Después de brillar en los 70s como uno de los pilares de aquel fabuloso monstruo progresivo llamado Crucis, el multiinstrumentista radicado en España sorprendió a propios y extraños con su último trabajo,“Traumas de un pasado Tenebroso”, que marca un regreso al complejo mundo del rock sinfónico. Cómodamente instalado en su hogar madrileño, Montesano recibió a Madhouse para charlar de esta vuelta tan esperada por la vieja guardia proggie, de su trabajo como exitoso productor de bandas, de su reconversión en pop star en los tiempos de Olé-Olé y de sus ganas de reencontrarse próximamente con el público argentino.A continuación el intérprete y sus dichos.
¿Cómo surgió la idea de volver a tus raíces progresivas? Fue una sorpresa pero al mismo tiempo algo muy esperado por los fans del prog argento.
¡En realidad, el que más lo esperaba era yo!(risas). Era una asignatura pendiente para mí, no sólo porque es el estilo con el que me di a conocer, sino también porque de todos es en el que me siento más cómodo, por la absoluta libertad musical que me da. Hace mucho que esperaba volver a componer y grabar este tipo de material. Después de que Crucis se separó, la escena musical cambió muchísimo en todo el mundo. El género quedó mal visto por la audiencia, los 80s trajeron otras tendencias que lo desplazaron. El punk, la new wave y todo ese rollo. Así que los que estábamos metidos en la cosa sinfónica tuvimos que aggiornarnos, empezar a tocar otra cosa. Hubo que reinventarse. Yo me radiqué en España y empecé a dedicarme a la producción de artistas también, y obviamente no eran bandas prog. Pero siempre me quedó la espina clavada de volver al género. Me ofrece una libertad creativa impresionante. No tengo que estar pensando en qué cliché tengo que meter o no en una canción, es un formato musical mucho menos rígido que los otros.
Además hace ya un tiempo que hay un revival de lo progresivo, que te vino como anillo al dedo…
Sí, por suerte es así y no sólo en Europa o USA, se que en Argentina también hay muchos músicos jóvenes que están abrazando ese legado. Lo cual me alegra muchísimo.
¿No sentís que a veces se abusa con el uso del término? Me refiero a que se le dice prog a cualquier cosa ni bien tiene un mínimo de complejidad.
Probablemente. Lo que ocurre es que hay ciertos estilos que son difíciles de encasillar.El ejemplo de siempre:¿cómo llamarías a lo que hacía Frank Zappa, por ejemplo?. O para hablar del presente, ¿cómo definís a un tipo como Steven Wilson?. Con Porcupine Tree encaja dentro del prog sin problemas, pero si escuchás sus discos solistas o su trabajo como productor-excelente productor, además-, ahí el tipo ya se va a recorrer otros caminos.En el metal también hay mucho prog entremezclado ahora.Cuando arrancó el metal no se hablaba de “metal progresivo”, pero desde hace unos años sí.Aunque creo que el heavy metal siempre tuvo algo de sinfónico o prog, en las armonías, en los compases. Hay cosas prog escondidas dentro de otros géneros también.Como te decía antes, en los 80/90 pasó a ser mala palabra, era que te traten de viejo o anticuado. La verdad que la pasé muy mal (risas), pero bueno, por eso también reivindico y estoy muy feliz de que esto que estoy haciendo exista.
¿Volviste para quedarte en el terreno sinfónico?
Me encantaría. No lo he pensado del todo, porqué profesionalmente hago cosas que necesariamente tienen que ver con otros rubros, y soy también de ir a dónde me lleva el viento, pero el viento hoy me llevó para el lado de lo sinfónico y estoy muy feliz de que así sea(risas).
¿El disco está grabado íntegramente por vos o tuviste una banda de apoyo?
No, lo grabé sólo. La pandemia fue uno de los motivos, el estar todo el mundo distanciado y encerrado. No había salas de ensayo abiertas, los estudios tampoco abrían sus puertas. En el sótano de mi casa tengo un estudio y me gusta tocar todo tipo de instrumentos.. No me considero un virtuoso para nada, pero creo tener la capacidad de tocar lo justo como para poder transmitir lo que quiero expresar. Hice las bases rítmicas, los teclados, las guitarras, todo.Y me encanta hacerlo. Empecé de a poco como tanteando la cosa y me gustó. Me divertí mucho, me abstrajo un poco de todo este tema del virus. La pasé muy mal en ese sentido, varios amigos míos palmaron. Fue horrible. Creo que me hubiese vuelto loco si no fuese por la decisión de ponerme a hacer música. Además quedé muy conforme con los resultados.
UNA CATARSIS MUSICAL
En el EP está “Vuelo Hacia la Obsesión”, que es un tema que Crucis tocaba en vivo pero nunca llegó a grabar. ¿El resto también es material inédito de la banda o son composiciones nuevas?
Los otros dos temas los compuse ahora. El concepto sobre el que giran las canciones es la dictadura, el Proceso. Para volver al rock sinfónico tuve que volver también a dónde lo había dejado temporalmente hablando, y eso me llevó al horrible contexto social y político en el que estábamos entonces. Volví a ubicarme dónde yo estaba antes de irme en los 70. Me refiero a la dictadura, con su eufemismo: el Proceso de Reorganización Nacional.Creo que lo escribí porque en aquel momento era imposible hacerlo por razones obvias.Esos años me dejaron muy traumado, lo pasé muy mal. Creo que fue un exorcismo para mí hacerlo, sacarme de encima los demonios de esa etapa. Por suerte hoy todo aquello es historia.
De todas maneras me parece muy oportuno que lo hagas.Vos estás radicado fuera del país, pero te cuento que lamentablemente hay en los últimos tiempos una corriente negacionista de la dictadura por parte de ciertos sectores políticos, minimizando los hechos o el número de desaparecidos.
Es una pena que eso pase. Recuerdo leer consternado el “Nunca Más”, ese documento tan esclarecedor sobre esos años, que tuvo a Ernesto Sábato como cara visible. O el juicio a las Juntas Militares también, dos hechos fundamentales en nuestra historia reciente. Me parece demencial que se pueda negar algo así, porque yo lo viví y puedo decir lo mal que la pasamos. Y aquello fue una afrenta contra todos los argentinos, no sólo contra los grupos guerrilleros.
Además estos sectores discuten el número de víctimas como si fuera una cuestión cuantitativa, cuando en realidad es,sobre todo, cualitativa.
Exactamente, así hubieran sido 30.000 o 30, es un horror igual. El miedo a salir a la calle, el no saber si volvías o no ese día a tu casa, ver como desaparecía gente de tu entorno. Se respiraba terror. El trauma de todo eso quedó y entre todos tenemos que ver cómo revisar esa página de nuestra historia que no puede volver a repetirse.
Todo esto catártico que mencionas se percibe en las letras de las canciones, que son muy explícitas.
Tuve que exiliarme y eso dejó en mí algo pendiente que era poder contarlo, y la mejor manera de hacerlo era través de mí música.Poder reflexionar en torno a todo lo que pasó y hacer lo imposible para que nunca más ocurra.
DE FALSO PUNK A AUTENTICO PRODUCTOR
Además de multiinstrumentista, sos productor. ¿Cómo vivís esa situación que no todos los músicos pueden vivir de estar de los dos lados del mostrador a la hora de grabar?
-Si, ser productor es otra faceta mía, aunque siendo sincero, cuando se trata de mi material prefiero no producirlo yo. Prefiero que lo haga otro.Considero importante trabajar con un ingeniero de sonido también.Cuando tenés que evaluar lo que hacés en el estudio, es mejor que lo haga otro que vea el material desde otra perspectiva que la tuya. Así que contestando tu pregunta, prefiero estar de un sólo lado del mostrador (risas).
¿Estás preparando algún show de presentación del disco y, de ser así, hacerlo puntualmente en Argentina?
Tengo algunas ofertas muy lindas. Son tres temas los del EP, debería pensar como armar el resto del repertorio.La verdad que me encantaría. Se que es mucho trabajo, porque el estilo del disco así lo requiere. No es como con el pop u otros géneros, que los podés secuenciar o usar máquinas que te lo hacen más fácil.Entonces necesito la colaboración de otros músicos con los que nos entendamos musicalmente, mucho ensayo, mucha coordinación. No es algo que se resuelve en un par de semanas. Pero, sí, probablemente lo haga.
Hablabas hace un rato de cómo el rock sinfónico se tuvo que reconvertir, a tal punto que estando en New York tuviste que hacerte punk a la fuerza…
(Risas) ¡Era lo que había! Terrible. Llegué a Manhattan y cuando dije que tocaba prog me decían “what you talkin about, men?”(más risas). Recuerdo que Genesis acababa de sacar un single, “Follow You, Follow Me”, completamente pop, nada que ver con lo que veníamos escuchando de ellos.Eran 4 acordes, muy fácil de tocar pero hiper exitoso.El rock sinfónico parecía ya no existir para nadie.Estaba Asia (ndr: supergrupo formado por John Wetton (KIng Crimson), Carl Palmer (ELP) más los ex Yes, Steve Howe y Geoff Downes-, también Peter Gabriel, más otros grupos que habían cambiado totalmente de dirección musical daban la pauta de lo que estaba pasando.En la escena de NY que era donde yo estaba, lo más fácil para ganarte la vida era ir a los clubes a tocar, y todo lo que había era punk. Había formado un grupo con tres flacos que eran de Boston, excelentes músicos, pero tuvimos que teñirnos de rubio y ponernos un nombre bien de banda punk que ahora no recuerdo(risas).Hicimos cuatro o cinco shows y me harté.Pero bueno, fue una experiencia más.
DEL POP TAMBIÉN VIVE EL PROG
Y después de Nueva York, España, también con cambio de estilo incluído. Quería preguntarte qué recuerdos tenés de Olé Olé y si hoy renegás de esa etapa.
No, no reniego en absoluto de esa etapa de mi carrera. En esa época había una diáspora muy fuerte de argentinos en España. En Madrid estaba radicado Jorge Álvarez, que había sido productor de Crucis ( prócer del primigenio rock argentino, promotor de la carrera de dinosaurios como Sui Generis, Charly García, Spinetta, Manal y fundador del mítico sello Mandioca),estaba también el artista plástico Juan Gatti (ilustrador de la tapa de “Artaud” de Spinetta), Ariel Roth, en fin, una barra hermosa.Nos juntábamos en una pizzería de un argentino, Coco. Todas las noches íbamos a cenar ahí, a comer fugazzeta, milanesa a la napolitana, entraña(risas). Era un lugar de encuentro maravilloso.Encima caímos en plena “movida madrileña” post Franco y me encantó.Justamente porque encontré un marco de libertad que era lo que no había en Argentina.Y realmente a todos nos fue bien. España nos trató muy bien y no porque fuésemos argentinos, si no porque hacíamos bien nuestro trabajo
Volviendo a Crucis, ustedes eran muy jóvenes cuando empezaron con la banda.¿Qué edad tenías por ese entonces?
Éramos pibitos. Yo era menor de edad cuando arrancamos a tocar, apenas tenía 16 o 17 años. Salíamos a pegar carteles con engrudo y la policía si nos veía nos llevaba detenidos.Entrar a los lugares donde tocábamos también era todo un tema por ser menores de 18.
¿Cuál fue tu formación musical?
Mi primer contacto fue como pianista, estudiaba música clásica. Después, como le pasó a todos los músicos de mi generación, aparecieron Los Beatles para cambiarnos la cabeza y ahí me metí de lleno en el rock & roll y el blues.Ellos le enseñaron al mundo que se podía vivir de la música, que era una alternativa de vida. Fueron el estandarte de un cambio no sólo musical, fueron revolucionarios también en lo cultural y estético.Así que el combo fue por un lado Beethoven, Mozart y Chopin, y por el otro Hendrix, Cream, después Zeppelin y Purple. Escuchábamos un programa de radio, el único que pasaba todo esto, que era “Modart en la Noche”, producido por Ricardo Kleinman, el dueño de la tienda Modart.Ricardo se la pasaba viajando a Londres y traía los discos que acá o no se editaban o llegaban tarde.Todas las grandes bandas de fines de los 60, principios de los 70 pasaban por ahí y era la fuente para que nosotros tomáramos contacto con esa música.A las 22 todos con la Spica en la oreja(ndr:radio portátil con un único parlante de una calidad sonora temeraria). ¡Había que escuchar música con ese aparatito, eh!(risas).
Había que parar bien la oreja…
(Risas) Y sumale que a veces no agarrabas bien la onda y tenías que moverte por todo el cuarto hasta que sintonizaba.Yo me la ponía en la oreja y estaba toda la noche así embelesado, y tené en cuenta que el programa duraba como cuatro horas.Lo conducía un locutor maravilloso, Pedro Aníbal Mansilla, con una voz portentosa.Una época maravillosa, ¿cómo no te iba a gustar la música escuchando a esas bestias, no?.
UN PADRINO TAN PESADO COMO CORLEONE
¿Cómo fue la experiencia de tener a tan temprana edad a un padrino artístico tan importante cómo Charly García?
Muy linda, maravillosa.Pero él también era muy joven cuando nos conocimos, tendría 23, 24 años, éramos todos niños pero obviamente él tenía mucha más experiencia que nosotros en el estudio.Nos conocimos porque vino a nuestro primer gran concierto en Buenos Aires, que se hizo en el Teatro Astral.Y vino de casualidad.Iban caminando con Jorge Álvarez por Av.Corrientes y cuando vieron a la gente en la puerta y los carteles decidieron entrar.Les gustó tanto el concierto que Charly nos propuso producir nuestro primer disco.Fichamos para RCA Víctor, una compañía muy fuerte en esa época, que nos ayudó mucho también.Charly como te contaba no era un productor en el sentido estricto del término, sí tenía mucha más experiencia que nosotros, ya tenía tres lps en la calle.Ves, a mí me hubiese gustado que nos produjera Billy Bond, porque él había producido esos discos de Sui Generis, pero también los de La Pesada.Me gustaba mucho Billy como productor, además de ser un gran amigo, pero ya estaba radicado en Brasil.Pero volviendo a Charly, él nos prestó todos los teclados que usamos para grabar “Crucis”, sintetizadores, un piano Fender.Nosotros teníamos cero experiencia en el estudio, no sabíamos nada y Charly nos enseñó mucho.Fue muy lindo, y divertido porque Charly es un tipo muy simpático.Fue una gran experiencia tanto para nosotros como para él.
Lo agarraron a punto caramelo.García estaba fascinado con el prog, de hecho había armado La Máquina de Hacer Pájaros por ese entonces.
Efectivamente, como todos por aquel entonces.No me sorprende porque Charly también viene de la escuela clásica, así que es absolutamente lógico que se enganchara con la movida sinfónica, se le daba muy bien.sabía tocar a Chopin, así que guarda con los tipos que pueden tocar Chopin (risas).Y la verdad que su incursión en el género fue muy buena, La Máquina era un gran grupo.Fue una época maravillosa, porque además estaba Spinetta con Invisible que era espectacular, Alas un gran trío.Todas estos grupos que te nombro, en vivo eran espectaculares.pero en otros estilos también, fue una etapa esplendorosa del rock argentino la que por suerte me tocó vivir.
Escuchando a Crucis, y lo digo como metalero, eran una banda con mucha fuerza para ser progresivos…
Te digo algo: si hubieses seguido y no nos separábamos no te quepa ninguna duda que terminábamos para ese lado.Por lo menos en lo que a mí respecta hubiésemos ido para el lado del metal. Pino (Marrone, el guitarrista), era más del palo del jazz, pero en esa época éramos muy duros, teníamos mucha polenta como banda. Por eso te hablaba antes del metal, creo que como género tiene algunos elementos limítrofes con el sinfónico. Ahí está Dream Theater para demostrarlo
Otro detalle, es que Crucis no era la típica banda que se queda paradita tocando, tenían mucha escena.
¡Aquello era un desmadre total! El Flaco Spinetta nos decía “los gimnastas”. Nos preguntaba cómo hacíamos para tocar así, saltando y corriendo por todos lados. Nos preocupábamos por lo visual también.teníamos a Ada Moreno que se ocupaba de nuestro vestuario y a Juan Gatti que hacía lo propio con la escenografía. Noemí Vázquez que era la mujer de Pomo (legendario baterista de Pappo’s Blues e Invisible), tenía a cargo la iluminación. Era un equipo de gente muy talentosa. En eso creo que fuimos lúcidos, delegar en otros, no querer hacer todo nosotros.
LA REUNIÓN QUE NO FUE
¿Qué podés decirme de los frustrados intentos por reunir a Crucis?
Bueno, hubo varias ofertas para una reunión a través de los años, pero la verdad es que nunca coincidimos.Siempre nos agarró a cada uno en una parte diferente del mundo haciendo nuestras cosas.Y hacer una cosa como esa requiere un año como mínimo.Vivíamos en países distintos y trabajábamos mucho.. Además estaba el tema de las familias, etc. Los que han hecho eso es gente que vive toda en el mismo país. Después desgraciadamente murió Gonzalo Farrugia (baterista) y ahí ya descartamos cualquier posibilidad de hacer algo así
Quizás si hubiese una oferta millonaria como pasa con las bandas grandes de afuera, tal vez la cosa hubiese sido diferente…
En ese sentido te digo que no era un problema de guita. ¡Las ofertas eran muy buenas! El problema como te decía eran los compromisos ya contraídos. Yo como productor tengo contratos firmados que tengo que cumplir. Es un tema de agenda. A eso sumale que a algunos de nosotros por ahí no nos volvía locos la idea. Es algo que hicimos a los 20 años, con todo el cariño y amor del mundo, pero ahora no tenemos la misma motivación que teníamos en ese entonces. Hoy tal vez nos motivan otras cosas.
Para cerrar la nota, y conociendo tu trayectoria tan larga y versátil, ¿qué cosa sentís que te falta hacer de acá al futuro dentro de la música?
Es una pregunta muy grande. Estoy muy bien, me da cosa decirlo pero no siento que me falte nada. Esto que me ocupa hoy que es volver al rock sinfónico es algo que me llena de plenitud hacerlo, pero no se sí mañana no cambio de rumbo si así lo siento. Con la posibilidad que tenemos hoy de publicar los contenidos sin depender de una discográfica, lo largás a la red y ya está. Es maravilloso. ¿Cuál es mi expectativa? Quizás hacer algunas presentaciones en vivo en Argentina, para reencontrarme con ese público tan genial que es el nuestro.
Porteño, cincuentón, melómano, cinéfilo, amante del whisky y la cocina. Licenciado en comunicación, fue agente de prensa en organismos públicos, se desempeñó como productor e investigador periodístico en Arte Canal y participó como redactor de los suplementos “No” y “Turismo 12” de Página/12 y de la versión impresa de Madhouse. Como Do Carmo, baterista frustrado, padre de dos rubias y hombre librepensador.