Cada escena de cada país tiene sus propios referentes, esas figuras que primero asomaron la cabeza con la bandera de determinado estilo en mano, y marcaron un camino que serviría de inspiración para el resto. Si hablamos de Chile y de metal extremo, la figura de Anton Reisenegger se presenta como un nombre ineludible. Con un nuevo disco de Criminal recién salido del horno, el guitarrista, cantante y compositor trasandino habló con MADHOUSE desde el País Vasco, donde se encuentra radicado, de este y de otros (muchos) temas.
Anton, te escuché alguna vez decir que vos no terminabas tus discos, sencillamente los abandonabas. También decías que necesitabas tomar cierta distancia de los mismos para valorarlos correctamente. ¿Crees que pasó ya el tiempo suficiente para juzgar a “Sacrificio”?
(Se ríe) En realidad la frase no es mía, la escuché por ahí y la tomé como propia porque me parece muy acertada. Lo cierto es que en el caso de este disco no fue tan así porque la grabación, producción y edición de “Sacrificio” se atrasó varios meses, así que tuvimos el tiempo suficiente para valorar mejor lo que estábamos haciendo. No siempre uno tiene esa chance, la mayoría de las veces trabajas en un disco con ciertas ventanas de tiempo que son muy acotadas, muy constreñidas, entonces claro, lo sacas medio a la fuerza y después al poco tiempo decís «esto lo podría haber hecho mejor» o «tal tema debería haberlo sacado, y haber puesto aquel otro», en fin. Pero en este caso tuvimos todo el tiempo del mundo para terminarlo junto a Seba Puente, nuestro productor. Estuvimos hasta el final trabajando con él, escuchando diferentes tipos de mezclas y masterizaciones, mirando con lupa el más mínimo detalle. Así que a este puedo decir que no lo abandoné, sino que realmente lo terminé. En cuanto a la segunda parte de tu pregunta, creo que todavía falta un tiempo para alejarse un poco y tener la perspectiva completa del disco, porque son ya más de dos años que llevo metido en el proceso de grabación y de composición. Todavía me siento muy adentro del álbum, entonces, sí, me hacen falta un par de meses más para ver si estoy conforme del todo esta vez, cosa que en realidad nunca sucede (Risas).
Pero si tuvieras que resaltar un rasgo de “Sacrificio” que lo destaque dentro de la discografía de Criminal, ¿cuál sería?
Diría que este disco cierra un círculo, porque si bien es un disco muy extremo aún para nuestros parámetros musicales, y que hemos incorporado algunas influencias que quizás siempre han estado en mi cabeza o en mi memoria auditiva pero nunca las había podido aplicar a Criminal, como puede ser algo de Godflesh o de Voïvod, que son bandas un poquito más limítrofes por decirles de algún modo, también es un disco que conecta con nuestros primeros trabajos, sobre todo por el lado de la rítmica. Tiene ese espíritu más latino si se quiere, y eso tiene mucho que ver con nuestro nuevo baterista, Danilo Estrella. Lo escucho tocar y tiene una cosa que me recuerda a Dave Lombardo. Aunque esté tocando cosas extremas, le pone un swing que muchos bateros anglosajones no lo pueden hacer. Es como que son más cuadrados, no tienen ese feeling, ese toque que para mí es bien latino.
Noté eso que decís escuchando el disco; justamente lo que me gusta de tipos como Lombardo o Danilo es que pese a estar tocando algo extremo, el sonido de la batería respeta su acústica, no está retocada con efectos y esas cosas.
Definitivamente, eso era lo que nos propusimos. El mismo Danilo pidió desde el principio que no se le falsificara el sonido de la batería con samplers y demás. Eso se puede usar como un recurso en un tema determinado, pero si es sólo para ahorrar costos y tiempo, lo que hace es que tengas una batería plana, en la que cada golpe suena igual al anterior, y que al final parece una máquina. Entiendo que puede haber cierta generación de metaleros para los que esto es lo normal, porque crecieron escuchando este tipo de cosas. Si escuchás este estilo hace diez años, puede que te suene normal, en mi caso no es así. Yo añoro a productores como Martin Birch (N: legendario productor de Deep Purple, Black Sabbath, Rainbow y Iron Maiden entre otros), Flemming Rasmussen (Metallica) o Tom Allom (Judas Priest), en donde las cosas suenan como lo que son, y la batería se trabaja y se microfonea bien.
Otro mal de esta época suele decirse que es escuchar que muchas bandas suenan demasiado comprimidas y todas muy parecidas…
Claro, porque también existe eso que se ha dado en llamar el loudness war, en el cual intentan que el master suene al mayor volumen posible. Supongo que lo hacen para que si tu tema suena después del de otro artista en una plataforma como Spotify, lo haga a un volumen más potente, con mayor nivel. Lo que es una tontería porque el oyente tiene en su dispositivo una perilla de volumen. Al final eso lo que hace es matar la dinámica de los discos. Por más extrema y agresiva que sea esta música, tiene que tener cierta dinámica, de lo contrario queda sonando una cosa estéril.
CRONISTAS DEL ESTALLIDO
En cuánto a la parte lírica, varias de las canciones del disco reflejan los tristes sucesos que tuvieron lugar en Chile hace un par de años. ¿Cuáles creés que son las causas para que pase algo tan traumático dentro de una sociedad?
Creo que la gente se sintió no escuchada, y más que no escuchada, la gente se sintió burlada. En los meses previos al estallido en Chile, la desconexión entre la clase dirigente y el pueblo fue tan grande que dijeron basta, nos están tomando el pelo. Porque en Chile hay dinero, pero es uno de los países más desiguales. Hay varios países dentro del país. Hay zonas donde todo es de lujo, hay mucha ostentación de la propiedad privada, mucho guardia de seguridad, concesionarias de Ferrari o Maserati, y en los barrios la cosa sigue igual que hace treinta años. Se salió a la calle para decir basta, y lamentablemente se produjeron actos de violencia. Es una pena que se haya llegado a eso para producir cambios, pero parece que tiene que ser así. Había gente que salía con sus banderitas y sus pancartas, pero a esos nadie los escucha. Ahora hay algunos cambios en marcha, y si bien nada se garantiza, al menos tenemos la perspectiva de que algo pueda cambiar.
Eso que decías en cuanto a cómo se miden los crecimientos económicos de nuestros países, es algo que afecta a toda la región. Se miran los números macroeconómicos de crecimiento, pero no cómo se reparte ese crecimiento dentro de una sociedad. En Argentina ciertos defensores de algunas escuelas económicas ponían a Chile como un ejemplo a seguir…
Por supuesto. Mirá, cuando se empezó a ver un despegue macroeconómico de Chile llegaron muchos inmigrantes. Desde acá (N: Anton vive en España), cuando se desató la crisis española muchos se radicaron en Chile. Mucha gente de Latinoamérica también fue para allá. Puede que haciéndolo tengas un pequeño margen de mejoría al principio, pero si al final del día tu empleo es precario y te enfermás, vas a morirte en la cola esperando que te atiendan, entonces para qué sirve todo ese milagro económico…
Me sorprendió encontrar dos canciones en “Sacrificio” cantadas en español, concretamente “Zona De Sacrificio” y “Sistema Criminal”
Ya lo habíamos hecho en algún que otro disco, es algo que nuestros seguidores esperan, y como te decía, si bien este no es un disco conceptual, varios de los temas tienen que ver con lo que veníamos hablando, y justamente estos dos están entre esos temas que exponen los males del capitalismo. “Zona De Sacrificio” por ejemplo habla de esos lugares que son abandonados a su suerte para que las industrias contaminen a sus anchas y sin ninguna consecuencia.
ARROJADOS A LA INCERTIDUMBRE
Mencionaste el retraso que tuvo el álbum a raíz de la pandemia. ¿Cuál era la fecha original de lanzamiento?
Lo terminamos de componer a fines de 2019, coincidiendo con el estallido en Chile, esa es la razón por la cual algunas letras hablan del asunto. Mientras lo estábamos haciendo esa era la realidad que estábamos viviendo. La grabación empezó en febrero de 2020 y lo hicimos muy rápido a nivel batería y guitarras rítmicas. Cuando llegó la hora de meter los solos, sobregrabaciones y voces, se disparó el COVID, y a mí me agarró en España. Fueron cuatro meses encerrados acá, y después ir retomando de a poco. Cuando finalmente pude ir a Santiago había restricciones, entre las cuales estaba la prohibición de ir al estudio. Entre una cosa y la otra, la demora es prácticamente de un año, el disco debería haber salido en 2020.
¿Cuáles son los planes para presentarlo?
Por ahora no muchos. Primero que nada, vamos a agotar todos los medios vía online, ya sea haciendo notas virtuales, difundiendo el video de “Zona De Sacrificio”. Pensamos también en subir otros tocando en vivo alguna canción en esta nueva modalidad que algunos llaman “play true”, cosas por el estilo. En cuanto a shows, es algo que no lo tenemos muy claro todavía. Nuestra idea es hacer una gira por toda Latinoamérica, pero el problema principal es que no sabemos a ciencia cierta cómo va a estar cada país con el tema de la pandemia. Es complicada la logística, porque como bien sabemos, en Sudamérica hay que volar a los lugares donde tocás, debido a las distancias no podés girar en una furgoneta. Así que espero que pronto, cerca de fin de año se pueda hacer algo. Lo otro que está pensado es hacer festivales en Europa, todavía muchos se están armando, pero la idea es participar. En el mundo hoy todo es poco predecible. Los científicos no saben cómo va a evolucionar el virus, los gobiernos van tomando medidas según los rebrotes o la aparición de nuevas cepas. Las realidades son distintas de un país al otro, entonces no podés saber realmente cómo armar un tour. Fijate cuantas bandas reprograman fechas, fechas que muchas veces son tentativas. Las anuncian y después las vuelven a cancelar. Es todo bastante impredecible, pero también muchos gobiernos han tomado medidas que no tienen sentido. Las toman para demostrar que están haciendo algo, para mostrar gestión, pero si se analizan algunas decisiones, terminan complicando las cosas más que aportar soluciones. ¿Cómo está el tema en Argentina con los shows?
En nuestro caso, los espectáculos públicos, me refiero a recitales, cines y teatros, están volviendo con un aforo reducido. Pero como decíamos recién, todo dependerá de la llegada de nuevas cepas y de posibles rebrotes.
El punto a tener en cuenta también es que para girar por Latinoamérica necesitás tener un número de fechas mínimas confirmadas, por una cuestión de costos. Para bajar a la región, tenemos que saber que la fecha de Buenos Aires está supeditada a que se hagan otras en Brasil, en Chile, etc. Tienen que estar concatenadas. En Chile, por ejemplo, se permite hacer shows, pero varios miembros de Criminal vivimos en Europa. Entonces, en caso de ir a tocar a Chile, tenemos que cumplir diez días de aislamiento. ¿Qué promotor te va a pagar diez días de hotel, para que puedas hacer un show? ¡Ninguno! Para colmo en Criminal, si bien somos tres chilenos y un inglés, Danilo es el único que vive allá. Sergio Klein (N: guitarra) está radicado en Berlín, Dan Biggin (N: bajo) en Inglaterra, y yo en el País Vasco… ¡Estamos sonados! Tenemos que ser realistas y armarnos de paciencia. Bueno, venimos ejerciendo la paciencia hace un buen rato, ya (Risas).
ANTON, EL POLÍGAMO MUSICAL
Siempre fuiste un músico con muchos proyectos y me gustaría hablar de ellos. Empecemos por Pentagram (banda pionera del Death Metal en Chile, anterior a Criminal). ¿Tenés planes de mantener al grupo activo en el futuro?
Con Pentagram hemos tocado bastante en los últimos años, mayoritariamente en Chile, pero también anduvimos haciendo fechas en el exterior. Una de las cosas que hice durante este receso por la pandemia fue componer mucho, a tal punto que ya tenemos listo nuevo material para un disco. Estamos organizando la logística para empezar a grabarlo pronto. El álbum debería estar listo para 2022.
¿Qué podés decirme de Brujería?
Tenemos en el freezer un nuevo disco, que en la parte instrumental está absolutamente terminado. En realidad, ese disco tendría que haber salido hace años (Risas). Está bien que tocamos mucho por el mundo, había mucha demanda de fechas y lo fuimos postergando, pero con este parón involuntario finalmente El Brujo (N: cantante) se puso las pilas y se dedicó a escribir sus letras y a grabar las voces. Estamos en eso, ya se está mezclando el disco, así que para el año entrante también debería estar editado.
Con tantas bandas y siendo compositor en todas, ¿qué te pasa cuando sacás un riff? ¿Componés pensando en cada uno de tus proyectos, o según la onda del tema ves en qué banda puede encajar?
Generalmente, compongo pensando para cual banda voy a escribir. Se produce muy poco crossover entre las bandas. Cuando me siento a componer, también depende del tipo de guitarra que estoy usando y su afinación. Eso en mi cabeza lo tengo bien definido, bien separado. Cada banda a la hora de componer tiene ciertas reglas no escritas, ciertas guías de lo que se puede y no se puede hacer. Si tenés claro eso, no hay ningún problema.
Me contabas recién que no te gustan las baterías demasiado procesadas. ¿En el sonido de tu guitarra también sos así de purista?
Si, absolutamente. Uso un amplificador que puede ser un Peavey o un Mesa Boogie, más la distorsión del equipo, y dos pedales nada más, porque básicamente y salvo en el caso de Pentagram que tiro algunos solos, soy un guitarrista rítmico. A veces veo a otras bandas con las que compartimos escenario, que llegan acarreando un “refrigerador” lleno de efectos, que los acarrean de acá para allá, y son tantos que cuando uno les falla tienen que buscar cuál fue el que falló porque ya no saben (Risas). De todo eso super procesado se saca un sonido que no es ni mejor ni marca la diferencia. Mucha gente me dice “tu sonido fue el mejor de toda la noche”. Y es nada más que un amplificador y una guitarra, lo más puro posible. Siempre digo que la simpleza es lo mejor.
SONIDOS, ESCENAS Y OTRAS YERBAS
Es común escuchar que en materia musical está todo inventado. ¿Considerás que esa sobreabundancia de efectos se debe a la búsqueda de cierta originalidad?
Si, pienso lo mismo. La originalidad está dentro del artista. El otro día compartí en Facebook una cita del productor argentino Mario Breuer, que decía que si una canción es buena, no importa con qué instrumentos ni con qué tecnología esté grabada. Ahora, si es mala y está mal tocada, no la vas a poder arreglar con toda la tecnología del mundo. Soy fan de esa idea. Los músicos más jóvenes sobre todo se refugian en eso, y no pasa por ahí. Dicen “qué bien toca este tipo, voy a ver qué equipos usa”. Y claro, hoy muchos músicos se la pasan hablando de equipos porque tienen contratos con esas marcas, o están buscando sponsors (Risas), y entonces dale que va. Se compran todo eso y cuando enchufan no suena igual. El secreto está en la tocada, en cómo se mueven tus manos. Los equipos son importantes, pero no son la clave. Pensar así es como empezar a hacer una casa por el techo. Lo importante es tener buenas composiciones y después encontrar tu propio sonido o el mejor sonido para esa canción, pero no copiar lo que hace otro. También hay otra escuela, que por tratar de hacer algo vintage o retro, pareciera que deliberadamente buscan sonar mal. Recuerdo estar grabando hace unos años con Lock Up (N: otra de las bandas de Anton, integrada por miembros de Napalm Death y Dimmu Borgir), y estábamos buscando sonidos de guitarra, y que esto y que lo otro, hasta que Shane Embury me dice: “así está bien, en los 80s hubiésemos matado por un sonido así. Grabemos y dejémonos de joder”. Es un poco así, la búsqueda de la perfección del sonido ya llegó más allá de lo necesario. Mis discos favoritos en cuanto a sonido son los que se grabaron en los 90, como “Burn My Eyes” de Machine Head, o “Heartwork” de Carcass, que se grabaron con todo de “verdad”, son orgánicos. En ese momento la tecnología de los amplificadores había llegado a un punto muy alto.
Hay ciertas bandas que tratan de volver a lo analógico. ¿Cómo ves esa tendencia?
No veo nada de malo en eso, pero en realidad deberíamos hablar de algo parcialmente analógico. Nosotros las bases de “Sacrificio” las grabamos en Pro Tools, pero la señal del micrófono pasaba a un preamplificador y de ahí se grababa. Después para mezclar también se pasó por una consola analógica, y eso es lo que le da esa calidez que tiene. Pero como método y herramienta de grabación creo que lo digital no tiene ni punto de comparación con estar rebobinando una cinta. Hay que pensar un poco con la cabeza, y todo lo que te pueda ahorrar tiempo mientras no afecte la calidad del producto final es bienvenido. Está de moda decirlo, pero después lo escuchas y no suena tan así.
Chile siempre fue un país de vanguardia en materia de metal extremo dentro de América Latina. ¿Cómo ves hoy la escena de tu país?
La veo muy bien. Hasta hace un par de meses tenía un programa de radio en Radio Futura, la principal radio de rock de allá, y siempre presentaba mucho del under, bandas que están surgiendo ahora. Realmente es impresionante la cantidad y la calidad de material que tenemos. Y del subgénero que quieras: retro black, bien low fi, hasta la cosa más djent y progresiva que te puedas imaginar. Hay mucho talento, pero lo que pasa es que en Chile hay poca industria. Hay poca estructura, todo lo tiene que hacer la banda, tenés poco donde apoyarte. Ellos tienen que promocionar sus trabajos por internet, o si se gestionan una gira por Europa tienen que pagarse los pasajes, en fin, se hace difícil. Pero en términos artísticos está muy bien la escena chilena.
¿No creés que bandas como Criminal o Sepultura llegaron a dónde llegaron, además de su talento, por haber surgido en los 90? Fue una década dónde se abrió una puerta que después se cerró para no abrirse más...
Es verdad, en nuestro caso aprovechamos la existencia de canales de música como MTV, que desde su programa “Headbangers”, le mostraba a todo el continente que es lo que había en cada país. Eso nos permitió hacer giras por toda Latinoamérica, México o EE.UU. Tal vez, de no haber sido por eso no hubieses tenido la más puta idea de qué es Criminal. De todos modos, creo también que las bandas que trascendimos, lo hicimos porque éramos de vanguardia dentro de lo que se estaba haciendo en el mundo.
Porteño, cincuentón, melómano, cinéfilo, amante del whisky y la cocina. Licenciado en comunicación, fue agente de prensa en organismos públicos, se desempeñó como productor e investigador periodístico en Arte Canal y participó como redactor de los suplementos “No” y “Turismo 12” de Página/12 y de la versión impresa de Madhouse. Como Do Carmo, baterista frustrado, padre de dos rubias y hombre librepensador.