Los Munsters están de vuelta. A diferencia de sus contrapartes espeluznantes, The Addams Family (o Los Locos Addams, si prefieren y/o si tienen cierta edad), que prosperaron con varias adaptaciones cinematográficas y la inminente serie spin-off en Netflix, su regreso no es para recordarse. Hablando de recordar, recordemos que la serie The Munsters, nacida en 1964 como una sitcom con personajes de terror, ha tenido muchos giros oscuros, pero con esta última adaptación había regresado la esperanza. El director de terror de culto Rob Zombie hizo lo imposible para estar a cargo de la adaptación fílmica de la serie, pero su carta de amor a la serie, aunque macabramente cautivante, no parece ser lo que esta monstruosa familia merece.

Calavera no chilla: Herman y Lily comparten un Bloody Mary mientras cranean la solución de sus problemas

Desde el principio hay una sensación de algo que no encaja, ya que la peli comienza con una introducción al mundo de Transilvania. El Dr. Wolfgang (Richard Brake, presente en «31», «Batman Begins» y varias pelis) y su sirviente Floop (Jorge García, a quien habrán visto en «Lost») roban tumbas en busca de individuos con cuyas partes conformar el espécimen ideal. Mientras tanto, Lester Dracula (Tomas Boykin), el hombre lobo hijo del Conde Drácula (Daniel Roebuck), se ve mezclado en turbios asuntos con Zoya Krupp (Catherine Schell, otrora chica Bond), a quien le debe dinero, por lo que su acreedora le pide o mejor dicho lo obliga a que robe la escritura de la mansión paterna o estará hasta las manos… bueno, no tanto, porque si no paga le van a cortar al menos una (!). Por su parte Lily Gruesella (Sheri Moon Zombie, esposa de Rob), la hija del Conde y hermana de Lester, es una joven vampiresa que desea a toda costa vivir un romance y está buscando pareja, pero fracasa miserablemente en sus citas con engendros indeseables como el Sr. Orlock (nuevamente interpretado por Brake en un claro homenaje al «Nosferatu» que encarnara Max Shreck en 1922). Cuando Floop arruina la creación del Dr. Wolfgang tras una confusión de cerebros (similar a la de la comedia «Young Frankenstein» de Mel Brooks), el nacimiento de Herman Munster (Jeff Daniel Phillips) como incipiente estrella rockera cambiará definitivamente la vida de la bella Lily y la de su familia también. Ambos se enamoran a primera vista, se casan y el mismo día de la boda, antes de irse de luna de miel a París, el futuro patriarca del clan Munster-Drácula se ve envuelto en una tramoya de su dudoso cuñado Lester, y como resultado su camino y el de su flamante familia se desviará desde Rumania hasta el 1313 de la calle Mockingbird Lane en Los Ángeles, California, la cual consiguen a través de la agente inmobiliaria Barbara Carr (interpretada por la siempre bella Cassandra Peterson, la conocida «Elvira, Mistress Of The Dark» de los 80)

«Sí, Herman no está mal, pero qué se yo, lo mío pasa más por Bauhaus y The Damned que por esta onda Misfits, viste» – igual Lily se terminó enamorando del pibe, eh

Así planteada, la historia es… simpática, más allá de que haya demasiados hilos en la trama, es de suponer que un escritor capaz lograría juntarlos en una película sólida y cohesiva. Rob Zombie, sin embargo (y para variar, porque a través de su carrera ha demostrado que su fuerte no se encuentra en los guiones), no es ese escritor: se lo nota demasiado atrapado en la ansiedad por jugar con los Munsters en lugar de hacer lo que por ejemplo hizo el director Barry Sonnenfeld para «The Addams Family» en la década de 1990. Así, Zombie no logra fundamentar debidamente el camino extravagante de la historia de amor entre Lily y Herman al distraerse con la estética bizarra de la película en un intento de recuperar la onda de la serie de 1964. Los personajes no están trabajados de modo que resulten auténticos y/o fieles a su esencia y así, el clima de la película se ve definitivamente afectado y los distintos contrastes se hacen evidentes. Por ejemplo, Sheri Moon Zombie luce fantástica como Lily Munster, aunque su actuación es demasiado familiar: se nota que ha estudiado escrupulosamente a Yvonne De Carlo (la actriz original de la serie), desde la pronunciación de sus líneas hasta la forma en que mueve sus manos, pero lo suyo es más un eco exagerado del personaje televisivo, despojando a esta versión pre-ama de casa de Lily de cualquier rasgo distintivo. Por otro lado, Herman está perfectamente retratado por Phillips, quien hace por el neo-Frankenstein lo que Raúl Juliá (QEPD) hizo por Gomez (u Homero) Addams. Ambos artistas sin duda encontraron aquello que hizo que sus respectivos personajes fueran populares en sus series y recontextualizaron cuidadosamente los personajes de la película; posiblemente Phillips no obtenga el mismo crédito, ya que está atrapado en una película mal construida con un guión mal derivado. Una pena porque física y vocalmente, Philips logra reflejar el carácter bonachón y tontuelo de Herman, expresando su espíritu de Herman sin ser un imitador falto de inspiración de la interpretación original de Fred Gwynne.

«No me mencionan en la crítica de MADHOUSE, ni dicen que hago de Igor el mayordomo ni que en realidad soy Sylvester McCoy ni que fui el mismísimo Dr. Who. Qué cumpleaños más depre, viejo»

Y aquí llegamos a un punto en el que vale la pena detenerse: visualmente, «The Munsters» es soberbia. El instinto de Zombie para lograr imágenes impactantes aquí está desplegado al máximo, adoptando una estética que favorece las características divertidas y festivas de Halloween a lo macabro y gótico evocado en las películas de la familia Addams. Claramente el director se inspira en la estética de las películas y los especiales de Munster: la piel verde de Herman tiene el brillo de un dibujo animado, sin el tinte verde desleído que lucía Gwynne en la pantalla chica. De hecho la paleta de colores es muy variada y potente, lo que ejemplifica exactamente las diferencias entre «The Munsters» y «The Addams Family». En su país de origen (Estados Unidos, no Transilvania, ojo), los Munsters siempre se posicionaron como la típica comedia familiar de los 60 que en este caso está protagonizada por monstruos; ahora bien, la dirección de Zombie abraza este concepto hasta resultar francamente exagerado. Si bien la película es visualmente impecable, la actuación no lo es tanto y el guión ve su trama diluida: aquí no hay una historia definida, todo es un montón de cabos sueltos con escasa conexión. Y si bien el guión es flojo, la determinación de rendir homenaje a la sitcom es admirable: el punto es que esta «The Munsters» simplemente no está equipada para lograr que ese tipo de humor y narración funcione para 2022. Una adaptación cinematográfica requiere una reconfiguración del material original, pero el mal manejo de la nostalgia y las expectativas modernas de Zombie produce un intento logrado a medias, que -paradójicamente- rebosa de potencial.

«¿¿18 tipos de dólar en Argentina?? Dejame de joder, mostro, eso ni en una de ciencia ficción»

Frente a la serie original, «The Munsters» se erige tanto como una precuela (que cuenta los hechos que llevaron a los protagonistas a instalarse en la conocida casa de Mockingbird Lane) como una reinterpretación demasiado filológica de esa estética televisiva, desde los decorados íntegramente reconstruidos en el estudio hasta los colores exasperados de la fotografía de Zoran Popovic. Sin embargo, no es el caso hablar de una «operación nostalgia», al contrario: en los actuales tiempos, dominados por la obsesión por las continuas referencias al pasado y los agotadores guiños a la memoria (histórica) del espectador, Zombie parece estar yendo en una dirección obstinadamente contraria, haciendo una película vacilante y poco convencional que, de hecho, parece tener todas las credenciales para hacer infeliz a cualquiera, desvinculada como está de cualquier lógica de mercado e independiente de las reglas de la película perfecta. Viene entonces a la memoria el «Diabolik» de los Manetti Bros, otra obra ferozmente obstinada que rechazó los cánones contemporáneos para emprender un camino diametralmente opuesto y alejado de las modas, aun con el riesgo de toparse con un sonoro malentendido por parte del espectador.

Durante el rodaje no faltó ocasión para jugar a la gallina ciega. Claro que todo fue un poco accidentado

Sin embargo, a diferencia de la película italiana, «The Munsters» no atesora su naturaleza abierta y descaradamente ajena, por lo que aquello que debería haber representado sus puntos fuertes termina por transformarse en obstáculos insuperables: porque la ironía no muestra sus garras, el ritmo queda suspendido y la delgadez de la trama le dan a las casi dos horas de duración sin una innegable sensación de cansancio. Como si, para esta época, demasiada libertad no fuera buena. A pesar de los supuestos, el resultado es una película paradójicamente desprovista de identidad, indecisa entre el homenaje y la reinterpretación personal: nunca tan incómodo al enfrentar el grotesco, Zombie juega con la acumulación pero pierde de vista el diseño general hasta llegar a un final poco convincente, que no alcanza a transmitir al público (a cualquier público) su incontenible deseo de anarquía visual y narrativa…. «I’m making monsters for my friends» (estoy haciendo monstruos para mis amigos), cantaban los Ramones; estos Munsters que Zombie hizo para los suyos -suponemos que para sus fans o los fans de la serie- simplemente quedaron hechos a medias.

«Piden pan, no les dan, piden queso y les dan hueso…» Todo iba bien con la banda punk de Herman y sus letras de denuncia hasta que se supo que le chorearon la letra a Los Maderos De San Juan

FICHA TÉCNICA

Título original: “The Munsters”

Género: Comedia

Origen: EE.UU.

Estreno: 27/9/2022 (Netflix)

Dirección: Rob Zombie

Producción: Rob Zombie

Guión: Rob Zombie (basado en «The Munsters» de Allan Burns y Chris Hayward)

Reparto: Sheri Moon Zombie; Jeff Daniel Phillips; Daniel Roebuck; Richard Brake; Jorge Garcia; Sylvester McCoy; Catherine Schell; Cassandra Peterson

Música: Zeuss (Christopher Harris)

Duración: 110 minutos

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