Luego de ser anunciada largamente con bombos y platillos, el 4 de diciembre Netflix estrenó “Mank”, trabajo que marca el regreso de David Fincher luego de un largo paréntesis tras su celebrada “Gone Girl” (2014). En el interín, coqueteó con la pantalla chica con la muy recomendable “Mindhunter”, serie que también fue realizada para la Gran N, y que generó un primer vínculo entre el realizador y la popular plataforma, a la cual Fincher terminó convenciendo para llevar adelante este proyecto, que venía largamente cajoneado.

Hagamos un poco de historia. En sus comienzos el cine no tuvo más remedio que buscar referencias estéticas y creativas en otras artes (el teatro, las artes plásticas, la literatura). A medida que este evolucionó y pudo estructurar un lenguaje propio, fue desarrollando una auténtica autoconciencia. El cine. desde un tiempo largo, ya no necesita vivir de prestado: puede citarse a sí mismo. Y “Mank” es un ejemplo inmejorable de esta cuestión, a tal punto que recomiendo, en caso de que no lo hayas hecho, mirar primero «Citizen Kane» (1941), dado que la obra maestra de Orson Welles atraviesa a “Mank” por completo.

¿De qué va la historia? Escrito por Jack Fincher, padre de David, periodista de profesión ya fallecido, el guión está basado en un ensayo de 1971 de la columnista de The New Yorker Pauline Kael, que aseguraba que el verdadero cerebro detrás de “Citizen Kane” no fue Welles, sino su guionista Herman Mankiewicz. Fincher padre recogió la especie lanzada por Kael y la conviertió en el nudo principal del relato. Con una película que trata de otra película, y un guionista que habla de un colega, el fenómeno de autoconciencia antes señalado se da en “Mank” de forma perfecta y por duplicado.

La premisa es por demás discutible: desde el vamos sabemos que un film es mucho más que un guión, así como también es sabido que muchos directores no escriben los guiones de sus películas. De todos modos, que Fincher la haya llevado a la pantalla no significa que lo haga porque necesariamente adhiere a ella; bien puede ser una mera elección desde donde encarar el relato. Después de todo, exigirle al cine que corra detrás del verosímil es una idea equivocada, aún tratándose de una película biográfica.

“Mank” puede verse no sólo como una indagación sobre la polémica en torno a los créditos y autorías de un clásico atemporal, sino también como una indagación sobre el propio cine, su proceso creativo y la interferencia de la industria en dicho proceso. En ese sentido, esta última no sale muy bien parada. David Fincher muestra las miserias del llamado studio system de aquellos años de la Gran Depresión de una manera para nada inocente, trazando paralelismos con la manera en la que muchas de esas prácticas coinciden con las del Hollywood actual, más preocupado por los números de taquilla que por resultados artísticos, entrometiéndose o entorpeciendo la labor de los directores en pos del rédito económico. Como bien lo cuenta la película, al momento de encarar “Citizen Kane” Welles era el niño terrible de la época, que venía dando muestras de un talento innovador en el teatro y la radio, y fue reclutado por la RKO para ofrecerle filmar lo que se le diera la gana, una decisión que contradecía el accionar de los grandes estudios de la época. Evidentemente, Fincher buscó emular al bueno de Orson: “Mank” es el primero de los trabajos del director para Netflix, en un contrato de cuatro años en los que solicitó plena libertad creativa, en otro paralelismo entre una película y la otra.

Pero la mímesis Welles-Fincher no termina ahí. “Mank” toma la estructura narrativa de “Citizen Kane” alternando la actualidad del personaje principal con flashbacks que cumplen la función de explicar ese presente. La acción arranca con Mankiewicz recluido en una casa rural de California comenzando a escribir el guión que Welles le ha encomendado, mientras se recupera de un accidente de tránsito que lo ha dejado de cama. Los raccontos intercalados nos muestran las vivencias y el sistema de ideas que llevan a Mank a elegir el tema de su futuro guión. Díscolo, adicto al juego y al alcohol, Mankiewicz aparece apadrinado por el magnate William Randolph Hearst, cuya influencia se hacía sentir como formador de opinión en la vida social y política norteamericana de entonces, gracias al descomunal monopolio de multimedios que manejaba. Hearst adopta a Mankiewicz como a una especie de bufón, como el bicho raro y talentoso que ameniza las veladas de su círculo social. De esa proximidad y del progresivo asqueo que Mankiewicz comienza a sentir por Hearst y su entorno es que nace la inspiración para narrar la vida de ese otro ciudadano, Charles Foster Kane, alter ego ficcional de Hearst.

Esas similitudes con la mítica cinta de Welles se trasladan también al tratamiento visual que Fincher le imprime a esta obra. Filmada como una película de los 40 en un riguroso blanco y negro, premisa que se extiende a la secuencia de títulos y al sonido intencionadamente vintage de la película, los resultados alcanzados por Fincher y su equipo son para el aplauso, al punto de envidiar sanamente a los privilegiados que pudieron asistir a las selectas proyecciones que la película tuvo en un número reducido de salas en EE.UU. También en ese rango se encuentra la banda de sonido, grabada con instrumentos de época a cargo de un conocido de la casa, Trent Reznor, en colaboración con su habitual ladero Atticus Ross (aquí debajo pueden escuchar el soundtrack por ellos compuesto).

En un año raleado de estrenos no sería raro que el más reciente opus de Fincher se anote en varias categorías de los premios de la Academia. En particular habría que señalar la labor de Gary Oldman en el rol protagónico, merecedora de integrar la terna de estatuilla a mejor actuación, siendo muy bien secundado por Amanda Seyfried en el papel de Marion Davies, como la novia de Hearst que siente una atracción platónica por Mank.

Por último, hay que señalar como punto negativo que su condición de película de nicho, dirigida a un público cinéfilo y conocedor de los temas que trata, puede ser una barrera para el público en general. Pero si la cinefilia corre por tus venas, o sos fan de “Citizen Kane” o del propio Fincher, vas a encontrar en “Mank” dos horas deliciosas de puro séptimo arte.

FICHA TECNICA

Título original: “Mank”

Género: Biopic, histórica

Origen: EE.UU.

Estreno: 13 de noviembre (cines/ EE. UU), 4 de diciembre (Netflix, Argentina)

Director: David Fincher

Guionista: Jack Fincher

Reparto: Gary Oldman (Herman Mankiewicz), Amanda Seyfried (Marion Davies), Charles Dance (William Randolph Hearst), Lily Collins (Rita Alexander), Tom Burke (Orson Welles), Tuppence Middletown (Sara Mankiewicz), Arlis Howard (Louis B. Mayer), Sam Troughton (John Houseman).

Música: Trent Reznor y Atticus Ross

Duración: 171 minutos

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here