Las bombas llovieron una vez más en Londres el 27 de octubre de 1979. Afortunadamente, esta vez no fueron arrojadas por la temible Luftwaffe alemana de la Segunda Guerra Mundial, sino por los tres hooligans de pelo largo y mirada salvaje que componían Motörhead, armados con su tercer álbum de estudio, «Bomber», que aquel día de hace 41 años despegaba para entrar en la leyenda del rock and roll. Ajústense los cinturones y lean su historia.
Apenas habían pasado seis meses desde que Motorhead presentó su poderoso segundo disco, «Overkill», que impulsó al trío rockero a una rápida carrera ascendente, la cual de algún modo reflejó los ritmos acelerados que mostraba la mayoría de sus canciones. Esto en marcado contraste con los tres o cuatro años previos a 1979, cuando los eventos se habían movido a paso de tortuga para la banda, casi deteniéndose del todo en algunos momentos.
FUERA BOMBAS. De hecho, desde 1975 el líder de Motorhead, Ian ‘Lemmy’ Kilmister, había estado luchando para establecer su proyecto musical post-Hawkwind: primero prescindiendo de Larry Wallis y Lucas Fox, los guitarristas originales de Motörhead, para que el guitarrista «Fast» Eddie Clarke y el baterista Phil «Philthy Animal» Taylor pudieran compartir junto a él la existencia ignominiosa de su incipiente banda, caracterizada por shows de escasa concurrencia en bares y pubs, vivir como squatters (okupas) y, en general, morirse de hambre por su arte… A pesar de estas dificultades persistentes, Motörhead logró sobrevivir lo suficiente como para lanzar su debut homónimo. Después de los sólidos resultados de «Overkill», la confianza de Lemmy, Eddie y Philthy había sido puesta a prueba hasta tal punto que ni siquiera los críticos que los proclamaron «la peor banda del mundo» pudieron evitar que Motorhead alcanzara el número 12 en el Reino Unido con «Bomber».
EL PRINCIPIO ESTÁ AL FINAL. El disco contenía tanta munición musical como su predecesor. Lo más destacado fue su canción principal -inspirada en la novela bélica homónima de Len Deighton– que rápidamente se elevó en el Top 40 del Reino Unido y se convirtió en un elemento básico de los shows en los años venideros. Curiosamente, para escucharla, los fans tenían que navegar por un campo de batalla aéreo lleno de hitazos del grupo como «Sharpshooter», «Poison» y «Stone Dead Forever», porque la canción estaba… en el último lugar del lado 2 del vinilo (!).
CLARKE, EL VOCALISTA DISCONFORME. Aún más intrigante es el hecho de que no todas las canciones de «Bomber» volaban a su ritmo característico e imparable. Este tiene más temas lentos que casi cualquier otro LP que hayan hecho desde entonces, incluyendo «Lawman», «Sweet Revenge» y «Step Down», tema este último que -otro hecho inusual- muestra a Clarke como voz principal (!!). Según Lemmy, «[Clarke] había estado quejándose de que yo estaba recibiendo toda la atención, pero él no haría nada al respecto. Me pudrí de oírlo quejarse, así que le dije: ‘Bueno, vas a cantar una maldita canción en este álbum’… no le gustó el resultado, pero realmente, Eddie era un buen cantante».
BOMBARDEO DE PROBLEMAS. Lo que los oyentes no podían adivinar en base a estos resultados ganadores es que las apresuradas sesiones de grabación de «Bomber» habían estado llenas de desafíos, sobre todo la creciente presión para grabar este álbum con el productor Jimmy Miller (famoso por su trabajo con los Rolling Stones), cuyos constantes problemas con las drogas lo volvieron poco confiable y a menudo inhallable (su adicción de hecho inspiró el primer tema anti-heroína del grupo, «Dead Men Tell No Tales»). Fue en estas condiciones que el grupo entró a los Roundhouse Studios en Londres (hubo una grabación adicional en los Olympic Studios, cabe destacar) para grabar los temas, que tuvieron a Lemmy en su momento más feroz, dándole duro a la policía en «Lawman», al matrimonio y al padre que abandonó a él y su madre en «Poison», a la televisión en «Talking Head» y al negocio del espectáculo en «All The Aces».
UN MOTÖRHEAD DE ALTO VUELO. Este álbum es además el primero en mostrar una foto de la banda en la portada, donde los tres miembros aparecen dentro de un bombardero. La idea original fue de Lemmy, mientras que el arte estuvo a cargo del ilustrador Adrian Chesterman. Fascinado por las insignias militares, Lemmy insistió en que el avión fuera alemán: «Los malos hacen la mejor mierda», sostenía. Por su parte, Chesterman recuerda: “Les sugerí el avión Heinkel. Querían un efecto fotorrealista, así que diseñé todo con la bomba separada que ves venir hacia vos». La técnica usada fue simple pero tuvo sus bemoles: “Trabajé con aerógrafo en blanco y negro, que luego teñiría”, agrega. “Es por eso que mi trabajo se veía muy oscuro. Para conseguir la iluminación correcta, compré un pequeño kit Airfix, la maqueta de un Heinkel 111, la armé y la rocié de negro». Luego tomó fotos para obtener el reflejo lumínico que se aprecia debajo del avión: «Cuando trabajás de manera realista, tenés que tener una referencia realista». Chesterman tomó la llamada el viernes y se reunió con la banda al día siguiente.
ENTREGA POR VÍA AÉREA. El tema es que la banda quería el arte de tapa… volando. “Querían el arte en una semana”, se ríe Chesterman, evocando aquellos momentos. “Sugerí reunirnos al mediodía. Creo que no estaban acostumbrados a levantarse tan temprano, porque todos parecían decididamente gruñones. Phil vino con una lata de cerveza en la mano. Había un espacio tan pequeño en el avión que tuve que tomar fotos tamaño pasaporte, que recorté y pinté. Tuve que pedirles que gruñeran y actuaran como si estuvieran disparando ametralladoras. Lemmy frunce el labio. Y Phil tenía esa expresión de forma permanente». A pesar de que Clarke estaba «un poco enojado» por su «cabello de nena», al resto de Motörhead le encantaron los resultados. El efecto fue completado por el Snaggletooth cromado al costado del avión. Tal fue el impacto de la tapa que la banda insistió en tener un efecto especial de iluminación para la gira: una enorme réplica de un avión Heinkel lleno de spots lumínicos que se movía de un lado a otro sobre el escenario.
Con todo y contra todo, Motörhead entregó un «Bomber» con una combinación tan explosiva de practicidad y emoción que se convertiría en su sello distintivo, y en los próximos años verían su carrera que alguna vez estuvo en peligro de extinción emprender un ascenso a toda velocidad a las alturas enrarecidas de los inimitables «Ace Of Spades» de 1980 y el inolvidable álbum en vivo que alcanzó el primer puesto en el Reino Unido, es decir «No Sleep ‘til Hammersmith».
Periodista especializado en artes, espectáculos, gastronomía y cultura pop. Co-fundador de las revistas argentinas Riff Raff (entre 1985-86) y Madhouse desde 1989 hasta 2001. Director del primer fanzine de habla hispana dedicado a Kiss y autor junto a Carlos Parise del libro «Heavy Metal Argentino» (1993).