La historia es archi conocida: a finales de 2004, Callejeros, en el pico de su popularidad, despide el año con tres fechas en el boliche República Cromañón, ubicado en el barrio porteño de Once. La última fecha fue el 30 de diciembre, pero lo que debía ser una fiesta, rápidamente se convirtió en una pesadilla, un incendio que se llevó la vida de 194 personas y dejó más de 1400 heridos. Hoy se cumplen 20 años de aquella fatídica noche que resultó un parteaguas en la historia del rock argentino y quedó en la memoria como una de las más trágicas de la historia de nuestro país. ¿Dónde estamos ahora? A dos décadas de Cromañón, intentamos recordar y reflexionar, de la mano de algunos músicos, periodistas y voces relacionadas al rock, sobre ésta historia atroz que, mal que nos pese, habla de nosotros mismos.

LA NOCHE DE LA TRAGEDIA

Patricio Fontanet no había dicho siquiera «buenas noches», sus primeras palabras fueron: «Rescátense un poco porque se prende fuego el lugar, ¿entendieron? ¿Les quedó claro a todos? ¿Si? ¿Se van a rescatar? ¿Se van a poner las pilas?». Antes de él, Omar Chabán ya había advertido al público sin eufemismos: «Paren porque nos vamos a morir todos, nos vamos a prender fuego. No sean boludos, no tiren bengalas porque va a pasar lo mismo que en el shopping de Paraguay «(N. se refería a la tragedia ocurrida el 1 de agosto del mismo año en el shopping Ycuá Bolaños, 327 muertos). «Déjense de joder con la pirotencia, son todos unos hijos de puta, unos pelotudos«, dijo, entre abucheos, el gerenciador del boliche.

Lo cierto es que las advertencias fueron desoídas. En aquellos tiempos, el uso de pirotecnia era algo relativamente común en los recitales, si bien ocasionalmente se lo solía asociar al denominado rock barrial, o llamado despectivamente rock chabón, era común el uso de pirotecnia en conciertos de bandas muy populares como Divididos, La Renga, Las Pelotas o Attaque 77, por nombrar sólo algunas. En la noche del 30 de diciembre, cerca de las 22:50, Callejeros comenzaba el fallido recital con «Distinto», una canción que, acaso como una oscura premonición, en su estribillo dice: «A consumirme, a incendiarme, a reír sin preocuparme / Hoy vine hasta acá», y en seguida el boliche se incendió a causa de una candela encendida por alguien del público, que impactó contra la media sombra del techo, compuesta por una tela de plástico inflamable y apoyada sobre guata recubierta por planchas de poliuretano.

Sin protocolos ni operativos, al notar el incendio, la banda dejó de tocar y en seguida se cortó la luz. La evacuación fue traumática porque la salida de emergencia estaba cerrada con candado. Mucha gente murió rápidamente asfixiada tras inhalar los gases tóxicos producidos por los materiales inflamables. La media sombra hacía una combustión sin fuego y comenzaba a largar monóxido de carbono, a su vez, las bocas de respiración estaban cubiertas y los ventiladores no funcionaban. Por otro lado, la capacidad del boliche era de 1031 personas, y durante esa noche, según la causa judicial, en el público hubo 4500,. Según admitió Diego Argañaraz, mánager de Callejeros, se vendieron 3500 entradas y los 1000 restantes entraron sin pagar.

SOBORNOS, IRREGULARIDADES Y POLÉMICAS

A los pocos días, comenzaron a darse a conocer las numerosas irregularidades que presentaba el recinto, comenzando por los materiales de la media sombra mencionados más arriba, como también las salidas de emergencia. Además, la habiltación contra incendios estaba vencida y diez de los quince matafuegos del lugar estaban despresurizados. También se supo que Raúl Villarreal, coordinador general de República Cromañón, había sobornado a Carlos Ruben Díaz, subcomisario de la Policía Federal Argentina, con 300 pesos por día, para evitar las contravenciones que incluían todas éstas irregularidades y la omisión de recaudos que hubieran evitado el ingreso de pirotecnia.

Entre las tantas polémicas suscitadas a raíz de Cromañón, se encuentra el hecho de sí funcionaba o no una guardería en el baño de la discoteca, algo que muchos medios repitieron hasta el hartazgo y que, si bien fue desmentido numerosas veces por el público, aún hoy se cuestiona. También, con el fin de responsabilizar a las víctimas, se dijo que el público estaba drogado o alcoholizado, lo que fue desmentido en las autopsias. Existe además una grieta dialéctica, están quiénes por un lado, afirman que Cromañón fue una tragedia, pero también gran parte de la gente dicen que se trató de una masacre, ya que no fue un hecho natural ni inevitable, sino una cadena de negligencias y corrupción lo que llevó a este terrible desenlace.

CONDENAS Y DESTITUCIONES

En marzo de 2006, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, fue destituido de su cargo y reemplazado por Jorge Telerman. Los integrantes de Callejeros, bajo la carátula de Incendio culposo seguido de muerte y cohecho activo, recibieron penas de entre 3 y 7 años, la mínima fue para el escenógrafo Daniel Cardell y la mayor para Patricio Santos Fontanet, el líder del grupo. Omar Chabán fue condenado a 20 años de prisión en 2009, pero Casación redujo la pena a 10 años y nueve meses en 2012. Por su parte, Raúl Villarreal recibió una pena de 6 años, y el ex subcomisario Carlos Díaz, fue condenado a 8 años de prisión. 

Bajo la carátula de Incendio culposo y omisión de deberes de funcionario, fueron condenadas la ex subsecretaria de Control Comunal, Fabiana Fiszbin, a 4 años, la ex directora adjunta de Fiscalización y Control, Ana María Fernández, a 3 años y Gustavo Torres, ex secretario general de Fiscalización, recibió una pena de 3 años y 9 meses.

PREGUNTAS, SIEMPRE PREGUNTAS

La tragedia de Cromañón es un suceso que aún duele y da que hablar. Desde MADHOUSE creemos que el 20º aniversario de Cromañón es una buena oportunidad para recordar, reflexionar, preguntar y preguntarnos por qué ocurrió esto y tratar de ser concientes para procurar que una cosa semejante no vuelva a ocurrir. A continuación, los dejamos con el cuestionario que varios artistas, periodistas y mánagers contestaron sobre este tema tan delicado.

LAS PREGUNTAS:

1 ¿Por qué creés que sucedió la tragedia de Cromañón?

2 ¿Cuál es tu opinión acerca del papel de los organizadores, la banda y el público?

3 ¿Cómo considerás que obró la justicia? ¿Y los medios?

4 ¿Qué consecuencias -políticas, sociales, culturales- pensás que dejó lo sucedido?

5 ¿Qué cosas notás que cambiaron en el mundo del rock argentino a partir de este evento?

LAS RESPUESTAS:

Martín Martines (Ojos Locos / Tango & Roll)

1. Cromañon empezó a suceder muchos años antes de esa noche. No se puede explicar sin entender el contexto social y cultural del cual fue consecuencia directa. Si hablamos con datos que están asentados en la causa, el primer eslabón de la cadena y creo el más importante, es la habilitación inicial del local de manera irregular (con un plano adulterado), evidenciando el arreglo estado/ empresario/ policía/ bomberos que era común en esos tiempos. Podría haber sucedido en un cine, un salón de fiestas o en cualquier otro lugar de shows musicales. Como dijo el Indio Solari: «la granada iba pasando de mano en mano«, hasta que le explotase a alguno.

2. Chaban: era el organizador y gerenciador del lugar, anunciaba en todos los medios importantes (Clarín por ejemplo) que Cromañón era un nuevo espacio para grandes shows, un nuevo Obras, con capacidad para 5000 personas. Arreglaba la agenda de shows directamente con los artistas. ¿Quién entonces se ocupaba del trato con policías, inspectores, bomberos? No lo sabemos, porque murió y jamás dijo nada al respecto. ¿El dueño (N: Rafael Levy) qué mandó a cerrar la puerta de emergencia con candado? ¿Qué construyó una cancha de fútbol en la terraza y mandó a tapar los extractores/ventilaciones del lugar y nadie le conoce la cara?. La banda no organizó el show, fueron con el famoso arreglo a borderó. Tampoco “arregló” con los inspectores de la ciudad, ni con los bomberos, ni con la policía (¿algún artista lo hace?) Tampoco tenían idea sobre las características de la habilitación del lugar, tal como no la tiene ningún artista actual al presentarse en los lugares actuales: uno entiende de antemano, que si el lugar está “abierto” es porque está todo en regla. A la conducta del público, tan señalada por la sociedad como culpable por el uso de pirotecnia, deberíamos analizarla y ponerla en contexto, y no caer en un análisis castrense: al menos desde hacía 10 años, estas costumbres eran aceptadas y festejadas por público y artistas. Desde el comienzo de los 90, el uso de bengalas y banderas era común en casi todo show de rock, inclusive en los de artistas que luego salieron a demonizar esta costumbre. Obviamente que esta escalada del uso de pirotecnia, terminaría siendo el detonante de una trampa mortal, que NO fue montada por el público. Hablamos de ese público con el diario del lunes, exigiéndoles conductas de adultos, y olvidamos que eran, en su mayoría, adolescentes y jóvenes, «juventud» que sigue representando lo mismo que hoy: transgresión, excesos, peligro, etc. Ningún joven aún hoy tiene en su ADN cuidar de sí mismo a esa escala de responsabilidad. Es siniestro adjudicarles que podían tener noción de lo que podía suceder. Ese mismo público, que ha sido estigmatizado y discriminado por su origen humilde, fue el que entró una y otra vez al lugar a socorrer al resto, y también fue el que representa un 40% del total de fallecidos, solo por el acto heroico de ayudar a los demás.

3. La justicia, en primera instancia, tuvo un fallo acorde a la realidad y sentido común del proceso de indagatorias, de acuerdo a los más de 300 testigos directos de lo que pasó esa noche. Luego, con los años, el proceso judicial se corporizó, entraron en juego otros factores, desde políticos hasta culturales, y la causa pasó a centrarse en los músicos y no en los verdaderos responsables (cosa que ya estaba más que probada en primera instancia). Entró en la lógica de la «justicia argentina», violando inclusive sus propios procesos y leyes (el caso del «doble conforme» por ejemplo). La condena ya estaba escrita y arreglada de antemano, entre el poder judicial, políticos y un grupo de familiares funcionales al poder de turno. Que un cantante tenga el doble de pena que los funcionarios que hicieron la habilitación trucha del lugar, me deja mucho que  pensar…

Los medios fueron una herramienta indispensable para instalar el relato: músicos culpables, público estigmatizado, circo mediático con el dolor. Brazo armado para ejecutar socialmente lo que cocinaban los jueces y abogados en el foro judicial. Recordemos que fueron los últimos años en que vivíamos casi sin redes sociales o plataformas, por lo que todo pasaba y estaba dirigido por las corporaciones de medios y sus intereses. Aún persisten mentiras como la de «la guardería de bebés en el baño» que fue instalada por los medios, quienes jamás les dieron espacio a los sobrevivientes, que fueron tratados como fans que no tenían capacidad de hacer un análisis de lo sucedido, dándole pantalla al aspecto más violento del dolor humano, que en definitiva era lo que más vendía y terminaba siendo funcional a los intereses que defendían.

4. Políticas: 20 años de macrismo en la ciudad y Javier Milei como presidente. Culturales: El reinado de la música pop en Argentina. Sociales: se adelantó algunos años un fin de era que ya se nos venía encima, con las redes sociales y las plataformas.  

5. Los únicos que hicieron un aprendizaje fueron el público, los músicos y todos los que trabajan en shows musicales. Para el resto de la sociedad,esto quedó barrido bajo la alfombra, no le entró una bala, ya «compró» hace mucho lo que prefiere creer. Todos sabemos que le podría haber tocado a cualquiera, porque todos estábamos expuestos a la misma desidia, así que aprendimos a cuidarnos entre nosotros, entendiendo que la trampa existía y aún existe. 20 años después, creo que, más que nunca, tenemos que trabajar para concientizar a las nuevas generaciones y que no vuelva a suceder nada por el estilo. Lamentablemente, de vez en cuando nos enteramos de algún músico electrocutado en un escenario, de arreglos espurios con la poli, de fiestas clandestinas, de excesos de capacidades, de habilitaciones dudosas.  Aún queda mucho camino por recorrer…

Alejandro Nagy (periodista, locutor, conductor radial)

1. Una mezcla fatal: estupidez + ambición desmedida + ignorancia + fanatismo + abandono estatal. ¡El rock barrial se BARRABRAVIZÓ La pobreza de la propuesta artística se suplió con el descontrol de la fanaticada. El protagonismo era de un gil con una bengala incandescente y otros giles bailando a su alrededor. La otrora cultura del aguante se convirtió en un festival del horror, que dejaba ganancias a algunos vivos.

2. Chabán fue un icono contracultural… pero no vio que el tiempo había pasado y la gente se hizo adicta, no ya al descontrol, sino directamente al ritual suicida. Las Cuevas de los 80s eran precarias, pero nos cuidabamos. Esta generación desafiaba la muerte de la forma más inútil y tonta. La banda necesitaba $$$, excusa perfecta para tres shows con sobreventa y poco gasto. Es cierto que ellos también sufrieron pérdidas familiares, pero alimentaron la «fiesta bengalera» sin medir consecuencias. El público entendía que eso era el aguante, pagaron un precio altísimo y no todos escarmentaron: banderazos y pedidos de clemencia, cuando no directamente de libertad sin castigo, hablan muy mal de ellos

3. ¿La justicia? En principio lenta, luego buscando chivos expiatorios y después de mucho, algunas condenas parecían ser razonables. ¿Los medios? Salvo muy escasas y honrosas excepciones, todos sobreactuando indignación, mostrando un nivel de ignorancia supremo y también, agitando el «clamor popular» y… sarasa.

4 y 5. ¿Consecuencias? El rock argentino finalmente tuvo su grieta, la había antes, pero desde Cromañón se oficializó. Abarca todos los ámbitos y poco después la política, vía el populismo, se la apoderó. Nace eso que el gran Chilarock llamó «rock estatal». Fíjense que muchos actos de la expresidente eran ambientados cual recital y con fondo de Los Redondos, por ejemplo…. Hoy esta señora «musicaliza» sus actos ¡con Lali Espósito! El Rock fue ideologizado y usado (algo así pasó con los militares y Malvinas, cuando en plena guerra se hizo un festival). Se usó hasta el hartazgo el discurso de «defendamos la cultura», se hicieron negociados y se vendió ideología. Lo único rescatable de semejante suceso es poder saber quién es quién y en dónde está parado.

Sergio Rotman (Rotman, Cienfuegos, Fabulosos Cadillacs)

1. Hay dos respuestas para eso: una es la obvia, porque si usas pirotecnia en un lugar cerrado y arriba hay una aislación sintética y se prende fuego… bueno, es una cuestión netamente física. En Cromañón, con algún tipo de bandas en su relación con el público, había una suerte de «fiesta» y de conducta que tenía que ver con una participación activa de banderas y bengalas. Hoy vemos como algo muy obvio que no da para prender bengalas en un lugar cerrado, pero en aquel momento no era tan así. 

2. No creo que los organizadores o la banda hayan sido los principales responsables, porque hay que acordarse cómo era nuestra actitud como público, y digo nuestra porque yo también fui público. Si bien nunca fui muy fan de la bandera y la bengala, iba a todos los recitales. Omar tenía que trabar las puertas atrás porque a la gente se le metía. Negar eso y pensar que somos todos angelitos es sencillamente una hipocresía. A la banda no le encuentro ningún tipo de responsabilidad, mucho más sabiendo de los perjuicios que sufrieron por eso. Al público le encuentro el 100% de la responsabilidad. Tal vez podrías decir que los organizadores podrían haber cacheado duramente al público para que nadie entrara pirotecnia, pero eso también es ser hipócrita y no entender lo que era la Argentina pre Cromañón, donde nuestro comportamiento como público era bastante brutal

3. La justicia obró muy mal, como siempre en este país. Un resultado que fue utilizado políticamente, en este caso por Mauricio Macri, para intereses personales. La justicia en Argentina nunca es justicia. Siempre tiene unos condicionamientos políticos muy fuertes y en este caso no fue menos. Realmente responsabilizar a los músicos con condena me parece que es increíble, inconcebible. Con el correr de los años me di cuenta de que ni los músicos, ni los organizadores podrían haber evitado Cromañón, la única opción era no hacer el show. La banda venía de convocar 10 veces lo que entraba en Cromañón, entonces era imposible realizar eso. Una de las cosas que uno aprende cuando tiene una banda de muchos años, es darte cuenta de que si estás metiendo 15.000 personas en tres Obras no podés después meter 1500 en Cromañón porque va a ser un desastre. Y los medios son una vergüenza en Argentina históricamente, desde «La casa está en orden«, hasta todo. Así que de los medios ni opino.

4. Políticas ya te dije, fue usufructuado por Macri para quitar a Aníbal Ibarra del gobierno. Sociales, es relativo, me parece que afectó a los músicos directamente, que nos quedamos sin poder hacer shows en vivo. Y afectó mucho a los empresarios que tenían locales, porque las exigencias, como todo en Argentina, pasaron de ninguna a lo más ridículo del mundo. Yo me acuerdo que tocaba en Niceto en aquella época muchas veces por año. Las cosas que tuvo que hacer Niceto para garantizar la «seguridad» son tan patéticas como lo que pasó en la pandemia. Tomar medidas para hacer creer a la gente que estás tomando medidas, no porque sean útiles. Culturales… había una relación, que la sigue habiendo, que tiene que ver con la futbolización del rock. La llegada de las bandas de rock barrial trajo mucha hinchada al rock, lo cual no es malo para nada. Digo que la futbolización del rock tuvo cosas buenas, como una gran popularidad, y cosas malas como, bueno… este desastre.

5. Nada cambió. Que no se tocó durante dos años y que hoy si prendés una bengala dentro de un lugar cerrado te piden que la apagues. A mí me parece que lo más triste es la condena a la banda. No porque yo sea músico, sino porque ¿cómo vas a pretender que la banda controle al público? Si a duras penas Omar podía controlar lo que estaba sucediendo.

Chary (Loquero)

1 y 2. Las cosas suceden por una serie de malas decisiones. Callejeros era una banda ascendente en ese momento y tal vez debieron manejar las cosas distinto, por ejemplo, como si fueran un hipermercado y no un kioskito, esto implicaba obviamente más gastos o alquilar mejores lugares para meter la cantidad de gente que ellos estaban llevando. Creo que finalmente sucede lo que la lógica indìca. Esa arenga futbolera en el rock me parece de cuarta: las bengalas, a ver quién es mejor hinchada, eso no es música, es competencia. Un poco me cansó eso de que la gente no vaya a escuchar, sino a ser protagonista. No me gusta buscar un culpable, pero creo que cada cual tiene su culpable predilecto, algunos dirán Chaban, otros Ibarra, otros el grupo, otros el que prendió la bengala, etc.

3. Los medios se prendieron de eso, fue patético ver gente desesperada buscando a sus hijos por televisión y los medios lucrando con ellos, fue el peor Año Nuevo que recuerde.

5. Me di cuenta de que algo había cambiado cuando volvimos a tocar y había agua en el baño, por ejemplo. Y que hay una conciencia en la gente a partir de lo que pasó, levantar al caído, cuidarse más, etc.

Andrea Álvarez (música, compositora)

1. La tragedia de Cromañón sucedió porque se hizo en un mismo show todo lo que no hay que hacer: sobreventa de entradas, falta de seguridad, entrar las bengalas, puertas cerradas, todo el mismo día. En aquel momento había bastantes irregularidades en los shows: especialmente en los de bandas de rock barrial, que no contrataban todos los servicios para cuidar a las personas. .

2. La banda produjo ese show, todo el mundo lo sabe. Es una banda que creció mucho en un año, pero sin hacerlo a nivel producción. No es tan fácil hacer un show. En general, cuando te asociás con un productor, no queda tanta plata, porque la tenés que gastar en producción para cuidar a la gente. Lo que pasaba es que ellos se habían quedado sin plata y querían hacer unos shows de fin de año para tener una ganancia, que me parece lógico, pero había mucha precarización en su forma de querer hacerlo, que era sin asociarse con nadie y producirlo ellos.. En esa época se vendían las entradas en (la rockería) Locuras y ya se sabía cuántas personas iban a haber porque los tickets estaban vendidos con anticipación. Se sabía que iba a haber mucha gente, las decisiones en cuanto a la seguridad y cuántas personas se contrataban las tenía que tomar la producción, que estaba a cargo de la banda, y creo que en ese momento el único que aceptó esas formas fue Chabán. A la vez, ya había ocurrido un hecho en el lugar hacía poco tiempo y se había hablado sobre eso, pero en ese momento creo que la forma de Chabán era decir, «prometan que no van a hacer tal cosa» y simplemente creer así, de palabra, irresponsablemente. Entonces creo que el papel de los organizadores, o sea la banda, fue horrendo, aunque en realidad los músicos eran empleados y la banda era Fontanet y el manager. Y el público es el público, el público no va a hacer en un día lo que no hizo nunca, el público era el público de ellos. 

3. En cuanto a la justicia, no sé qué opinar al respecto, porque cuando hay tantos muertos no hay justicia posible. Yo creo que en ese momento le hicieron una cama a Ibarra, que era el responsable político, y los medios utilizaron la situación políticamente, como siempre, un horror. De todas maneras es muy difícil opinar a la distancia sobre lo que pasaba en ese momento. 

4. Yo creo que las consecuencias políticas, sociales y culturales fueron terribles. Antes que nada se instaló Macri en el mapa político. Sin Cromañón, Macri no hubiera tenido tanto éxito, él y todo ese estilo de política se instaló ante una desgracia. A partir de ahí aparecen el Pro y ese estilo de personas demonizando el rock, porque recuerdo que en esa época tocaba con DJs y de repente podía estar en un lugar lleno, pero no podía estar yo tocando, no podía haber nadie tocando en vivo. Todo lo que fuera música en vivo se demonizó, y ahí empezó a aparecer lo acústico como alternativa a monopolizarse todo. Hubo que replantear todo. Y después sólo estaban habilitados determinados lugares que se transformaron en la única posibilidad para tocar, y le tocó a muy poca gente que estaba asociada con esas producciones. Cambió todo, pero no para mejor ni para el cuidado de la gente. También hubo como un pacto de silencio en todo lo que es el negocio de la música porque todos sentían que tenían el culo sucio, que es verdad, todos los organizadores en algún momento habían dejado pasar detalles, lo que no habían hecho era dejar pasar todo, como pasó en el show de Callejeros.

5. El rock se monopolizó, quedó muchísima más gente afuera y se reventó el under. El under se manejaba de una forma bastante precaria, pero no peligrosa, sino que con muchísimos menos elementos y en determinados lugares que fueron todos clausurados, no porque podía pasar un accidente, sino porque no estaban en regla con respecto a leyes y condiciones que no tenían nada que ver con lo que pasó en Cromañón ni con nada. Pero estaba todo escrito de una forma anticuada. Hubo que replantear todo y quedó afuera un montón de under. Todo lo que era shows estatales que se hacían en Capital, por ejemplo, dejaron de hacerse. Dejaron de pasar un montón de cosas en nombre de un cuidado que no existía, porque después se hacían fiestas electrónicas. Se empezó a demonizar el rock en vivo y yo no creo que haya habido más cuidados. La mecánica de hacer shows quedó muchísimo más restringida para la gente independiente. Se empezó a arengar determinada artística que generó una escena, una forma de escena que mató a otra. Yo creo que el mundo del rock argentino es un antes y un después de Cromañón

Esteban Cavanna (Mánager, productor de giras, autor)

1. Siempre que hablo de la tragedia lo hago con mucho respeto a las víctimas y al dolor de los familiares. Dicho esto, mi opinión es que la tragedia ocurrió por la conjunción fortuita de diversos factores. Podría haber ocurrido en Cemento o en cualquier otro lugar de aquellos años y de años anteriores también, aunque sin duda el principal factor, el momento uno de la tragedia fue el encendido de bengalas.

2. Tal como puede apreciarse en un video tomado por alguien de público, mientras Chabán intentaba desconectar la electricidad, pidiendo que pararan de encender fuego, estaba disputando otra interminable batalla dialéctica en torno a la «mística del aguante», un atajo muy peligroso cuando no existen límites claros y respetos básicos en la convivencia, conocidos como «códigos». Unos días antes de la tragedia, la media sombra se había prendido fuego por acción de la pirotecnia manipulada por el público de La 25, por suerte sin consecuencias. Antes que ellos, Almafuerte se presentó en el mismo lugar, estuve presente, y su público no generó ningún disturbio, a nadie se le ocurrió ingresar bengalas ni llevar niños pequeños, y mucho menos dejarlos a cargo de nadie en un baño. Hay públicos que se descontrolan con mucha facilidad. En Cromañón no había seguridad fija, muchas veces el personal de control lo llevaba la banda, igual que en Cemento. Si a esas personas les paga el grupo que toca (por medio del manager), obviamente obedecen a quien los contrata. Hay que considerar también que en estos espacios, como en otros de más de 2000 personas, la lista de gastos que afronta una banda es muy larga. Sin el debido conocimiento, a veces deciden recortar servicios como la seguridad o poner a trabajar (en negro, obviamente) a amigos o a cualquiera sin el debido conocimiento y habilitación.

3. Siendo manager produje decenas de recitales en espacios gerenciados por Chabán, quien a la hora de arreglar fechas nunca firmaba ningún papel, convenías todo por teléfono y agendabas. Todavía se hace así en la mayoría de los lugares para tocar. El «contrato» o «convenio de trabajo» es de palabra, y de firmarse algo no se estila consignar cláusulas que expresen penalidades a priori. Por eso digo que «Justicia» es lo que debe ocurrir antes, para no tener un cartel colgando reclamándola cuando ya es tarde. Esa «Justicia» corrupta propició que el Jefe de Gobierno en 2016 (N. Horacio Rodriguez Larreta) no fuera ni siquiera procesado por la muerte de 5 personas en el Festival electrónico Time Warp, en Costa Salguero, predio público alquilado por una suma ridícula a una legisladora porteña, y habilitado para 13.000 personas, no para más de 20.000. Los organizadores permitieron la venta de drogas sintéticas que requieren de hidratación constante, mientras en los baños no había agua corriente y dos funcionarios del Gobierno de la Ciudad se encontraban en el sector VIP del festival. Uno de ellos consiguió que su patrimonio se multiplicara exponencialmente, como fue denunciado en su momento. Los jueces Eduardo Farah y Martín Irurzun (que había apartado al fiscal que impulsó la investigación y que luego fue atropellado por un auto) cambiaron la carátula de la causa y -salvo Chabán- los imputados políticos quedaron libres. ¿Y los medios? Los medios emitieron sentencia mucho antes de que lo hiciera la Justicia, como es usual, en abierta connivencia con la política de turno, que necesitaba responsabilizar a alguien de manera urgente para zafar de quedar expuesta. La apresurada sentencia propició la destitución del Jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, una movida política orquestada por quienes se hicieron fácilmente del gobierno de la Ciudad en el período siguiente.

4. «Un estúpido con una bengala le prendió fuego al lugar», presagia el tema de 1972 «Humo Sobre El Agua» («Smoke On The Water») de Deep Purple. En el caso local, agravado por la aprobación del grupo Callejeros y su público. Pocas horas más tarde de la tragedia, por medio de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), la mayoría de los locales donde tocaban bandas emergentes fueron clausurados, y una nueva etapa de restricciones comenzó a regir en cuanto a habilitaciones de espacios culturales en todo el país. Esto favoreció el advenimiento de grandes festivales auspiciados por marcas como Pepsi, Personal o Quilmes, quienes complicaron aún más la escena indie del momento, a la que a partir de entonces le resultó muy complicado encontrar espacios para presentarse en vivo con continuidad. Esa gesta está muy bien explicada en el libro «Más o menos bien. El indie argentino en el rock post Cromañón (2004-2017)», del periodista Nicolás Igarzábal, publicado por Gourmet Ediciones.

5. En mi opinión profesional, para organizar recitales o eventos masivos debería existir un permiso que habilite a quien produce un show, y esa idoneidad deben certificarla ONGs y Asociaciones Civiles, porque quedó claro que los inspectores no están capacitados para estas tareas, que tampoco tienen firma de funcionarios de alto rango. O sea que hay un gris legal muy conveniente para ciertos individuos. Luego de la tragedia hubo una «caza de brujas» para justificar que los inspectores trabajaban de algo, y al poco tiempo todo siguió funcionando de manera irregular. Hoy se fuma en lugares cerrados e ingresás a esos lugares con lo que quieras, los controles no existen.

Gloria Guerrero (Periodista, autora)

1. No lo sé. Supongo que hubo dos causas principales: la maldita bengala ilegal, básicamente, la que prendió fuego el techo de la cueva; y aquella infame puerta de salida -cerrada con candado, según se dijo- que impidió una evacuación más rápida que habría salvado algunas más vidas.

2. Omar Chabán gritó en escena: «¡No sean pelotudos, no tiren bengalas!»; alguien del público fue y tiró bengalas. ¿Cómo entraron las bengalas a Cromañón?

3. De la Justicia no puedo opinar, por supuesto; ¿qué mierda podría decir, salvo que, asi como nuestros pibes no merecían morir como murieron, tampoco Omar Chabán merecía morir como murió? No me gustan los medios, realmente: siempre estoy en alguno de los dos lados.

4. Quizás –quiero creer- algunos ¿ex? pelotudos habrán comprendido que NO es posible andar prendiendo bengalas en lugares públicos. (¿Cuál letra de la palabra «NO» no se entiende?) Spinetta supo llorar «La Bengala Perdida» en 1988, dieciséis años antes de Cromañón. A los pelotudos se les dice: «De las tribunas se puede regresar/ Tan sólo hace falta ser de masa gris». (Pensar.) 

5. DE REPENTE no hubo más pubs, ni recitales, ni lugares habilitados para shows en la Ciudad; durante años nadie supo dónde ni cómo dar un show. Las bandas chicas –como las Pymes de ahora- fueron sucumbiendo. 

“Sin darme cuenta voy cayendo en cruz / Hacia el cenit / El cielo ya no tiene mis pies / Y la espiral que me habrá de llevar / No es mejor / Que todas esas vueltas que di / Buscando un amanecer.”*

*La cita pertenece a la canción antes mencionada, «La Bengala Perdida», de Luis Alberto Spinetta.

Luciano Scaglione (Lucho Al Attaque / Attaque 77)

1. La tragedia de Cromañón creo que sucedió por cuestiones culturales y sociales. Argentina siempre fue reconocida por su pasión, y más que nada futbolera, en todo; en la política, en la música… Creo que esa pasión fue mal llevada al rock, y por ahí esos vicios de la cancha, de Barra Brava, digamos, de alguna manera fueron llevados al rock a lugares cerrados, ya sea con bengalas, banderas, esa cosa de hinchada. Me parece que es uno de los motivos. 

2. Creo que tanto los organizadores, como la banda, como el público, como la municipalidad y el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires son los principales responsables de la tragedia, sin duda. O sea, la gente que no tomó conciencia de la peligrosidad de jugar con fuego en un lugar cerrado, la banda que de alguna manera alentaba o se copaba, o permitía semejante situación constante, digamos. A todos los grupos nos ha pasado, pero muchas veces hemos tenido que parar recitales para que no avance la cuestión de las bengalas y todo eso. La verdad que era muy molesto, nos pasaba a todos los grupos, pero creo que algunos estaban un poco más atentos y otros más relajados. 

3. La justicia en Argentina obra siempre muy mal, hay muchos intereses, está muy politizada, y por otro lado, funciona mal, tardan mucho en tomar pruebas y en todo lo que tiene que ver con los procesos judiciales. La justicia en Argentina es un desastre. Los medios, lo mismo. Creo que muchos comunican y son objetivos en alguna utilización hasta política para el beneficio. Igual no me parece que los medios hayan tenido mucha implicancia. Sí creo que hicieron bien en contar la historia por ahí. 

4. Consecuencias políticas, creo que un montón de gente terminó su carrera política en ese suceso, en esa tragedia. Sociales y culturales, bueno, creo que algunas cosas han cambiado. Igual el argentino es bastante inconsciente y le cuesta el límite, le cuesta respetar las normas, nos cuesta. Entonces, bueno, creo que como sociedad todavía somos muy jóvenes y tenemos mucho que aprender. 

5. Bueno, lo que puntualmente cambió es que prácticamente en 20 años no se vio una bengala en un show. Obviamente la gente quedó marcada. Nosotros como músicos quedamos dolidos, marcados, impresionados, pensamos si nos hubiera podido pasar a nosotros. La verdad es que es una situación muy dura, muy triste, muy difícil de reparar, irreparable en realidad. Y la gente quedó asustada, traumada. Ahora veo que están estrenando una serie en Netflix, me parece de bastante mal gusto. No sé si es una historia que necesite ser contada desde el lugar cinematográfico. Una serie me parece que es más una moda y obviamente es para generar dinero. Me parece revolver dolores innecesarios solo por dinero. El morbo y la muerte siempre venden, ¿no?

Fernando Rossi (Flema)

1. Por una serie de irresponsabilidades y sucesos lamentables que desencadenaron la peor tragedia en la historia del rock nacional.

2. No estuvieron a la altura , ya era tarde para ser tibio con el tema de las bengalas.

3. Mal.

4. La ridiculización y estigmatización del público.

5. Todo se volvió un poco más profesional.

Diego Ortiz (Gatos Sucios)

1. Porque el comportamiento tribunero no es compatible con el rockero. La década del 90 significó un gran vacío social y cultural en la juventud, el Rock degradó su esencia adoptando conductas de otros sectores sociales. La orfandad cultural generó un movimiento que dejó de lado los grandes principios Rockeros, que eran básicamente tener que cuidarnos solos por qué el sistema no iba a hacerlo por nosotros. Buscar responsables en una conducta suicida no tiene caso. Es una gran tragedia, por las 200 muertes y sus consecuencias.

2. La banda organizó el evento alquilando el lugar. Una banda que decía que la pirotecnia formaba parte del show. Cuando lo que está arriba del escenario no es lo suficientemente bueno, necesita de factores externos para conmover. Jamás entendí esa conjunción, soy de otro palo. El público es víctima y victimario al mismo tiempo, ya dije en la primera respuesta que la orfandad cultural de los 90s generó conductas impropias. Llevar bebés a un lugar cerrado de madrugada y prender pirotecnia es un acto muy inapropiado.

3. La justicia en este país actúa según los intereses del establishment, tanto como los medios de comunicación. Nadie dijo que era todo un desmadre, pero aprovecharon para matar o intentar matar al rock independiente cortándole la cabeza, que en ese momento era Omar Chabán. Con Gatos Sucios tocamos en Cemento infinidad de veces y luego de un párate de unos años volvíamos al ruedo por esas fechas. Recuerdo haberme reunido con Chabán en Cromañón un día de semana y me propuso formar parte de un festival con bandas del llamado rock barrial. Le dije que no, porque eran tribuneros y que solo generaban problemas. Unas semanas después, desafortunadamente tuve razón en ese comentario, cosa que me entristeció mucho, hubiera dado lo que sea por no haberla tenido.

4. La derecha porteña se relamió de gusto con la situación y luego de destituir a Ibarra se prepararon para tomar el poder… que aún ostentan. Los empresarios cerraron filas y todo se prostituyo, unos pocos «vivos» coparon los pocos lugares que quedaron y a partir de ahí todo empeoró. La variedad y cantidad de propuestas rockeras que había no pudieron sobrevivir, en su gran mayoría, y la música tomó un rumbo solo relacionado con el consumo y el vaciamiento neuronal.

5. Los festivales que sobrevivieron solo sirven para mantener dinosaurios que transaron con el sistema y que en su gran mayoría no generaron más nada, solo viven del recuerdo y el autoplagio. Si no les chupas las medias a los dueños de la pelota o pones guita no se respeta ni valora lo que hagas… ya sea que no dejes de componer o tocar o seguir agitándola. Cómo después de toda tragedia, ya sean guerras, hambrunas, desastres naturales o plagas, sobreviven los poderosos y marcan las reglas del juego a su conveniencia. Nosotros sobrevivimos por dos cuestiones básicas: AUTODISCIPLINA Y FORTALEZA ESPIRITUAL. Somos ROCKEROS de la vieja Guardia… crecimos durante la Dictadura y los primeros años de esta Democracia Formal… y no les va a ser fácil llevarnos puestos. Por último quiero manifestar mi más profundo dolor por todas las víctimas de esta tragedia y decir que no es pidiendo cárcel como se supera esto… sino aprendiendo de los errores para no volver a cometerlos Nunca Más.

Informe y entrevistas: Emiliano Herrera

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