
Hay una frase no exenta de sabiduría que dice que morimos del todo cuando ya nadie nos recuerda. Que Ian Kilminster, mejor conocido como Lemmy, fue, es y será una de los héroes más queridos que alguna vez tuviera el rock & roll es un hecho indiscutible. Y que mejor momento para honrar su figura y su legado que con motivo del cuadragésimo quinto aniversario de su edición, poner la lupa sobre uno de los puntos más altos en la vida artística de semejante leyenda. «Ace Of Spades» sea probablemente la obra más sólida y cohesiva de la formación más celebrada de todas las que tuvo Motörhead, de cuyos pormenores tratará esta reseña. Siempre es interesante revisitar el pasado mirándolo desde el presente, y es precisamente ese el ejercicio que te proponemos a continuación.

EL (GLORIOSO Y METÁLICO) CONTEXTO
Si hubo un año glorioso para la música pesada, ese año fue 1980. El inicio de la nueva década arrancó con la consolidación definitiva del rock duro/heavy metal como estilo. Una gloria de la década pasada como Black Sabbath, volvía al ruedo con nueva formación y nuevo sonido de la mano del monumental “Heaven And Hell”. Ozzy, ya fuera de la banda, hacía lo propio con un ladero de lujo como Randy Rhoads en “Blizzard Of Ozz”. Los australianos de AC/DC tiraban a la parrilla “Back In Black” para conquistar definitivamente al mundo y terminar de duelar la muerte de Bon Scott. El sabor nuevo de la época era la New Wave Of British Heavy Metal, con unos pibes nuevos que prometían grandes cosas llamados Iron Maiden, quienes ese año lanzaron su homónimo álbum debut que sería toda una revolución sonora para el estilo. Los Judas Priest, que compartían la movida con la banda de Harris pese a ser ya veteranos en el oficio, la pegaban por fin con “British Steel”, una pura expresión sonora del mejor acero británico. Dentro de ese panorama general, el trío explosivo conformado por Lemmy, Fast Eddie Clarke y Philthy Animal Taylor se encontraba en pleno ascenso. Y ya que estamos describiendo el contexto en el cual se grabó “Ace Of Spades”, el tío Lemmy tenía algo que decir al respecto. “Me gustan bandas de la nueva movida como Saxon y Iron Maiden, pero con respecto al heavy metal, siento que llegamos tarde para estar en sus inicios y ahora creo que llegamos muy temprano para este presente. Somos una banda que no encaja dentro de ninguna categoría, nadie sabe qué etiqueta ponernos”. Y realmente el hombre del Rickenbacker estaba en lo cierto.

Su criatura tenía un pié en las raíces del rock and roll fundacional de gente como Little Richard o Chuck Berry, pero también crudeza punk y un volumen y velocidad que anticipaban en parte, a los subgéneros metaleros que asomarían la cabeza a fines de esa década, como el thrash y el speed metal. Más allá de disquisiciones estilísticas, desde que arrancaron con su carrera, los Motörhead venía creciendo en popularidad con cada disco que sacaban y ahora ante la tarea de grabar su quinto álbum, el grupo se encontraba con una escena en la cual la música pesada contaba con una popularidad tal vez inédita hasta ese momento. Y hay que decir que hasta ese 1980 histórico para el género, nadie había tocado con tanto volumen, rápido y sucio que ellos. Con la misión de competir con colegas que venían pisando fuerte en materia discográfica, a Lemmy y compañía le había llegado la hora de volver al estudio

LA GRABACIÓN
La cocina del álbum se inició en Gales, tierra en la cual Lemmy se crió, más precisamente en los Rockfield Studios. Al comienzo, don Kilmister se mostró poco comprometido con la tarea, pegando el faltazo varias veces, dejando que Clarke y Taylor empezaran a componer solos. “Nos sorprendió que llegado el momento de escribir material nuevo, él no se mostró entusiasmado y se quedara en Londres haciendo sus cosas. Estaba muy enganchado con su novia de entonces y prefirió pasar tiempo con ella dejando que la tarea de componer caiga principalmente sobre Fast Eddie y yo. Lemmy siempre ejerció su rol de líder, pero esa vez el tipo nos dejó solos. Hoy debo decir que fue una situación que nos ayudó como banda, pudimos trabajar sin él y sin embargo plasmar grandes ideas”, recordaba en su momento Philthy Animal. Finalmente, el Jefe se puso las pilas y se unió a sus compañeros, no sin notar que el dejarlos trabajar juntos había sido por demás fructífero. Después de dos semanas de composición y ensayos reunidos otra vez, los tres mosqueteros consideraron que el material que tenían en manos habilitaba dar el siguiente paso. Había llegado la hora de volver a Inglaterra. El 4 de agosto de 1980 la banda ingresó a los Jackson Studios ubicados en la localidad de Rickmansworth bajo la tutela de Vic Maile, un renombrado productor que prestó también sus servicios para gigantes como The Who, The Small Faces, The Kinks y Jimi Hendrix, a quién Kilmister conocía de los tiempos de su anterior banda, Hawkwind. El amigo Maile llegó a hacer su trabajo con tres chicos malos del rock and roll no en la mejor forma, lo que en parte terminó siendo un mal que por bien no venga. “Vic no bebía, no fumaba y estaba muy delicado por su diabetes. Tenía que hacer dieta estricta y ser muy puntual con sus horarios de alimentación”- recuerda Fast Eddie Clarke. “Éramos pibes muy salvajes y llenos de excesos, pero teníamos la suficiente sensibilidad como para entender la situación. Así que no podíamos tratarlo mal y fuimos contemplativos y obedientes como nunca antes y nunca después en nuestra carrera.No daba ponernos duros con él. Si hubiera sido otro tipo el que produjese el disco, creo que la habría pasado muy mal en el estudio con nosotros. Éramos tipos jodidos”.

Dejando temas de salud de lado, la banda reconoció en entrevistas que dieron a lo largo de los años que la elección de Maile había sido un acierto por su habilidad para lidiar con temperamentos tan fuertes siempre con buenos modos y sin despeinarse. Luego de trabajar con él la banda no dejó nunca de reconocer que con su metodología de trabajo había sacado lo mejor de cada uno en materia interpretativa.A tal punto que los integrantes de Motörhead, una vez finalizada la grabación del clásico que hoy nos ocupa elogiaron la tarea a Maile diciendo que con “Ace…” sentían que era la primera vez que un trabajo del grupo sonaba en una grabación con la genuina potencia y electricidad que los caracterizaba en directo.
LAS CANCIONES
Motörhead ya había sido capaz de concebir discos relevantes dentro de su discografía y de escribir un puñado de clásicos en trabajos como “Bomber” u “Overkill”. Sin embargo, esos álbumes fueron realizados con la misma velocidad a la que solía tocar la banda. Componer y grabar en poco tiempo era el lema. Con “Ace Of Spades”, el trío pudo tomarse más tiempo para cranear el material que vendría gracias a que su popularidad iba en constante aumento, lo que indefectiblemente hacía que el dinero puesto en la banda por parte del sello Bronze Records fuera también in crescendo. Una placa poblada de clásicos indelebles del grupo fue el resultado de la nueva modalidad de trabajo. Títulos como “Love Me Like A Reptile», “(We Are”) The Road Crew” o “The Chase Is Better Than The Catch” se volvieron clásicos y presencias de hierro en más de un repertorio de las tantas gira alrededor del mundo que realizó la banda hasta la muerte de Kilmister. En el disco se notan ciertos cambios en el tono de los temas, detalle no menor teniendo en cuenta que estamos hablando de una banda bastante rígida y conservadora en ese aspecto. Esta afirmación no significa que la banda haya perdido identidad, más bien todo lo contrario. En cada track de la placa están todos los rasgos característicos de Motörhead.
Esto es Lemmy tocando su mítico Rickenbacker como si fuera una segunda guitarra mientras dispara las letras desde su garganta bañada en Jack Daniels. Taylor fatiga su doble bombo impiadoso y Clarke dibuja sus solos pentatónicos y riffs mugrosos y abrasivos. ¿Cuál sería entonces la novedad mencionada?. Pues que si bien Motörhead siempre fue musicalmente un caballo desbocado, en “Ace Of Spades” el grupo pasa a ser una locomotora que marcha sin frenos. En sus trabajos previos podemos encontrar cosas a medio tiempo como “Capricorn” o “Metropolis”. O ciertas composiciones con aire blusero como “Sweet Revenge» y “Step Down” incluidas en “Bomber”de 1979 o “Limb From Limb” de “Overkill”, álbum lanzado en ese mismo año. Esta vez no hay concesiones en ese aspecto y desde el track inicial hasta “The Hammer”, el título que cierra el disco, lo que suena es todo palo y a la bolsa. Pero sin dudas, El TEMA del disco es la canción epónima del álbum, la cual se convertiría en la más emblemática del grupo, y una de las composiciones que entra como por un tubo si hay que elegir cuales de ellas son las más destacadas del género pesado.Una de las pasiones de Lemmy eran los juegos de apuestas y la letra refleja dicha afición. El propio bajista contaba en múltiples entrevistas que a la hora de ponerle letra a la canción (de hecho es su único aporte, ya que la música está compuesta íntegramente por sus compañeros), apeló a todos los clichés del mundo del escolazo. Sin embargo y pese a todos estos pergaminos, con el tiempo al líder de Motorhead la relación con la canción no le resultó tan sencilla. “Estoy cansado de tocarla. No nos estancamos después de ese disco, ¿sabes?. No nos convertimos en fósiles. Hemos sacado bastante buen material desde entonces. Pero los fans quieren oírla, así que la seguimos tocando todas las noches. Personalmente, ya estoy harto de esa canción”, declaraba el ex Hawkwind.
Y ya que mencionamos la parte lìrica , existe un detalle curioso en torno a la elección del as de espadas y lo que simboliza. Si bien se la conoce popularmente como la carta más ganadora en los juegos de naipes, en algunas tradiciones populares la misma simboliza todo lo contrario. “Para nosotros, el as de espadas representa la mala suerte, así que pensamos que si usamos la mala suerte como nuestro lema, entonces nada puede empeorar. Las cosas fueron algo difíciles en los comienzos del grupo, por eso pensé en usar signos y máximas pesimistas en las letras, como por ejemplo nacer para perder, vivir para ganar”, declaró el bajista en una entrevista de la época. Su compañero Phil Taylor también tenía algo para decir sobre la cuestión: “Yo también prefiero ser pesimista porque si las cosas no funcionan como uno quiere, entonces no hay lugar para la decepción. Es mi forma de estar siempre feliz, porque de ese modo las cosas siempre salen mejor de lo que esperaba”, sentenciaba con sabiduría el baterista.
LA PORTADA
La tapa de “Ace Of Spades” también venía con cambios. Esta vez la decisión fue darle descanso a la habitual mascota de la banda, la infernal criatura creada por el dibujante Joe Petagno apodada Snaggletooth. En su lugar se tomó la decisión de darle una inspiración cinéfila al arte de tapa, y para ello eligieron el único género cinematográfico que no debe su existencia a otras artes como el teatro o la literatura: el western. El álbum está ilustrado por una foto grupal en medio de una zona desértica en la cual cada miembro de Motörhead tomó como referencia para su look el atuendo de un personaje famoso de algún film del Lejano Oeste. Taylor se basó en el personaje Río que interpreta Marlon Brando en “One-Eyed Jacks”. Fast Eddie Clarke hizo lo propio con el célebre “Hombre Sin Nombre”, rol que hizo que Clint Eastwood alcanzara la fama en la celebrada “Trilogía De Los Dólares” creada por el gran Sergio Leone.

Y por último, Dios Lemmy posó su mirada en Bret Maverick. el protagonista de la serie televisiva del mismo nombre. La instantánea de la tapa en la que posan los tres vaqueros más rockeros de la historia simula ser una zona desértica como podría ser Arizona, o las locaciones españolas de Almería y Murcia en las cuales se filmaban los spaghetti western. Sin embargo, la misma fue tomada en un banco de arena de Barnet, localidad situada en las afueras de Londres. Al momento de hacerla, el clima era lluvioso en las islas, por lo que hubo que añadirle con montaje ese cielo celeste y despejado que luce detrás de los tres cowboys from hell. Joe Petagno, el mismo que se encargó del diseño del logo y de la mascota de la banda, se hizo cargo de diseñar la portada. La idea original era presentar a los tres músicos sentados a la mesa de una cantina bebiendo y jugando a los naipes, pero la misma fue desechada

LAS REPERCUSIONES Y EL LEGADO
Editado el 8 de noviembre de 1980, el disco trepó hasta el cuarto puesto en el ranking de U.K., convirtiéndose así en uno de los álbumes más exitosos de la agrupación cuando al año siguiente alcanzó la certificación de disco de oro. Previamente, el simple con el tema homónimo lanzado el 27 de octubre de ese mismo año tuvo también un buen desempeño en los charts llegando hasta el décimo quinto lugar. “Ace Of Spades” ha sido en general el trabajo más reverenciado dentro de la prolongada trayectoria de Motörhead. Además la crítica especializada mundial suele incluirlo entre los discos más destacados en la historia del heavy metal. Los fans de la banda y del género también suelen hacerlo. También supo ganarse la reverencia de sus colegas. Innumerables son los músicos que citan a la placa y al tema como marcada influencia en sus años de formación. Luego de su lanzamiento vendría en 1981 “No Sleep Till Hammersmith”,un trabajo grabado en vivo al que le iría también muy bien comercialmente. Incluso mejor que a «Ace… «, llegando al puesto número 1 de las listas en Inglaterra. Pese al éxito, a la formación clásica de Motörhead le quedaba poco tiempo. En 1982 la vuelta al estudio para la grabación de “Iron Fist” sería por demás tormentosa, tras la cual Fast Eddie Clarke dejaría definitivamente al grupo para formar Fastway. Con su partida la era dorada del grupo había terminado. Mirando la tapa del álbum, duele pensar que esos tres rockeros luciendo su aguerrida estampa ya no están entre nosotros. Tampoco Motörhead existe más. Pero gracias a Dios y a Lemmy, que en definitiva son lo mismo, quedan los discos. Así que ahora que llegamos al final, agarrá tu copia del disco o buscalo en alguna plataforma. Hacele caso a Spinal Tap, subí el volumen del equipo a 11 y dale play. Vas a disfrutar de algo más de media hora del mejor rock & roll pesado que te puedas obsequiar

Porteño, cincuentón, melómano, cinéfilo, amante del whisky y la cocina. Licenciado en comunicación, fue agente de prensa en organismos públicos, se desempeñó como productor e investigador periodístico en Arte Canal y participó como redactor de los suplementos “No” y “Turismo 12” de Página/12 y de la versión impresa de Madhouse. Como Do Carmo, baterista frustrado, padre de dos rubias y hombre librepensador.








