PACIENTE: STEVEN WILSON- “Future Bites” (Caroline International, 2021)

HISTORIA CLÍNICA: No hay caso, el tipo no se casa con nadie. Devenido en el gurú del neo prog gracias a su desempeño como líder de Porcupine Tree, un día decidió metalizar el sonido de su banda madre. Otra mañana, se levantó pensando que el rol de músico, compositor y cantante le quedaba chico y se dedicó a producir bandas (Opeth agradecida) y a remezclar joyas de dinosaurios como Jethro Tull, King Crimson o E.L.P. Luego, cansado del formato de banda, encaró una prolífica carrera solista en la que poco a poco fue eliminando la carga progresiva en su sonido. Y es justamente “Future Bites”, su sexto trabajo en solitario, el que lo encuentra volando más liviano que nunca

¿Cuál es la novedad esta vez? Deberíamos decir que, si bien en algunos de sus lanzamientos anteriores ya venía coqueteando con un formato de canción más accesible y con la incorporación de elementos propios de ritmos negros, en su flamante álbum abraza de lleno una especie de fusión entre el synth-pop, la música electrónica y ritmos como el soul, el funk y la música disco. No es de extrañar. En varias de las notas que ha dado promocionando la placa, el propio Wilson dijo sentirse “cansado de la guitarra y sus posibilidades expresivas”.

Con su sonido poco orgánico y marcadamente tecno, “Future Bites” despertó más de una polémica, mayoritariamente del lado de las viudas del prog, que posiblemente le suelten la mano a quien era su referente después de escucharlo. Cuando hablabamos de liviandad nos referíamos estrictamente al tono de las canciones, porque en cuanto a temática, el contenido es bien denso. Concebido como un disco conceptual centrado en una visión distópica de estos tiempos, atravesado por un consumismo exacerbado y en las criaturas egocéntricas y narcisistas en las que nos han convertido las redes sociales, Wilson decidió llevar el concepto más allá de las letras de su álbum.

El proyecto The Future Bites es también una marca ficticia, con su propia página de Facebook, su Twitter, una especie de empresa apócrifa que vende toda serie de artículos de la marca, entre los cuales sobresale un box set de lujo del disco, de edición limitadísima: apenas una copia. ¿Qué incluye? Un bonus track (“The Tastemaker”), las letras de todas las canciones escritas de puño y letra de su autor, instantáneas originales de la producción de fotos para el arte del álbum, y las medallas y certificados de nominación a los premios Grammy recibidos por Wilson, entre otras gemas. El valor del fastuoso artículo asciende a $10.000 libras, y fue rápidamente adquirido por un acaudalado coleccionista de ítems musicales.

Yendo específicamente a las canciones, resaltan a primera escucha dos, de los cuatro temas elegidos con acierto como singles, recomendando fuertemente ver los clips de ambos. “Self”, el primero de ellos, nos muestra a Wilson mirando a cámara mientras va mutando de identidad (o mejor seria decir de perfil), a lo largo de la canción, convirtiéndose alternativamente en Trump, Biden, Robert Downey Jr., Brad Pitt y un largo etcétera, para finalizar asumiendo la identidad de Bowie, en un claro homenaje al difunto cantante británico.

El segundo corte, “Personal Shopper”, probablemente EL TEMA del disco, en parte por su pegajosa base funky, sus arreglos disco y una letra que ácidamente cuestiona la “cultura shopping”, tiene en su puente a nada menos que a Sir Elton John, en un recitado a manera de voz oficial de TFB Company. Otras colaboraciones vienen por el lado de antiguos laderos de Wilson, como es el caso de Richard Barbieri (tecladista de Porcupine Tree) y de Nick Beggs, quien fuera bajista de discos como “The Raven that Refuse to Sing”, aportando aquí su solvencia a cargo de las cuatro cuerdas en la mencionada “Personal Shopper”, y como stickista en “Eminent Sleaze”, con cierto aire pinkfloydesco, siendo este tema el único punto de contacto con el pasado de su autor. Pese a las críticas de su núcleo duro de seguidores, a “The Future…” le está yendo muy bien en ventas no sólo en U.K., sino también en varios países del Viejo Continente, lo que podría llevarnos a pensar que el bueno de Steven está cambiando su base de fans.

DIAGNÓSTICO: más allá de rechazos o adhesiones, “The Future Bites” es una placa que logra lo que se propone, y vuelve a mostrar la versatilidad multifacética de su autor. La industria musical siempre tuvo una cuota importante de músicos que ejercen la complacencia creativa hacia su público. Así que celebremos ser contemporáneos de un creador que nunca se duerme en los laureles. Porque algunos músicos, como los perros, cuando no ladran, muerden.

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