PACIENTE: THE NIGHT FLIGHT ORCHESTRA-”Aeromantic II”(Nuclear Blast, 2021)

HISTORIA CLÍNICA: Podríamos decir sin temor a equivocarnos que el pintoresco septeto de Helsingborg (voz, guitarra, bajo,batería, teclados, más dos coristas estables) que hoy nos ocupa, es dentro del mundo del rock el típico ejemplo de “la joda que quedó”. Cansados de tanto rajar paredes a puro metal extremo, Björn Strid y David Andersson, cantante y guitarrista de Soilwork respectivamente, decidieron armar por el ya lejano 2007 este proyecto paralelo a su banda madre, con la intención de visitar otros destinos sonoros. Para tal fin, decidieron volver a traer a la mesa al AOR (Adult Oriented Rock), un subgénero que supo reinar a fines de los 70s y durante buena parte de los 80s, montado sobre el lomo de nombres como Boston, Journey, Foreigner o REO Speedwagon y sus ventas multiplatino.

El éxito de la movida estaba cimentado sobre una estrategia muy bien pensada: ser más accesibles para el público en general gracias a una imagen más amable a la del rockero promedio, sumado a temas con mucha melodía y gancho, con el objetivo de sonar en cuanta emisora hermana de FM Aspen rondara por el globo terráqueo. Nobleza obliga, hay que decir que el intento de los dos metaleros suecos por revivir la llama de ese rock vestido de elegante sport, les salió más que bien, ganándose el respeto aún de las huestes metaleras más recalcitrantes (los edita Nuclear Blast, sello heavy por excelencia).“Aeromantic”, primera parte de la saga, fue editado a principios del año pasado, y cuando apenas habían hecho un puñado de fechas del tour de presentación, los poco ortodoxos hábitos culinarios de un ciudadano chino, le cambiaron la agenda a toda la humanidad, los planes de TNFO incluidos.

La banda se vio obligada a cancelar la gira apenas comenzada, y para colmo de males, la mayoría de los integrantes del grupo regresaron a sus hogares con el Covid-19 a cuestas. Ante semejante panorama, y sabiendo que la cosa iba para largo, los suecos decidieron encarar la grabación de la segunda parte de “Aeromantic”, aunque después de escucharlo, sería más justo llamar a esta “parte de segunda”.

Dándole play al disco, tenemos desde el arranque un indicio de que las cosas no iban a ser como se esperaban. Lejos de esos comienzos bien arriba a los que nos tienen acostumbrados en sus trabajos anteriores, “Violent Indigo” poco honor le hace al adjetivo que lleva en su título. La canción es apenas un ejemplo de AOR genérico, bien hecho pero un tanto desabrido. Lamentablemente, la misma tónica se sucede a lo largo de toda la placa, perdiendo esa sapiencia que siempre tuvo el grupo para elegir el orden de los temas, mechando momentos de intensidad con otros más pegadizos o para fatigar la pista de baile.

Del primer lote de composiciones, asoma un poco la cabeza “Burn for Me”, que nos recuerda la reconocida capacidad que siempre tuvo TNFO  para hacernos mover el piecito. En “Chardonnay Nights” sobrevuela (un verbo que le va como anillo al dedo al grupo), el fantasma de Survivor en la intro, para luego dar paso a una línea de bajo casi disco. Los teclados de “Change” recuerdan al Genesis popero, ese que se había convertido en trío y tenía a Phil Collins como líder absoluto. “I Will Try”, en cambio si trae una novedad, con la banda abrazando al pop ochentero de una manera tan rotunda como nunca antes, haciéndolo con mucha solvencia y poniendo un poco de aire fresco dónde no sobra.Los cuatro temas que restan hasta el cierre del álbum son la confirmación de que la banda parece haberse desprendido por completo, al menos en este trabajo, de su costado más hard rock, que tan bien sabían mechar con cosas más bailables o digeribles.

DIAGNÓSTICO: Tan lejos del bochorno como de la gloria de sus mejores momentos, estos amantes de la aeronavegación hecha banda, nos ofrecen un disco correcto, sin reproches en la ejecución ni en los rubros técnicos, pero no del todo feliz en cuanto a composición e ideas. Esperemos que el modo piloto automático en el que parecen estar surcando el firmamento musical entre en futuras turbulencias, que le devuelvan al vuelo algo de la excitación y la adrenalina perdidas.

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