Joana Gieco, los hermanos Martínez, Ricardo Iorio y los hermanos León; al fondo, celeste y blanco en blanco y negro

Con perdón de la canción patria que habla del 25, el sol del 10 de octubre viene asomando, en particular para la banda de Ricardo Iorio ya que en esa fecha dará su esperadísimo concierto en el legendario estadio Obras, escenario de innumerables gestas rockeras de todo tipo y factor desde los años 80. A solo días de esta trascendente fecha, charlamos a fondo con el guitarrista Alejo León para que nos cuente lo que se viene, lo que vendrá, su pasión por el instrumento, la mecánica de la banda y cómo es tocar desde sus tempranísimos 16 años (en diciembre cumple 22) junto a una de las máximas figuras del metal argentino de todos los tiempos. Preparen el scroll, que allá vamos…

– Faltan muy pocos días para el show. ¿Cómo van los preparativos?

– Ensayando mucho, como hace tiempo que no lo hacíamos. Estamos muy conformes, con la lista de temas ya definida, con los deberes hechos, para decirlo de otro modo (Risas). Consideramos que tenemos que estar lo mejor preparados que sea posible porque el regreso a los recitales es una situación muy especial, tanto para nosotros como para todos los músicos en general, y seguramente para el público también. Además, se va a dar en un lugar tan especial en nuestro país para la música y para el metal en particular como es el estadio Obras. Después de todas las malas que todos tuvimos que bancar últimamente, lo del 10 de octubre es una alegría muy grande.

– Siendo tan joven cómo sos, creo no equivocarme si digo que Obras va a ser el escenario más importante que pisaste hasta ahora…

– Sí, como bien decías, no me tocó vivir por una cuestión de edad la etapa gloriosa de Obras. Lo más cerca que estuve fue el show de Ozzy Osbourne en 2018, que fue al aire libre, así que no conozco el estadio por dentro, ni como músico, ni como espectador. Así que poder tomar contacto con ese pasado, con toda la historia que tiene el lugar, es algo muy grande tanto para mí como para mi hermano Facundo (N.: bajista de Iorio); pensar que ese suelo lo pisaron nombres como Van Halen, Kiss, Megadeth, Riff y tantos otros es un sueño para nosotros. A eso sumale todas las anécdotas que tanto Ricardo como los hermanos Martínez (N.: Walter, baterista y Rubén, el otro guitarrista de la banda) nos contaron que ocurrieron ahí y que ellos protagonizaron, hace que todo se incremente más aún. Estamos yendo a un lugar por el que pasaron muchas leyendas de la mano de otra leyenda, como Ricardo.

– ¿Cómo fue la respuesta del público después de tanto encierro por razones sanitarias?

– ¡Por suerte muy bien! El show del 10 de octubre está agotado, así que se agendó una nueva fecha para el 30 de diciembre, en el mismo lugar y a la misma hora. Las entradas se agotaron un mes antes del show, así que la respuesta de la gente mejor no podía ser. Refleja a la perfección la expectativa por volver a ver shows en directo. Que sea en un marco tan especial es un ingrediente que suma mucho, también. Pensá que es un recinto que fue alejándose del rock y del metal, creo que es un primer paso para recuperar una plaza tan importante.

TODOS LOCOS CON LOS PROTOCOLOS

– ¿Esta será la primera fecha con público que hacen o ya tocaron en vivo con protocolos cuando se produjeron las primeras aperturas?

– Hicimos una fecha en Mar del Plata, el 27 de marzo. Fue un show bastante extraño. Era la primera vez que tocábamos con gente y como metaleros estamos acostumbrados a que los recitales son parados, con pogo, ese “quilombo organizado” que forma parte del folklore heavy, que en esa oportunidad no estuvo, por razones obvias. Era raro ver a todos sentados. La retroalimentación que se genera con el público, pero en un marco muy diferente, al que no estamos acostumbrados. ¡No estaba la gente en cueros ni la transpiración! (Risas). De todas maneras, prefiero un show con esos protocolos, que están plenamente justificados por otra parte; hay que cuidarse, que no se entienda mal, a lo que es un streaming, tocar para una cámara… Te sentís grabando un videoclip, al menos eso sentí cuando hicimos “Avivando La Llama De La Ley Natural” en 2020. No es lo mismo para nada, falta esa conexión, ese feeling. La cámara te graba, no responde.

– Contame a grandes rasgos cómo serán los protocolos para esta ocasión en Obras…

– Va a haber burbujas de 2, 3 ó 4 personas, es la misma segmentación que se usó para vender los tickets. No sabría decirte si la gente va estar de pie o en butacas. Personalmente, prefiero que sea lo primero, pero es una opinión que doy como músico; si se decide lo contrario es porque corresponde, no soy un entendido en seguridad sanitaria. Después el consabido barbijo y el alcohol en gel de rigor, y no mucho más.

– ¿Tenés idea de cuál es en porcentaje, el aforo permitido para el concierto?

– La cantidad real no la sé, pero sí que será menor al 50%. Calculo que serán unas 1700, 1800 personas aproximadamente.

– ¿Qué podés decirme del setlist? ¿Va a estar centrado en el repertorio de “Avivando La Llama…” o podemos esperar alguna sorpresa?

– Vamos a presentar el disco, pero tal como venimos haciendo desde que nos formamos como banda, es repasar también parte del legado de V8, Hermética y Almafuerte, son tres bandas con hermosas canciones. En cuanto a las sorpresas… sorpresas son, así que vamos a mantenerlas en secreto esperando que a la gente les agrade lo que están escuchando.

– ¿El disco tiene fecha confirmada de edición?

– Confirmada no, pero se está hablando de lanzarlo cerca de fin de año. De ese tipo de cosas, o de cómo armar la promoción del disco no es algo de lo que me ocupe, te soy honesto. Lo mío pasa exclusivamente por lo musical. Pero sin confirmar un día con exactitud, va a ser para fin de año y la idea es que no solo esté disponible de manera virtual, sino también en su formato físico.

– ¿Tienen planes para girar y mostrar el disco recorriendo el país?

– Después de Obras tenemos pensado bajar al sur, tenemos una fecha confirmada en Viedma, luego en noviembre Córdoba, Rosario, y después del segundo show el 30 de diciembre en Obras, hacemos el sur de la provincia de Buenos Aires. Para 2022 hay planes para recorrer el Norte y otros lugares del interior. Es decir, retomar el esquema de tours que teníamos normalmente antes de que exista esta cuarentena.

EL SUEÑO DEL PIBE

– Siendo tan joven, ¿cómo se te dio la oportunidad de entrar a la banda de un veterano como Iorio?

– Conocí al Tano Marciello (N.: guitarrista de Almafuerte) en Del Abasto, un estudio de mi zona, Luján. Él estaba grabando como invitado con una banda rosarina, Vudú, y yo con mis 14 años andaba deambulando por ahí cual pendejo hinchapelotas (Risas). Me siento en una de las salas a tocar un rato, y en eso entra el Tano, me ve, agarra otra viola y se pone a tocar conmigo. Empezó a zapar encima de lo que yo tocaba, pero después se puso a hacer unas bases y me hacía gestos para que improvisara algo encima. Así estuvimos un rato. Le gustó lo que toqué o vaya a saber que pasó por su cabeza, pero unos meses después me mandó un audio por Whatsapp, para invitarme al show en el que Almafuerte festejaba sus 20 años en El Teatro de Flores. Me acuerdo que antes del recital estuve en los camarines con ellos, charlé un rato con Ricardo, la verdad que me atendieron muy bien… Cuando subí a tocar hicimos “Debes Saberlo” del disco “Toro Y Pampa”. Ese mismo año volví a participar en un concierto que dieron acá en Luján, para tocar la misma canción, pero esta vez el Tano me cedió el rol de guitarrista en la banda, ¡me acuerdo de que me prestó su guitarra y todo, imaginate!. Fue una situación muy linda, pero también de muchos nervios. Después de esa fecha, y como fan que era de la banda, empecé a notar que no había shows ni noticias de ellos. No se supo nada de Almafuerte por unos meses, hasta que un día, de la nada, Iorio llamó a mí casa, estuvo charlando con mi viejo y le dijo que quería probarme para algo nuevo que estaba armando. En mi casa nos mirábamos, no entendíamos nada. Mis padres me dieron el sí inmediato, con la única condición de que no descuidara mis estudios. Después fuimos mi papá, mi hermano Facundo y yo a su casa en La Pampa, y ahí me contó que, en principio, su idea era grabar un disco, y nos contactó con Walter Martínez, que era el único miembro confirmado de la banda hasta ese momento. Lo hicimos, ensayamos Facundo, Walter y yo varias veces, y a los pocos días volvió a llamar Ricardo para decirme que ambos estábamos en la banda. Lo primero que nos pidió es que mantuviéramos un enfoque pesado y heavy, similar al de Almafuerte

– ¿Habías estado antes en una banda con otro guitarrista, o es esta la primera vez?

-Es la primera vez que estoy en una formación con otro guitarrista, y la verdad que es una situación que disfruto mucho, es muy importante para mí tener a alguien tan sólido como Rubén en la parte rítmica. Está muy claro el rol de cada uno y creo que nos complementamos muy bien. Yo puedo dedicarme tranquilo a las melodías y los solos, y él apoya en la parte armónica, sabiendo que está ahí sosteniendo el sonido del grupo. Tenemos dos estilos muy diferentes y eso le aporta variedad a nuestro sonido No tengo que padecer ese vacío que queda a veces cuando hay un único violero y llega la parte del sólo. Y más si pensamos que además de Rubén están los teclados de Joana (N.: Gieco, hija del célebre León), que juntos son una pared de sonido. La verdad que me siento mucho más cómodo con una formación así.

LOS NOMBRES DETRÁS DEL HOMBRE

– ¿Cómo se organiza la dinámica de una banda como Iorio, cuyo líder vive a 600 km del resto de sus miembros?

– Ensayamos sin Ricardo. En ocasiones especiales, cuando hay que ajustar algo en particular, ahí sí se pega una vuelta. Después nos quedamos comiendo pizza y charlando hasta las tres de la mañana (Risas). Pero si nos mantenemos muy comunicados con él. Si bien no deja de marcar ciertas directivas, tenemos que agradecerle el hecho de habernos dado mucha libertad a todos en el grupo. Podemos aportar ideas, él está siempre abierto a eso, debatimos con el resto qué cosas pueden funcionar mejor que otras, dónde meter un arreglo. La última palabra siempre la tiene él, pero en líneas generales, lo principal es que no se desvirtúe la esencia de las canciones.

– Creo que pasa por los arreglos, como decías recién. Iorio nunca tuvo en sus bandas dos guitarras y teclados…

A nosotros nos dijo de entrada que una formación de este tipo era una idea que hace rato tenía en mente, pero que por distintas circunstancias nunca la pudo poner en práctica. Siempre fue fan de los discos de Black Sabbath en los que metían teclados en algunos temas, o mismo de Deep Purple. Y los arreglos de dos violas era algo que siempre lo vio como para agregar una musicalidad diferente a las canciones. En eso también fue generoso: “no tengan miedo de meter su impronta”, nos decía todo el tiempo.

– ¿Además de los solos, componés temas?

– Compongo, sí, pero lo que no puedo hacer es sentarme a componer por las mías, ahí no me sale nada. Me inspira la espontaneidad del momento. Estar tocando con la banda, zapando, y ahí si me inspiro. O por ejemplo ensayando un tema como “Desde El Oeste” de Hermética, y que se me ocurra un riff parecido en la armonía al original, pero darle un toque más denso al riff, y que quede más oscuro, más sabbathero.

– Otra característica particular de la banda es que haya dos pares de hermanos y de generaciones diferentes en un mismo proyecto. ¿Cómo llevan esa brecha en el trato diario?

– La verdad que nos llevamos muy bien, mucho mejor de lo que podría pensarse antes de juntarnos. Los Martínez, o el mismo Ricardo, podrían ser mis padres, y Joana está muy cerca en edad de Facundo y yo. Esa diferencia generacional no se nota tanto en la parte humana, si quizás en los conceptos musicales a la hora de definir algo. A veces hemos tirado ideas los más jóvenes del grupo, pero esas ideas a Ricardo, o a los Martínez, no les terminaban de cerrar y se llevaron para otro lado. Entendemos que es algo que tenemos que respetar, ellos tienen una carrera hecha y tenemos que ser conscientes de que nos aventajan en experiencia. Lo importante es que todos nos nutrimos de todos. Tal vez “la parte joven” intenta meter cosas más actuales, y ellos tienen una mirada más clásica del asunto. Pero te repito, en lo humano somos todos amigotes, ahì no se notan las diferencias de edad.

– A nivel internacional, ¿qué guitarristas de la nueva camada tenés como referentes?

– Tosin Abasi de Animals As Leaders me parece una bestia. Plini es otro guitarrista que me encanta, Nick Johnston, son muchos los guitarristas nuevos interesantes, pero son cosas que no agregaría a la banda. En ese sentido soy también muy fan de lo clásico, en Iorio estamos todos hermanados por nuestro gusto en común por Black Sabbath, ¡son nuestro punto de unión! (Risas). Después hay bandas como Meshuggah que me encantan, algún día me gustaría tocar algo así, pero sé perfectamente que no van ni en pedo con la banda, no es ese el camino por donde estamos yendo. Amo también a Marty Friedman por su técnica súper pulcra y a Iommi, un tipo que hace mucho con muy pocos elementos. Pero el primer guitarrista al que seguí y le presté atención, fue al Tano Marciello, es el guitarrista definitivo para mí.

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