Lou Ottens, el ingeniero holandés al que se le atribuye la invención de la cinta de audio, falleció a los 94 años, según se acaba de anunciar hoy 11/3. Se estima que se han vendido cientos de miles de millones de los otrora famosos cassettes en todo el mundo desde que se introdujeron en la década de 1960. El invento de Ottens transformó la forma en que la gente escuchaba música, e incluso ha habido un resurgimiento del casete en los últimos años… Tomen entonces una Bic, rebobinen la cinta y prepárense para dar play y leer los detalles.
El ingeniero murió en la ciudad holandesa de Duizel en North Brabant, el sábado 6 de marzo, según anunció su familia. Su historia es sencilla, su éxito universal: nacido el 21 de junio de 1926 en la ciudad holandesa de Bellingwolde, Ottens mostró su interés por la tecnología ya desde muy joven, concretamente durante la ocupación de Holanda por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Tanto fue así que construyó una radio para escuchar la «radio holandesa libre Oranje» con una antena especial que llamó «Germanenfilter» (filtro de alemanes), porque podía esquivar los inhibidores nazis (!)
Luego de la guerra, Ottens se recibió de ingeniero y en 1952 entró a trabajar en la fábrica de Philips en Hassel, Bélgica; ocho años después se convirtió en jefe del departamento de desarrollo de productos de la firma holandesa, donde inventó junto a su equipo el EL 3585, el primer grabador portátil de la marca, que vendió más de un millón de unidades. Posteriormente trabajó para perfeccionar el sistema e inventó el cassette en 1962. ¿De dónde obtuvo la inspiración? «Se inventó por la irritación y las molestias que ocasionaba el grabador existente, es así de simple», dijo Ottens en una entrevista; si bien los grabadores de cinta abierta ingresaron al mercado en la década del 50, resultaba engorroso manejar, ensamblar y montar los grandes rollos de cinta que se usaban por entonces.
Pero hay más: la idea de Ottens era que el cassette debería caber en el bolsillo interior de su saco: “Durante el desarrollo del cassette, hizo fabricar un bloque de madera que cabía exactamente en su bolsillo”, señala Olga Coolen, directora del Museo Philips en la ciudad de Eindhoven. “Esas debían ser las dimensiones del primer cassette compacto, mucho más práctico que las grabadoras voluminosas de la época”. Este detalle tiene su lado irónico: «El prototipo de madera nunca llegó al museo. Ottens lo usó para alzar el crique hidráulico mientras cambiaba un neumático pinchado y lo dejó olvidado a la vera de un camino», agregó la Coolen. Volviendo al famoso invento, el 30 de agosto de 1963 la primera cinta se presentó al mundo en la feria de electrónica Berlin Radio (hoy conocida como IFA Berlin) bajo el slogan «¡Más pequeño que un paquete de cigarrillos!». Las fotos de la invención llegaron a Japón, donde comenzaron a surgir copias de calidad inferior y tamaños muy disímiles; fue así que Ottens llegó a un acuerdo con Sony para que el mecanismo patentado de Philips sea el estándar para la tierra del Sol Naciente. El éxito mundial no tardó en llegar.
En el 50º aniversario de su creación, Ottens le dijo a la revista Time que fue una «sensación» desde el primer día y que su éxito se debió a su sencillez: “Fue revolucionario porque era a prueba de fallas”, explicó. Grabable en sus dos caras, muy fácil de utilizar y maniobrar, el gran mérito del cassette («cajita», en francés) es que volvió la música verdaderamente portátil por primera vez. Como era pequeño y compacto, permitió el desarrollo de pequeños reproductores que podían funcionar con pilas: “Todos podían llevar la música en el bolsillo”, destacó el ingeniero. Además, cuando la cinta se atascaba (algo no muy frecuente) se podía rebobinar simplemente con una birome. El cassette reveló su naturaleza universal y pronto pudo usárselo en reproductores de radio, radios de automóviles e incluso en las primeras computadoras.
La invención de Ottens ayudó a impulsar la revolución cultural de los años 60, una década recordada por la alteración del status quo. Su lanzamiento en Berlín, dos años después de la construcción del infame muro, se produjo solo dos días después de que Martin Luther King Jr. diera su hoy célebre discurso «Tengo un sueño». Es que la aparición del cassette estuvo, y siempre estará, intrínsecamente ligada a este período de crecimiento social.
Mientras se libraba la guerra de Vietnam y surgían activistas pacifistas de pelo largo y conocidos como hippies, también lo hicieron los Beatles, los Rolling Stones y Bob Dylan. Los mensajes de paz y de esperanza fueron compartidos y disfrutados por más personas de lo que fue posible en décadas pasadas gracias a este formato, el cual asimismo contribuyó a la cultura juvenil durante cuatro décadas, facilitando a varias generaciones de fans adolescentes la grabación de compilados propios –mixtapes, si prefieren- de sus canciones favoritas. Los mixtapes se convirtieron en un lenguaje propio, un medio novedoso que permitía nuevos niveles de autoexpresión, al tiempo que brindó a los músicos una nueva forma de comercializar y distribuir su producto a las masas.
El profesor Raymond Macdonald, experto en psicología musical de la Universidad de Edimburgo, cree que los cassettes incluso cambiaron la forma en que las personas pensaban sobre sí mismas. Según explicó al diario inglés The Guardian, «Antes de viajar con nuestra música, ahora podíamos tomar decisiones psicológicas. ¿Cómo me siento ahora mismo? ¿Cómo me quiero sentir en cinco minutos? ¿Qué tipo de música me va a ayudar a alcanzar estos objetivos? Y si estoy en el tren, ¿quién escuchará lo que estoy tocando? El cassette de repente se convirtió en una representación de toda tu personalidad, una herramienta para hacer que otra persona sienta las emociones que uno siente. También ayudó a la gente a crear nuevas narrativas a partir de la música que les gustaba y, por extensión, de sus vidas. El cassette enseñó un nuevo tipo de terapia de automedicación”… al menos, hasta la irrupción de otro invento donde Ottens tuvo algo que ver.
En 1972, Ottens se convirtió en director de audio en el NatLab de Philips, donde se involucró en la próxima gran innovación musical: el CD. Se estableció una colaboración con Sony y en 1980 el reproductor de CD Philips-Sony de 12 cm estaba listo para el mundo. Ottens dijo: «A partir de ahora, el tocadiscos convencional queda obsoleto»… y no se equivocaba. Se retiró cuatro años después. Desde su creación, se han vendido más de 100.000 millones de cassettes y 200.000 millones de CDs. Cuando se le preguntaba sobre su carrera, dijo que lo que más lamentaba era que Sony, y no Philips, hubiera creado el Walkman, el reproductor portátil de cassettes más famoso del mundo: «Todavía me duele que no tuviéramos uno», dijo.
En las décadas venideras Ottens confesó a la prensa holandesa que en su momento desconocía por completo la investigación pionera que estaban haciendo él y sus colegas: «Bueno, éramos pibes que nos divertíamos jugando. No sentimos que estuviéramos haciendo algo grande. Era una especie de deporte». Incluso ni siquiera se sentía realmente orgulloso de su invento, le dijo a NRC hace tres años: “Mi orgullo se ha desgastado hace mucho tiempo. Tampoco fue un gran evento en ese momento…. No te das cuenta de lo que resulta. Y uno sigue adelante: el trabajo nunca se detuvo».
En cuanto al actual revival del interés de los fans por los cassettes e incluso por los discos de vinilo, Ottens mostró poca paciencia: “Nada puede igualar el sonido del CD”, declaró al diario holandés NRC Handelsblad. “Es absolutamente libre de ruidos y lluvias. Eso nunca funcionó con la cinta… He hecho muchos tocadiscos y sé que la distorsión con el vinilo es mucho mayor. Creo que la gente escucha principalmente lo que quiere escuchar».
QEPD y gracias por la música, Lou.
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