“LA CULTURA SKINHEAD ANTIFASCISTA: DE JAMAICA A BUENOS AIRES” por Matías Gatica (Editorial Corazón de Perrx, 2022, 185 págs)

Escribir un libro sobre un movimiento musical desde una impronta socio histórica no es tarea fácil. Encuadrar un concepto actual con la correspondencia de los hechos basados en información de primera mano también lo es, en especial teniendo en cuenta lo dificultoso de la encomienda debido a tratarse de un subgénero no muy difundido en nuestro país, o, al menos, conocido solo por una facción del mismo, así como la prensa amarillista que (des)informa subjetivamente, se suma también el hecho de no contar suficiente  documentación fidedigna previa.

El trabajo de Matias Gatica tiene el mérito y la (complicada) funciòn de dar el puntapié inicial sobre un movimiento cultural interesante como lo es el Club Social y Deportivo La Cultura Del Barrio; un rara avis dentro del entramado ideológico de nuestro país al tratarse de un colectivo que nuclea el deporte, la música, el arte y la libertad de expresión, y un sitio de pertenencia que parte de una pluralidad inclusiva desde un tiempo en que esos conceptos parecían antagonismos irreconciliables.

Quizás como producto de la crisis de principio de siglo en busca de alternativas novedosas, LCDB reunió diversidades y las dotó de una tolerancia impensada en el imaginario nacional y, justamente por este motivo, resulte difícil de englobar en un estrato músico-cultural como el movimiento Skinhead per se, con una historia tan diversa como particular.

A modo de documento histórico (de hecho, fue la tesina de grado de Gatica en su Licenciatura de Historia en el Instituto Joaquín V. González) “La Cultura…” deviene un híbrido equilibrado entre una temática de interés para el autor y un registro académico pensado para presentarlo ante un lector neutro alejado y con cierto desconocimiento de un subgénero musical no masivo.

Tomando como parámetro libros clásicos del tema tales como el “Spirit of 69: a Skinhead Bible” o “Skinhead Nation” de George Marshall, la tarea del autor de replicar retrospectivamente esos estudios de época por momentos brilla de lucidez y en otros lucha por documentar con oficio de historiador los datos informales disponibles sobre la escena Skinhead en argentina.

De la correcta e inclusiva mirada actual sostenida por LCDB en la actualidad hasta los orígenes neofascistas del movimiento allá por la convulsionada década del 80, Gatica logra realizar un paneo histórico interesante donde pueden observarse los cambios atravesados en casi cuarenta años del movimiento y sus vicisitudes. Por momentos con rigor de crónica detallada y por otros con ese recurso definido por Beatriz Salvo como “la fetichización de la verdad testimonial” que presenta dificultades a la hora de documentar una secuencia narrativa dado que resulta interesante pero subjetiva y complicada si de información contrastable se refiere.

Quizá se eche en falta un glosario detallado de bandas, ediciones y material disponible para toda persona interesada en ahondar aquello que el libro detalla, así como también el aporte de recortes periodísticos o mayor memorabilia de época que retrate gráficamente las andanzas de aquellos precursores que cargaron con la responsabilidad, para bien o para mal, de resignificar un movimiento social foráneo en tierras argentinas.

No obstante, el libro aporta visibilidad a hechos interesantes de la última década en relación a la gesta del ideario antifascista, a situaciones vividas por el club y la reivindicacion de su imaginario con fuerza redoblada, hecho que seguramente se potenciará con el próximo estreno del documental sobre el LCDB  –”L.C.D.B: El Documental”, de Gastón Marín– y que  ambos servirán como material de consulta para fieles e incautos de generaciones futuras acerca de lo diverso, multicultural e inclusivo de un movimiento que se gestó en Jamaica y consolidó en el Reino Unido allá a fines de los años 60 y continúa firme a miles de kilometros en tierras del cono sur, tras esquivar aludes de desinformación mediática, mixturas y mala fama social debido a algunos tabloides amarillistas que les dieron prensa a  una minoría violenta y displicente que malinterpretó las bases de una cultura y redujeron su representación a una lectura que pretendía, justamente, todo lo contrario.

Autogestiva y valiente, la obra prima de Gatica cumple con creces la tarea de echar luz sobre una subcultura que se consolidó como un crisol de influencias emergentes y con un presente promisorio que se presenta como un estandarte de valores en un país que hizo de las dicotomías y las rivalidades un deporte nacional. No obstante, sería de suma utilidad que en futuras ediciones se amplíe la información con una mayor documentación gráfica como ya se ha visto en publicaciones afines sobre el movimiento punk, ska y reggae de nuestro país.

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