PACIENTE: WEEZER – “OK Human” / “Van Weezer” (Geffen, 2021)

HISTORIA CLÍNICA: Pongamos las cosas en contexto: 2020 fue un año que marcó –para bien o para mal- a toda persona que habita el planeta tierra. Modificó la forma de ver las cosas, de hacerlas; redefinió tradiciones y forzó a cada quien a darle una vuelta de tuerca a lo que sea que se viniera haciendo. La música no estuvo exenta de todo esto, logrando que artistas canalizaran de forma creativa, aunque con resultados dispares, todo lo que la pandemia provocó y aún provoca en ellos. Ahora bien, Rivers Cuomo nunca tuvo dificultades para ser un compositor prolífico y editar su música siempre y cuando su estabilidad emocional se lo permitiera; por lo que Weezer, su banda de toda la vida, ha gozado de momentos gloriosos y de bajofondos incómodos pero siempre logrando sostener su identidad musical. A fines del 2019 el grupo anunció el “Hella Mega Tour” que como su nombre lo indica se trataría de una gira mundial de gran envergadura junto a Green Day y Fall Out Boy con shows de estadios donde los grupos alternarían escenarios interactuando entre ellos, y donde presentarían el flamante “Van Weezer”, opus repleto de guiños al hard rock de los 80 pensado para rememorar la atmósfera divertida y tribunera de esa década. Todo en orden hasta aquí y el objetivo en la mira: preparados, listos… ¡pandemia!

Con todo pospuesto por tiempo indefinido y con el álbum casi en las prensas de edición, Cuomo decidió cajonear el proyecto dado que no lograría transmitir ninguna de las intenciones para las que fue escrito. Lejos de deprimirse, el diminuto vocalista utilizó la frustración como aliada y se embarcó en la composición de un nuevo disco al que anticipó como “diferente”. Y vaya que lo fue. El resultado fue “OK Human”, editado en marzo de este año y ya desde el titulo se puede leer el guiño a los británicos Radiohead y su magnífico “OK Computer” lanzado allá por el 1997. Para sorpresa de nadie no se parecen en nada, salvo en representar un punto de quiebre en su discografía animándose a romper estereotipos y  permitiéndose experimentar nuevas sonoridades.

Bajo la lupa de Jake Sinclair, el álbum refleja un lado despojado, humano e íntimo del grupo que deja de lado su sonido a base de guitarras, distorsiones y solos coreables. Solo persiste el gusto por las melodías trabajadas y, a diferencia de lo esperado y las muecas de confusión, cumple con creces. Mucha introspección, líricas profundas y matices varios adornados por una instrumentación orquestal basada en el piano junto con arreglos de violines, cellos, y secciones de viento a cargo de 38 músicos que se congregaron en los estudios Abbey Road para brindar la atmósfera que el álbum necesitaba. Las canciones se suceden como una sesión de terapia, casi con un hilo conductor en la vida de Cuomo y gracias a su corta duración (30 minutos y monedas), destacándose “Allo Gobi”, “Grapes Of Wrath” y “Numbers”. Quizás como influencia directa del cantante o por el lugar donde fue grabado, sobrevuela una vibra Beatle en varios de los tracks, encontrando en “Here Comes The Rain” y “Bird With a Broken Wing”, un paralelo notorio con el sonido de los Fab Four.

Al unísono de la edición de “OK Human” se anunció el postergado lanzamiento de “Van Weezer”, más allá de poder o no presentarlo en vivo ante grandes audiencias. Como es de esperar, el contraste es notorio: los climas, la búsqueda y la introspección quedaron confinadas a un momento puntual. Acá hay desborde -del bueno y del malo -por donde se lo vea. El sonido patentado de pop ganchero híper melódico se inyecta de clichés y estructuras rockeras, todo es alegría, exuberancia y explosión. Y como el disco previo parafraseaba a la banda de Thom Yorke, éste lo hace con los hermanos Van Halen y la pirotecnia guitarrística cuasi pornográfica de Eddie.

Nadie dudará de la calidad de himnos en temas como “Hero” y “The End of the Game” y “I Need Some of That” –que seguramente resultarán piezas obligatorias en los shows en vivo de la banda de aquí en mas- y que la obra resulta divertida y pomposa, pero (siempre parece haber uno en los discos de ellos) no termina de entenderse cuánto hay de homenaje, cuánto de mersada y cuanto de la promesa de ser un álbum de “hard rock shockeante”… Si bien “Van Weezer” efectivamente representa su disco más guitarrero no se aleja mucho de lo hecho anteriormente en álbumes como “Maladroit” o su “Blue Album” y algunos de los guiños antes mencionados desentonan un poco (en “I Need…” se escuchan melodías de la banda Asia y su tema “Heat of the Moment” y “Don’t Fear the Reaper» de Blue Öyster Cult, mientras que “Blue Dream” es lisa y llanamente una reinterpretación de “Crazy Train” de Ozzy Osbourne, con diferente letra). El sonido tampoco ayuda demasiado ya que abunda la sobreproducción musical actual y no de los ochentas, por lo que de momentos pareciera una versión metalera de «High School Musical» o el soundtrack de «Stranger Things». Irónicamente, uno de los puntos más altos del disco es su track acústico final, “Precious Metal Girl”, donde con una bella melodía y una simpática letra nos hace acordar a la hermosa “Butterfly” de su disco “Pinkerton”.

DIAGNÓSTICO: Siempre es para aplaudir que una banda sea prolífica y encuentre motivaciones para hacer nueva música y más aun que edite dos discos seguidos como a la vieja usanza setentera, pero tampoco podemos esperar que sean joyas absolutas en tiempos donde reinventarse es difícil. En esta ocasión gana holgado “OK Human” debido a resultar una patada en el tablero y una apuesta, al menos, novedosa por parte del grupo. “Van Weezer” funciona como su antítesis o un reflejo distorsionado de un mismo compositor en sus altibajos emocionales y seguramente habrá que esperar si el esfuerzo se completa con la puesta en escena o si solo resultó un capricho autoindulgente de  Rivers Cuomo… En fin, tomalo o dejalo, como a Weezer en general.

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