PAUL McCARTNEY – THE LYRICS: 1956 TO THE PRESENT, por Paul McCartney & Paul Muldoon (Allen Lane, 2021 – 2 tomos, 960 págs.)

Paul is dead, gritaba el titular de un conocido diario sensacionalista británico a finales de los tumultuosos años sesenta. Fue solo la expresión de una de las leyendas urbanas más extrañas del rock, que luego de transcurrido más de medio siglo resulta todavía más ridícula e improbable cuando se busca en «The Lyrics». Ridícula porque en estos dos valiosos volúmenes Paul McCartney, en el umbral de sus 80 años, aún emerge como un artista extremadamente vital y joven, enérgico y lleno de ideas. Puede parecer obvio, pero esta colección de 154 canciones, presentada en estricto orden alfabético (detalle que hace pensar en que no se ha querido priorizar una canción sobre otra, o que al fin y al cabo el orden de los factores no altera el producto), solo enfatiza su grandeza. Abarca su producción desde los Beatles hasta los Wings, desde muchos proyectos solistas hasta diversas colaboraciones con otros artistas: Elvis Costello, Stevie Wonder, Michael Jackson, Mary Hopkin, y la lista sigue.

Amén de esto, el principal mérito de «The Lyrics» es presentar, además de la letra, un impresionante número de reflexiones, recuerdos, anécdotas y curiosidades de su autor. Para cada pieza encontramos un contexto preciso y sumamente interesante. Más de 60 años de honrada carrera resuenan en las cabalgatas autorales y discográficas con los Fab Four, en el recuerdo de sus afectos familiares (padres, hijos, parejas, pero sobre todo la inolvidable Linda) y de alguna manera también en la recuperación de su relación con John Lennon, observándolo con mayor claridad y madurez. Algunos desacuerdos e incompatibilidades, pequeños malentendidos y diferencias de carácter se superan en nombre de un cariño que nunca se extingue y una nostalgia dulce e inagotable.

Es asombroso el grado de inteligencia, honestidad y humildad que McCartney logra inculcar en estas casi mil páginas: un marco narrativo real para una serie envidiable de obras maestras que han cimentado y edificado la historia grande de la música pop. Títulos inoxidables como «here, There And Everywhere», «Hey Jude», «Maybe I’m Amazed», «Get Back», «Band On The Run», la fabulosa «Yesterday», «Mull Of Kintyre», Blackbird, «Eleanor Rigby», «Ebony And Ivory», «Helter Skelter», ciertamente no necesitan presentación. Numerosas «silly love songs», como era de esperarse, pero también muchas canciones de rock, además de algunas gemas menores que merecen un redescubrimiento (imprescindible dar una segunda oportunidad a baladas como «Jenny Wren» o «Calico Skies»). A veces McCartney parte del recuerdo del origen de una canción y luego se deja llevar por el fluir de la conciencia y termina muy lejos, en el tiempo y en el espacio, y nosotros con él: a principios de los 60 con la cabeza apoyada en el cristal de un micro de gira en algún lugar de Inglaterra, ponderando la letra de una canción incluso antes de ponerle música («All My Loving»), una década más tarde en su granja de Kintyre esquilando ovejas y cabalgando en el páramo («Eat At Home»), en un café parisino después de un larguísimo autostop con John y al mismo tiempo grabando con los Wings en un yate en las Islas Vírgenes («Café On The Left Bank»), deslumbrándose con el canto de los pájaros, ya hombre maduro, en un cañón de Los Ángeles o como adolescente en los verdes suburbios de su propia ciudad («Jenny Wren»), en los ochenta en una librería londinense («Pipes Of Peace») o en el nuevo milenio pero pensando en su pasado lejano («When Winter Comes»), todo en un viaje tan variado como nostálgico como atractivo como atrapante: el abanico de sensaciones que ofrece la lectura -en especial si quien lee es fan de Macca y de los Beatles- tiene millones de facetas que apenas alcanzan a describir estas pobres palabras.

En definitiva, «The Lyrics» también es una oportunidad muy válida para reflexionar y recordar las múltiples influencias de este enorme artista: la pasión por la lectura desde la escuela, la fascinación por el arte moderno y los múltiples encuentros que se hacen a lo largo de la increíble trayectoria artística y humana. Tal como una piedra cae al suelo atraída por la gravedad, la memoria del bajista inevitablemente sigue regresando a Liverpool y los Beatles. Una bendición y al mismo tiempo una maldición que Paul nunca podrá sacudirse, pero que, en la medida de lo posible, logró superar gracias a un inagotable y absoluto talento melódico, una extraordinaria sensibilidad, la continua aspiración a los buenos sentimientos a pesar de la adversidad y una curiosidad artística ilimitada.

El multiinstrumentista y cantante aquí no solo revela los trucos del oficio de compositor, sino que también nos da su versión de muchos aspectos de los Beatles. Quizás algunos puedan quejarse de que su historia está permanentemente sellada por una visión demasiado subjetiva; sin embargo, el reciente documental «Get Back» demuestra cabalmente en qué medida Paul era el más equilibrado de los cuatro (y el más terco para continuar con la magia del grupo). Después de todo, estamos seguros de que Ringo no tendría tanto que contar, George habría sido demasiado parcial y John… bueno, quizás simplemente nunca lo habría hecho.

Más que perdernos en especulaciones y ucronías, leamos, por ejemplo, cómo «The Long And Winding Road» se inspiró en las curvas de una callecita rural observada desde una ventana en su retiro en Escocia, el refugio definitivo tras la resaca y la ruptura de los Beatles. «Martha My Dear», en cambio, era su pequeña gran joya, a través de la cual cual John y Paul bajaron la guardia en favor de una mayor y mutua empatía. Descubramos cómo un maestro de secundaria, la lectura de las obras de Charles Dickens y otros grandes autores, la asistencia a los teatros ingleses, las habilidades artísticas aparentemente modestas de los padres y sus sólidos valores humanos han marcado evidentemente la diferencia en la formación de Macca. quien nos ha legado un invalorable cancionero al cual siempre podemos recurrir en cualquier circunstancia y estado de ánimo. Un pasado al que siempre es grato volver, algo que muchos de nosotros estamos haciendo estos días con el documental dirigido por Peter Jackson.

Las notas de Paul en sus letras son fruto de 24 largas charlas, realizadas a lo largo de cinco años con el poeta -y premio Pulitzer inglés- Paul Muldoon, una colaboración que quizás ayude a acercar la composición del baronet al estatus de prosa poética. Todo esto va acompañado de un aparato visual de altísimo nivel. El propio McCartney reveló en una entrevista reciente que desconoce la inmensidad de su archivo; de hecho y para la ocasión, su equipo investigó nuevos documentos y expandió una colección asombrosa que finalmente podemos admirar: partituras, notas, bocetos, dibujos, cartas, tapas de singles de 45′ (verdaderas rarezas) y de revistas, manuscritos originales, más de 600 espléndidas instantáneas en blanco y negro y color… Un trabajo minucioso y esmerado que embellece aún más este lanzamiento y que no solo los fans de los Beatles -o de McCartney- podrán apreciar, sino cualquiera que sienta pasión por la música. Señores dejo todo, me voy a leer a Macca…

«El acto de escribir una canción es una experiencia única, a diferencia de todo lo que conozco. Tenés que estar de humor y empezar con la mente despejada. Tenés que confiar en tus sensaciones iniciales porque al comienzo no sabés realmente adonde estás yendo»

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