PACIENTE: ME AND THAT MAN – ”New Man, New Songs, Same Shits, Vol.2” (Napalm Records/2021)

HISTORIA CLÍNICA: Vení que te cuento, querido amigo o amiga centennial: si creías que el vínculo de la música con Lucifer es propiedad intelectual del black metal, o -yendo bastante más atrás- de Black Sabbath, lamento decirte que estás equivocado. Ya en el medioevo se hablaba del dichoso “Tritono del Diablo”, como el mal encarnado hecho sonido. A principios del siglo XX, ritmos como el primigenio rock and roll y el blues despertaron la ira de la norteamérica blanca, anglosajona y protestante.

Adam Darski, también conocido como Nergal, es el mentor y líder de esa máquina blackmetalera llamada Behemoth, amén (si se me permite el término) de haber sido siempre portavoz de una fuerte oposición al espíritu ultracatólico y conservador de su Polonia natal, abrazando una propuesta siempre teñida por lo demoníaco. Me And That Man surgió como un proyecto alternativo del cantante y guitarrista, buscando adentrarse en ritmos diferentes a la propuesta extrema de su banda principal, pero manteniendo en cuanto a temática su vocación por lo oscuro, pero de una manera diferente. Para ello dejó atrás el legado del esoterista británico Aleister Crowley y el satanismo secular, a fin de recorrer los caminos de la Norteamérica profunda y redneck, como si se tratase de un viaje hacia esos cruces de caminos en los que los que según cuenta la leyenda, el guitarrista Robert Johnson entregaba su alma al maligno a cambio de la gloria.. No sólo fantasmas bluseros habitan en el sonido de MATM. Con sus sombreros e indumentaria propias de un far west del averno, la banda nos lleva de paseo por caminos siniestros. El country sombrío y rutero a la Johnny Cash, el gospel y hasta el rockabilly son ingredientes del sonido del grupo, sin perder esa oscuridad y energía que son marca registrada de su líder.

Como ocurriese con su anterior trabajo, “New Man, Same Songs, Same Shit, Vol.1” (2020), Darski recurrió a una extensa galería de invitados ilustres. Sería largo nombrarlos a todos (al final de este DISCOANÁLISIS, en el link de Spotify, tenés el listado completo), pero es necesario decir que la mayoría son músicos que pertenecen al amplio mundo del metal y afines, cuyas intervenciones sorprenden por el solvente desempeño que muestran en la mayoría de los casos a la hora de incursionar en estilos que les son ajenos. En ese sentido, Darski vuelve a sorprender por su talento para elegir a cada intérprete de acuerdo con la vibra que quiere darle a cada canción, lo que nos hace pensar que el pope de Behemoth podría desarrollar una promisoria carrera como productor, si quisiera.

Por lo dicho, la placa está llena de sorpresas. ¿Sos capaz de imaginarte a Blaze Bayley, ex vocalista de Iron Maiden, rompiéndola con un blues como “All Hope has Gone”? ¿Y si te digo que las violas están a cargo de Gary Holt (Exodus/Slayer) y Mantas (Venom)? .Bueno, acá lo tenés. Pero hay más. En “Under the Spell”, nos topamos con un tal Mary Goore, que no es otro que Papa Emeritus/Tobías Forge de Ghost, quien tuvo que apelar a su anterior seudónimo para poder aparecer en el disco por cuestiones contractuales. Los fans de Ulver estarán de parabienes cuando se encuentren con que el multifacético Kristoffer Rygs pone su voz para “Witches Don’t Fall in Love”, quizás el tema más logrado del álbum. En “Losing My Blood” encontramos otra alianza improbable: Tenemos a Chris Holmes de WASP en las seis cuerdas y a Abbath en “voces”, quien pese a hacer todo lo posible para arruinar la canción, no lo logra gracias a que también participa Frank Vollman, cantante de Frank The Baptist, que con una performance muy Glenn Danzig salva las papas del fuego. “Silver Halide Echoes” trae más novedades, mostrándonos a Randy Blythe cantando con toda la onda un country rock alejadísimo de los berridos que son su marca registrada en Lamb Of God. Las voces femeninas dicen presente de la mano de Myrkur (“Angel of Light”) y Alissa White-Gluz de Arch Enemy (“Goodbye”), cuyas gargantas aportan color y matices a la escucha del álbum.

DIAGNÓSTICO: Nergal lo hizo de nuevo, lanzando con apenas un año de diferencia una saga discográfica digna del volumen anterior, el cual fue recibido por la crítica como uno de los mejores discos del 2020. En otra vena estilística, y con una estética diferente a la de Behemoth, logró encarar otro proyecto que no sólo cuida lo sonoro, también encuentra una estética propia, un concepto integral que incluye música, imagen y contenidos muy cuidados. Un artista integral el hombre, como pocos en la escena actual.

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