Si rápidamente alguien piensa en discos claves del heavy metal argentino, es necesario incluir a “Bienvenidos A Mi Reino” de Lethal (1990) y “Oíd Mortales El Grito Sangrado” de Horcas (1991) como dos hitos a la hora de entender la presencia primigenia del thrash en la música pesada argentina, que luego tendría a los contemporáneos Hermética como su exponente más masivo y que actualmente sigue siendo uno de los subgéneros más populares entre el público heavy modelo 2020. En los dos discos hay un punto en común: el aporte de Oscar Castro, uno de los guitarristas que supo entender que la furia y la velocidad de esta nueva música podía ser una forma de dar cuenta de una época en la que violencia y la represión eran parte del imaginario social. Dialogar con Oscar hoy sirve para entender la evolución que el heavy tradicional de los ochentas transitó en Argentina con la llegada de los primeros discos de Metallica, Megadeth, Slayer, Anthrax, Testament entre otros, como algunas referencias ineludibles pero que luego tuvieron una impronta genuinamente local teñida del clima represivo de la dictadura y una democracia que todavía intentaba cobrar forma y fuerza.
La historia cuenta que a principios de los ochentas (y con menos de veinte años) Oscar Castro conformó Legión, un grupo donde pasaron infinidad de músicos que luego formarían grupos definitivos del heavy metal argentino: Hugo Benítez (como baterista), Pablo Álvarez, Hugo Brandsburg, “Tito” García, Claudio “El Yankee” Ortiz, Diego Valdez, Luis Tiesta, entre otros que llegaron a ser parte de una banda que como muchas no tuvo la posibilidad de grabar un disco de estudio, pero que dejó una serie de demos que hoy resultan un documento histórico de cómo sonaban las bandas metaleras en esa época y cómo fueron cambiando su sonido con la influencia de otras propuestas contemporáneas. Entendiendo el valor de este registro en formato demo, la gente del sello Blackstar realizó un verdadero trabajo arqueológico para recuperar aquellas grabaciones para editarlas en formato cassette y CD con el objetivo de dar cuenta a nivel gráfico y sonoro de lo que sucedía en el under a principios de los ochenta. El compilado “Génesis: Demos 1984-1989”, incluye todos los demos que grabó la banda (los que resistieron el paso del tiempo), incluyendo algunos momentos claves como la primera versión de “Bienvenidos A Mi Reino” que luego Lethal usaría para dar forma (arreglos mediante) a su primer disco.
Además, el sello editó -por primera vez y de manera oficial- dos canciones de Letal, proyecto efímero de los ochentas en el que el primer guitarrista de V8 Ricardo “Chofa” Moreno, grabó dos canciones junto a Ricardo Iorio en voces (toda una novedad para esa época), Pablo Álvarez (luego bajista de Lethal) y un joven Hugo Benítez (luego cantante de Horcas) en batería. “Todo Aparenta Normal” y la primera versión de “Solución Suicida” (con una armonía y lírica muy similar a la versión final que luego Castro insistiría para que figure en el segundo disco de Horcas) son dos canciones que dan cuenta de una época de lucha y resistencia en la que Oscar fue protagonista de una historia que vale la pena ser contada… y que examinamos a continuación.
Cuando fundás Legión y grabás estos demos, el país estaba en plena etapa del comienzo de la democracia. ¿Cómo era hacer heavy metal en esta nueva época, en contraste con la de la dictadura?
Lo primero que me viene a la mente es que en aquel entonces no se produjo un cambio radical en cuanto a las costumbres. Se mantuvieron dos cosas con las que nos perseguían todo el tiempo: los edictos policiales y las contravenciones. Esto último lo recuerdo especialmente porque las segundas eran faltas menores que no requerían juicio, pero sí tenían condena. Entonces las cárceles se llenaban de contraventores con condenas como vagancia, reincidencia en ebriedad u orinar en la vía pública y capaz que por eso alguien estaba un mes en la cárcel. Eso existía y las razzias seguían existiendo. Recuerdo, por ejemplo, estar tocando en Cemento y que te caigan cosas como “toxicomanía” que hoy ya no existen. Hoy tal vez ves a alguien fumándose un porro en la calle y nadie le dice nada. En esa época capaz que estabas dentro de un camarín y si había una razzia te obligaba a tirar todo o tenías un problema serio… En definitiva, la persecución al pelilargo existía. Un policía te pedía el documento, te llevaba preso por nada y te manoteaba del pelo sin que le importe ningún derecho. Tus derechos se terminaban cuando pasabas el umbral de una comisaría. Ahí te sentías en una dictadura. Entrabas en una comisaría y tenías miedo. Te pegaban, te bastardeaban, era una época muy jodida para hacer música pesada.
«El thrash nos vino justo para relatar esa represión que habíamos sufrido, esas ganas de parártele de manos a un vigilante que te había tirado del pelo y te había pegado. Esas ganas de pelear que nunca habíamos podido concretarlas, las expresábamos de esta manera».
Precisamente las letras de las canciones muestran una ciudad bastante hostil con el joven metalero que se siente perseguido, encerrado, sin futuro… ¿Cómo te sentías vos en esa época, teniendo en cuenta que eras un joven que caminabas las calles?
En la calle me sentía siempre observado. Vos dabas vuelta la esquina, te encontrabas un patrullero y te temblaban las piernas. Las letras expresaban esa actualidad. El heavy metal argentino siempre habló de lo que sucedía. Nunca tuvo una perspectiva fantástica, como en otros países. Acá siempre nos gustó revolver el estofado (sic). Las letras te hacían acordar que vivías en un país que es una mierda, gobernado por gente de mierda y que todo es una mierda. Somos un país punk ideológicamente en la que tal vez unos pocos se conforman con los huesos que les tiran. En aquel entonces las letras mostraban esa ciudad y trataban de decir que uno podía abrir los ojos y dejar de soñar. Abrir los ojos implicaba salir del ostracismo de los sueños, porque a veces soñar implica anhelar cosas que uno no va a alcanzar jamás. Cuando abrís los ojos te encontrás con otra realidad y es la que ves alrededor tuyo. Es bueno saber verla. Es más, te diría que yo también tuve esa experiencia de abrir los ojos. Yo anhelaba irme por ejemplo a California o a otro país para vivir de la música y la Argentina me terminó llevando para otro lado. Me demostró que la profesión de músico es denigrante. Tres o cuatro han logrado vivir de la música y el resto tenemos que tener un trabajo y salir a tocar cuando podemos. Eso contaban las letras y evidentemente hay cuestiones que se mantienen.
LA BANDA THRASH BANCABA LA PARADA
Escuchando los demos de Legión se nota cómo en las últimas dos canciones («El Juguete De La Nena» y «Volver Atrás») pasan del heavy tradicional a un sonido más thrasher. ¿Qué escuchabas vos en esa época y cómo influía en la composición de las canciones?
Es verdad que hay un cambio importante en estas dos canciones. Lo que pasa es que a mediados de los ochentas el thrash era la novedad y esa cosa nueva venía de alguna manera paralela a la vida argentina. Creo que recaló tanto en nosotros porque nos identificamos con esa impronta. Éramos todos pibes de veinte años -en 1987 tenía exactamente esa edad- con ganas de romper cosas. No estábamos criados en un ambiente en el que reinaba la paz y te podías dar el lujo de escribir una letra o una canción lenta o con una balada. A mediados de los ochentas queríamos sonidos agresivos porque queríamos expresar esa agresividad con la música. El thrash nos vino justo para relatar esa represión que habíamos sufrido, esas ganas de parártele de manos a un vigilante que te había tirado del pelo y te había pegado. Esas ganas de pelear que nunca habíamos podido concretarlas, la expresábamos de esta manera.
De las bandas de la época parece que estabas enganchado con Anthrax principalmente, porque hay una impronta compositiva en esa línea. ¿Qué te enganchó de ellos y como conseguías material para escuchar?
Particularmente iba a una disquería llamada Killer Trip, allí iba casi todos los días a escuchar a discos nuevos. La música venía de gente que viajaba, que traía novedades y eso lo escuchábamos hasta el cansancio o nos grabámos cassettes para tenerlos en casa. Así había descubierto Anthrax, Metallica, más tarde Testament, Riot y mil bandas más que me encantaban, pero cuando en los primeros entra Joey Belladona y hacen “Among the Living”, la banda se hace más thrasher y me vuela la cabeza. Ahí dije “esta es la música que quiero tocar”, principalmente porque la guitarra se escuchaba más gorda, más grande y pesada. Esto me volvió loco y Legión, si hubiera seguido, hubiera ido para ese lado, un poco porque la música que uno escucha siempre influye en la composición. Para mí era la banda número uno y sigo escuchándola; luego, como siempre, el desafío es encontrar una manera original de que esas influencias aparezcan en tu música con la originalidad necesaria para hacer lo tuyo.
CAMINAR PARA DIFUNDIR….
Me imagino que promocionar cada recital o cada proyecto te implicaba un gran laburo… ¿Qué trabajo hacían para darse a conocer?
Tenía muchísimo laburo. Hacíamos literalmente todo: los logos, los volantes, los afiches. Por ejemplo, hacíamos volantes del tamaño de una hoja de carpeta que pegábamos en los postes de luz, en las paradas de colectivos o en las puertas de los colegios secundarios. Luego se mandaban a hacer los afiches a una imprenta que se llamaba Pucará que para nosotros era “la imprenta del rock”, ubicada en La Tablada. Ahí se hacía el afiche de calle que se salía a pegar a la madrugada una semana o dos días antes de la fecha del show porque siempre alguien te lo despegaba o le pegaba otro arriba. Hacíamos tachos de engrudo, los cargábamos en una camioneta y salíamos a pegar afiches. Eso era que hacíamos siempre. Conseguir los lugares implicaba llamar por teléfono o ir un lugar, presentarte y tocabas. No había que pagar ni rendir entradas, algo que ahora es moneda corriente. Antes el lugar con la bebida y comida salvaba sus gastos. Aceptar pagar para tocar fue lo peor que le pasó a los músicos.
«Uno tiene una manera de tocar. Yo siento que es un don. Uno aprende las escalas, la teoría, pero esto es algo que viene con uno. Eso se aprecia fundamentalmente en el ‘sonido’ que tiene».
¿Qué pasaba con los medios de comunicación?
Era muy difícil y funcionaba mucho la radio. Estaba “Cuero Pesado” (N. legendario programa de música pesada) y un programa en AM que se llamaba “Lagunas” (N. en Radio América). Luego había radios zonales. Después nadie te daba bola. Llegar a una revista como Pelo era utópico porque le daban cien por cien la espalda al heavy metal. Luego estaba la revista Metal pero también era complejo llegar, principalmente porque había una cierta preferencia por algunas bandas que dejaban afuera a lo under. De hecho, los rankings que hacían se sospechaban que se armaban a dedo porque se votaba por carta… Fue parte de la historia y en definitiva fue bueno que sucediera.
…VIVIR PARA TOCAR (EN VIVO)
Llama la atención de que no hayan llegado a grabar un disco cuando estuvieron bastante cerca con los primeros demos… ¿Era una época donde era más importante tocar en vivo que tener un material grabado?
En algún punto tocar en vivo era la única forma de darte a conocer. No era ni más ni menos importante, era la única manera. Llegar a grabar un disco era muy difícil y solo para unos pocos. No había mercado y no lo sigue habiendo para el metal. No teníamos quien nos grabe. Era imposible. Para que tengas una idea yo me voy de Legión cuando dos de mis ex compañeros ya con Lethal formado (N. Se refiere a Tito García y a Pablo Alvarez) habían conseguido contrato con Halley Records, lo cual era muy polémico por decirlo de una manera porque Halley era el símbolo del glam en esa época y por lo tanto tal vez te acusaban de vendido, algo insólito. Matar Legión fue poner en la balanza un montón de cosas. El momento histórico que vivía, el país que había nacido que aún hoy no tiene cultura de heavy metal nacional y que sigue admirando más a las bandas extranjeras que a las locales, fueron algunas de las razones para elegir otro camino.
Me imagino que haberte encontrado con estas canciones te permitió encontrarte con aspectos de tu identidad musical. ¿Qué cosas mantuviste y qué cosas fuiste cambiando?
Lo que no cambia es lo que llamo el estilo. Uno tiene una manera de tocar. Yo siento que es un don. Uno aprende las escalas, la teoría, pero esto es algo que viene con uno. Eso se aprecia fundamentalmente en el “sonido” que tiene. Uno enchufa en cualquier equipo y suena igual que en un equipo carísimo porque tiene en claro qué quiere lograr y cómo hacerlo. Ahí se ve el estilo y eso está en mi forma de solear, los machaques. Me gusta saber que hago música y la música hace bien. Eso es genial y me encanta haber aportado algo a que eso suceda.
OSCAR CASTRO DEFINE SUS PROYECTOS
LEGIÓN: “La banda que me vio nacer. Fue con la que me empecé a tomar en serio la música, por eso tuve la autoridad para matarla. Varios me preguntaron por qué luego de haber estado en Lethal y Horcas, a la hora de armar una nueva banda con los mismos integrantes de Legión, no le puse el mismo nombre (N. Se refiere al proyecto denominado Bizarro). La respuesta es que fue una banda de los ochenta y no tenía nada que hacer en los noventa. Hubiera sido un error nombrarla de ese modo. Fue una gran decisión”
“OÍD MORTALES EL GRITO SANGRADO» (segundo disco de Horcas): “Representó tocar con Osvaldo Civile, el guitarrista que yo más admiré en este país. Fue un disco donde tuve la libertad de hacer las canciones sin ningún tipo de presión, al punto que todos los riffs son míos, conversados con Hugo (N. Benítez, cantante). Cumplí el sueño de grabar un disco mío, con mis aportes, con mis riffs y haciendo la música que me gustaba”
“BIENVENIDOS A MI REINO” (primer disco de Lethal): “Acá aporté para que el disco saliera. En algún punto fue una continuidad de Legión porque varios músicos fueron parte de las dos bandas. Lo siento como Legión, pero con otro nombre”
«SOLUCIÓN SUICIDA»: “Era una canción que había escuchado en Cuero Pesado. En aquella época insistía con que quería tocarla, porque la sentía como una canción extraordinaria. Lo loco es que dentro de la banda no me dieron pelota. Pasó el tiempo, nos reencontramos con Hugo Benítez en Horcas y ahí sídecidimos grabarla. Para mí es un himno del heavy metal argentino y es un placer haberla grabado”
Escribo, colaboro, edito y pienso para distintas publicaciones culturales orientadas a lo musical desde hace más de diez años. Soy comunicador, docente y Floydiano. Amo la literatura tanto como la música.