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BUITRES, UNICLUB, 15 DE JULIO, 2022

Cuando decimos que el periodismo es un sacerdocio, más allá de que suene a frase cliché y trillada, estamos siendo fieles a la verdad. Y sabrán disculpar mi auto referencialidad y subjetividad, pero sepan que a veces cubrir un show no es estar acodado en la barra tomando un Martini viendo al grupo en cuestión. El viernes 15 de julio, la inoxidable armada uruguaya llamada Buitres cruzó el charco una vez más, junto a un grupo de entusiastas seguidores que no pararon de agitar en todo momento. Mientras eso iba sucediendo, este humilde cronista iba sucumbiendo ante el malestar de una gripe que lo venía persiguiendo hace semanas y que incansablemente trataba de esquivar.

En esta ocasión, la excusa perfecta para reencontrarse con su público argentino era la presentación en tierras porteñas del nuevo disco titulado “Mecánica Popular”, el cual por motivos de público conocimiento aún no había sido tocado por estos lares. La cita era en Uniclub, el bonito antro del Abasto, y los anfitriones locales eran los añejos funny punks de Superuva.

Llegado el día, el clima en Buenos Aires era de un intenso frío que no afectó el ánimo de aquellos que se iban acercando al local de la calle Guardia Vieja. Todo se desarrollaba con normalidad y prolijidad, y con puntualidad inglesa los 4 Superuva tomaron las tablas para mostrar su rock punkito que tanto enloquece a su grupo de fans. Lejos han quedado los tiempos en los que eran un power trío con reminiscencias de Toy Dolls, hoy en día suenan mucho más ajustados y ensamblados. Quizás se deba al ingreso de Martín Lalo y Walter Vidondo, quienes supieron ser parte de los sureños Cosa Nostra. El tándem que arman junto a los históricos Checha y el Chino (de regreso luego de un tiempo fuera de la banda) es de destacar: mientras Walter se centra en su guitarra y sólo levanta la cabeza para hacer coros, Martín no deja de agitar durante todo el set sin dejar de castigar su bajo Höfner como el que utilizó siempre Paul McCartney (el más Ramone de los Beatles). Así, el grupo recorre su repertorio de clásicos que incluyen temas de la primera época (“Birome ponja”, “Hoy no me voy a bañar”, “Un marciano”), muestran su evolución musical (tremenda gema “Anormalidades”), homenajean a Sex Pistols con su delirante “No Pibe” (versión libre del clásico “No Feelings” del grupo de Rotten y cia.), a Ramones con su “Rock en Tandil” (“Rockaway Beach” pero en la mirada de Checha) y a The Clash (imposible no sonreír escuchando frases como “besando al Turco yo te vi” de su versión de “Should I Stay or Should I Go”, incluida en aquel “Buenos Aires City Rockers” de fines de los 90s), nos cuentan que regresarán a México, le piden a la gorda que no se vaya, y dejan a todos y todas alegres recordando cuando éramos felices sin razón.

Cuando los cinco Buitres aparecen en escena, la tropa del montón que agita abajo estalla. Y no sólo la uruguaya, hay muchos locales que también han sucumbido a la pasión. Gabriel Peluffo en voces, todo elegancia y pasión, la dupla de oro Gustavo Parodi y Pepe Rambao en las 6 cuerdas (mientras uno se ríe con la gente, el otro es como un rocker de vieja estampa), la solidez de Orlando Fernández en el bajo (con casaca de Ramones para la ocasión), y Federico “Kako” Bianco aporreando los parches encienden la noche de la mano de “Minusa la suerte”, del “Rantifusa” de fines de los 90s, producido ni más ni menos que por (de pie, señores) Jaime Ross. La explosión es total, Uniclub parece una extensión de la Embajada uruguaya. Entendamos la coyuntura: Buitres es una de las bandas más importantes y emblemáticas del país hermano, no sólo por los más de 30 años tocando y la cantidad de discos que han grabado, sino porque sus orígenes tienen que ver con Los Estómagos, seminal banda de post punk en la que militaban Gabriel y Gustavo. Y allá, tocan en lugares para miles de personas. Tenerlos en un local a un metro de distancia es un placer para los ojos y para el alma.

Pero claro, no sólo de pasado vive el músico. Había que presentar lo nuevo, por eso el segundo tema fue “Diciembre”, canción que abre el último disco. Aplausos para bendecirlo, y a la cuenta de 4 en la voz de Parodi, el primer disparo al pecho: “Condenado el corazón” y su épica de desamor, recordando quizás la época más Ramones de la banda. Ni falta hace decir que absolutamente todos y todas lo cantamos con la voz en cuello. Luego de “A cartas vistas”, seguimos con otra nueva: “Mecánica Popular” con esas guitarras 100% Buitres que ya son una marca registrada del grupo.

Y ya que estaban los Superuva mirando el show, ¿cómo no iban a tocar el inmortal “No te puedo matar” del primer disco? Claro, acá la monada punk lo conoce por el cover que grabaron los muchachos de Checha hace años. Y sí, todos recordamos de la mano de Gustavo que tanta lluvia un día ha de parar. Nos dimos una vuelta por el “Mincho Bar”, y al rato un boleto de regreso a los 80s para quedarse con la cabeza en llamas cuando Parodi empieza con el riff criminal de “Frío Oscuro”. Parte del tercer disco (autotitulado) de Estómagos, parte del repertorio vital de la banda, y (sepan entender, uno también tiene sentimientos) parte fundamental de la adolescencia de quien escribe estas líneas.

Los ilustres amigos uruguayos que se dieron el gusto de cruzar el charco, se sentían más que locales. Era todo desborde emotivo, abrazos y risas, gritos en todos los temas, pusieron una bandera uruguaya en el piso y bailaban alrededor, la banda saludaba a todos e interactuaba con ellos (Gabriel pidió disculpas a una chica ubicada en las vallas a quien sin querer le pisó la mano), y claro que todos esperaban “Soy del montón”, el tema emblemático de los seguidores. Nos fuimos por una “Carretera perdida” con todos emocionados y Peluffo cambiando la letra para referirse a nuestro país. Luego “Ojos rojos” nos dejó con los ojos del mismo color por la furia y emotividad que conlleva. Disfrutamos de la “Canción de Navidad” (con esa melodía tan similar a “When the Angels sings” de Social Distortion), nos enteramos que el cantante tenía una novia en “Santa Rosa” (otra de las nuevas), agradecimos “La Oportunidad” de volver a verlos, juramos que “Yo no voy a morir”, nos sentamos borrachos en el “Cadillac Solitario” (una perla de Loquillo, el más rocker de España) y le dijimos al cielo que hoy toca Buitres, y si morimos va a tener que esperar. 

Y claro que todo tiene un fin, que fue de la mano de “Besos”, canción que ya se ha convertido en todo un clásico a la altura de los viejos himnos del combo. Y aunque todos esperábamos alguna más (llegan a tocar “Gritar” de Los Estómagos, y me van a ver corriendo enloquecido por Avenida Corrientes), sólo quedaba despedirse de quienes admiran a estos cinco locos que una vez más cruzaron el Río de la Plata para recordarnos que el rock no es sólo patrimonio nuestro y demostrarles que aquí también los llevamos en el corazón.     

FOTOS. Guillermo Bareño /FB oficial de Buitres

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