
PACIENTE: MANIC STREET PREACHERS – «Critical Thinking» (Columbia, 2025)
HISTORIA CLÍNICA: Hay un determinado momento de la vida donde las cosas suelen dejarse de ver como un sistema binario de bueno/malo o nuevo/viejo y el antagonismo va dando lugar a una gama de grises que le dan forma a formas de pensamientos más abarcativas. No obstante, las categorías siempre persisten y suelen usarse como punto de referencia para armar nuevos esquemas de ideas.
En la música los grises no parecen ser muy bien recibidos y los géneros musicales refuerzan las etiquetas. Y, como hay bandas que solidifican sus propuestas sobre bases sólidas y de pocas mutaciones, hay otras que apuestan al cambio como estandarte y motor creativo. Manic Street Preachers es una de ellas.
Habiendo surgido a fines de los ochenta con una plétora de himnos punk de tres minutos y monedas dentro de una ola de bandas que fusionaban el indie rock y la música dance, los Manics se negaron a adaptarse a una escena o género y han sabido recorrer más de 35 años con grandes obras en sus espaldas tanto musical, lírica como políticamente.
En su álbum número quince -sucesor del “Ultra Vivid Lament” de 2021-, «Critical Thinking!» no suena ni por asomo a la furia de su álbum debut, ni al Krautrock de «Futurology«, ni a los himnos de estadio de «Send Away the Tigers» pero, en caso de que así fuera ¿dónde quedaría toda la explicación del prefacio de la reseña? No, los Manics ya están maduros y afianzados, por lo que salen a la cancha con un disco que invita a la reflexión e interpela al propio ser en función de clima social y político contemporáneo. Nada mal ¿no?
Sin buscar una revolución destructiva, la banda apunta más bien a una deconstrucción individual que apunta a objetivos micro y que, con suerte, operarán a nivel macro alguna vez. Algo así como plantar una semilla. Canciones como “One Man Militia» («No sé a favor de qué estoy / pero sé a qué me opongo / Estoy harto de los hombres / Estoy aburrido de mí mismo») “Decline and Fall” -el mayor hit destinado a ser un obligatorio en su setlist- («Sé que nuestro tiempo llegó y se fue/ Al menos abrimos camino y brillamos») y la interesante “My Brave Friend” donde James Dean Bradfield narra una de las mejores letras del álbum («Solíamos vivir en lo más profundo de nuestras almas, en nuestros corazones / en nuestras mentes y en nuestros hogares»), con un sabor a medio camino entre lo agridulce y reflexivo. También hay lugar para el pop de «Deleted Scenes», la nostálgica «Brush Strokes Of Reunion», la interesante «Hiding In Plain Sight» que fue el primer single elegido y el primero también en tener al bajista Nicky Wire en la voz principal -primera vez en meter tres temas como vocalista-, en el que anhela volver a estar «enamorado del hombre que solía ser».
Así suceden los tracks y la banda despliega matices sin repetirse nunca, lo cual, sin ser una critica, puede restarle homogeneidad al disco al revisar muchas paletas de colores pero sin profundizar en ninguno, como sí lo ha hecho en otras de sus mejores obras. Particular mención para “Being Baptised” («Mi música camina al compás perfecto con una libertad que rompe la mentira/ De una promesa que nunca pudo cumplir su palabra/ Me desperté empapado hasta los huesos/ ¿Me estaban ahogando o bautizando?») donde Wire vuelve a clavarla al ángulo con una letra maravillosa fruto de la pluma de su amigo James.
También tenemos un sincero homenaje a Morrissey en ”Dear Stephen”, idolatrando al músico con una letra llena de guiños a sus canciones («He sido el niño con la espina en el costado / Es tan fácil odiar, se necesitan agallas para ser amable, parafraseando una de tus líneas de desamor») y el grand finale con “OneManMilitia” coronando la placa con una de las mejores líneas en referencia a su perenne militancia de izquierda «No sé de qué estoy a favor, pero sé de qué estoy en contra».
¿Tópicos infaltables? Claro: correcta producción, sonido característico, calidad compositiva y vuelo estilístico. Algo a lo que ya nos tienen acostumbrados, por lo que sería redundante esperar algo diferente.
DIAGNÓSTICO: Después de casi cuatro décadas de llenar estadios y saber moverse en terrenos incómodos, es para celebrar que una banda pregone la idea de tener pensamiento crítico en una era donde mucho ya se recibe masticado y pasteurizado. Quizás como aquel impulso combativo que siempre los caracterizó y para el cual no necesitaron poses rebeldes ni romper guitarras, siempre les fue suficiente con la sensibilidad y la empatía para componer gemas atemporales que te permiten conectar con ese músculo dormido llamado cerebro y con la determinación de seguir luchando por un mundo mejor. Pese a todo, los Preachers siguen creyendo, al igual que uno de sus mayores mentores, que el futuro aún no está escrito.

Categoría 80. Psicólogo, amante de la música y los juegos de palabras. Padre de Ciro y Amancay. Baterista e hincha de Ferro. Fanático de los libros, del helado y el café. Escritor perseverante. Hombre de mar en busca del sentido de la vida.