Nicke y su Armada Sueca nos demuestran lo vigentes que se encuentran en una época donde el rock clásico viene pidiendo el cambio.

PACIENTE: THE HELLACOPTERS – «Eyes of Oblivion” (Nuclear Blast, 2022)

HISTORIA CLÍNICA: Tras un hiato por tiempo indefinido, la pérdida de un integrante tan importante como Robert “Strings” Dahlqvist y el alejamiento del bajista Kenny, pocos esperábamos el regreso de Hellacopters. Nicke ocupado con Imperial State Electric y Lucifer tenía, al menos de momento, la agenda completa. Pero el single con dos canciones inéditas allá por el 2016 -el psicodélico “My Mephistophelean Creed” y “Don´t Stop Now”- en celebración del aniversario de su álbum debut “Supershitty To The Max!”- dieron inicio a uno de los regresos más esperados para todos aquellos amantes del buen rock.
Si a esto le sumamos la aún más improbable visita de la banda a nuestro país en 2020 –que lamentablemente nos dejó con las ganas debido a que las autoridades locales suspendieron el show un día antes producto de la pandemia por Covid-19, menos íbamos a ilusionarnos con la salida de un disco nuevo del quinteto sueco. Pero las leyes de Murphy no siempre se cumplen y todo lo antedicho terminó sucediendo de una forma u otra, hoy tenemos entre manos lo que sería la continuación de “Rock and Roll is Dead”, la última obra de temas nuevos que la banda lanzó en 2005.

A primera escucha, “Eyes of Oblivion” es un disco corto  y urgente de canciones minimalistas que se suceden sin respiro en los treinta y pocos minutos que dura la placa. La pluma de Andersson parece haberse hundido profundamente en las influencias que marcaron esa continuación estilística en su carrera llamada Imperial State Electric, plagada de tintes sesentosos y cadencia popera, que pulieron hasta límites insospechados los horizontes de un músico que comenzó su carrera musical aporreando parches en una banda de Death Metal. Seguramente los puristas criticarán su evolución, más aún teniendo en cuenta las influencias primarias de la banda (Motorhead y Kiss a la cabeza, por citar solo algunos) quienes se caracterizaron por entregar un producto estable que se alejó de los matices y cuando lo hicieron recibieron de todo menos aplausos.

Ya desde el comienzo con “Reap a Hurricane” podemos hacernos una idea grafica de la banda en escena: Nicke y su sombrero lideran la orquesta entre las figuras icónicas de Boba Fett  tocando el piano con una mano en plan Stacatto y blandiendo la pandereta con la otra, y a un Dregen (de regreso para bien)con movimientos histriónicos derramando licks y buen gusto con su guitarra. Canciones como la que da título al disco y “Postively Not Knowing” reúnen lo viejo y lo nuevo de manera magistral, mientras que “Can It Wait” y “The Pressure´s On” muestran esa faceta adusta que tan bien supo aggiornar Andersson a lo largo de su carrera y que nadie debería poner en duda a esta altura del partido. Los Hellacopters modelo 2022 derrochan talento y oficio ya sea de forma punk, pop o en ese impecable blues llamado «So Sorry i Could Die» donde rinden tributo magistralmente al ex compañero fallecido (y lo acompañan con un emotivo video), derrochando buen gusto y puro sentimiento. La influencia ramonera dice presente en forma de Dee Dee en la canción “Beguiled”, al igual que la furia riffera de “Try Me Tonight” en la cual tanto Andersson como  su fiel soldado Dregen se sacan chispas como si no hubieran pasado 27 años desde aquel incendiario debut discográfico. Mención aparte para los cinco temas de la Extended Version grabados para la ocasión –cuatro de ellos covers- y las magníficas interpretaciones de “Eleanor Rigby” de The Beatles y “I Am The Hunted” de los británicos GBH, todas con el sello impreso de la fábrica Hellacopter  que golpea como el rayo de su logo.

DIAGNOSTICO: “Eyes of Oblivion” es un disco urgente que como llega se va pero que nos deja el dedo muy cerca del «replay» para volver a darnos una pasada disfrutando de un combo a la vieja escuela del rock: dos guitarras certeras, una base sólida que sostiene el edificio (la incorporación del ISE Dolf Debrost en bajo y coros fue acertada) un piano que adorna lo necesario y todo el carisma de uno de los tipos que mejor entendió ese monstruo viejo pero poderoso que todavía llamamos Rock and Roll. Mientras tanto soñemos roguemos y pataleemos para que regresen a nuestro país a terminar de volarnos la cabeza de la forma en que solo ellos pueden hacerlo.

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