
Cuatro días en Blackpool, 8 escenarios, más de 300 bandas… Con el mar gris del norte inglés como fondo, el Winter Gardens volvió a ser el epicentro de un ritual que trasciende generaciones: el Rebellion Festival. No es un simple encuentro de música, es una celebración del punk como cultura viva, como memoria y como futuro. Desde los himnos que siguen sonando con rabia cuarenta años después hasta las nuevas voces que reclaman su lugar en el pogo, todo se mezcla en un fin de semana que es ruido, comunión y diversión… y miles y miles de litros de cerveza.

JUEVES 7 – EL ARRANQUE: PUNK SIN CONCESIONES. El jueves 7 de agosto marcó el inicio del Rebellion Festival 2025 en el icónico Winter Gardens de Blackpool. Desde la mañana, miles de asistentes llegaron con crestas, parches y actitud, listos para sumergirse en la primera jornada de un evento que reúne lo mejor del punk clásico y contemporáneo. Ocho escenarios activos, una feria de arte alternativo, literatura contracultural y actividades como el Punk Rock Bingo dieron vida a un ambiente vibrante y sin concesiones.

La programación musical del día fue intensa desde el arranque. En el escenario principal, Empress Ballroom, las bandas fueron calentando motores con actuaciones como Slalom D, The Attack y Evil Blizzard, hasta llegar a momentos explosivos como bien lo demostraron los UK Subs, liderados por su único miembro original, Charlie Harper, quien está a punto de celebrar su 80 cumpleaños. Durante mucho tiempo Harper fue uno de esos artistas que mantuvo a flote a su banda y al género durante los años de vacas flacas, con giras constantes y lanzando álbumes que los fieles estaban encantados de comprar. Este fue uno de esos raros conciertos donde se puede sentir el cariño en la sala, dirigido más que nada al cantante, cuya voz sigue siendo un instrumento potente. Si bien Harper tuvo el tino de incluir todos los éxitos como «Tomorrow’s Girls», las canciones más recientes como «Party In Paris» son excelentes, lo que demuestra que, a pesar de su veteranía, la banda aún tiene algo que decir.
Por la tarde, también hicieron lo suyo Tear Up y Baboon Show. Al comenzar la noche, pasadas las 20 hs., Infa Riot salió al escenario, justo después del caos armado por UK Subs. Lejos de achicarse, redoblaron la apuesta con un set feroz y sin vueltas. El público, todavía caliente, se entregó al pogo sin pensarlo dos veces. Fueron 45 minutos de street punk directo, Lee Wilson como siempre un gentleman.

Mientras tanto, en otros escenarios el público estalló con bandas que dejaron todo como Svletanas, TV Smith, Resistance 77, Ruts DC y Red London, todo coronado con un cierre poderoso a cargo de los escandinavos Millencolin, que hacían su debut absoluto en el festival. Cada banda aportó su propia visión del punk, desde el caos clásico hasta sonidos más modernos y melódicos, dejando claro que la escena sigue tan diversa como potente.
Más allá de la música, el espíritu del festival se mantuvo fiel a sus raíces. Familias, veteranos del punk y nuevas generaciones compartieron espacio en armonía, unidos por una cultura que sigue viva y en constante evolución. El primer día de Rebellion 2025 no solo cumplió con las expectativas: las superó, dejando claro que Blackpool sigue siendo el corazón latente del punk mundial.

VIERNES 8: EL LADO MÁS SALVAJE. El segundo día amaneció con la resaca lógica, pero no hubo tiempo para descansar: Blackpool ardía otra vez. Los Kicked in the Teeth abrieron con riffs de acero, el tipo de banda que te saca la modorra a puro golpe. Desde Brasil llegaron los históricos Garotos Podres, trayendo punk directo y crudo con acento paulista, recordando que esta música siempre fue internacional y contestataria.
La diversidad de la jornada se sintió fuerte: The Bois, con su Oi! desde Malasia, demostraron que el espíritu callejero no reconoce fronteras, mientras que Brigade Loco desde el País Vasco descargó un set incendiario en euskera que no necesitó traducción: el pogo entiende todos los idiomas.

El viaje sonoro viró al ska con The Toasters, groove neoyorquino que puso a todos a mover los pies, seguido por el filo del punk “Made in Belfast” de The Outcasts, que reafirmaron la furia que todavía ruge. La noche se tiñó de provocación con Anti-Nowhere League, sudor y rabia pura; de la formación original solo quedaa Animal, respaldado por tres chicos que podrían ser sus hijos. Animal demostró su capacidad vocal al arrasar con «I Hate… People», tocando la fibra sensible de muchos en el público. Y después hubo nostalgia de oro con The Undertones y su himno eterno, “Teenage Kicks”. Esta banda perdió a un vocalista con una voz realmente distintiva y los cuatro miembros restantes decidieron seguir adelante con un nuevo frontman. Irónicamente, llevan mucho más tiempo en esta nueva formación, y Paul McLoone intentó darle su propio toque vocal a sencillos clásicos como «My Perfect Cousin», todo impulsado por las guitarras gemelas de los hermanos O’Neill, que sonaron -como era de esperar después de cincuenta años juntos- muy ajustadas.
El cierre fue de lujo: The Damned, leyendas absolutas, teatralidad gótica y un Dave Vanian que parece eterno. «I Just Can’t Be Happy Today» encaja con el estilo vocal de Vanian, ya que antes que energético y gritón, siempre fue más un cantante melódico. Mientras el batero Rat Scabies entonaba la intro de «New Rose», los punks veteranos se remontaban al primer día que la escucharon en 1976, y, como detalle, apareció una foto de su difunto guitarrista Brian James en la pantalla gigante. La banda la completaron Captain Sensible en guitarra y Paul Gray en bajo, de modo que lo que vimos en escena fue la formación clásica de principios de los 80 con la incorporación del tecladista Monty Oxymoron (Laurence Burrow), quien ha sido miembro de la banda desde 1996. Luego de «White Rabbit», cover de Jefferson Airplane, una versión entusiasta del clasicazo «Smash It Up» fue la manera perfecta de despedir a la familia punk, que emprendió el camino de regreso a sus respectivos hostels o a los pubs abarrotados.

SÁBADO 9: EMOCIÓN Y DISTORSIÓN. El tercer día fue un viaje emocional. El Empress Ballroom vibró con un set inolvidable de Peter Hook & The Light, que desplegó la historia de Joy Division y New Order con un bajo que hizo temblar el pecho de todos. Por supuesto no faltaron “Transmission” ni el inmortal “Love Will Tear Us Apart”, clásicos que no son museo, son experiencia viva. Hook no es Curtis, pero siente cada nota con el cuerpo entero. Entre tema y tema, un guiño a Ozzy Osbourne, una canción de New Order («Ceremony», que en realidad fue escrita para Joy Division, pero fue regrabada tras la muerte de Ian Curtis) y el homenaje a los Sex Pistols con el cover de «Anarchy In The UK» (presentada como «una canción de amor» y dedicada a John Lydon) sumaron peso simbólico a la jornada.

Y entonces, PIL. John Lydon más que nunca ácido, feroz, imponente, demostrándolo con “Death Disco”, “This is Not a Love Song”, “Rise”, “World Destruction”: canciones que siguen siendo provocación pura. Lydon no busca agradar: incomoda, incomoda… y vuelve a incomodar. Y eso es arte. Las versiones extendidas de «Home» and «Know How» parecían diseñadas para provocar, ya que algunos se fueron antes de tiempo. Un público inquieto pareció reconciliarse luego con una versión ingeniosa de su crossover de hip hop, «World Destruction», con un Lydon impecable, y luego con otra del clásico «Public Image», impregnada de todo tipo de ironías. «Open Up»mantuvo la intensidad, y «Rise» fue un recordatorio de que, bajo todas las burlas y la grandilocuencia, Lydon fue, es y sigue siendo un gran compositor, mientras punks de todas las edades coreaban el estribillo de «la ira es una energía» contra su héroe imperfecto, que se alimentaba de ella.

La jornada también regaló perlas como el movido show del elegante Neville Staple, que puso un aire festivo con ska en estado puro: fue conmovedor ver a punks que no habían nacido cuando The Specials arrasaban en las listas de éxitos, bailando sin parar al ritmo de «Nite Klub», «Gangsters», «A Message To You Rudy», «Do Nothing», «Concrete Jungle» y la espectacular «Ghost Town», que sonó tan apropiada hoy como cuando alcanzó el número uno en 1981. Otros fueron los incombustibles 999, que comandados por el cantante Nick Cash y con un set de siete canciones, encabezado por «Let’s Face It» y finalizado por «I’m Alive», continuaron demostrando que la garra no envejece.

Otra sorpresa la constituyeron las Girlschool, cuarteto femenino que fue parte de la Nueva Ola del Heavy Metal Británico (NWOBHM) a fines de los 70s, con esas bandas metaleras que se inspiraron en el punk para desafiar el rock progresivo autocomplaciente tocando canciones cortas y agudas, sin solos tediosos e interminables. El mismísimo Lemmy (QEPD) era uno de sus mayores fans porque sabía que podían tocar, y casi cinco décadas después, esa química sigue vigente. Canciones como la pegadiza «Emergency» o la más reciente «It Is What It Is» lo demostraron, y se podía sentir el amor en el escenario del Opera House cuando la vocalista Kim McAuliffe le contó al público que viene trabajando con la baterista Denise Dufort en las buenas y en las malas durante cincuenta años… No obstante, los dos primeros lugares del podio del día quedaron para la melancolía eléctrica de Hook y la furia incorruptible de Lydon: dos poderosas caras del mismo legado.

DOMINGO 10: UN CIERRE A PURO POGO. El último día fue una maratón de adrenalina. Chelsea abrió con su punk vieja escuela, directo al corazón con un invitado deluxe: Vom Ritchie de Die Toten Hosen en la batería, tocando el set completo. Si bien Gene October es el único miembro que queda de la década del 70, la mayoría de los demás miembros (excepto el baterista Steve Grainger) tuvieron sus inicios en la banda hace entre 35 y 45 años. El acento cockney de Gene a veces parece un poco exagerado, pero cuando lo usa para anunciar el clásico «No-one’s Coming Outside», tiene total sentido, al igual que el cierre del set con otro gran tema, «Right To Work», que sigue siendo brillante.

Más tarde, Grade 2 confirmó que el futuro ya está entre nosotros, y Menace aportó esa esencia callejera que nunca pasa de moda. En el Casbah, DOA patearon fuerte con su hardcore canadiense, mientras que TSOL en el Ballroom sumaron un toque oscuro y elegante.

Pero no todo fueron guitarras, pogo y sudor. En la feria de arte alternativo brilló el stand de Anit Art, artista argentina radicada en Hamburgo, que mostró un trabajo tan potente como personal. Entre curiosos y fanáticos, hubo una visita inesperada: Campino, la voz de Die Toten Hosen, que se acercó a mirar sus obras y charlar un rato. Una postal hermosa de lo que también es Rebellion: un cruce de caminos donde la música, el arte y la comunidad punk se dan la mano.
Y entonces llegó el estallido final: The Exploited, con el inefable Wattie todavía al frente, imponente, indestructible, el Ballroom convertido en un campo de batalla. Una descarga brutal de clásicos. Mientras tanto, en paralelo, el cierre festivo de Bad Manners en el Casbah, con su ska contagioso, fue la postal perfecta: entre pogos y bailes, la última jornada no dejó a nadie quieto.
EP(UNK)ÍLOGO. El Rebellion 2025 no fue solo un festival: fue una misa laica del punk mundial. Cuatro días donde generaciones distintas se encontraron en un mismo pogo, donde las viejas glorias se cruzaron con nuevas voces, donde el ruido volvió a ser un idioma común. Blackpool, con su aire costero y decadente, se transformó otra vez en capital cultural: aquí no se celebra la nostalgia, se celebra la vigencia.

Oídos zumbando, gargantas rotas, corazones cargados… El Rebellion es presente y futuro. Y lo seguirá siendo mientras haya alguien dispuesto a alzar un puño, a cantar desafinado y a desafiar la rutina con tres acordes. Nos vemos el próximo año para celebrar los 30 años del Rebellion Festivals, que por lo que nos enteramos va a estar buenisimo vayan a chusmear a la web.

Corresponsal en UK. Bebedor social, periodista y productor, entre la angustia del rechazo y el cansancio de la aceptación.