PACIENTE: THE WHO – «The Who With Orchestra: Live At Wembley» (Polydor, 2023)
HISTORIA CLÍNICA: Ni bien llegó a mis oídos la noticia de la edición del disco que nos ocupa, varias preguntas saltaron a mi mente con la misma voracidad que Drácula a la yugular. De todas, sobre la que tengo una respuesta convincente es si este dúo Townshend /Daltrey merece llamarse The Who. Personalmente, soy de la idea de que los dueños de las carreras de los artistas son los propios artistas. Por lo tanto, ¿quién soy yo, vos o el resto del universo para contradecir a los dos sobrevivientes del grupo si ellos consideran que lo que hacen debe llamarse The Who?. En cuanto a las demás incógnitas las iremos pensando y despejando a medida que avance esta review. Sigamos. ¿Es necesario que una banda con semejante historia a cuestas revisite ese legado grabando otra vez material de sus épocas de gloria? Dejo la pregunta abierta, pero de todos modos en este punto es justo decir que no fueron tan obvios en la elección del repertorio, dejando afuera mega clásicos como “My Generation”, y obviando olímpicamente todo “Tommy” salvo “Pinball Wizard”, para en cambio incluir dos canciones de “Who”, su reciente trabajo discográfico que vio la luz en 2019.
Otra incógnita es cuál es el atractivo que puede tener hoy lanzar un trabajo en directo, cuando es sabido que la mayoría de estas ediciones no son otra cosa que un rejunte de sobregrabaciones o temas grabados de primera toma con aplausos artificiales de fondo. De todos modos y al fin de cuentas, sean en vivo o en estudio, ¿no es todo disco un artificio, y nunca el reflejo fiel de lo que está ocurriendo mientras se graba? Por último, el recurso de unir a una banda célebre con una orquesta, es una idea que tuvo su auge hace muchos años (con el “S & M” de Metallica a la cabeza allá por el 99), pero hoy ya luce entre algo trillada. Para terminar con esta serie de interrogantes, la última incógnita es cómo podría llegar a encajaren vivo una orquesta de 50 ejecutantes, con una banda tan energética y ruda por momentos . Yendo a la escucha con todos estos interrogantes previos de fondo, lo primero que resalta es que decidieron comenzar con los pies puestos en los mediados de los 70s, con soberbias versiones de “Who Are You” y “Eminence Front”.
El arranque muestra a unos Who sonando muy “actuales” muy lejos de sonar como una banda envejecida. Se nota de entrada un importante trabajo en materia de arreglos, que le supieron dar aire fresco a canciones ya añejas. En cuanto a la participación de la orquesta, era obvio que iba a aportar también novedades en cuanto a arreglos. Porque seamos claros, en la mayoría de estos experimentos, la misma aparece para aportar justamente eso, en un recurso que ya en los 60s patentó George Martin como productor de The Beatles. Pero más allá de eso, el rol que cumple la misma a lo largo del disco va variando. En la mayoría de las veces ocurre lo típico del caso, pero en otras, y muy especialmente en las seis canciones al hilo pertenecientes a “Quadrophenia”, cobran un protagonismo fundamental, lo que no es de extrañar tratándose ese trabajo de los Who una autodenominada “ópera rock”. La Isobel Griffith Orchestra también aporta lo suyo en los temas más rifferos, como “Real Me” o la ya mencionada “Pinball Wizard”, agregando frescura y matices a las canciones sin que decaiga su polenta original. Sorpresivamente, los puntos flojos del concierto vienen con dos clasicazos de una obra maestra como “Who’s Next” (1971). La decisión de hacer una versión acústica de “Won´t Get Fooled Again” fue totalmente fallida, haciendo que un himno de batalla se transforme en algo sin fuerza ni mucho vuelo.
En “Behind Blue Eyes” nos encontramos en el único momento de la placa en la cual la sinfónica se vuelve un adoquín en el agua, quitándole toda la atmósfera intimista que tenía originalmente la balada. En cuanto al desempeño individual de los Who, Daltrey sigue siendo ese cantante de registro modesto pero dueño de una voz imperativa, que te convence de lo que está cantando. En cuanto al amigo Townshend, su guitarra sigue reclamando haber sido la madre de los power chords, con esos guitarrazos hermosos que lo habilitan a ser un guitarrista poco virtuoso y sin grandes solos. Zak Starkey -sí, el hijo de Ringo-, cumple muy bien su rol, obviamente lejos de la heterodoxia de Keith Moon– y con respecto a Jon Button sólo diremos que es un mero sesionista muy lejano de la magia de un enorme bajista como John Entwistle.
DIAGNÓSTICO: que 61 años después una institución musical como esta pueda repasar su legado con un disco como este, con frescura y vitalidad inusitada, no son otra cosa que la confirmación de que estamos ante una de las bandas de rock más importantes de todos los tiempos, con los méritos suficientes para ocupar ese sitial de privilegio. ¡Salve The Who!
Porteño, cincuentón, melómano, cinéfilo, amante del whisky y la cocina. Licenciado en comunicación, fue agente de prensa en organismos públicos, se desempeñó como productor e investigador periodístico en Arte Canal y participó como redactor de los suplementos “No” y “Turismo 12” de Página/12 y de la versión impresa de Madhouse. Como Do Carmo, baterista frustrado, padre de dos rubias y hombre librepensador.