PACIENTE: JUDAS PRIEST- “Invincible Shield” (Columbia/Epic, 2024)

HISTORIA CLÍNICA: Este 2024, al menos en su primer tramo, parece ser el año en el que varias leyendas del rock duro despertaron del letargo y/o inercia creativa, para sorprendernos con lanzamientos de alta calidad. Ya aportaron lo suyo Bruce Dickinson, Saxon y Ace Frehley. En esta ocasión es el turno de nada menos que Judas Priest, con el flamante “Invincible Shield”, decimonoveno álbum de estudio de su larga carrera. Que el disco venidero sea propiedad de la banda de Birmingham no es menor por una doble razón. El peso que tiene el nombre Judas Priest en materia de influencia, trayectoria y por sobretodo, su cualidad de dueña de los más acabados y definitorios rasgos del heavy metal como estilo, sería uno. El otro es que el quinteto había dejado la vara alta con su anterior trabajo, “Firepower«. Y en este punto me quiero detener.

Luego de la etapa con Ripper Owens durante los atribulados ’90 para las bandas clásicas metaleras, el regreso de Halford y la vuelta a los primeros planos de la banda fue, incuestionablemente, de menor a mayor: “Angel Of Retribution” (2005) y ni hablar “Nostradamus”(2008), no terminaron de hacer pie musicalmente hablando, más allá del valor simbólico que tenía la vuelta del Metal God a la banda. Y si con “Firepower ” habían levantado la puntería, ¿que decir de este último opus?.Dicho esto, pasemos a otro punto que me parece necesario señalar. Hay casos en la historia del rock en los cuales la partida de un miembro històrico de una agrupaciòn (en este caso léase el querido K.K.Downing), significa una debacle imposible de remontar, pero en otros por el contrario representa una inyecciòn de sangre fresca. En este caso creo que habría que juntar mucho bronce (el exceso del mismo en el escroto de la estatua de Gallardo es bienvenido no sólo por exagerado, sino también por innecesario), para hacerle una estatua a ese fenómeno que es Richie Faulkner. Al momento de entrar en Judas, lo único que se sabía de él es que militaba en las filas de la banda de Laureen Harris, la hija de Steve, el mandamás de Maiden (parece que Judas y Maiden están condenados a estar emparentados eternamente). El peso que tiene en la composición y el hecho de haber sabido cuajar su propio estilo con el de la banda sin necesidad de ser un clon de su antecesor, son méritos no habituales. Lo que quede del bronce (tal vez una gònada de Gallardo), habría que dàrselo al otro gran  responsable de esta actualidad tan vital de Priest (porque Judas es para nosotros los argentos, para los anglosajones es Priest), y me estoy refiriendo al Sr. Andy Sneap. Productor de este y del anterior trabajo de la banda, no sólo brilla en ese rol, sino que es además el otro guitarrista de gira de Judas, luego que el entrañable Glenn Tipton fuera diagnosticado con Parkinson y como sustituto su desempeño en vivo es impecable. Esto me lleva a pensar en la importancia de tener un buen productor a la hora de grabar un disco, pero si el mismo además es un músico o compositor solvente, entonces jugás con 12 todos los partidos. ¿Quieren un ejemplo?: Bob Ezrin, un tipo que puede tocar y componer, además de pararse tras la consola, tal como ocurre con el bueno de Sneap.

Debo decir, y ya pasando al análisis propiamente del disco, que me cuesta “encontrar” a Tipton en el mismo. No escucho sus solos tan distintivos y me cuesta pensar que alguien severamente afectado de Parkinson como él sea capaz de tocar algo tan complejo como lo son algunos de los pasajes que componen la placa. Tal vez a Glenn lo hagan figurar en los créditos y el que toque todas las violas sea Faulkner, o bien se las repartan con Sneap. La banda señaló que participó de la composición del material del álbum y que tuvo a su cargo solos en un par de temas. Más allá de estás especulaciones, si lo primero fuera la respuesta, y en realidad los créditos de Tipton no son más que un mero formalismo, aplaudo el aguante y el no dejar tirado en el camino a un compañero de ruta de tantos años como èl, más cuando sabemos que el negocio de la mùsica suele ser cruel y gracias a Dios, este no parece ser el caso.

Pasando al repaso de las canciones que componen este “Invincible Shield”, hay riqueza como para hacerse un festín. El arranque del disco está a cargo de “Panic Attack”, con una larga intro de guitarras sintetizadas con aires progresivos. Pero es sólo la antesala para los filosos riffs de la canción, con cierto aire a “Painkiller” (la canción, no el disco), aunque no tan heavy como aquel. En ese sentido, la pesadez y el nivel de metal en sangre sube con el siguiente track, “The Serpent And The King”, con Los Sacerdotes demostrando de lo que son capaces cuando meten quinta a fondo. Hay que decir que el arranque de la canción recuerda levemente al vertiginoso “Freewheel Burning” del ya lejano “Defenders Of The Faith”. En el tema que le da nombre al LP, Judas baja un poco las revoluciones, ofreciendo un tema no tan a las chapas, dueño de estribillo pegadizo de esos que Halford tan bien sabe armar. “Gates Of Hell” aporta una necesaria carga de melodía combinada con riffs de esos que te hacen mover la patita para culminar en quizás el estribillo más de cancha de todo el álbum. El solo de Faulkner debe ser de los mejores del álbum, en un repertorio en el cual las violas se lucen a sus anchas. En este último trabajo, la banda vuelve a mostrar ese músculo guitarrero en perpetuo duelo, pero han sabido darle a ese rasgo que forma parte del ADN de la banda un enfoque diferente, con aires de frescura y renovación. No es fácil sustituir a la primera gran dupla de guitarras del metal (podemos citar a Thin Lizzy como antecedente, pero ahí ya estamos hablando de hard rock o rock a secas), a la que marcó el camino y hacerlo con tanta altura.

La placa es sumamente pareja, es muy difícil marcar alguna canción que sea de relleno y esa paridad no sólo se mantiene a lo largo de los 11 tracks que componen el disco, también se hace extensible a “Fight Of Your Life”, “Vicious Circle” y “The Lodger”, los 3 temas extra que figuran en la edición de lujo de “Invincible Shield”. La citada “The Lodger” además, está compuesta por Bob Halligan Jr., compositor que ya colaboró en varias ocasiones en el pasado de la banda. Otra cara conocida que está de regreso es la del productor Tom Allon, quien cumpliera ese rol en varios discos fundamentales de Judas durante los ’80, haciendo lo propio en los temas “Sons Of Thunder” y “Giants In The Sky”(tremendo solo de guitarra acústica)


DIAGNÓSTICO: Hace poco, Halford declaraba en una entrevista que el título del álbum (“Escudo Invencible” en español) refleja los difíciles problemas de salud que afectaron a varios integrantes del quinteto: Tipton (mal de Parkinson), Faulkner (ataque cardíaco) y a él mismo (cáncer), y de cómo pudieron sobreponerse a todo ello. Si del sufrimiento y del dolor se puede salir fortalecido, acá tenemos una muestra soberbia de lo que la música en estado resiliente se trata, Y es además, la fiel muestra de que los artistas pueden tener medio siglo de trayectoria a cuestas y aún así regalarle a la posteridad uno de los mejores discos dentro de su carrera.

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