FINAL WORLD TOUR – Slayer en el Luna Park, 29/9/2019

Todo tiene un final, todo termina: Slayer se está despidiendo de los escenarios con un tour mundial y en su paso por Argentina, MADHOUSE no podía perdérselo. A falta de un cronista (para evitar discusiones con golpes de puño y uso de armas blancas), la redacción resolvió enviar dos para que pacten un (des)acuerdo acerca de lo vivido en la cálida noche en el Luna Park… Nicolás Arroyo y Matías Sosa vivieron juntos el show y debatieron largo y tendido sobre el asunto en un amigable diálogo, no exento de visión crítica. La cosa fue más o menos así.

– ¡Nico! ¿Cómo estás?

-¡Mati! Todo bien, ¿y vos?

Todo en orden…

(Silencio incómodo)Se corren rumores acerca del por qué nos encontramos hoy acá.

-Si, lo sé. Hoy era nuestra última oportunidad. Yo ya no aguantaba más.

-Yo tampoco.

(Silencio incómodo nuevamente)

(A coro) ¡¡¡No podíamos perdernos la despedida de SLAYER!!! (Risas cómplices y onomatopeyas, pedorretas y trompetillas varias para llenar el silencio incómodo)

-Bueno, querido, el domingo caluroso de la capital fue un marco ideal para calentar motores en el que sería el último show de Slayer por nuestras tierras. Desde temprano dijimos presente para vivir la…

-(Interrumpiendo) Pará, pará… ¿Hace falta toda esta introducción para refrescar lo mismo que hicieron casi todos los presentes en el show?

-(Dudando) Emm… bueno, es una forma de crear clima, Nicolás…

-(Tajante) Vamos a lo importante, Mati: Slayer se despide de la música, ¿entendés? No más riffs asesinos, ni solos chirriantes, ni gritos que te hielan la sangre… No más climas ni agresividad a mansalva. ¿Qué te genera eso?

– Creo que es un grupo con mucha trayectoria, que llega a su fin con mucha dignidad y manteniendo la calidad de un show en vivo, con la gran responsabilidad que significa eso en la reputación de la banda. ¿O no?

-A ver… personalmente creo que Slayer se merecía despedirse después de tantos años de una carrera pareja y con muy pocos baches. Ahora, los últimos años de la banda fueron medio complicados, primero por la muerte de Jeff Hanneman -uno de sus motores-, después la salida en malos términos de Dave Lombardo y finalmente la edición de “Repentless”, un disco flojísimo. Digamos que esta despedida llega con la carrocería remendada.

A Walter Meza se le pelaron los cables. Por lo menos el que le asoma detras de la cabeza

HORCAS Y UNA NOCHE SIN CLÁSICOS

-(Conciliador) Veo que te ponés vehemente y además te estás agitando. Calmate, por favor.

-Bueno, sí, mejor bajo un poco. Retomemos… la apertura del show estuvo a cargo de Horcas. ¿Cómo los escuchaste?

-El sonido no los ayudó y toda la fuerza que intentó desplegar la banda eligiendo su repertorio más pesado se perdió en un caos que retumbaba por el recinto. Ni siquiera las arengas de Meza se entendían, más allá de alguna que otra puteada. Le pusieron ganas y no tocaron ningún clásico.

– Durante el show Walter Meza dijo “Somos una banda que está por cumplir 30 años”… sin embargo, no tocaron ni una sola canción de la era Civile, lo cual me pareció un tanto desacertado.

Horcas: 30 años festejados sin clásicos

-Otro tema, la gente. ¿Qué te pareció la gente? El espectador promedio.

-Y… (Piensa) Mucha gente grande, que tenía pinta de haberlos visto en otras oportunidades y que quería cerrar la historia con la banda que tanto headbanging le regaló. El fan de Slayer sabía qué iba a encontrar en el Luna: un show sin respiro, con pocas palabrs entre tema y tema, brutalidad e intensidad furiosa. Lo de siempre y que tan bien les sale.

-(Exaltado) ¿¿A qué recital fuiste?? Creo que hubo una mezcla generacional, mucha gente que los sigue hace años y muchos otros que también los fueron a ver por primera y última vez.

-OK, OK… (Entre dientes) Si estaba Do Carmo esto no pasaba…

-(Con un tic nervioso en el ojo izquierdo) ¿¡Cómo!? ¿Qué dijiste? Te escuché.

-Digo que Do Carmo no pasaba por acá, que iba directo al campo. ¿Y la lista de temas, Nico? ¿Qué me contás?…

– (Ligeramente más calmo) La lista fue buena; incluyeron algunas gemas como «Evil Has No Boundaries» o «Gemini» pero para serte sincero, ya que era la última gira me hubiese gustado que tocaran temas como «Bloodline», “Point» o «New Faith» que de yapa son todos de la era con Paul Bostaph, pero bueno, siempre es gratificante escucharlos tocar «Chemical Warfare», «Born To Fire», «Black Magic» o grandes clásicos como «South Of Heaven», «Seasons In The Abyss” y «Angel Of Death».

-¿Vos notaste algún cambio respecto a las otras veces que nos visitaron?

-Sí, estaba Gary Holt y Araya se recortó la barba. Pero más allá de eso, se manejan con un setlist bastante similar a shows de antaño. Nunca pueden faltar bombazos como «War Ensemble», «Mandatory Suicide», «Raining Blood» y su riff corerado por los presentes, «Hell Awaits» y esa intro demoníaca como pocas y claro, «Dead Skin Mask». Sumale algún tema más nuevo que la rompe, alguna que otra perlita como «Payback» o «Disciple» y listo. Sin bises ni demagogia barata. Acá no hay amagues con remeras de Argentina ni bombos marcando los coreos de la gente. Es Slayer.

Kerry King y un percance músico-capilar: «¡Otra vez me enredé la barba con las cuerdas, mecachendié!»

NOISE AWAITS

-El sonido estuvo en volumen 14 y poco nítido, una excepción en el Luna Park. ¿Concordás conmigo?

-¿Eh? (Destapándose el oído con una sopapa). Ah, sí. Uno de los puntos negativos -a gusto personal- fue el exceso de volumen, al menos desde donde estábamos ubicados nosotros era casi una bola de ruido, me costaba identificar canciones que vengo escuchando hace 20 años. Entiendo que Slayer es una banda que siempre sonó fuerte, aunqe en otras visitas -incluyendo la del 2011 en el mismo recinto- el volumen fue fuerte pero claro, esa fue la diferencia. La verdad, me fui con un sabor amargo por ese motivo.

-Se te notó quejón a lo largo del show, y más allá de tu avanzada edad (Esquiva un manotazo de Nico), te quería preguntar por qué…

-Porque el sonido opacó todo lo bueno de un show de Slayer. Hablando con otra gente me aseguraron que desde el campo se escuchaba bien, pero el Luna Park suele tener buena acústica desde cualquier ubicación y esta fue la excepción a la regla. Creo que una de las postales inolvidables de la noche fue ver a Tom Araya quedarse durante casi diez minutos solo y en silencio en el escenario tras la última canción… Me pareció un gesto necesario y sentido, pero investigando un poco, es algo que viene haciendo en cada recital de la gira. Y creo que es una imagen fuerte, porque es el adiós para siempre de los escenarios. Me hubiese encantado saber qué estaba pensando Araya en ese momento.

«¿Por qué soy el único que sale en tono sepia?», se pregunta un azorado Gary Holt

-Es cierto eso, me pasó igual. Pero bueno, la magia de Slayer sigue intacta. Se retiran en el momento justo, todavía sonando brutales y ajustadísimos tras 38 años de trayectoria. No es poco. Nos quedan los discos y los recuerdos como dos viejos chotos. Más no podemos pedir.

-Bueno, sí: que la gira despedida fuera con Lombardo y Hanneman.

-Hubiese sido la gloria (Guiño cómplice)           

-(Suspira. Mira el reloj como al descuido) Bueno… hora de irse, compañero.

-Si, ya me voy a ir yendo. Al final no fue tan catastrófico ¿viste?

– Seeeh… (Murmura) Con Do Carmo esto no pasaba…

-(Da un respingo) ¿¿Cómo?? Te escuché, eh…

-(Sin inmutarse) Digo que Do Carmo dijo que por ahí pasaba… ¡y ahí viene con Noro! (Risas nerviosas)

Y ahí nomás nos fuimos a ahogar penas y festejar por igual que la música nos siga dando tantos momentos interesantes. Fue más lo que quedó afuera que lo expresado en estas líneas, pero eso ya será motivo de los especiales de fin de año, plagados de furcios y bloopers. Así pasó y así se los contamos. ¡Hasta la próxima MADHOUSE aventura!

Fotos: Florencia Giuliana

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