalmente de principio a fin en cada tema, eliminando miles de tonalidades que hoy, en 2021, el universo tecladístico podría sacar con poco esfuerzo.
CANCIONES:
Hernán: Mirando la lista, daría la impresión que las principales cabezas compositoras de la banda -cual la OTAN y el Bloque Soviético en la Guerra Fría- se repartieron el disco por la mitad: en la primera domina la dupla Dickinson/Smith, mientras que en la segunda el Patrón Steve hace lo propio. El balance de dicha decisión es un… desbalance (cuac). Las canciones con más gancho y mejor estructuradas, las que quedan en la cabeza del oyente después de las primeras escuchas, son las firmadas por Adrian Smith y Bruce, pero además se erigen como los únicos momentos de ciertos matices o de vehículo para la incorporación de algunos elementos no habituales en Iron Maiden. Como muestra tenemos a “The Writing On The Wall” con una introducción acústica que da paso a un tema más cerca del hard rock que del metal con ribetes épicos. “Days Of Future Past” es otro ejemplo, con un riff y un solo de viola de Smith algo alejados de la tradición maideneana. ¿Qué decir de Harris y sus 30 minutos de música repartidos en tres canciones que ocupan el lado dos? En principio, son un compendio del centro de las críticas que suelen hacérsele (por parte de la crítica o de observadores imparciales; los fans son de los más incondicionales del orbe) al grupo en esta etapa post 2000. Canciones de una gratuita y considerable duración, que avanzan por los surcos del disco en piloto automático, cual auto por una ruta patagónica, sin curvas ni accidentes en el horizonte. Bueno, algún pocito por acá, un bache por allá, pero nada que recuerde a los inspirados e intrincados pasajes de gemas de galope largo como “Revelations” o “The Rhyme Of The Ancient Mariner”. También dicen presente las habituales intros, lentas y desabridas que sólo aportan demora (al menos “The Parchment” tiene un cambio de marcha sobre el final que ayuda a despabilarse). El Maiden de la época dorada usaba ese recurso con cuentagotas y de manera muy efectiva (“Children Of The Damned” o “Still Life”, son dos buenos ejemplos), pero en “Senjutsu” los más de dos minutos de intro de “Death Of The Celts” o “Hell On Earth” parecen demasiado.
Noelia: En una época signada por lo rápido, fugaz y efímero, Iron Maiden va a contramano y demanda paciencia: diez canciones en ochenta minutos y en las más largas, hallamos minicanciones dentro de los temas: una matrioshka de sensaciones maideneras. En el tema de apertura, “Senjutsu”, se manifiesta el sentir épico, con especial mística aportada por los arreglos de tambores japoneses. “Stratego” es Maiden, es cabalgata, es heavy metal – a esta altura, ya había comprado, porque fue el segundo adelanto. A continuación, aparece el enigmático primer adelanto “The Writing On The Wall” en el que se destaca la voz de Bruce. “Lost In A Lost World” es un viaje progresivo y psicodélico de nueve minutos que reivindica la lucha de los pueblos originarios. “Days Of The Future Past” es uno de los temas con mayúsculas, esos que vamos a querer escuchar en vivo; en él, la dupla compositiva Smith/Dickinson hipnotiza desde los primeros riffs, metal rápido y apasionante, típico del buen Maiden. La polemica la genera sin duda “The Time Machine”, arriesgada y teatral, compleja e intrincada, pero a la vez asequible, es de lo más progresivo en este álbum. “Darkest Hour” es una power ballad típica, pensada para el protagonismo del talento de Dickinson, quien nos envuelve con su sensibilidad, emotividad y crudeza. Las tres canciones que siguen y representan el final del álbum –final que dura ¡media hora!- están íntegramente compuestas por la mente maestra de Steve Harris, quien nos invita a recorrer su cosmovisión creativa. “Death Of The Celts” podría verse como un corolario a “The Clansman”, debido a su similitud estructural y temática, pero de la mitad hacia el final aparece tal vez la única sorpresa real del disco: melodías celtas, instrumentaciones complejas, una excelsa línea de bajo, guitarras armonizadas y solos memorables por la tríada de las seis cuerdas. “The Pachment” es un poco difícil de digerir por su extensión y linealidad, aunque tenga riffs simpáticos, sobre el final, Smith descolla. Por último, “Hell On Earth” cierra el disco con una lección de fineza, emoción y teatralidad.
Alejandro: Producción, sonido, estudio, contexto… todos esos elementos no valen de nada si no están acompañados de algo que Maiden siempre supo ofrecer: grandes canciones. Y si bien la calidad compositiva de los discos de la última era no está en duda, es inevitable hacer referencia a la falta de gancho de los mismos. Y eso es algo que se repite en “Senjutsu” donde se nota (sobre todo en los temas firmados por Harris) la forzada intención de darle a las canciones un aura épica: ¿cuántas vueltas son suficientes? ¿cuánto tiene que durar cada solo? ¿no podría decirse lo mismo con menos elementos? Pero aun así, el disco tiene momentos donde la llama se reaviva con algunos elementos que buscan correrse de lo esperado: la introducción acústica de “The Writing On The Wall” con ese leve toque blusero/sureño -una veta que definitivamente deberían explotar más-, el guiño al espíritu celta a la Thin Lizzy en “Death Of The Celts” y mi favorito personal “The Parchment”, un tour de force de 12 minutos con el sonido oriental a flor de piel que recuerda al “Perfect Strangers” purpleano.
Frank: Individualmente no hay mayores sorpresas: Harris es el corazón del grupo, pulsante e indestructible. La voz de Bruce, a pesar de haber tenido que lidiar muchas veces con problemas de salud en los últimos años, aquí se comporta decentemente y esa es una agradable sorpresa. Nicko McBrain no pierde ni un golpe y las tres guitarras compiten entre sí para elegir a la más bella del reino. La primera parte de “Senjutsu” es más «directa», con temas como el primer single «The Writing On The Wall» (la pieza más rock’n’roll del combo), «Stratego» o «Days Of Future Past», mientras que el segundo bloque se caracteriza por la larga suite final «Death Of The Celts» / «The Parchment» / «Hell On Earth» firmada en su totalidad por Harris. Aquí (aunque no solo en esta trilogía) hay muchos elementos que se refieren a la música progresiva (ver también «The Time Machine»), pero esto tampoco es nada nuevo.
DIAGNÓSTICO:
Hernán: Como ya dijera más arriba, si bien no tenía muchas expectativas puestas en “Senjutsu”, después de escucharlo debo decir que confirmé en parte mis presentimientos. Entiendo que Iron Maiden es ya una marca registrada, toda una institución que encontró una fórmula con la que se siente muy cómoda, una rutina de trabajo que además cuenta con la aprobación de su legión de fans, como lo prueba cada una de sus giras mundiales con estadios llenos. Sin embargo, por momentos muestran que si propusieran hacer canciones más cortas y directas, todavía serían capaces de parir esos clásicos que iban directo a la yugular. Quizás sea la hora de buscar otro productor, alguien que no le diga que sí a todo lo que diga Harris, y les aporte una mirada propia que los saque de la zona de confort. Pero son apenas consideraciones de un crítico hinchapelotas. Mientras tanto, sus acérrimos seguidores seguro estarán de parabienes.
Noelia: Con este disco la Doncella nos muestra que está lejos de su último cuarto de hora. Por el contrario, oficio, madurez y experiencia se despliegan en estos ochenta minutos que suenan a pasado, pero anclan en el presente. Suenan a pasado porque todos los elementos reconocibles de Maiden están allí; ancla en el presente porque en las canciones se siente el hambre compositivo de la banda desplegarse e ir para caminos más arriesgados, todos los gestos musicales reconocibles brindan familiaridad, sin embargo, no caen en ser una banda tributo a sí mismos, podrían hacerlo y repetir lo mismo hasta el hartazgo y les iría igual de bien, pero no, asumen riesgos, para algunos, difíciles de digerir. “Senjutsu” sintetiza la unicidad que Iron Maiden: heavy metal, melodía, grandiosidad, teatralidad y complejidad compositiva; acá Harris y compañía hacen de cada idea musical un recorrido nuevo y a la vez familiar, generando canciones más portentosas y más desafiantes, mostrándonos que Harris y Cía. y asumen riesgos para algunos, difíciles de digerir. Son los reyes, pueden hacer lo que quieran, todos sabemos nadie jamás sonará igual.
Alejandro: El paso del tiempo marca una tendencia a recluirnos en nuestra zona de confort y ya resulta obvio que pase lo que pase, Harris y Dickinson decidieron, para la última etapa de su carrera musical, seguir firmes en su idea de transformar a Iron Maiden en una doncella cada vez menos de hierro y cada vez más progresiva, dejando la magia de antaño solo para los shows en vivo. Esta característica del presente obviamente no hace mella en el hecho de que los discos siguen siendo disfrutables –aunque quizás ya no de principio a fin-y que además a nivel instrumental el sexteto sigue dando cátedra. Pero para la próxima ocasión, no sería mala idea profundizar algunos de los detalles positivos de “Senjutsu” y acomodarlos en un envase más práctico, para poder salir a correr por las colinas gritando «Up The Irons!»
Frank: En «Senjutsu», aunque con algunas digresiones fisiológicas y demasiadas repeticiones, los muchachos muestran que aún sostienen firmemente el timón de su barco y el rumbo siempre está claro en sus mentes incluso cuarenta años después de revelarse como LA banda de lo que por aquel entonces se llamaba New Wave of British Heavy Metal… Si ciertamente no se puede pedir inventos funambulescos a artistas con la barriga ahora bien llena, también es cierto que hubiera sido bueno ver a esta banda histórica echar el resto para mostrarse a sí mismos renovados, capaces de ser vistos bajo una luz realmente diferente. Sin embargo, nos guste o no, «Senjutsu» sigue siendo un buen álbum de metal. Un trabajo que no trae consigo el máximo de inspiración pero ciertamente contiene una idea musical que la banda quería expresar de manera genuina; un disco correcto en suma, que ciertamente no ofende pero que tampoco apasiona, de esos que sin duda complacerá a los más ávidos fans del grupo o del metal de la vieja escuela, pasando, mientras tanto, como la sombra por el agua para el resto del mundo.
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