PACIENTE: MASSACRE «9» (DISCOS POPART, 2024)

HISTORIA CLÍNICA: Según el mismísimo Walas, «9» es el álbum más ambicioso de Massacre porque se grabó y produjo en estudios distintos entre Buenos Aires y Texas y fue el que más dinero costó. Esta placa comenzó a anticiparse en 2021 con la edición del single «Mariposa», primer adelanto de un disco que después de tres años, y a nueve de su anterior trabajo de estudio, «Biblia Ovni» (2015), finalmente vio la luz.

Diferentes maneras, diferentes preguntas. ¿Cuánto pesan casi 40 años de carrera a la hora de encarar un nuevo álbum? ¿Cómo se da por terminado un proyecto que se extiende tanto? ¿Cómo se hace para reinventarse y estar a la altura a la vez? (¿Qué significa exactamente reinventarse? ¿Es obligatorio?) ¿Cómo se le da forma a un LP tan variopinto, laburado en distintos espacios y tiempos, con varios productores?

Nuevo día. La diversidad de «9» se nota en los tonos, los climas y las texturas que atraviesan sus canciones. Las colaboraciones de Santiago Motorizado, “Goyo” (Bandalos Chinos), Vicentico, Tori Carrera, Gillespi y Sebastián Schachtel suman mucho para un álbum en el que, más allá de la pluralidad de invitados, la banda vuelve a dar la talla con su propia amplitud musical en una nueva colección de canciones que combinan psicodelia, indie rock y hasta coqueteos pop.

El futuro de ayer. «La máquina del tiempo» abre «9» con brillo y potencia, ésta e «Insomnio» resuenan a algunos temas de «Aerial» (1998) y muestran el costado más pop de Massacre. En el primero, Walas aborda la que sin dudas es una de sus grandes obsesiones: el tiempo. El chico que acusaba, “tanto tiempo y todo para vos”, años después se preguntaba si iba a destiempo y en algún momento propuso apagar “ese reloj de mierda”, ahora necesita una máquina del tiempo. La máquina trae un eco de «Canción de las muñecas», oscura y exótica canción de la era de Massacre Palestina. La muñeca que entonces faltaba, 37 años después, sigue faltando y ya no se nombra.

Niños terribles. El LP se divide en 3 episodios de 3 canciones (no consecutivas) cada uno: Gustavo Santaolalla produjo el primero, Héctor Castillo, el segundo y Fico Piskorz, guitarrista del grupo, el tercero. En este sentido, Walas considera que el disco es como un tríptico compuesto por tres maxi-singles. Los distintos registros de cada episodio conviven bien; temas como «La Cita» y «Ella Va», producidos por Castillo, traen riffs densos que parecían haber dejado a principios de los 90s, sobre todo el primero, que con un poderosísimo sonido de bajo y colchones de guitarras remite a temas como «Cae El Muro» o «Resuena Mi Niñez».

Somos tan intensos. Decir una canción lo tiene todo quizás es mucho; mejor decir que «Mariposa» tiene un montón: batería downtempo, guitarras acústicas, atmósferas, psicodelia, slides, un solo hermoso y los coros de Tori que dialogan con Walas en una de sus mejores letras. En cambio «Riesgo», también producida por Santaolalla, es más aparatosa aunque en el buen sentido; entre máquinas, programaciones y mucha distorsión, este rock sónico puede recordar al sonido de los New Order de «Get Ready» (2001).

La última primavera. Las más melancólicas van en primera persona y con guitarras acústicas. «Medusa Lunar» tiene un sonido despojado, que va flotando entre bongós, sintetizadores y escobillas para ir creciendo hasta convertirse en una de las piezas más emotivas del disco. Mención aparte para el dueto entre Walas y Vicentico, que resulta todo un hallazgo. En una tónica similar, «Viaje Astral» cierra el disco con un estilo que recuerda a REM, banda ya homenajeada por Massacre, y con un riff que flota y termina en el mismo acorde que comienza.

DIAGNÓSTICO: Describir a Massacre, definirlos, hablar de géneros o comparaciones, es raro. Es una de esas bandas incunables, para usar una de las palabras cantadas en «9». «Massacre es compra, venta y canje», ha dicho alguna vez el carismático cantante del grupo sobre uno de los tantos escenarios que pisaron. Lugares comunes, como el título de la canción «Bajo La Alfombra», dentro de la narrativa de Massacre, se resignifican. ¿Psicodelia? ¿Realismo mágico? El sonido de «9» tiene elementos del pasado de Massacre pero con herramientas que el grupo antes no tenía… Walas como letrista maneja varios registros: puede ser provocador, enigmático o juguetón, frases como «tan descalza nunca la vi», «mi intención es casi siempre buena» o «¡morís del todo!», por nombrar solo algunas, tienen su marca registrada. La propia tapa del disco es un juego, y quizás este ta te tí sea un mensaje en sí mismo, porque en el recuadro donde está el 9 (que también significa «nuevo», en lenguaje inclusivo), hubiera correspondido una X. ¿Entonces qué pasó? ¿Alguien gana? ¿Alguien pierde? Quizás la idea sea repensar este juego, que se juega de a dos… o jugar a otra cosa.

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