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«Blues Pesado Del Rio De La Plata». A veces las etiquetas confunden más de lo que iluminan, pero en el caso de los uruguayos de ORO, esa categoría que ellos mismos se han inventado los describe asertivamente. Con nuevo disco bajo el brazo, “Maquina de alma”, regresan a Buenos Aires para dos shows; 24 de marzo en Psiquika de La Plata y el 25 en Strummer en Capital Federal. Hablamos con Federico Anastasiadis, baterista y cantante del grupo, antes de esta visita.

Están volviendo a Argentina para dos fechas después de un par de años. ¿Cómo ha sido la relación de ORO con el país? ¿Vieron algún crecimiento, cambio de público?

Sin dudas es una relación de amor. Desde que empezamos a tocar en 2006 estamos cruzando el río, los primeros años esporádicamente y ya después dos o tres veces al año hasta que vino la pandemia. Tenemos un montón de amigos y gente querida de movidas musicales super distintas que fuimos conociendo en todos estos cruces, entonces si bien nos tomó un tiempo coincidir con un circuito que en lo estético y musical estuviera más emparentado con nosotros, nos permitió acumular público de todos esos lugares que igualmente sienten afinidad por lo que hacemos, eso está buenísimo. ORO es una banda con un espíritu tremendamente uruguayo, pero siempre sentimos que su música tiene mucho que ver con lo que pasó y pasa en Argentina. Muchas veces nos sorpendemos cuando vamos para allá, con lo que nos escribe gente que de repente nos vio hace un montón de años o incluso con argentinos que conocimos en Uruguay porque cruzaron especialmente para vernos. Así que para nosotros ir a tocar a Argentina siempre es gratificante.

Siempre sentí que ORO en Uruguay es medio una burbuja; no hay muchas bandas o artistas con las que puedan compartir cierto sonido o público. Y con las que sí, son o han sido parte, como Hablan por la espalda o Mandrake. Parecía como que en Argentina encajaban más, con bandas como Knei, Gualicho Turbio, Guacho, etc… Lo curioso es que creo que ORO rescata una tradición de bandas uruguayas como Días de Blues, Totem y otras ¿Qué tanto se sienten parte de algo allá?

Es verdad. Más allá de la obvia distancia que genera el tamaño del mercado, creo que hay una diferencia sustancial en esa tradición y es que en Argentina las bandas y artistas que explotaron con ese sonido trascendieron a su época, porque duraron más o se transformaron de alguna manera, entonces han influenciado para mantener ese sonido en el tiempo y en el imaginario popular. En Uruguay ese sonido se cortó abruptamente y salvo casos aislados, no tuvo mucha continuidad. Muchos músicos de esa camada se fueron del país, otros dejaron de tocar, muchos viraron hacia otras músicas. Pensás en la figura de Spinetta por ejemplo y más allá de cómo va cambiando su sonido, él es parte de la cultura popular, aunque no necesariamente todos conozcan enteramente los discos de Pescado Rabioso. Nosotros nos sentimos más parte de una generación de músicos y amigos, que en su mayoría viene del hardcore y el punk rock, que aunque musicalmente tal vez no estemos haciendo cosas tan parecidas, sí tenemos en común una raíz muy fuerte y un sentir particular sobre la música y lo que significa tocar en una banda. Más allá de eso, por su propia escala es natural que en Uruguay tengas relación con músicos que de repente no tienen tanto que ver en lo musical pero sí tenés una relación personal. Por ejemplo, para el último show en Montevideo invitamos a Eli-u Pena (hija del Príncipe) a abrir la noche con su proyecto solista, también subió a cantar con nosotros y fue increíble, algo que a priori tal vez no se viera tan compatible.

La visita coincide con el lanzamiento de un nuevo disco ¿Cómo ha sido el proceso hasta llegar a este reciente trabajo? ¿La pandemia influyo de alguna forma?

Definitivamente influyó en el material que se generó, pero sobre todo en el proceso hasta llegar a eso. En primer lugar, dilató los tiempos de preproducción, porque para cuando empezó 2020 ya teníamos algunas canciones y la idea de dedicarnos de lleno a producir y grabar sobre fines de año. Empezamos y cortamos con la rutina de ensayos muchas veces, estuvimos meses sin ensayar, algo que nunca había sucedido. Por otro lado, nos mantuvimos laburando a distancia, maqueteando las bases y laburando guitarras y voces de las canciones que ya estaban, algo que siempre hemos hecho en la sala los tres juntos y por primera vez fue diferente. Fue raro, pero a la vez estuvo bueno porque fue una manera de mantenerse activos más allá de toda la incertidumbre que había. Ese laburo más de laboratorio que de ensayo, permitió pulir bastante las canciones, darle mejor forma en lo musical y en los textos, así que sentimos que muchas canciones crecieron mucho a partir de eso. Además, en ese interín surgieron nuevas canciones y algunas letras se reformaron por completo, así que a la postre fue un laburo muy productivo. Luego cuando retomamos la rutina de ensayos y ya con fecha de grabación concreta para fines de 2021, sumamos a Nacho Echeverría -que es hermano de la banda- para laburar en la producción de las canciones y luego en la mezcla. Fue tremendo aporte, primero porque siempre una cabeza de afuera suma un montón, Nacho tiene un montón de conocimiento y a la vez conoce perfectamente a la banda, así que fue todo super natural y nos ayudó mucho, en lo musical a cerrar canciones y definir un montón de aspectos sonoros y compositvos, pero también en lo humano, acompañando y descomprimiendo en un momento que fue algo difícil para nosotros. En cuatro días grabamos las bases y unos meses después -ya en 2022 y también en cuatro días- se grabaron voces y algunos overdubs; entre agosto y setiembre laburamos el mastering con Maxi Leivas, gran amigo argentino que trabaja en el estudio del CC Richards. En ese proceso surgió además el acercamiento con Little Butterfly Records, un sello que siempre ha sido muy cercano a nosotros, pero con quienes estamos trabajando juntos por primera vez para este disco, algo que significó un soporte importante para nosotros.

Hace años vienen lanzando EPs y singles en vez de discos. ¿Qué les hizo volver a este formato esta vez?  ¿Qué tan positivo creen que fue trabajar la otra forma?

Es el primer disco de estudio desde 2016. Por la música que escuchamos y que nos formó, el formato disco larga-duración es nuestra norma de alguna manera. Pensamos en las bandas y sus épocas en torno a discos. En un momento, habíamos editado tres discos y cada uno nos llevaba un montón de tiempo entre que grabábamos y lo lanzábamos, eso nos cansó y quisimos hacer cosas distintas, más puntuales y realizables a corto plazo. Por otro lado, teníamos la necesidad de generar material audiovisual de la banda que estuviera bueno porque no teníamos mucho a pesar de haber tocado por 10 años o más, era otra época previa a la locura de las redes y los contenidos que se ven ahora. Entonces como un desafío, nos propusimos generar cosas en poco tiempo y así en tres años, nos sacamos el gusto de hacer un EP con versiones, otro EP/audiovisual que es una sesión en vivo en el estudio con temas inéditos, un simple y un disco en vivo en la Zavala Muniz (Teatro Solís), que también es un audiovisual. Esa seguidilla estuvo buenísima y para cuando salió “Metido En La Corriente” (2019), fue como cerrar una etapa super productiva y a la vez una manera de parar a la banda desde otro lugar. Después de eso, el desafío era volver a grabar un disco de estudio de larga duración. Las dos formas de trabajo están buenísimas, elegir una u otra creo que tiene más que ver con los momentos, posibilidades o intereses de la banda.

En los singles que lanzaron como adelanto, «Autómata» y «Los Cigarros de Mi Padre», siento un componente más psicodélico en la música, sin que esto incluya zapadas o temas larguísimos. ¿Creen que hay una línea en este disco?

Totalmente. El disco abre el abanico sonoro de la banda y muestra otros colores, algo que naturalmente fue sucediendo en todas las etapas, desde la composición de las canciones y su interpretación, la búsqueda del sonido en el estudio y la postproducción en mezcla y mastering. Hay más aire y dinámicas a lo largo de las canciones y en el recorrido del disco, cierto misterio que lo envuelve y le da continuidad. Esa combinación natural que se dio llevó para un lado más psicodélico varios pasajes musicales y vocales. Por otro lado, y aunque parezca contradictorio, buscábamos tener un disco de canciones más concretas, donde pasen un montón de cosas pero que no sobren minutos, algo que en otro momento nos sucedía. Sentimos que logramos una buena combinación entre la experimentación y la búsqueda de eso más concreto, machacando o dándole un respiro según mande la canción.

Siempre me gustó ese concepto de “Blues pesado del Rio de La Plata”. Me pregunto qué tanta importancia le dan a las letras y como las trabajan porque creo que es parte fundamental de esa identidad también.

Siempre le dimos importancia pero creo que cada vez le fuimos dando más, seguramente esto tenga que ver con el paso del tiempo y con ser más cuidadosos en lo que decimos y cómo. Sin dudas las letras de ORO son parte fundamental de la identidad de la banda y así nos gusta que sea, con las voces al frente. Vas creciendo y es un gran desafío mantener esa impronta auténtica y simple, que siga siendo honesta a lo que somos y vivimos hoy en día, nuestras inquietudes, nuestros pensamientos, nuestras insatisfacciones, que obviamente no son las mismas que cuando teníamos 20 años porque hay un pedazo trascendental de vida en el medio. Particularmente para este disco hubo más laburo que nunca en los textos, muchos se fueron transformando y puliendo durante meses y en paralelo cobrando sentido entre si, una vez que empezaron a convivir las canciones como parte de un álbum que iba tomando forma. El concepto de Blues Pesado nos atraviesa, es algo que está enraizado en el espíritu mismo de la banda y aunque lo sentimos muy propio y sin dudas fundacional, es bastante acotado y no queremos que sea un corsé del que puedan quedar por fuera otras cosas, que también nos representan y nos hacen quienes somos hoy, como personas y como banda.

¿Cómo ha cambiado Montevideo como lugar para el rock? La música de ORO, muy de raíz, puede sonar muy extraña para las nuevas generaciones. ¿Les cuesta hacerse ver o que la propuesta se entienda? Sobre todo, para un público joven...

El rock desde hace un tiempo ya no es la voz de los más jóvenes y Montevideo no es ajeno a eso. Si bien hay una movida musical recontra esfervescente, no es el rock la forma que más lo expresa, aunque obvio siga presente. Esto influye en los espacios que hay para tocar y en las movidas que se hacen, en las formas de consumo del entretenimiento por así decirle. Por un tema generacional más que por una decisión propia, estamos un poco al margen de todo eso que se está gestando y está bien que así sea. Muchas veces pasa que el público mayoritario de las bandas va creciendo junto a ellas y es inevitable. De todas formas, hay gente mucho más chica que nosotros que va a los shows, escucha la música y conecta con esta versión de ORO, que no es la misma que hace 10 o 15 años atrás cuando teníamos la edad de esos pibes. Es un público distinto a lo que era el público de esa edad antes, son pibes que se copan con bandas de rock, pero también con el trap, la electrónica, el candombe, el jazz o lo que fuera, con cabezas más abiertas, seguramente porque crecen con la posilidad de acceder a un millón de estímulos e información que antes no era posible, así que está buenísimo para mi. Yo no creo que a los más jóvenes les cueste entender la propuesta, justamente porque quienes realmente tienen interés por la música ya vienen con un bagaje musical enorme. Pero eso no necesariamente implica que conecten con lo que hacemos, más allá de la edad, porque tampoco ese es un fin en si mismo para la banda, entonces no dejamos de ser honestos con nosotros, lo que nos gusta o lo que hacemos para encajar en algo que no sentimos realmente. A nivel estético y sonoro seguramente no somos una propuesta musical de vanguardia, pero creo que cualquier chiquilín que le interesa la música y le gusta el rock perfectamente puede gustarle ORO. Es un desafío enorme para las bandas de nuestra generación poder llegarle a ese público joven, que tiene otro lenguaje y otros medios, pero que a la vez está cautivo de conocer nuevas cosas.

Siempre se habla de los pocos lugares que hay para tocar en Montevideo, de lo difícil que es salir al interior, de que cuesta llevar público allá. Pero es llamativo que la mayoría de las bandas suelen ser longevas, proyectos a largo plazo. ORO mismo empieza con ustedes siendo muy jóvenes y, hasta el día de hoy, siguen siendo los mismos tres. ¿Cómo manejan esa dinámica y lo que conlleva llevar una banda adelante?

Con tranquilidad y la convicción de que lo hacemos porque queremos, sin presiones. Creo que en parte tiene que ver con que ninguno de los tres se dedica exclusivamente a la música, entonces eso hace que no te cuestiones la continuidad de la banda más allá de cuánta gente vaya a un show o las escuchas en Spotify, porque es muy improbable vivir de una banda como esta en un mercado como el nuestro. Nosotros tocamos en bandas desde muy chicos, incluso desde antes de ORO, con 14 o 15 años ya tocábamos en vivo y nos movíamos en un circuito de bandas, entonces ser parte de una y compartirla con amigos es lo que somos y a la vez nos es inevitable. Obviamente ese camino es un subibaja, con picos alucinantes y otros momentos en que te replanteas todo, pero, en cualquier caso, cuando baja esa espuma, ninguno de esos motivos es suficiente para dejar de hacer lo que te gusta ni de compartirlo con la gente que querés. Tampoco nos planteamos tener una banda por 20 años ni nos imaginábamos que en 2023 seguiríamos tocando y sacando discos, simplemente se fue dando. Proyectar a corto y mediano plazo, intentar manejar ansiedades y expectativas, seguramente sean algunas de las claves para seguir haciéndolo. Más allá de eso, un grupo como el nuestro se sostiene fundamentalmente en lo humano, que a pesar de los años y los momentos más o menos prolíferos como banda, se mantiene indestructible.

¿Qué tiene planeado para los shows en Buenos Aires? ¿Van a presentar el disco nuevo?

Hace algunos años que no vamos así que lo primero es divertirnos y reencontrarnos con un montón de gente querida. Venimos preparando shows que combinan las distintas etapas de ORO, en parte por eso de que hace tiempo no vamos y en parte porque el disco nuevo salió apenas hace unos días, entonces no va a ser una presentación de esas en las que tocás entero el nuevo disco, porque si bien estamos muy copados con las canciones y deseosos de tocarlas, está bueno también para la gente escuchar canciones que ya conocen y con las que generaron un vínculo en estos años. Sí vamos a tocar varias de las canciones nuevas, algunas que ya veníamos tocando en los últimos shows en Montevideo y otras que vamos a estrenar especialmente allá.

¿Qué es ORO para vos?

Una familia y una parte inevitable de mi vida son 17 años tocando ininterrumpidamente las mismas tres personas. ORO es la música, pero también son un millón de momentos compartidos, muchos de los más increíbles de mi vida, entre nosotros y con un montón de gente que hemos cruzado en el camino y tal vez ya ni recuerdo. Es una parte de lo que soy, pero también de lo que fui. Un refugio que siempre me recibe. Es un escudo y a la vez un lugar de liberación.

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