
Considerado por muchos fans de la banda y por la prensa musical como el verdadero primer álbum de Pantera, la aparición en la escena de “Cowboys From Hell” significó muchas cosas. Por un lado fue el grito de guerra de una banda que venía peleándola desde hace tiempo y le permitió convertirse en un nombre rutilante en la historia del metal pesado. Pero además, su aparición marcó el nacimiento de un nuevo subgénero dentro del estilo, el groove metal. Estamos ante un trabajo fenomenal y todo hito tiene detrás de sí una historia, y en MADHOUSE vivimos (y escribimos) para contarla.

Había una vez en Arlington (Texas), dos hermanitos apellidados Abbott, muy fans del hard rock y el metal. Al igual que ocurría con sus amados Van Halen, uno le entraba a las seis cuerdas (Darrell) y el otro se dedicaba a batir parches (Vinnie). En 1981, siendo dos pendejos armaron su propia banda junto al vocalista Terry Glaze y al bajista Rex Brown. El cuarteto transito la década en el ostracismo, pese a haber editado tres álbumes que se enrolaban estilísticamente hablando, en el glam metal que estaba tan en auge por aquel entonces. La cosa empieza a cambiar cuando a Glaze lo reemplazan por un nuevo cantante oriundo de New Orleans que respondía al nombre de Philip Hansen Anselmo. El nuevo encargado de las voces venía de un palo diferente al de sus compañeros, mucho màs extremo. Juntos graban en 1988 “Power Metal”, placa en la cual se nota la incipiente influencia que aportó este tal Anselmo, con una performance vocal que emulaba en gran medida a Rob Halford, terminó volcando el sonido de la banda hacia algo màs emparentado con la NWOBHM. Lo que no mostraba cambios era la intrascendencia de la banda a nivel popular. Al borde de la frustración total, el grupo decide profundizar la transformación de su propuesta. La década que los vio nacer empezaba a apagarse y acompañando su aparente crepúsculo aparecerìan nuevas tendencias más radicalizadas dentro de la música pesada en respuesta al glam y el hair metal.

En consonancia con esto, tomarian la decision de dejar atrás las calzas y los pelos batidos para lucir bermudas y zapatillas. De la mano de combos como Metallica, Megadeth y Slayer, el thrash metal había llegado para patear el tablero. Estos cambios iban a dejar su marca y era hora de darle otra vuelta de tuerca a la propuesta de la agrupación. “Un dia le dije a Darrell que se viniera a casa para discutir qué dirección le íbamos a dar a la banda. Cuando llegó nos fumamos unos porros y lo hice escuchar «Hell Awaits«, de Slayer. Me parecio el mejor ejemplo para graficar lo que queria transmitirle”-recordaba Anselmo años mas tarde. Así es como tomaron para su receta la virulencia thrashera de las bandas antes mencionadas, pero decidieron no recostarse- aunque sin abandonarla-, en la velocidad, agregandole otra cadencia rítmica, mayor pesadez y una afinación no tan aguda. Los hermanos Abbott, ahora se hacen llamar Dimebag Darrell y Vinnie Paul y el engendro sonoro que cocinaron recibirìa el nombre de groove metal. Lo que no mutó fue el nombre del grupo: seguían llamandose Pantera y había llegado la hora de asomar definitivamente la cabeza.
UN FAR WEST DEL AVERNO
La banda no tenía contrato. Era hora de conseguir uno con una discográfica. Tras innumerables intentos la búsqueda permanecía siendo infructuosa. A tal punto que Darrell decidió audicionar para Megadeth, dado que Dave Mustaine estaba buscando un sustituto para Jeff Young. El muchacho la superó con éxito, pero a cambio puso como condición que su hermano Vinnie se le uniera como reemplazante de Chuck Behler en batería, quien se había marchado junto a Poland. “Dimebag se portó como un hermano de ley”-, declaró en su momento el propio Paul. “Si se iba con ellos le ofrecían seguro médico, un canje con Nike y un salario jugoso. Megadeth me rechazò. Ahì fue que nos dijimos que era hora de hacerlo por las nuestras y que la cosa funcione”. Con las pocas pulgas que suele tener el factotum de Megadeth, Darrell salió eyectado de una patada en el culo. Mustaine nunca imaginó que su decisión iba a cambiarle la cara al metal de los 90s. La mano venía brava, hasta que por sugerencia del caza talentos Derek Shulman -ex miembro de Gentle Giant, uno de los popes del prog rock- Pantera logra firmar contrato con la compañía Atco Records. Con el acuerdo bajo el brazo, el cuarteto entró al estudio para grabar lo que sería “Cowboys From Hell”, título que tendría su razón de ser. La misma está vinculada con la procedencia de la banda. No existían prácticamente grandes nombres dentro de la escena pesada que vinieran de Texas.

Ese territorio de la America redneck siempre estuvo vinculado al rock sureño. El arte de tapa alude directamente a la cuestión. La misma recrea la escena de un salón del Far West de esos que han poblado las películas de vaqueros, pistolas y cazadores de recompensas, pero con el detalle anacrónico de incluir en esa escenografía a los cuatro Pantera con su look escénico metalero groovero. La foto sobre la que luego serían insertados los miembros de la banda muestra una instantanea real tomada en 1910 en el “Cosmopolitan Saloon” de Telluride, Colorado. Definida la imagen del disco ahora había que ir por el sonido. En principio, el elegido para hacerse cargo de la producción era Max Norman, al cual los hermanos Abbott admiraban por su trabajo en “Diary Of A Madman”, de Ozzy Osbourne. Sin embargo, a Norman le llegó una oferta mejor para trabajar con Dokken. Terry Date, otro renombrado productor que trabajó con nombres como Soundgarden, Deftones, White Zombie, Smashing Pumpkins, se haría finalmente cargo de la labor.

Viendo el resultado final, queda claro que la elección a la banda le salió redonda. Date logró que Pantera se alejara de su sonido anterior, pero a la vez los ayudó a encontrar otro personalísimo, el cual no se parecía a nada escuchado antes en materia de metal pesado. A tal punto que su sociedad con los texanos se extendería tres álbumes más. “Mi rol en todo aquello fue ayudarlos a plasmar lo más fidedignamente posible lo que querían mostrar de sí mismos en el disco”,-declaró el productor en su momento. “A veces hago mejor mi trabajo si en lugar de meterme con lo que el artista quiere expresar, le doy vía libre a lo que quiera hacer. Su mutación de banda glam a otra muy heavy era algo que estaban buscando antes de empezar a trabajar conmigo. Nunca les dije lo que tenían que hacer, más bien me dediqué a hacer lo que ellos querían. Y esa transformación siguió avanzando. Con cada disco que hacían se volvían más extremos. Son cuatro tipos con mucho talento”.

CUANDO APARECEN LAS IDEAS
Una vez que el grupo ingresó a los estudios The Dallas Sound Lab todo fue sobre rieles desde el principio. El ingreso de Anselmo había sido una inyección de energía. Su estilo vocal era innovador,con los suficientes recursos tanto para cantar limpio y alcanzar notas altas pero tambièn sonar grave y con la voz rota. Dimebag, por su lado, había encontrado su sonido, tirando riffs aplastantes mezclados con conmovedores pasajes melódicos. Al momento de crear los solos, demostraba estar inspiradisimo. Ahora Pantera se sentía una banda mucho más madura, segura de sí misma, muy lejos de la agrupación errática que habían sido hasta no hace mucho. A nivel compositivo las cosas también estaban a un nivel altísimo, con canciones muy variadas en su forma. El álbum abre con el tema epónimo, dueño de un riff abrasivo que se te pega al cerebro como chicle masticado. “Primal Concrete Sledge” es el momento más vanguardista del LP. Se trata de un retorcido experimento sonoro, con patrones rítmicos y métricas irregulares que anticipan a lo que bandas como Meshuggah patentaría años más tarde. “Domination”, “Shattered” y “Heresy” aportan músculo metalero y rapidez.
En la vereda de enfrente y para balancear la cosa, sabiamente Pantera le abre la puerta a la melodía de la mano de piezas como “The Sleep” con una intro acústica y un Anselmo bajando tres cambios con su garganta mientras Dimebag pela unos de esos solazos plenos de emotividad. En la misma sintonía aparece la gema del disco: “Cemetery Gates”. La canción pertenece al selecto grupo de las composiciones perfectas. Los vaqueros del demonio te pasean durante siete minutos y dos segundos por todos los estados mentales y corporales que puede experimentar un oyente. Música y letra (una oda a tener que despedir al ser amado y la necesidad de elaborar el necesario duelo), combinan a la perfección. Las palabras de la letra apuntalan a lo que suena y las notas respaldan a la lírica, en una asociación increíble. Hay sonando dolor, ira, melancolía, búsqueda de resiliencia, duda existencial. Anselmo brinda tal vez la mejor interpretación vocal de su carrera, y el finado Darrell deja en claro que el hijo de puta ese que le arrebató la vida se llevó a uno de los guitarristas más brillantes que alguna vez nos dió el heavy metal.
A LAS PUERTAS DE LA GLORIA
Editado el 24 de julio de 1990, el álbum tuvo una muy buena recepción en la crítica, maravillada por el poder de fuego del cuarteto contenido en un envase más que novedoso. La banda había logrado finalmente su cometido, asomando su agresiva cabeza en medio de una escena que vivía una etapa plagada de nuevos talentos que aportaban frescura en sus propuestas. En el caso de Pantera, el grupo había logrado consolidar la suya, la cual tomaba el espíritu del thrash para darle una brillante vuelta de tuerca transformándolo en una criatura diferente. La recepción del público fue buena pero algo tibia, dándoles en principio más prestigio que ventas millonarias. Si bien “Cowboys… ” logró meter a Pantera por primera vez en los charts, sus ventas fueron en al comienzo aceptables pero no fue hasta 1997 que el álbum alcanzó el estatus de doble platino. Del otro lado del Atlántico, en cambio el lanzamiento obtuvo rápidamente la certificación de disco de oro. Si bien Pantera contaba ya con un tiempo de vida considerable, es a partir de acá que empieza su etapa más trascendente y definitiva. Pronto vendrían las giras interminables y una discografía que iría subiendo los niveles de densidad y fiereza en la propuesta del cuarteto hasta llevarlos a convertirse en uno de los nombres más destacados en la historia metalera. Los cowboys finalmente habían dado en el blanco, disparando una bala de refulgente acero.

Porteño, cincuentón, melómano, cinéfilo, amante del whisky y la cocina. Licenciado en comunicación, fue agente de prensa en organismos públicos, se desempeñó como productor e investigador periodístico en Arte Canal y participó como redactor de los suplementos “No” y “Turismo 12” de Página/12 y de la versión impresa de Madhouse. Como Do Carmo, baterista frustrado, padre de dos rubias y hombre librepensador.








