CADENA PERPETUA, GROOVE, VIERNES 24 DE FEBRERO DE 2023

Los Cadena son una de las bandas más importantes que hay dentro de la escena del punk argentino, por varios motivos. Su actitud, sus letras, su forma de encarar el mundo, su coherencia… y podríamos seguir. Pero resaltemos también que sus tres integrantes son de lo mejor que puede encontrarse en estas tierras: Damián “Chino” Biscotti es sin dudas uno de los más destacados bateristas del género, además de los múltiples proyectos que lleva adelante. El bajista Edu Graziadei además de ser un muro al mando de las 4 cuerdas, derrocha simpatía y siempre toca con una sonrisa de oreja a oreja (y claro, además tiene varios proyectos que maneja con soltura). Y el guitarrista y cantante Hernán “Vala” Valente, sin necesidad de ser un cantante de ópera, posee una voz que derrocha emotividad, como si se le fuera el corazón en cada canción.

Lo difícil del caso es analizar fríamente un show de la banda, ya que son como esos equipos que juegan de memoria y hacen todo bien. Entonces, ¿qué podemos decir que no se haya dicho de ellos? El sábado 24, todo eso y mucho más subió a escena nuevamente. Pero esta vez, la cosa era distinta: aunque mucha gente no lo supiera, esta fiesta era una especie de stand by: el Vala se va a España, y Cadena quedará inactivo hasta su regreso, lo que abre el abanico de dudas y miedos.

Quebraditos calentando la previa

Pero volviendo al show del 24, ¿qué podemos destacar? Abrió la noche Quebraditos, con su punk rock veloz y urgente con reminiscencias ramoneras que alegró a la muchedumbre y que dejó a todo el mundo feliz mientras se preparaba el plato principal. Poco después de las 22, los 3 Cadena más el agregado de Sam en la 2da guitarra (lo que le da más amplitud a su sonido, pasando de un power trío a explorar otros matices) salieron con “Malas Costumbres” y desde que el Vala entonó aquello de “Ahora pensado mejor, venzamos al tiempo”, Groove no paró de saltar y poguear durante casi 2 horas.

Entonces, hubo tiempo para recordar a los que se fueron (“Emigrar”), preguntar por qué la vida es así y nos tratan así (“¿Por qué”?), asegurar que si ya estamos decididos a hacerlo, no queda otra que apretar el gatillo (“Dispara”), rememorar viejas épocas cuando nos encontrábamos todos perdidos (“Buscando Salidas”), intentar cambiar la amargura por una gran fiesta (“Como Poder”), emocionarse hasta la médula con esas canciones que llegan hasta el alma (“Vivirías”, y todos al borde de las lágrimas en la parte de “Guardo poesía, y no me olvido de la guerra en tierras frías”), decirnos a nosotros mismos que para amar no tenemos que dejar de ser lo que somos (“Culpables”), pasar por uno de esos temas radiables y pegadizos pero que enuncia grandes verdades (“Algo Personal”), cuestionarse la existencia de Dios y la religión en ese temazo que es “No Mires Al Cielo”, y ver cómo la banda desgranaba uno tras otro temas que ya son parte del ADN de su público, que oscilaba entre la felicidad por volver a verlos y la tristeza de saber que quizás estos sean los últimos shows de la banda.

Pasamos entonces por “Plaga” (a la sazón, último disco de estudio del grupo, de hace más de 10 años) con “Delincuentes” y “Qué mundo”, revisitamos el primer casete con “Milagros y mentiras” y “No quiero flores” (este humilde cronista casi pierde lo poco de cordura que le queda gritando eso de “Trae una pala y a tu hermana, vos sabes que me gustaba”, como cuando teníamos 18 años), le dedicamos de esas que duelen a la chica que nos lastimó (“Te acordarás de mi”), pegamos venas para continuar, tratando de decir ciertas cosas de una forma especial (“3 historias”), y ya casi que esto llegaba a su fin.

Que no podía ser de otro modo que a pura emoción: “Desde El Infierno” seguido de “La reacción” (Cadena jugando a ser Nirvana), otro himno como “Juventud Suicida” (la cara hardcore de la banda), el impagable “Sigo Acá” (letra que representa fielmente no sólo al grupo sino a sus seguidores) y el final-final con “Sobrevivir” con esa explosión en la parte de “Siento temor, te juro mi amor” hasta acabar extasiados de exorcizar tantas emociones contenidas.

A veces creo que los recitales son eso, ejercicios de catarsis envasados en canciones. Bandas como Cadena Perpetua, quizás sin saberlo, han ayudado a muchos chicos y chicas a seguir caminando en esta vida loca que nos vence siempre un poco más. Con este hiato que se produce ahora con la partida del Vala, sólo queda esperar que en este desierto ojalá que nos volvamos a encontrar.      

Fotos: Huberto Andrada

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