ANA PATANÉ, CAFF, 13/05/2023

Uno va a un recital con cierta expectativa, y la verdad es que para la presentación de «Ajeno Al Tiempo» yo tenía muchas. Había escuchado algunos avances acerca de la obra de Ana Patané, pero no quise spoilearme, sino que el show me asombre, ¡y vaya si lo hizo!


En la vida existen rituales y cuando entré al CAFF, me di cuenta de inmediato que estaba por presenciar uno de ellos. En la oscuridad, un haz de luz tenue iluminaba las guitarras dispuestas en el escenario entre una cortina de humo danzante que dejaba imaginar algunas figuras. De pronto Ana llegó y comenzó a cantar.


El show arrancó con “Memoria De Siglos”, y me increpó. Algo de lírico, de alma, había comenzado a revelarse. Le siguieron “Cuando Duerme La Ciudad”, “Predicción”, y “Olvídalo Y Volverá por más”, casi como un murmullo, entre cuerdas angeladas.


El clima cambió cuando arribaron tres armoniquistas y la descosieron con “Yo No Lo Haré”, previa explicación de Ana sobre el tema en cuestión“que trata sobre los hijos”. Porque ella, a medida que interpretaba los temas, iba contando de qué tratan y qué significado le da cada uno. Y ahí está lo interesante, justamente: que cada uno se imagina algo distinto, pero está bueno poder compartirlo con el otro.
Y todo eso es un legado de la vieja escuela, de aquellos tiempos cuando amanecíamos debatiendo acerca del significado de las letras. Cervezas (y filosofía) de la esquina…


Ya con “Tú Eres Su Seguridad”, el clima cuasi sacro se terminó de diluir al grito pelado de los participantes que se animaron a entonar las estrofas como en aquellos tiempos con un piano furioso acompañando.


La velada continuó con “Gil Trabajador”, “Vida Impersonal”, “Sepulcro Civil”, “Soy de la Esquina” y “Del camionero”, acompañada felizmente por la carismática Lucy Patané, la hermana de Ana, conformando un dúo dinámico que generó una sinergia imposible de explicar.


El show estaba planeado que dure hasta ahí, pero la gente no se quería ir sin escuchar “Destrucción”, como lo gritaron y pidieron a viva voz. Y Ana tuvo que conceder el deseo, haciendo una versión en tiempo de joropo venezolano. Y, si bien es un tema de V8, no podía faltar en un ritual de este calibre metalero.


Y si bien Ana se animó a versionar el repertorio de La H en medio de pianos, cuerdas, guitarras y armónicas, con ritmos que fueron por el rumbo más tanguero, coqueteando con la milonga y en algunos casos, con el folklore; lo más osado fue sin dudas, la impronta femenina que le confirió a los temas. Y no sólo eso, los llenó de magia y color, el matiz de su voz describía emociones, colores y tensiones de lo más variados, acompañados de un lenguaje corporal enfático y asertivo, acentuando las palabras justas, modulando, expresando desde las entrañas.


Al terminar el show, nos quedamos recalculando. Observé miradas brillosas y sonrisas en todo el rostro. Charlé con algunos de los presentes, que.me dejaron frases como: “Es un todo que envuelve”; “Quise venir sin escuchar nada previo, que me sorprenda”. Ana nos conmovió, y con creces. No faltaron las consabidas charlas, donde continuamos filosofando con las letras, y sobre el rumbo que tomaron alguno de los integrantes de la escena metalera argentina, de sus proyectos de antes; para después emprender el regreso a casa, sin lugar a dudas, un poco más felices que como habíamos venido.

Fotos: Huberto Andrada

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