Corría 1977. Los Ramones luchaban por crecer y ampliar su público, tocando en grandes conciertos o junto a otras bandas consagradas, pero ninguna táctica parecía dar resultado. Sus managers decidieron entonces contratar a una agencia que los ayudara a dar ese paso, y lo hicieron; pero como dice el dicho, hay que tener cuidado con lo que se desea: lo que consiguieron fueron combinaciones bizarras, o bien conciertos realmente memorables, según el cristal con que se mire. Acompáñennos a recordar los días de diciembre de hace 43 años atrás, cuando los Ramones -mucho antes de ser reconocidos como una de las bandas más importantes del rock de todos los tiempos- se aventuraron valientemente fuera de los confines de su Nueva York natal hacia el ancho mundo del hard rock y del metal… donde no eran compatibles con absolutamente nadie.
23 de enero de 1977. Nuestra historia comienza casi dos años antes, cuando la poetisa punk Patti Smith se tropezó con un monitor de escenario y cayó desde una altura de más de dos metros, rompiéndose una pierna. Smith se vio así obligada a cancelar sus próximas actuaciones, incluida la del 4 de febrero abriendo para sus compañeros neoyorquinos de Blue Öyster Cult en el Nassau Coliseum de Uniondale, Long Island… Comenzó entonces la búsqueda frenética de un reemplazo de último minuto para abrir el show; de preferencia, tenía que ser un grupo local de la zona de Nueva York.
ENTER RAMONES. Apenas unas semanas después de lanzar su segundo álbum, “Leave Home”, los Ramones apenas habían salido de sus propias casas, con apenas unos 20 conciertos fuera del área del Tri-Sate (Nueva York, New Jersey y Connecticut). Fuera de Nueva York, las reacciones a su música y su show eran mixtas; de locales, encabezaban una escena musical que literalmente cambiaría el curso del rock and roll por venir. Tal era la naturaleza sin precedentes de su show y de su estilo que aventurarse fuera de su zona de confort del CBGB y Max’s Kansas City les resultaba problemático, ya que su música se consideraba demasiado avant garde o simplemente terrible. Pero este show de emergencia con BÖC era en Long Island, les quedaba cerca de casa y todo iba a salir bien, se dijeron… Pero a menudo -y más todavía en los tumultuosos, pasionales 70- no sólo se trataba del lugar en que tocabas, sino de con quién tocabas. O mejor dicho, para quién.
Los fans que asistieron esa noche al show no tenían idea de que estaban presenciando un fenómeno que con los años cambiaría el mundo del rock; lo explica un testigo de aquel show en una web de fans de Blue Oyster Cult: “Ramones abrió el show y empezó un disturbio en nuestro sector cuando un tipo trató de avanzar hacia el escenario para tirar una butaca que había separado de la fila. Fue detenido a tiempo, pero casi todos gritaban y puteaban y le mostraban a los Ramones el dedo medio, fue un caos durante todo su set. Los Ramones tocaban música que ninguno de nosotros había escuchado antes: era rápida, fuerte y con canciones cortas, pero el sonido era realmente horrible y confuso. Un tipo en nuestra fila más tarde me dijo que era ‘¡ese puto punk rock!’”
Ah, sí, ese puto punk rock. Los Ramones prácticamente inventaron el género, que acababa de comenzar el proceso de devolverle al rock la excitación primaria y perdida.
RAMONES PARA TODOS. Para promocionar “Leave Home”, los managers de Ramones habían decidido que la banda necesitaba hacer justamente lo que decía el título, es decir irse de casa, lo que a su vez equivalía a salir de Nueva York y recorrer el país. La banda pasó el resto de 1977 difundiendo su mensaje musical minimalista en clubes y pequeños teatros, concentrándose casi exclusivamente en las costas Este y Oeste, donde el movimiento punk estaba teniendo el mayor impacto. A principios de 1978, una gira nacional para promocionar su tercer LP “Rocket To Russia” con The Runaways significaría un buen paso adelante, con la banda tocando en lugares un poco más grandes y probando que una gira punk podía ser una empresa viable y rentable, que sumaría credibilidad al movimiento en EE.UU. El cuarto álbum “Road To Ruin”, de hecho, fue un intento deliberado de poner a la banda en la radio. Pero los managers pensaron que para que la banda tuviera éxito masivo en Estados Unidos, necesitaba tocar como telonera de alguna importante banda de hard rock… ¿Pero de quién, cuando la música que tocás parece molestar a todos los que viven fuera de Nueva York? ¿Cuando la estética de la que eran pioneros amenazaba la relevancia de la mayoría de las bandas de estadios de aquellos días? Un intríngulis que pronto tendría resolución, para bien o para mal.
Fue así que el 16 de agosto del ’77 terminó siendo un día importante en la carrera de Ramones, pero no por algún show; también es la fecha en la que murió Elvis Presley, pero tampoco es el motivo. Ese 16 de agosto los managers Danny Fields y Linda Stein se reunieron con la agencia de shows Premier Talent, la misma de The Who y Led Zeppelin, frustrados porque los Ramones no conseguían tocar junto a bandas grandes que les dieran mayor exposición. “Los críticos estaban locos con nosotros”, recuerda Johnny Ramone en el libro biográfico “Ramones – An American Band“, y agrega “pero seguíamos teniendo problemas para meternos en conciertos grandes, donde Aerosmith y Kiss eran los que mandaban. A veces nos ponían con alguna banda ridícula y nos iba mal, entonces nos despedían al día siguiente”.
SI HAY PUNK, QUE NO SE NOTE. Sabiendo que la reputación del punk -en cuanto a su salvajismo y sus descontroles tanto de bandas como del público- podría provocar el rechazo de la agencia, Fields tomó la precaución de filmar en video un show en el Chicago Uptown Theater: “Pusimos la cámara en un trípode y filmamos el show desde el fondo de la audiencia. La banda tuvo tan buena recepción que la gente se puso de pie y nos bloqueaba la vista del escenario”, cuenta el que por entonces era el manager del grupo, quien además fue lo suficientemente despierto para llevar su propia TV y videocassettera a las oficinas de Premier (las agencias generalmente no tenían equipamiento de video en aquellos días). Fields sacó otro conejo de la galera: “Adelantamos el video hasta el último tema donde la gente se paraba y gritaba, y entonces Premier decidió trabajar con nosotros”.
Tim McGrath, que terminaría oficiando de agente de los shows Ramones durante los próximos 14 años, al principio tenía suspicacias acerca del grupo: “La primera vez que los vi tocaron en Nueva York junto a las Runaways”, describe. “Me tomaron de sorpresa, e incluso me decepcionaron un poco. Estaban por un lado Journey, Frampton, Yes, los Doobies, Supertramp – todo material del mainstream, y la escena punk que era antiestablishment. Yo llegué a Premier luego de trabajar en una agencia country, y ver a un grupo como los Ramones, para mí, fue algo totalmente fuera de lo común“. Tampoco le gustaba no poder verle la cara a Joey durante el show, con sus anteojos oscuros y su cabello que le tapaban todo. Pero como todo aquel que empezaba a trabajar con los Ramones, no tardó en pescarle la onda y diseñar una estrategia para el grupo: “La banda odiaba las giras de costa a costa, así que desarrollamos tácticas de guerrilla, tocando en diferentes partes del país y luego volviendo a casa”, logrando así ahorrar costos y reducir el stress en el grupo. Con todo, fue McGrath el responsable de combinar los Ramones con otras bandas como los Kinks, Eddie Money y, sobre todo, los infames shows con Black Sabbath.
REYES VS. REYES, LA PELEA DE FONDO. Previamente a la noche que nos ocupa y ya en 1978, los Ramones habían hecho dos conciertos en el Rainbow Theatre de Londres el 31/12 y el 1/1 de ese año, de los cuales el de la noche de año nuevo fue considerado el más aceptable, y de esa grabación salió el material que compondría su álbum en vivo “It’s Alive”. La banda volvería a tocar en Inglaterra en otoño, durante septiembre y octubre, pero antes tuvo unos shows de crucial importancia del 16 de agosto (otra vez esta fecha) al 18 del mismo mes en el Hurrah’s de Nueva York, donde el cineasta Allan Arkush los audicionaría para el filme “Rock’n’Roll High School”, hecho que -al menos en los papeles- representaba un enorme paso hacia la consagración definitiva.
Mientras tanto, los Ramones siguieron girando. Ya en diciembre, Premier se había puesto las pilas y -con miras a expandir el público del grupo- se llevó a los muchachos de gira con Black Sabbath, con quienes tocaron el 13/11 en Atlanta junto a Van Halen, el 1/12 en San Bernardino y el 4/12 en Long Beach. Sobre el show de San Bernardino, Johnny supo que algo andaba mal desde el principio: “La cartelera del lugar decía ‘Los Reyes Del Heavy Metal vs. Los Reyes Del Punk Rock’, y pensé, ‘Dios mío, nos metimos en problemas’. Y quién apareció sino una cantidad de bandas de motociclistas y granjeros que nos tiraban botellas de whisky (…) Hicimos seis temas y todo nuestro equipamiento ya estaba cubierto de basura”.
Sorprendentemente, a diferencia de lo que hizo Black Sabbath en el Swing Auditorium, el audio del concierto ramonero del 1/12 ha sobrevivido en una cinta (al igual que el del 4/12) y puede escucharse en Youtube. Aunque menos indisciplinado, el público es notablemente hostil, especialmente al final de “Pinhead” y después de completar la balada “Needles And Pins” de los Searchers. También puede oírse a un Joey Ramone comprensiblemente disgustado refiriéndose a la multitud como “Turkeys” (pavos) antes de lanzarse a “Surfin’ Bird”, el tema final antes de retirarse. Monte Melnick, sempiterno road manager de los punks neoyorquinos, también recuerda el incidente en su libro “On The Road With The Ramones”, con estas palabras: “Tocar con Sabbath era peligroso. Su público no quería saber nada con nosotros. ¡Y estaban armados! En esos días nadie palpaba de armas a nadie en la puerta y los fans de Sabbath eran los peores. Eran los primeros días del heavy metal y no había seguridad, no había detectores de metales. Venían con botellas y piedras y se las tiraban a las bandas de apertura. Era atemorizante. Era malo”.
En el mismo libro, el recordado Joey agrega: “No encajábamos. Eran los Ramones junto a la ignorancia pura. Nuestro nuevo agente de giras pensó que debíamos expandir nuestra audiencia. El promotor lo presentó entonces como una batalla de bandas. Y en San Bernardino, hay bocha de rednecks motociclistas, y Black Sabbath tenía fans muy leales. Mucho, tanto como los de Ramones, pero nuestra audiencia era más pequeña por entonces. Comenzamos a tocar y la gente nos mostraba botellas de whisky y hacían gestos como que nos iban a tirar con eso. Luego de 20 minutos de nuestro set nos empezó a llover de todo – botellas, bujías, carburadores… Logramos esquivarlos todos, y nadie se lastimó, pero les dijimos ‘fuck you!’ y nos fuimos del escenario”. Incluso les tiraron un picahielo (!), que aterrizó a centímetros del pie de Johnny. Joey agrega que cuando se estaban yendo del escenario, un veterano stage manager del lugar le dijo, a modo de consuelo o tal vez de elogio, que “la última vez que vi una reacción así fue cuando los Rolling Stones tocaron por primera vez en Estados Unidos” (!)
Días después de este concierto los Ramones comenzaron el rodaje del film “Rock N’Roll High School” en una antigua escuela católica abandonada y en la banda había alegría de presentarse en el set de filmación tras soportar la lluvia de proyectiles de San Bernardino, según cuenta Dick Porter en su libro “Ramones: The Complete Twisted History”.
FINAL ABIERTO. Cambiar el mundo es un asunto peligroso. Los Ramones nunca tomaron el camino fácil para salir del underground, como lo hicieron muchos de sus compañeros del CBGB. Imaginen la valentía y el compromiso que les tomó presentar su show en estas duras circunstancias. La reinvención radicalmente minimalista de los Ramones de la música rock los convirtió en mimados de la crítica en los EE.UU. (y en héroes en el Reino Unido), pero en el mainstream de su país natal, “ese puto Punk Rock” fue generalmente rechazado como una molestia infumable. Y así, las tribulaciones ramoneras también ilustran la determinación del fan del rock de los 70; el mismo rechazo apasionado hacia los Ramones se trasladó a la música disco durante la era de “Disco Sucks”. La coexistencia pacífica simplemente no era posible.
Con todo y para bien o para mal, el tiempo pasó, las cosas han cambiado y en general, aunque las pasiones sigan tan vivas como siempre ya no suele haber intolerancia (o al menos no hay tanta) cuando se combinan diferentes públicos que favorecen estilos musicales diferentes, como antaño sucedía entre punks y metaleros o mucho antes entre mods y rockers o más acá en el tiempo y distancia entre sodaestereos y ricoteros y así ad nauseam. La convivencia es algo que cuesta aprender y practicar, pero es absolutamente posible. La anécdota de los Ramones y Black Sabbath no sólo sobrevive como ejemplo de mal planeamiento (en aquel momento especialmente), sino como una muestra de lo tensas y sectarias que han sido ciertos públicos del rock a través de los años…
¿Pero el abismo entre los punks y los hard rockers era -o continúa siendo- realmente tan amplio? Marky Ramone cierra esta historia con una reflexión extraída de una nota en video de Artisan News (que pueden ver aquí): “En aquellos días, había pocas bandas punk con el reconocimiento que teníamos. Estaban Blondie, the Talking Heads, Television, Patti Smith, nosotros, los Pistols y The Clash. Pero a decir verdad, el metal ya estaba unos seis, siete años antes que el punk, así que ya tenían más fans. Así que fue una extraña combinación y muchos fans metaleros presentes aquella noche sólo querían ver a Black Sabbath. Lo que pasó es que después de tres o cuatro canciones, nos abuchearon, nos tiraron todo tipo de monedas y todo lo que tenían a mano que pudieran tirarnos, así que paramos, les mostramos el dedo medio y dejamos el escenario. Entonces nos dimos cuenta de que era muy importante tocar con gente del mismo género, ¿sabés? De todos modos, cuando el tiempo pasó y el punk se volvió más aceptado, a muchas bandas metaleras les gustaba lo que nosotros hacíamos”.
Periodista especializado en artes, espectáculos, gastronomía y cultura pop. Co-fundador de las revistas argentinas Riff Raff (entre 1985-86) y Madhouse desde 1989 hasta 2001. Director del primer fanzine de habla hispana dedicado a Kiss y autor junto a Carlos Parise del libro «Heavy Metal Argentino» (1993).