Humo, fuego, chispazos, explosiones… desde sus comienzos, la pirotecnia fue fundamental en los espectáculos de rock que se precien de tal. Pero lo que casi siempre fascina a los asistentes, a veces puede tener consecuencias letales. A dos décadas del hecho, en MADHOUSE te contamos la historia de la trágica noche del 20 de febrero de 2003 cuando, lo que debía ser una performance rockera se convirtió en una de las peores tragedias en vivo de la música norteamericana.
LA BANDA: Great White se formó en Los Ángeles en 1977, a instancias del cantante Jack Russell y el guitarrista Mark Kendall. Muy influenciados por Led Zeppelín -a quienes le realizaron un disco tributo en 1999- luego de recorrer el consabido circuito de bares por varios años, lograron dar el gran salto en 1987 con el disco “Once Bitten…” y su sucesor “… Twice Shy” de 1989, que les permitió subirse a la ola del hair metal californiano de mediados de los ’80.
Pero no todo fue color de rosa en la carrera del grupo, el cual –al igual que casi todo el resto de la movida californiana de la época- sucumbió a la posterior explosión del grunge y la música alternativa en los ’90, derrumbando las aspiraciones de la banda de mantenerse en el candelero, llevándolos a una breve separación de dos años a comienzos del 2000.
La consabida gira de regreso en 2002, lejos de la convocatoria de antaño, se llevó a cabo en pequeños clubes de Norteamérica. A pesar de eso, la banda trataba de mostrar una escenografía acorde a grandes lugares, montando un show que incluía pirotecnia y explosiones.
LA TRÁGICA NOCHE: La noche del 20 de febrero de 2003, la gira llevó a Great White a The Station, un local para solo 300 personas situado en la esquina de Cowesett Avenue y Kulas Road en la ciudad de West Warwick, en el estado de Rhode Island, que en esa ocasión, como tantas otras, estaba excedido en capacidad de público.
Exactamente a las 23:05 Great White salió a escena con el tema “Desert Moon” e inmediatamente el tour manager Daniel Biechele activó el set de pirotecnia tal cual estaba previsto, para dar la sensación de que la banda tocaba bajo una lluvia de fuego. Biechele lamentablemente no tuvo en cuenta que, detrás del escenario, había un panel acústico de lana de vidrio, la cual ante la primera chispa ardió inmediatamente, propagando las llamas hacia el techo del local, que comenzó a llenarse de humo.
El público tardó en reaccionar, ya que muchos pensaron que el humo era parte del show. Pero cuando el cantante Jack Russell dijo “Wow…¡this ain’t good!” (¡Esto no está nada bien!) todos se percataron de la seriedad de la situación
Entre los asistentes al concierto se encontraba el camarógrafo Brian Butler de la cadena televisiva WPRI – TV -que irónicamente estaba recolectando material para un informe sobre la seguridad en los boliches- quien tomó las impactantes imágenes del hecho, y posteriormente declaró: “Fue todo muy rápido. Ni bien la pirotecnia se lanzó, las llamas surgieron de atrás del escenario y se propagaron hasta el techo. La gente se quedó mirando… algunos retrocedieron. Cuando me di vuelta, algunos se estaban yendo, pero otros se quedaron sentados diciendo: ‘¡Buenísimo!’ Recuerdo esa frase porque yo me dije: ‘No, no está buenísimo. Es hora de irnos’”
Si bien las cuatro salidas de emergencia estaban habilitadas y funcionaban perfectamente, el humo y la desesperación hicieron que la gente tratara de salir por la única puerta por la que habían entrado, provocando avalanchas y amontonamientos
El saldo fue terrible: 100 muertos -incluido Ty Longley el guitarrista rítmico de Great White, quien no pudo dejar a tiempo el escenario- y 136 heridos por quemaduras, inhalación de humo toxico y aplastamiento. Como consecuencia de la tragedia, el gobernador Donald Carcieri prohibió posteriormente el despliegue de pirotecnia en locales para menos de 300 personas.
LAS CONSECUENCIAS: En los meses previos al incendio, The Station había sido inspeccionado dos veces por las autoridades, encontrándose nueve infracciones menores, pero nada se dijo sobre la espuma de poliuretano inflamable usada para insonorizar, el lugar, la cual iba en contra de la legislación local vigente. Finalmente, en diciembre de 2002 las autoridades aprobaron el lugar en su formulario de inspección.
Tras el incendio se presentaron múltiples demandas penales y civiles. En mayo de 2006, el tour manager Daniel Bichele (quien con lágrimas en los ojos aceptó su responsabilidad en el juicio) fue condenado a 15 años de prisión -cuatro de cumplimiento efectivo- al igual que Michael Derderian, uno de los administradores de The Station, ya que los reportes finales confirmaron una presencia de 462 personas en el lugar, más de un 50% de exceso en su capacidad. Bichele fue liberado en 2008 y Derderian en 2009
La tragedia tuvo un enorme impacto emocional en Great White, a pesar de lo cual cinco meses después del hecho volvieron a los escenarios para un show a beneficio de las víctimas. Pese al lógico dolor, decidieron seguir adelante con su carrera. Actualmente, la banda tiene dos diferentes encarnaciones, una liderada por Randall y la otra por Russell. En ambos grupos, la pirotecnia desapareció completamente de sus shows.
Desde 2017, en el lugar donde funcionaba The Station hay un altar con cruces recordando al centenar de víctimas de la tragedia.
Baterista frustrado, docente y periodista especializado en cultura y espectáculos. Creador del programa La Isla de los Monos, ha colaborado en Rock.com.ar y las revistas Efecto Metal, Mala Difusión y Devils Beat Records Mantiene su blog Film Song (www.film-song.blogspot.com) desde 2005.