Como aquellos mariscales de campo que salen desde el fondo, arrastrando a su equipo, Andrea Álvarez nunca se quedó ocupando el lugar que, en teoria, siempre le correspondió a los bateristas. Con sus rulos tan enormes como su sonrisa, Andrea pasó más de 40 de sus 62 años de vida aporreando los parches con una personalidad que queda en claro en la firmeza en que se muestra en la videoentrevista: sin filtros, ni en la pantalla del zoom, ni en el discurso. “Me hago cargo de lo que digo. No necesito agradarle al otro, ni disfrazar lo que pienso o siento para que el otro me quiera” aclara firme en un momento de la charla con MADHOUSE, acerca de la salida de “La Cadena Del Mal”, su quinto disco como solista y, según ella, el mejor de su carrera.

¿Cómo llegaste a “La Cadena Del Mal”?

No compongo todo el tiempo, porque suelo estar ocupada en otras cosas. Pero hay momentos en que abro la compuerta y me viene la canción. No tenía ninguna presión para hacer un disco, asi que empecé a trabajar en el 2018 sobre algunas ideas y pensando la dirección que quería que tuviera. Pero recién después de la pandemia apreté el acelerador, porque había cuatro temas terminados que estábamos tocando en vivo, y sentía que el disco estaba ahí, pero que no tenía que ser un EP… así que quedaron todos los temas que tenían que ser.

Me llamó la atención el sonido, que es bien rockero, pero también prolijo. Hay una especie de crudeza cuidada por llamarlo de alguna manera.

Hay un lado pop que hace que se escuche muy bien en el celular (piensa) pero a mí me hubiera gustado un poco más de roña. Es un disco que es fácil de escuchar, pero a la vez no es simple: es pesado, fuerte, pero también agradable de transitar. El sonido lo laburamos un montón, pero tiene que ver también con muchos años tocando en vivo, hay muy poca cosa extra.

Ya desde el vamos se nota que “La Cadena…” es el disco de una baterista, porque arranca con un guiño a la intro que hizo John Bonham de Led Zeppelin en “Rock And Roll”

Siempre busco que la batería esté en un plano más importante, porque necesito que el que lo escuche, sienta que la que canta tiene una batería abajo. Obviamente, yo pienso y siento desde la batería, sin llegar a hacer solos o esas cosas que le pueden interesar nada más que a un músico. Y los guiños están siempre, porque me encantan, pero esta vez no fue casualidad abrir el disco así. Es una declaración de principios, como una forma de decir que estoy con los ovarios al plato, no aguanto más y no tengo nada que perder.

SOLTANDO LA CADENA.

Justamente te iba a decir que las letras son muy personales: hay muchas historias y también esa cuestión de hacer catarsis y decir: “esta soy yo en este momento”

¡Y me hago cargo de eso! No necesito agradarle al otro, ni disfrazar lo que pienso y siento, para que el otro me quiera.. Me encuentro con cada vez más personas que se animan a decir cosas que supuestamente no hay que decir. Está bueno no sentirte tan solo ante esa situación de creer que hay que callarse ante determinadas cosas que tienen que ver con esta situación horrorosa y muy deforme que vivimos. Me parece ciencia ficción, pero de mal gusto, de Clase B.

¿Qué es «La Cadena Del Mal»?

Es el abuso desde el poder y el autodenominarte el bueno de la película, mientras hay mucha gente que observa y siente que no se puede decir nada. Y creo que ahí es donde aparecen los dedos que te acusan, porque acá todo el mundo se cree que tiene el dedo acusador. De eso habla el tema “Policía De La Corrección”. Todos podemos ser el escrachado por alguien, gracias a esa mentalidad de policía que empezó a imperar. El disco habla de todo eso y de cosas que yo también sufrí. Yo elegí ser música independiente y no tener jefe de ningún tipo, justamente porque no puedo tolerar esas cosas.

Una letra que me gusta mucho es la de “Dos Minutos”…

Soy yo hablándome a mi misma sobre el precio de haber elegido este camino. Eran dos minutos de diferencia entre un camino y otro. Y tomé una decisión… y después asumí las consecuencias. Pero también hubieron otros dos minutos en mi vida. Mi papá cuando conoció a mi mamá, la vio por la calle y la anécdota familiar dice que le dijo: “¿me permite dos minutos?” Y mi mamá que era re jodida como yo, le plantea que no se puede hacer mucho en dos minutos. Y con el correr del tiempo mi papá señalaba alrededor y le decía “mirá todo lo que hicimos en dos minutos!” (Risas)

En el disco se nota mucho esa química que tiene el power trío

Hace más de 10 años que estamos juntos como trío: Tomás (Brugués, guitarrista) es mucho más joven que nosotros, y con Lonnie (Hillyer, bajista) somos pareja, o sea que nos peleamos bastante (risas) pero como bajo y batería nos llevamos muy bien tocando, y eso calma un poco las aguas. En el escenario Tomás y yo somos los más efervescentes. Tomás es muy rockero, no tiene ningún filtro que no sea rockero y Lonnie es el que el que nos protege y nos arma; es el que más entiende el show, porque tiene otro origen. Para él no existe el rock argentino, se lo muestro yo, como cuando hacemos algún cover de Pappo, pero su música de origen es la música negra, el funk, el gospel, el jazz. ¡Es sobrino de John Coltrane! Tiene una forma rockera por haber nacido en Nueva York y también haber convivido con la época de los grafitis y el surgimiento del hip hop, pero viene con otra información totalmente distinta. Eso se nota por ejemplo en “Policia de la Corrección” que es un tema que hizo él.

VIENDO EL MUNDO DESDE UNA BANQUETA.

¿Cómo fue que te decidiste a ser baterista? Porque me imagino que cuando arrancaste la idea de una mujer baterista era medio rara

En esa época todo era medio raro, pero había falta de mujeres en la música, sobre todo en la música que me gustaba a mí, que era el rock. Yo miraba mucho la música de afuera y cada mujer que aparecía me llamaba mucho la atención. Pero la verdad es que no recuerdo un motivo por el cual elegí la batería. Fue una elección muy natural, porque me gustaban mucho las cosas que estaban destinadas culturalmente al varón. Y también influyó el hecho de haber conocido a la familia Vitale y al grupo MIA. Tendría 14 años cuando le pedí a mi papá que me deje ir a tocar la batería ahí con mi hermano. Yo estudio música de muy chiquita, siempre me fue muy natural, y nunca quise hacer otra cosa nunca. Lo que yo hago llama la atención, pero no solo por tocar y cantar -porque siempre canté- sino por la forma en la que toco. Una forma, no tan virtuosa, pero con mucho compromiso, con mi impronta y con mi personalidad

¿Y en qué momento te diste cuenta en esos inicios que el rock estaba dominado por hombres y que había que ponerle más el el cuerpo a la situación
?

Es que era natural. Obviamente me daba cuenta de que había menos chicas tocando, pero a los 18 años ya conocía a Claudita Sinesi, a María Gabriela Epumer (N: integrantes de Viuda E Hijas De Roque Enrol, y con las que Andrea formó Rouge) entonces no estuve mucho tiempo pensando que no había mujeres, porque a las que había las conocía. Después de más grandes tuvimos más conciencia de que eso era un trabajo para construir algo, de que teníamos como una misión de construir ese espacio. María Gabriela decía que nosotras estamos para abrir el camino de malezas. Éramos pocas, pero estábamos juntas. Y de a poquito la escena fue creciendo, hasta que hubo un momento en que se abrió un embudo y aparecieron un montón de chicas. Y así está el mundo hoy, un poquito mejor cada día.

Andrea junto a Maria Gabriela Epumer y Claudia Sinesi en épocas de Rouge en Mar Del Plata

YENDO A LA RUTA

¿En que momento empezaste a meterte más d elleno en la escena?

Cuando volví a Buenos Aires después de vivir en Nueva York, me fui de gira con Charly García. Y como te decía recién, nos conociamos todas las mujeres, y en una cena después de un show de Charly me pongo a hablar con Karina Brosio, tecladista que tocaba con Los Guarros y me invita a tocar percusión con ellos -yo ya tocaba percusión con Daniel Volpini-… y quedé. En Los Guarros tocaba Danny Ávila la batería y Daniel Castro el bajo (N: la base rítmica de Fricción) y se sonaban todo. Pero cuando Danny se va, me dejó un poco de gustar la propuesta. Me acuerdo que Andrés le decía a Javier (N: en referencia a los hermanos Calamaro) que me tenía que poner más adelante. ¡Nos tenían a nosotras en los bordes del escenario! Asi que grabamos el disco al poco tiempo, creo que hice dos shows y me fui. Después no se que pasó que nos ignoraron absolutamente por completo a mí y a Karina. Ni siquiera nos nombraban. Javier (N: cantante de Los Guarros) casi como que ni me saluda. No se acuerda que fue mi novio durante seis meses casi. ¡Pero yo si me acuerdo! (Risas). Hasta que al final, a través de Jota Morelli, entro a tocar con David Lebón.

Hablando de imagen, es dificil olvidar tu imagen con la vincha y tu presencia tocando percusión con Soda. Ahi ocupabas un lugar más preponderante que en Los Guarros, y encima en la banda más grande de Latinoamérica…

En realidad yo no pensaba que estaba tocando en una banda tan grande, porque para mi era lo normal. No se sabia la dimensión de Soda Stereo. A nivel artístico era un desafío muy grande, pero a nivel musical… no tanto. No era tanto lo que yo tocaba, aunque tenía mis momentos. Ensayábamos muchísimo y yo aparte hacía todos los coros y me sorprende mucho ver como no desafinaba. Y me costó irme, pero Soda se iba para un camino para el que yo no tenía nada que ver. Me aburría bastante. Ahora a la distancia lo veo distinto, estoy agradecida y me encanta; pero en ese momento no lo veía asi. Aparte yo estaba en pareja con uno de los managers, por lo tanto sabía cosas de las que no tenía que enterarme, y era chica como para procesarlo. Y también tenía ganas de tocar la batería porque sentía que era un elemento medio decorativo ya al final.

El sonido iba evolucionando también hacia otra cosa

Se iba yendo hacia la onda de lo que sería “Amor Amarillo”, “Colores Santos”, y en ese momento odiaba todo eso, no lo quería escuchar.

¿Cómo ves toda esa epoca a la distancia?

Toco mucho esos temas con mis alumnos y me sigue emocionando mucho escuchar la voz de Gustavo. Mientras estamos tocando yo como medio en paralelo, me conmuevo mucho con la voz. Me pasó recién con otro alumno tocando “El Anillo del Capitán Beto” de Spinetta. Es muy fuerte, me jode. No me gustan esas muertes, me enojan.

¿No pensás que ese paso por Soda sirvió para que ahora tengas tu carrera?

La verdad no lo sé, porque yo en Soda Stereo estuve dos o tres años y yo toco desde hace más de 40. Fue masivo, pero se hizo mucho más masivo después, cuando la banda fue más masiva. Y mi carrera es otro palo que no tiene nada que ver con Soda. Aunque seguramente todo lo que hice tiene que ver, porque me gustó.

TOMALO CON SODA. Andrea rodeada por la crew stereo en el Derby Rock Festival de 1990


Contame un poquito de la presentación del disco.

Va a ser un show de rock, va a haber una puesta de luces. No van a haber invitados, vamos a estar nosotros tres, vamos a tocar el disco entero y bastantes temas de los de antes, más algún cover de los que la gente le gusta. Vamos a estar muy cómodos porque es un escenario lindo y va a haber unas remeras buenísimas. Además va a venir Adrián Taverna (N: sonidista de Soda y Cerati) a hacernos el sonido, y es como una bendición también.

La Cadena del Mal se presentará el viernes 4 de octubre en The Roxy Live del barrio de Palermo

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